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Versión Completa: CALDERA DE LUBA
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Katharina Von Strauger
El descubrimiento de los nuevos mundos por parte de los españoles no podría haberse llevado a cabo sin África, si tenemos en cuenta que este continente se encontraba en el camino entre Europa y las Indias de Colón. Tal descubrimiento supondría la posterior apropiación, por parte de los «descubiertos», de la esencia cultural que definía a los exploradores, colonizadores, negreros, etc., concretada y definida en la lengua española como soporte de la identidad cultural de los descubridores. Pero a pesar de la expresa oscuridad histórica que éstos (desde su óptica histórica) han impuesto a África, no debemos ignorar la existencia de los pueblos que pasaron a formar parte del universo blanco del viejo continente europeo, y en el que la misma lógica de la guerra del hombre le llevó a apropiarse de cualquier objeto y abusar de él, yendo así al traste con la misma singularidad y realidad del hombre negro en su percepción de los valores de su mundo negro, o su manera de identificarse con éstos.

El espacio geográfico, cultural, «nacional» (por la existencia de un grupo humano que comparte origen, lengua, tradición, ritos, etc.), demográfico, etc., que más tarde se convertiría en el actual Estado de Guinea Ecuatorial, empezó a fraguarse desde el mismo momento en que algunos de sus territorios fueron descubiertos por los navegantes blancos en el siglo XV, entre 1470 y 1472, siempre según el cronista de turno, iniciándose inmediatamente la aculturación, primero, y la reinculturación, después, proceso que eufemísticamente pasaría a denominarse «pacificación» de la Guinea Española, que no era más que la conversión de todos sus habitantes en sumisos negros que hubieron de aprender pronto a imitar a los amos españoles en el hablar, vestir, vivir, consumir, etc. Esta imitación obligada tenía el oculto objetivo de hacer vivir a los imitadores la fatal experiencia vital de la derrota, la servidumbre, el menosprecio hacia sí mismos, etc., sobre todo al ser testigos de la difamación y el desprecio hacia su propia cultura, tanto por estos nuevos habitantes blancos como por los mismos y futuros negros guineoecuatorianos. Durante este período de racialización y reinculturación dominantes, el espacio guineoespañol costero (recordemos que toda la actividad comercial se desarrollaba en la costa) fue utilizado como centro de almacenamiento de las mercancías que tenían como destino final las Américas. Dicen las buenas (o malas) lenguas que lo que eufemísticamente denominamos «mercancías» eran los hoy seres humanos negros, ya que ayer fueron desprovistos de «alma» por, entre otros, el mismo promotor de su forzosa deportación a las Indias de Colón, el entonces conde de Floridablanca José Moñino. Si ya en aquellas lejanas épocas los negros habían sido objeto de las peores vejaciones derivadas de las impertinencias humanas, los políticos españoles encontraron el aval que necesitaban para no considerar humanos a estos también futuros «hijos de Dios», siendo capturados y atados como animales sin ningún grado de dignidad.

Como animales que somos, a pesar de nuestra reconocida racionalidad unilateral, y siempre dentro del universo blanco, tenemos tendencia a imitarnos los unos a los otros. Y como he manifestado antes, los negros imitamos imperativamente a los nostálgicos y esclavistas blancos en su forma de ser, de hablar, de vestir, de gobernar con mano dura, etc. Es conveniente resaltar todo esto para comprender el proceso de despersonalización que hubieron de vivir los antiguos guineoespañoles (hoy guineoecuatorianos o simplemente guineanos), para que hayan podido adoptar la lengua española como uno de los soportes de su identidad, por no decir el único (a pesar de la presencia del pidgin-english, el francés [elevado al grado de lengua oficial por decreto del presidente Teodoro Obiang Nguema en 1996] o de las lenguas nacionales en dicho reducido espacio), si tenemos en cuenta la progresiva pérdida de las singularidades étnicas que deberían caracterizarles, es decir: reconocimiento del conjunto de sus propios valores y técnicas, y la manera de servirse de ellos en un determinado momento y espacio.

1. Orígenes del español en Guinea Ecuatorial

Fueron Fernán do Poo y Juan de Santarem (ambos procedentes de Celtiberia o península Ibérica) quienes descubrieron las islas Formosa (nombre dado por su descubridor) o Fernando Poo (denominada así en honor a este mismo descubridor) y Annobón (al ser descubierta en año nuevo). Pero hasta el último cuarto del siglo XVIII, estos territorios no pasarían a formar parte de la Corona española, como consecuencia del fin de la guerra entre España y Portugal. El protagonista de este trueque fue el esclavista y negrero conde de Floridablanca, representante español en las negociaciones hispanolusas que se desarrollaron en la Granja de San Ildefonso (Segovia). Por aquellas fechas, prácticamente todos los estados europeos centrales se dedicaban al comercio de esclavos, una actividad que reportaría pingües y seguros beneficios.

Fruto de esta negociación desarrollada entre 1777 y 1778, España tomó posesión de los territorios de Fernando Poo, Annobón, Corisco, las dos Elobeyes y unos trescientos o quinientos mil kilómetros cuadrados de tierra continental africana. Pero las adversidades climáticas de dichos lugares, al diezmar a gran parte de la tripulación española que se aventuró en la tarea de afincarse allí, frenaron cualquier iniciativa de ocuparlos y colonizarlos de inmediato, sin olvidar los ataques que los buques españoles sufrían por parte de los ingleses, holandeses, etc., en aguas africanas. Este abandono español fue aprovechado por los ingleses para ensanchar sus dominios, bajo el pretexto de instituir un tribunal para la captura y represión de los negreros europeos.

La presencia inglesa en Fernando Poo, Annobón y los otros territorios cedidos por Portugal (Corisco, Elobey Grande, Elobey Chico y más de trescientos mil kilómetros cuadrados de costa entre las desembocaduras de los ríos Níger [Nigeria] y Ogüé [Gabón]), se sitúa entre 1778 y 1848, tiempo suficiente para que los habitantes de dichos territorios, sobre todo los que se encontraban en los núcleos demográficos controlados por los blancos (como Fernando Poo, con la Ciudad de Clarence como centro neurálgico), abrazaran la vida y costumbres británicas (lengua inglesa o pidgin, establecimiento del sistema de clases sociales promovidas por los mismos ingleses, siempre y cuando el negro africano pudiera demostrar su relación consanguínea con algún ascendiente oriundo de alguna parte del imperio británico inglés en África, etc., sin olvidar la religión metodista, los valores contenidos y transmitidos en estos negros «britanizados», etc.). Y fueron los ingleses los que fijaron las bases de las posteriores aglomeraciones humanas. El puerto donde estaban anclados sus barcos de vela lo denominaron Port Clarence, en honor al duque de Clarence (Guillermo IV), y la ciudad que construyeron en dicho puerto la denominaron Clarence City (con fecha de construcción el día del Señor del 25 de diciembre de 1827), así como otros lugares como West Bay (lugar que los españoles denominarían San Carlos). Cabe decir que durante esta etapa que va de 1778 a 1848, las posesiones españolas en el Golfo de Guinea sufrieron una fuerte britanización, proceso que fue frenado, o controlado, gracias a la intervención militar española en la guerra de Independencia norteamericana contra Gran Bretaña. En conclusión, aunque aquellas tierras fueran «españolas», no hubo ningún interés en convertirlas en reales posesiones hasta las postrimerías del siglo XIX, como consecuencia de la pérdida de Cuba y Filipinas.

1.1. Políticas de aculturación en los Territorios Españoles del Golfo de Guinea

El buen hacer de los europeos de los siglos XVI al XIX era disponer de territorios extrafronterizos que pudieran procurarles aquellos recursos naturales de los que carecían en su subsuelo. Este ensanchamiento del universo europeo tuvo consecuencias desastrosas en otros pueblos (como los que ahora configuran el Estado de Guinea Ecuatorial), al imponerles unos sistemas como la esclavitud con sus más de ochenta millones de muertos, la división de etnias y familias, la configuración arbitraria de países, la despersonalización del individuo, la colonización, la aculturación de las sociedades posteriores a las independencias controladas, etc.

A pesar de su españolidad política, la presencia de los nuevos poseedores de los territorios negroafricanos no se haría efectiva hasta mediados del siglo XIX, concretamente en 1843 (año del cambio del nombre de Clarence City por el de Santa Isabel, y que podemos denominar «principio de la racialización»). Hemos de decir que gracias a la oposición política española, el gobierno del regente general Espartero (de nombre Baldomero Fernández), presionado por las Cortes y por la opinión pública, firma un decreto el 23 de agosto de 1841 retirando el proyecto de ley relativo a la venta de las islas del Golfo de Guinea. De inmediato se promovieron expediciones militares organizadas desde la metrópoli, las cuales pretendían justificar el interés mostrado por las autoridades españolas, cuya visión de ultramar se había centrado hasta ese momento en Iberoamérica y Filipinas.

Los dos grupos ideológicos destacables durante y después de dichas expediciones (la del conde Argelejo, la de Chacón, la de Lerena, etc.) fueron, en primer lugar, los militares (que tenían por misión dar protección a los súbditos españoles, a sus tierras y posesiones, y repeler cualquier ataque de buques que faenaran en sus aguas) y, en segundo lugar, los misioneros (encargados de controlar mental y socialmente a los colonos y autóctonos, velando por la moral pública que hoy podemos concretar en la ocultación de las «vergüenzas» de los negros al obligarles a ir vestidos si querían vender sus productos en el incipiente mercado para así procurarse ciertos productos de los que carecían, la prohibición de que los blancos convivieran con las negras, la obligatoriedad de utilizar el español en todas las transacciones comerciales, administrativas, etc.). Los primeros misioneros que se ofrecieron para la labor evangelizadora y transformadora de los negros de las tierras españolas fueron los jesuitas, aunque después serían expulsados (se retiraron de Fernando Poo en 1872) al caer en desgracia en la metrópoli, siendo sustituidos por sus rivales los claretianos, los cuales comenzarían oficialmente su actividad en 1883, cuya presencia se mantiene hasta la fecha, ejerciendo una fortísima influencia en los autóctonos. En la década de los años setenta del siglo XIX aparecieron los primeros centros educativos, cuya misión se centraba en tres objetivos: en primer lugar, promover el conocimiento y uso del español para así reducir el uso del pidgin-english por parte de los nativos de la futura Guinea Ecuatorial; en segundo lugar, frenar drásticamente la fuerte britanización que existía en los territorios regentados por España y, en tercer lugar, españolizar a todos los habitantes del país.

A los dos agentes ideológicos del Estado colonialista español se sumaron los maestros, generalmente misioneros, uno de cuyos cometidos, según hemos indicado anteriormente, era obligar a los autóctonos a aprender la lengua española, premiando a sus usuarios mediante la concesión posterior del grado sociocultural y económico de la emancipación. Esto equivalía a la equiparación entre blancos y negros en determinados espacios, ya que existía un camuflado apartheid en los lugares frecuentados por la sociedad minoritaria blanca. La realidad de esta naciente sociedad constituida por blancos, negros emancipados y negros tutelados, demostraba que el apartheid no solamente era socioeconómico, sino sociopolítico y cultural. Las diferencias entre los negros y los blancos se explicitaban en hechos concretos tales como la prohibición de que un negro permaneciera en una acera transitada por un blanco, la prohibición de que los negros (emancipados o no) ocuparan la parte trasera y cómoda reservada para los blancos en los locales de cine, o la parte delantera y cómoda en los coches de línea, etc. En algunas ocasiones, en las atrevidas parejas formadas por blanco y negra (con hijos), la negra estaba obligada a ocupar el lugar que le correspondía con sus hijos. Lo mismo ocurría en los coches de línea (los negros detrás, en los asientos de madera, y los blancos delante, con asientos tapizados) o en las iglesias (los blancos delante y los negros detrás). Lo curiosamente llamativo era que entre los negros existiera también un fuerte apartheid: primero los casados y emancipados, luego los emancipados, los casados y no emancipados, etc. El negro que había sido capaz de apropiarse de la lengua del colonizador español y pudiera demostrarlo llegaba a ocupar algún puesto en la administración colonial, siendo autorizado a comprar algunos productos de consumo exclusivos para los blancos, tales como vino o cualquier tipo de alcohol, harina, fiambres, etc., o incluso a llevar armas de caza. Todo esto nos hace comprobar que «en Guinea se va a practicar un colonialismo de dominio y se van a suplantar todas las costumbres locales imponiendo unas nuevas importadas, en las que el negro no tiene otro papel que el de servidor».

El conocimiento de la lengua española se convirtió en una especie de reconocimiento público y social, primero ante los colonos y, segundo, ante los mismos aborígenes. Esto trajo consigo una profunda transformación, concretada en los aspectos siguientes: la tradicional economía de subsistencia fue sustituida por la economía de producción y explotación para fines comerciales y enriquecimiento de los terratenientes blancos. El futuro guineoecuatoriano (o guineano) cambió sus hábitos y su actividad laboral pasó a estar centrada en el monocultivo del cacao en Fernando Poo y del café en Río Muni (o explotación de madera). Se aceleró la construcción de infraestructura viaria (carreteras, vías férreas, puertos, etc.), para transportar los productos derivados de este monocultivo del cacao en una zona y del café en otra, siempre bajo dominio blanco: propietarios, apoderados, habilitados, capataces, etc. El blanco era el amo, por consiguiente había que imitarle en todo: en su forma de hablar, de escribir, de leer, de vestir, de vivir, de pensar, de gobernar, etc., o, si se prefiere, de castizar. Para conseguirlo se echó mano de la Iglesia católica, en cuyos agentes la administración española encontró su «utilidad como españolizadores del territorio más que como pedagogos o apóstoles». En este sentido, tal como ya dijimos más arriba, fueron los jesuitas los encargados de transmitir los valores religiosos y sociales de la España de entonces. La presencia de estos seguidores de san Ignacio de Loyola en Fernando Poo va de 1848 a 1872, casi treinta y cinco años de evangelización y racialización, tiempo suficiente para abonar el terreno para una transformación integral del negro de la Guinea Española. En segundo lugar, tenemos la participación e implicación de los claretianos, cuya presencia en los Territorios Españoles del Golfo de Guinea va desde 1883 hasta nuestros días. Unos y otros jugaron un importante papel en la transmisión de la lengua española en esas tierras africanas demográficamente multiétnicas y pluriculturales, unas características que servirían de poco a la hora de salvaguardar las mismas lenguas autóctonas.
Julian Navascues
LA ESCLAVITUD EN CUBA

UN PROBLEMA POLÍTICO Y ECONÓMICO DEL XIX


Jorge Vilches


España fue el penúltimo país en abolir la esclavitud. El imperio español en América se deshizo en los 20 primeros años del siglo XIX, y coincidió con la ocupación francesa, la Guerra de Independencia, el regreso al absolutismo y la revolución liberal. Por otro lado, había una incapacidad económica del Estado para conservar tropas y administración en otros lugares del Imperio, como las islas Annobon y Fernando Poo o las Carolinas, que eran españolas sólo nominalmente. Hubo demasiada inestabilidad política para que España fuera eficiente en sus colonias. El impacto por la pérdida de la América continental pasó a un segundo plano en la opinión pública española. No existió la conciencia de haber perdido algo grande hasta el siglo XX. La razón estaba en que el mantenimiento de Cuba y Puerto Rico lo compensaba.


Los precursores del abolicionismo

La explotación económica de Cuba suplía económicamente la pérdida de la América continental, donde la esclavitud se había abolido prácticamente en el siglo XVI, fecha muy temprana para otros países europeos, y sólo permaneció para los indios chilenos hasta 1679 . Pero el abolicionismo contemporáneo no se desarrolló con fuerza hasta la Revolución Francesa de 1789. A las primeras prohibiciones, sobre todo en aquellos países donde no se conocía el sistema esclavista, se sumaron los liberales españoles.

La primera manifestación importante española fue la de Isidoro Antillón en 1802, cuando presentó en la Academia Matritense de Derecho Español y Público un proyecto de abolición de la esclavitud. Consistía éste en algo parecido a lo que 68 años después pondría en marcha Segismundo Moret: declarar libres a los esclavos que pasaran de cierta edad así como a los nacidos a partir de una fecha. En las Cortes de Cádiz, en 1811, Antillón repitió ante los diputados el proyecto, que siguieron otros liberales como el mejicano Miguel Guridi Alcocer y el español Agustín de Argüelles. En aquel Parlamento las colonias americanas tenían un sitio reservado, lo que no se repitió hasta 1869. Los proyectos se tomaron en consideración y se nombró una comisión para que elaborara un dictamen. Tras varias intervenciones, Jáuregui, diputado por La Habana, propuso la discusión en secreto para evitar posibles problemas en algunas colonias de ultramar, pero nunca se hizo porque la reacción absolutista triunfó en 1814.

Inglaterra aprovechó el Congreso de Viena de 1815 para forzar a España a acabar con la trata, no por razones humanitarias sino para debilitar la competencia económica cubana. Dos años después, España e Inglaterra llegaron a un acuerdo consistente en que se terminaría la trata en 1820. A cambio se recibieron 400.000 libras esterlinas en concepto de indemnización. El acuerdo no se cumplió porque en enero de aquel año el General Riego se pronunció contra el absolutismo y por el restablecimiento de la Constitución de 1812. Los diputados cubanos del trienio tenían el mandato expreso de intentar revocar el Tratado de 1817, o al menos lograr una prórroga de seis años para la abolición. No hizo falta, porque el país quedó inmerso en un proceso revolucionario más importante que el cumplimiento de un pacto con Inglaterra.

En 1835 Inglaterra pidió y consiguió la revisión del Tratado, añadiendo instrumentos de control. El acuerdo se cumplió parcialmente pues desapareció casi la trata en Puerto Rico. Pero no era una cuestión conservadora o radical, pues el 27 de febrero de 1837, en pleno dominio progresista, las Cortes de 1837, bajo un gobierno progresista, extendió un proyecto de ley donde se abolía la esclavitud en la Península y en sus posesiones africanas, respetándose su existencia en las colonias ultramarinas. En el preámbulo se reconocía que consentir la esclavitud es una anomalía tan inconcebible como intolerable. Sin embargo, la extinción no procedía porque el régimen esclavista era el medio único de asegurar aquellos intereses y riquezas, y la prudencia política no lo aconsejaba. Este dictamen no se discutió en las Cortes porque se temió que su debate provocaría un estado de inquietud política en Cuba.

El General Espartero, como Regente del Reino desde 1840 a 1843, se empeñó en el cumplimiento del tratado con Inglaterra, con lo que la persecución de la trata fue más dura. A pesar de lo cual, los agentes ingleses no se cansaban de incitar a los esclavos a algaradas y rebeliones.

Sin posibilidad de abolir la esclavitud, al menos se intentó impedir la trata. Así, el conservador Martínez de la Rosa presentó en diciembre de 1844 un proyecto de castigo del tráfico negrero. Por una Real Orden del 2 de junio de 1843 se comunicó a los capitanes generales de Cuba y Puerto Rico la necesidad de cumplir con el tratado con Gran Bretaña de 1835. Desde comienzos de 1844 el Ministerio de Estado reunió información de las autoridades y particulares residentes en los territorios ultramarinos y casi todas coincidían en la necesidad de conciliar el interés económico de Cuba con el tratado con los británicos. Se formó en La Habana la Junta de Propietarios Ilustrados y Naturales, o Peninsulares de larga residencia. Su objetivo era informar de la promulgación de esta ley penal que proyectaba el Gobierno. En la reunión de la Junta del 17 de agosto de 1844, presidida por el Capitán General de Cuba, O´Donnell, se acordó solicitar al Gobierno que el proyecto no se sometiese a debate en las Cortes para evitar conflictos en la Isla, y que la ley fuera mejor un reglamento añadido al tratado de 1835. De esta manera, en el debate parlamentario de enero de 1845 no se puso en duda la continuación de la esclavitud, sino que sólo se quiso castigar la trata para cumplir el tratado con Gran Bretaña. Istúriz dijo, además, que Cádiz sufriría mucho económicamente -el truco de los tratantes era llevar los negros a Cádiz, desde allí a Puerto Rico y finalmente Cuba, pues el Tratado no decía nada del traslado de puerto a puerto español, aunque éste no era el principal negocio gaditano. La ley penal fue aprobada el 27 de febrero de 1845, pero fue tan blanda que no consiguió nada.

La moral y la economía cubanas

La moral de la época era esclavista. Los más importantes intelectuales cubanos anteriores a la Guerra de los Diez Años eran esclavistas o no contemplaban a los negros en sus proyectos políticos. Sus ideas contrarias al tráfico de esclavos no suponían una postura opuesta a la esclavitud. José de la Luz y Caballero, que poseía esclavos, al ser implicado en la Conspiración de la Escalera organizada por negros para matar a O´Donnell, Capitán General de Cuba en 1844, aseguró que con ello se lastimaban ³sus sentimientos del honor y de la lealtad. Domingo del Monte denominó a la unión de blancos y negros como fusión antipática y culpable de razas. En fin, iguales opiniones tuvieron Miguel de Aldama, Félix Varela o Gaspar Betancourt Cisneros .

Esta postura de los intelectuales y hacendados cubanos coincidió con la buena marcha del sistema esclavista de producción en el primer tercio del siglo XIX. La pertenencia a España les aseguraba el mantenimiento de un régimen económico que como país independiente les sería imposible conservar. El censo de 1841 asustó a los hacendados pues la mayoría de Cuba era negra. De este miedo surgió la amenaza de la Metrópoli de Cuba española o africana. Incluso los agentes ingleses que promovían entonces una insurrección en Cuba pretendían convertir a la Isla en un estado asociado a Gran Bretaña con el nombre de República Etiópico-cubana.

En esta situación, cuando a raíz de la Revolución Francesa de 1848 y el empeño británico pareció que España iba a comenzar la abolición, apareció en la sacarocracia cubana el anexionismo a Estados Unidos. La revolución anexionista tenía el principal objetivo de conservar la esclavitud. Los anexionistas como Betancourt y los del Diario La Verdad defendían el régimen esclavista en el mismo sentido que la mantenían los estados del sur de los Estados Unidos La reacción española fue amenazar con la abolición inmediata si los hacendados apoyaban una insurrección.

Las expediciones de Narciso López de 1850 y 1851 para levantar el país y conseguir la independencia y anexión de Cuba a los Estados Unidos contaron con el apoyo de los hacendados cubanos porque aseguraba el mantenimiento de la esclavitud. Sin embargo, éstos retiraron su ayuda cuando temieron que Narciso López incorporara a los esclavos, declarando la emancipación, para vencer a los españoles, o que el Gobierno de la Metrópoli decretara la abolición para derrotar a los insurrectos.

De aquí surgió una alianza engañosa entre la sacarocracia cubana y los gobiernos liberales españoles. Consistía en que a cambio de la conservación de la esclavitud los sacarócratas no apoyarían ningún movimiento independentista. Junto a esto se permitía que se dulcificara la institución, cumpliendo con Inglaterra, mediante la prohibición y el castigo de la trata, así como la reglamentación de la relación entre el amo y el esclavo. De esta manera, el temor a la pérdida de las últimas colonias americanas llevó al error a los gobiernos españoles de adoptar una política de resistencia que, a la postre, sólo podía dar por resultado justamente la independencia. El mantenimiento de Cuba española únicamente podía intentarse a través de la libertad. La política de resistencia dictó la visión española hacia Cuba y Puerto Rico en los campos administrativo, social y económico.

El reformismo cubano

El monopolio práctico que ejercía Cuba en el mercado mundial azucarero compensaba el mantenimiento de la esclavitud, un sistema de producción obsoleto. Es decir, la compra de más del mega_shok.gif por ciento del azúcar cubano por parte de Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Holanda y otros países, abolicionistas todos, permitía conservar la ominosa institución. El partido reformista cubano surgió en la década de 1860, cuando la competencia económica de los estados del sur de los Estados Unidos, en especial Luisiana, ponía en peligro el precio del azúcar. Los hacendados cubanos aceleraron la introducción de maquinaria en los ingenios. No obstante, la modernización de la industria azucarera no se debió sólo a la necesidad de la competencia, sino al encarecimiento de los esclavos. La Metrópoli había iniciado una verdadera persecución de la trata, y ya tan sólo uno de cada cinco barcos negreros entraban en Cuba.
La introducción de maquinaria obligó a la contratación de blancos en las plantaciones, pues los africanos carecían de instrucción. En el censo de 1862 ya había 41.661 hombres blancos dedicados a las tareas del cultivo de la caña . La competencia económica de los Estados Unidos hubiera llevado por sí sola a la abolición de la esclavitud por infructuosa. La modernización endeudó a los hacendados, que ahora debían pagar salarios a los blancos y comprar maquinaria.

La importancia de la competencia estadounidense en el mantenimiento de la situación en Cuba era tal, que los reformistas apoyaron al Norte en la Guerra de Secesión. Pero el apoyo no se debió al ánimo abolicionista de Lincoln, sino, como decía Pozos Dulces en El Siglo el 12 de octubre de 1864, a que el conflicto deterioraría gravemente las industrias azucareras y remolachera sureñas.

El reformismo cubano se empeñó entonces en pedir la abolición gradual e indemnizada, y así lo hicieron saber al gobierno español a través de la Junta de Información que se puso en práctica desde 1865 a 1867. Pero la voracidad de la Hacienda española obstaculizaba el proceso pues se pensaba que la indemnización debía salir del Tesoro cubano, es decir, que los mismos hacendados debían pagar el coste de la abolición. De esta manera, junto al fin de la esclavitud, los reformistas, encabezados por José Morales Lemus, pidieron una serie de reformas administrativas que les garantizaban el control político de la Isla. Lo que quedó claro es que la abolición en Cuba, como lo fue en Puerto Rico, dependía de los hacendados criollos. Cánovas, promotor de la Junta, no se fiaba de los delegados reformistas cubanos por creerles en el fondo independentistas, y acertó en algún caso.

Curiosamente, el nacimiento en Madrid de la Sociedad Abolicionista Española (SAE), gracias a Julio Vizcarrondo, no gustó a los reformistas cubanos. Éstos temían del abolicionismo peninsular que no contara con ellos, pues si España liberaba a los esclavos sin más la producción se encarecería, la industria estadounidense dominaría el mercado, los capitales se repatriarían buscando rentabilidad, Cuba dejaría de ser beneficiosa económicamente y podía ocurrir que la Metrópoli nos abandone como a Santo Domingo, escribía José de Echevarría a Saco el 6 de junio de 1865, sin capacidad para dominar la nueva situación política y social. España abandonó Santo Domingo cuando se comprobó que la presencia era muy costosa .

Los reformistas creían que no se podía mantener indefinidamente la esclavitud porque se corría el peligro de una rebelión. El apoyo a los esclavos ya no podía venir de los agentes ingleses, como había sido hasta 1844, sino por otros pueblos en los que predominaban los negros y en los que ya no existía la esclavitud. El mantenimiento de la institución había llevado a los hacendados a buscar la anexión a los Estados Unidos, pero tras la Guerra de Secesión defendieron la pertenencia a España. Así, cuando estalló la Revolución española de 1868, Saco temió que el Gobierno Provisional decretara la abolición inmediata, gradual o absoluta. Saco visitó a Olózaga antes del Grito de Yara y éste le dijo que era enemigo de la abolición, al igual que el General Prim y la Unión Liberal del General Serrano. Pero Salustiano de Olózaga había formado parte del grupo fundador de la Sociedad Abolicionista Española unos años antes.


Los abolicionistas españoles

La sociedad española de la primera mitad del XIX ignoraba o despreciaba el problema de la esclavitud. Rafael María de Labra contó que impresionó profundamente en los españoles la novela La cabaña del Tío Tom . Pero ni la Iglesia Católica ni los liberales más radicales hicieron de la abolición del régimen esclavista una cuestión moral, de respeto a la dignidad humana. La Sociedad Abolicionista Española nació para romper esta atonía.

Desde 1861 el diario madrileño La América servía de órgano de expresión al reformismo cubano. En la Sociedad Libre de Economía Política y la Academia de Jurisprudencia y Legislación existía un grupo de economistas, profesores de universidad y políticos preocupados por la esclavitud. A ellos se unió el puertorriqueño Julio Vizcarrondo en 1864, que impulsó la creación de la Sociedad Abolicionista Española. La SAE se constituyó el 2 de abril de 1865, presidida por Salustiano de Olózaga y con hombres de todos los partidos. La primera reunión pública fue el 10 de diciembre de 1865 en el Teatro de Variedades, bajo la presidencia de Antonio María Segovia, moderado, y con los discursos de Castelar y Joaquín Sanromá entre otros. Contó entonces con el apoyo de 72 periódicos de Madrid y provincias. Para ir concienciando a la sociedad española del carácter indigno de la esclavitud crearon el Diario El Abolicionista Español, dieron conferencias y convocaron certámenes literarios. La SAE, en esta primera etapa, se conformaba con la abolición gradual.

Fue un Gobierno conservador el que dio un paso para acabar con la esclavitud sin dañar los intereses cubanos. Cánovas, ministro de Ultramar, propició en 1866 una legislación para la mejora del trato al esclavo, el castigo al tráfico y además abrió una serie de consultas con los representantes de Cuba y Puerto Rico para iniciar las reformas administrativas reclamadas. En cuanto a la esclavitud, los delegados puertorriqueños en aquella Junta de Información pidieron la abolición gradual o inmediata, con o sin indemnización, a lo que se opusieron los representantes cubanos. Cánovas presentó a las Cortes un proyecto de ley sobre represión y castigo del tráfico negrero, importante paso que se dio en el camino de la abolición . Fruto de la discusión de la Junta fue la Ley de Represión y Castigo del tráfico negrero de marzo de 1867, ya con el Gobierno Narváez, cuya dureza levantó una viva polémica.

El éxito de la Revolución de septiembre de 1868 en España permitió la reorganización de la SAE. El 23 de octubre de 1868 se discutió la nueva postura de la Sociedad. La SAE fue tomada por demócratas y republicanos como José Echegaray, Segismundo Moret, Gumersindo de Azcárate, Estanislao Figueras, Manuel Becerra o Nicolás Salmerón. Olózaga, que presidía la Sociedad, se mostró partidario de la abolición gradual, lo que aseguraba la esclavitud durante 30 ó 40 años más. Sin embargo, se impuso la idea de la abolición inmediata, con indemnización o no. El republicano José María Orense fue elegido Presidente efectivo, y contó en la Junta Directiva con Emilio Castelar, Labra, Gabriel Rodríguez y Sanromá. Entre los nuevos vocales estaba Rafael María de Labra . En la SAE, como en todo el abolicionismo español, coincidieron dos grupos: los verdaderamente abolicionistas y los que encontraban en la cuestión una forma más de hacer oposición a la Monarquía o a los partidos conservadores. Para aquellos importaba más la protesta y contra quién se hacía que el objeto real de la misma y su consecución.

En las Cortes de 1869, los diputados puertorriqueños, dirigidos por Luis Padial, propusieron la abolición de la esclavitud, al menos en su isla. El Gobierno, en pleno debate, ofreció una ley de abolición de la esclavitud en Cuba y Puerto Rico. Moret, ministro de Ultramar y miembro de la SAE, presentó el 28 de mayo de 1870 el proyecto de ley para la emancipación de todos los esclavos nacidos después del 17 de septiembre de 1868 y mayores de 60 años. El proyecto disgustó a la SAE, que esperaba la inmediatez, y así lo expresó Emilio Castelar en los debates de junio de 1870, en los que presentó un proyecto para la abolición inmediata en Cuba y Puerto Rico. El conservador Romero Robledo levantó la voz para oponerse a la extinción de la esclavitud, advirtiendo de la posibilidad de una guerra racial y una africanización.
Moret destacó la importancia de negar a los insurgentes cubanos la ventaja propagandística de presentarse como paladines de la abolición. Quería compaginar la desarticulación del discurso independentista con los intereses de los hacendados cubanos, que la Ley les libraba de la carga que suponían los esclavos no productivos. Moret deseaba acabar con la esclavitud sin perturbar el orden económico y social en las Antillas, respondiendo a los intereses de los peninsulares en Cuba, que defendían el lazo con España . Las Cortes aprobaron la Ley el 4 de julio de 1870. El Grito de Yara el 10 de octubre de 1868 convirtió la cuestión de la esclavitud en algo más político o estratégico que económico.

Independencia y abolición

El racismo era algo común en los liberales españoles y cubanos. El esclavo negro era glorificado por los abolicionistas de una manera romántica, distanciada, literaria. Se trataba de la prosa castelarina que unía lo divino y lo humano, donde no existía la distancia histórica, y podían aparecer en el mismo párrafo Espartaco, Jesucristo, los Comuneros de Castilla y el esclavo africano. En estos discursos españoles de los años 70 se unía el fin de la esclavitud en las Antillas con la lucha contra el régimen isabelino, pero dando más importancia a esto último. El régimen esclavista era para ellos una seña de identidad de la Monarquía Constitucional. Cuando ésta cayera, decían, se conseguiría inmediatamente todo lo reivindicado. La España revolucionaria de 1868 era una amenaza para los hacendados cubanos esclavistas, que veían en ella el fin de la esclavitud. Eran los mismos hacendados que se habían negado a prestar ayuda económica para hacer la revolución, como Prim les pidió, y ahora esperaban la represalia. La solución estuvo en promover la abolición gradual y organizar a sus partidarios, y encomendaron a Saco y a Manuel Calvo las negociaciones con el Gobierno Prim para conseguir una abolición lenta. Producto de la negociación fue la Ley Moret de 1870, que aseguraba la esclavitud durante 45 años más.

Por su lado, Carlos Manuel de Céspedes, Capitán General de la Junta Revolucionaria cubana, en su manifiesto del 10 de octubre de 1868 sólo afirmó como deseo la abolición gradual, una vez terminara con éxito la insurrección. El levantamiento de Céspedes contaba con el apoyo de los hacendados de la zona oriental, donde existía menor número de esclavos, y esperaba encontrar el apoyo de los de Occidente, más ricos, poderosos y esclavistas. Con este objetivo, el 12 de noviembre de 1868 Céspedes publicó un bando por el que se castigaba a pena de muerte a los que entrasen en haciendas a sublevar a los esclavos. El 27 de diciembre de 1868 Céspedes decretó la libertad para los esclavos de los enemigos de la revolución, pero no dijo nada de los que pertenecían a los hacendados insurrectos, ni de los que pertenecían a los que eran leales a España pero no abiertamente contrarios a la revolución.

Céspedes no consiguió con ello el apoyo que esperaba y consultó a Morales Lemus, su hombre en la Junta Revolucionaria de Nueva York, sobre la opinión de los hacendados occidentales respecto a la abolición. La carta que le envió Morales Lemus el 12 de febrero de 1869 fue clara: España amagaba con el Cuba española o africana, por lo que había que anticiparse para aprovechar tan poderosa arma, la liberación de los esclavos. Los hacendados, le contestó Morales Lemus, deseaban que sus necesidades agrícolas quedasen atendidas. Por esta razón, no les importaba que les dejaran el derecho de contratar como colonos a sus propios libertos, o bien comenzar la abolición gradual.
La Asamblea Constituyente de Guáimaro redactó la Constitución de 1869 que declaraba enteramente libres a todos los habitantes de la República. No obstante, la Cámara de Representantes, en la sesión del 5 de julio de 1869 redactó un Reglamento de Libertos estableciendo el patronato, es decir, el trabajo forzoso del liberto con su antiguo dueño. Este Reglamento se practicó en el territorio ocupado por el Ejército Libertador, y se mantuvo vigente hasta el 25 de diciembre de 1870. De esta manera, los insurrectos cubanos se decidieron por el abolicionismo radical a partir de 1871


Los esclavistas españoles

Los revolucionarios cubanos se decidieron por la abolición radical como respuesta, en parte, a la Ley Moret, que podía convencer a los hacendados y esclavos de la zona occidental, sustrayéndoles del movimiento insurreccional. En España los esclavistas reaccionaron. Defendieron el mantenimiento de la abolición gradual ante el temor de que un Gobierno radical se decidiera por la emancipación inmediata, como estaban reclamando algunos progresistas-democráticos y republicanos.

Julián Zulueta era el líder de la oligarquía financiera y comercial cubana. Fundó en La Habana el Casino Español en 1869, que fue imitado en otras localidades, sufragó a los voluntarios armados, y mantuvo varios periódicos para defender sus intereses. La coacción que mantenían con el gobierno de la Metrópoli era que constituían los defensores del Cuba española frente al separatismo de los insurrectos. El Gobierno español no tenía más remedio que hacer frente a la realidad: la guerra se perdería sin el apoyo de Zulueta, pero a la insurrección había que hacerle frente con algo más que con las armas.

El 13 de diciembre de 1871 se fundó el Centro Hispano Ultramarino, liderado por el Marqués de Manzanedo, con hombres cuya única condición era haber residido en las Antillas y regresado a la Península manteniendo negocios en ambos lados. Su objetivo era impedir que el Gobierno cambiara la Ley Moret o el acuerdo de 1869 consistente en no hacer reformas en Cuba hasta que, restablecida la paz, llegasen a España sus representantes. En poco tiempo, los Centros, luego llamados Círculos, se extendieron por toda España.

La abolición se reafirmaba como cuestión política. En 1872 se fundó la Liga Nacional, dirigida por el General Serrano, con la evidente intención de reunir a todas las fuerzas conservadoras en torno al lema Cuba española. Tras este proyecto, nominalmente a favor de la abolición gradual e indemnizada, estaba el propósito de mostrar la oposición al Gobierno radical de Ruiz Zorrilla, especialmente después de que dimitiera el ministro de Ultramar, Gasset y Artime, partidario del gradualismo. Su sustituto, Tomás María Mosquera, diputado puertorriqueño, se decidió a presentar el 24 de diciembre de 1872 un proyecto para la abolición inmediata en Puerto Rico, en parte para demostrar a los que podían verse seducidos por el abolicionismo de los revolucionarios cubanos que la paz permitía la libertad.

Los esclavistas españoles reaccionaron extendiendo la Liga Nacional por todo el país, publicando un manifiesto en contra de la Ley, presentando proyectos alternativos de abolición gradual y sufragando una algarada en Madrid en diciembre de 1872. La abolición dividía a conservadores y republicanos, convirtiéndolo ambos en un instrumento, haciendo política de partido cuando se debía hacer política de Estado.

El radicalismo y republicanismo españoles habían tomado el tema de la abolición de la esclavitud como un medio para mostrar su lucha contra las fuerzas conservadoras. Lo realmente importante para ellos era la imagen pública de lo conservador. Necesitaban relacionar todo lo negativo con el adversario político. Les importaba más dañar a los conservadores que la liberación de los esclavos. La República de 1873 aprobó la Ley Mosquera, al tiempo que Castelar prometió la próxima abolición de la esclavitud en Cuba. Pero ésta no llegó. La distancia entre el discurso y la realidad del gobierno la vieron entonces los republicanos en su auténtica medida. Los intereses peninsulares y de los hacendados cubanos, el equilibrio de fuerzas, la intervención de Estados Unidos y el desarrollo de la guerra aconsejaban moverse con lentitud y seguridad. Así lo vio el mismo Castelar cuando fue elegido Presidente del Poder Ejecutivo.

La República no cayó por la acción de los negreros españoles, sino fundamentalmente por la incapacidad de los republicanos para conservar su propio régimen, para ponerse de acuerdo sobre unas mínimas normas de comportamiento político. A pesar de esto, es indudable que los esclavistas sufragaron gastos de las opciones conservadoras, al igual que los revolucionarios cubanos afincados en París hicieron lo propio con los republicanos en 1869 y con Ruiz Zorrilla ya en la Restauración, para promover insurrecciones en España .


Adiós a la esclavitud

La Guerra de los Diez Años concluyó con la Paz del Zanjón, auspiciada por el General Martínez Campos. Tan sólo un grupo de negros continuó peleando hasta 1880, fue lo que se llamó la Guerra Chiquita. A partir de aquí la sociedad cubana estuvo dividida en dos por sus relaciones interraciales. Los criollos sostenían que el cubano era el hombre blanco nacido en Cuba. La política española de la Restauración se encaminó hacia una política antirracista con el ánimo de identificar el racismo con la sociedad criolla. De esta manera, entre 1878 y 1892, se eliminaron los reglamentos que establecían la segregación racial en las escuelas y universidades públicas, en los ferrocarriles, cafés, restaurantes y teatros. Incluso se intentó la creación de un partido político negro dirigido por Juan Gualberto Gómez Ferrer, pero éste declinó el ofrecimiento. Cuestiones como otorgar el tratamiento de don a los negros irritó a los criollos blancos. Por otro lado, el Gobierno español fomentó la inmigración blanca a la Isla. Entre 1868 y 1894 llegaron 417.624 civiles blancos, casi todos hombres, y 391.110 militares. El resultado fue que en el censo de 1887, los negros ya no eran mayoría, pues en una población de 1.631.000 habitantes tan sólo el 33 por ciento era de color. Esta españolización no sirvió para terminar con el separatismo, pero sí para que la independencia no derivara en odio a los españoles, que a fin de cuentas eran sus antepasados. Esto también se debió a que la guerra se hizo contra el Gobierno español, no contra los españoles, y a que el ser español aseguraba también la sangre blanca.

La Guerra de los Diez Años provocó que los soldados españoles se convirtieran en obreros de los ingenios azucareros en las zonas pacificadas, lo que desplazó a los esclavos. Además, según la Paz del Zanjón, los esclavos que hubiesen peleado, con independencia del bando, serían libres. Antonio Maceo no aceptó el acuerdo que le ofreció Martínez Campos porque no mencionaba la abolición de la esclavitud ni el plazo para la independencia de Cuba.

En el verano de 1879 ni el Partido Liberal Cubano ni el Partido de Unión Constitucional aspiraban a poner fin inmediato a la esclavitud. Sólo el pequeño Partido Demócrata Liberal de Márquez Sterling defendía sin condiciones la abolición radical e inmediata. Pero esta agrupación no era representativa de las aspiraciones de los electores: sólo obtuvo un centenar de votos en las elecciones de abril de 1879. En julio de 1879 el Partido Liberal dio un giro radical y se mostró partidario de la abolición inmediata sin indemnización.

Cuando Martínez Campos, como Presidente del Gobierno, presentó a fines de 1879 el proyecto de Ley de Abolición, el Partido Liberal Cubano, luego Autonomista, y la Unión Constitucional coincidieron en pedir reformas arancelarias y fiscales a título de compensación. Al poco tiempo volvió Cánovas al Gobierno, que mantuvo el proyecto con algunas modificaciones, aprobándose en el Senado y luego en el Congreso, y publicándose como Ley el 13 de febrero de 1880. El talante del proyecto hizo que los diputados cubanos y liberales puertorriqueños no tomaran parte en la discusión. El proyecto pasó del Senado al Congreso y fue aprobado con la ausencia del Partido Liberal español y de los diputados ultramarinos.

La Ley estableció el patronato, que era una forma de encubrir la esclavitud, pues el esclavo quedaba subordinado al antiguo propietario durante ocho años, el cual tenía la obligación de darle una paga, alimento, vestido y educación .

La SAE nombró en 1881 una nueva Junta Directiva presidida por Labra. Se animaron con la subida de Sagasta al poder. Los abolicionistas se reunieron el 17 de febrero de 1881 para pedir la fundación de una sociedad abolicionista en La Habana igual que la que funcionaba en Madrid y Puerto Rico, crear un centro de letrados que defendiera a los libertos y celebrar un mitin en el Teatro de la Alhambra. Éste se celebró el 25 de marzo para criticar la Ley de 1880. La SAE se extendió por España, salvo en Cuba donde el Gobierno se negó a la fundación de la Asociación Protectora de Libertos .
En 1883, Posada Herrera, Presidente del Gobierno, llamó a la SAE para precisar el rumbo de la nueva política. La SAE le planteó la supresión de los castigos corporales, el cumplimiento de la Ley de 1870 y la abolición del patronato, a lo que el Gobierno se mostró conforme. Los castigos fueron suprimidos por Real Decreto de 27 de noviembre de 1883. Además, un decreto puso en libertad a 40.000 patrocinados y otro obligó al pago de los salarios a los patrocinados.

La labor abolicionista la continuó el Gobierno Sagasta en 1886, cuando el decreto del 7 de octubre de 1886 acabó con el patronato, aboliendo con ello definitivamente la esclavitud. La iniciativa partió del grupo parlamentario cubano. En julio de ese año, en mitad de un discurso del liberal cubano Figueroa, el Gobierno ofreció el fin del patronato -que estaba previsto para 1888. Pero cuando el grupo autonomista cubano consiguió esto, la esclavitud era una institución en franco declive. Los hacendados preferían el trabajo asalariado. Así, en los tres primeros años del patronato adquirieron la libertad más de 60.000 esclavos.

Rafael María de Labra vio aquella medida tardía y efectista. En 1886 únicamente existían 26.000 patrocinados, y creía que era fácil que en unos meses pasaran a ser trabajadores libres sin más

En conclusión, el abolicionismo español y cubano fue en general muy débil hasta que la españolidad de la Isla estuvo en juego o se tomó como instrumento político para dañar al adversario. Las medidas que más hicieron por terminar con la esclavitud fueron las del mercado.



1 José Antonio Saco, Historia de la esclavitud, Madrid, Júcar, 1974, pp. 293-297.

2 Raúl Cepero Bonilla, Azúcar y abolición, [1948], Barcelona, Crítica, 1976, pp. 19-23.

3 Véase Rafael María de Labra, La abolición de la esclavitud en el orden económico.

4 José A. Fernández de Castro, Medio siglo de historia colonial de Cuba, p. 329 [Citado por R. Cepero Bonilla, p. 89].

5 R. M. de Labra, ³La propaganda abolicionista en España², Discursos políticos, académicos y forenses. Primera serie, Madrid, Aurelio J. Alaria, 1884, pp. 219-231.

6 Diario de sesiones de Cortes. Senado, 19 de febrero de 1866, apéndice 4º.

7 P. Arroyo Jiménez, ³La Sociedad Abolicionista Española, 1864-1886², Cuadernos de Historia Moderna y Contemporánea, nº 3, 1982, pp. 127-149.

8 Diario de sesiones de Cortes Constituyentes, 9, 10 y 20 de junio de 1870.

9 R. Cepero Bonilla, o. c., p. 122.

10 La Correspondencia de España, 6 y 22 de octubre y 7 de noviembre de 1871

11 Archivo de la Prefectura de París. Ruiz Zorrilla, Ba 1.262. Doc. 10.431, informes de los días 26 de septiembre y 18 de octubre de 1878, y 11y 29 de mayo de 1879.

12 Teresita Pedraza, ³Esclavitud y racismo², Memoria del 98, El País, 1998, pp. 11-13.

13 Manuel Moreno Fraginals, Cuba/España, España/Cuba. Historia común, Barcelona, Crítica, 1995.

14 Gabriel Rodríguez, ³La idea y el movimiento antiesclavista en España durante el siglo XIX², La España del siglo XIX. Colección de conferencias históricas. Curso de 1886-1887, A. San Martín, Madrid, 1887, III, pp. 331-355. Rebecca J. Scott, La emancipación de los esclavos en Cuba. La transición al trabajo libre, 1860-1899, FCE, México, 1989, cap. VI.

15 Paloma Arrojo Jiménez, ³La Sociedad Abolicionista Española 1864-1886², Cuadernos de Historia Moderna y Contemporánea, nº 3, 1982, pp. 127-149.

16 El País [Cuba], 14 de septiembre de 1886. [Citado por R. Cepero Bonilla, o. c., p. 215].
El fantasma del Blog
El Nuevo Representante de U.S.A. destinado a Guinea Ecuatorial Debe Pedir Cuentas al Gobierno por la Corrupción y Abusos de Derechos Humanos

03/08/2006

Lanzamiento Imediato: Contactar a: Lynn Fredriksson al 202/544-0200
Miercoles, 2 de Agosto del 2006 o a Corinna Gilfillan al 202/721-5634
o a Sarah Wykes al +44/7703/108449


(Washington, DC, 2 de agosto) Tras la ratificación el jueves -después de once años- de un nuevo embajador de los EE.UU. en Guinea Ecuatorial (GE), nación Centro-Africana exportadora de petróleo, la política de EE.UU. debe empezar por hacer responsable al gobierno represivo de ese país de la malversación total de su riqueza petrolera y de la falta de respecto por los derechos humanos. Se reabre la embajada cuando GE exporta 420.000 barriles de petróleo al día, principalmente a los EE.UU. La ayuda de los EE.UU. - incluyendo la nueva ayuda militar presupuestada para el año 2007 - debe estar condicionada a progresos demostrables en el ámbito de la transparencia y el buen gobierno.

El lamentable historial de los derechos humanos en Guinea esta bien documento. En abril, la Secretaria del Estado, Condoleezza Rice, se dirigió al Presidente Teodoro Obiang llamándole " buen amigo" de los EE.UU., pese a ello, los informes del Departamento del Estado han detallado a lo largo de los años la manera en que las fuerzas de la seguridad, bajo la dirección del hermano del Presidente de GE, han torturado a presos, a veces hasta matarlos.

La Directora de Programas de Defensa de Amnistía Internacional en EE.UU. para África, Lynn Fredriksson ha manifestado que "el nombramiento del embajador Johnson es un paso en el sentido correcto. Pero la presencia de un nuevo embajador solo será un paso positivo, si la política de EE.UU. se basa, a partir de ahora, en objetivos concretos destinados a mejorar las condiciones de los derechos humanos."

GE también hace frente a graves acusaciones relativas a la mala gestión de sus réditos petroleros. Con la segunda renta per capita del mundo ($50.200), el país está a la cola en el índice de desarrollo humano de la O.N.U -- con el 56% de su población sin acceso al agua potable.

La Responsable de Global Witness en los EE.UU., Corinna Gilfillan ha dicho que, "Guinea Ecuatorial es la dictadura de la que nadie habla. El gobierno gana más de $2.7 mil millones al año por rentas procedentes del petróleo, pero la mayoría de sus ciudadanos sobrevive con menos de $1 al día. El gobierno de los EE.UU. y las compañías petroleras norteamericanas, que son las principales inversoras, deberían abogar por la transparencia y responsabilidad. Hasta ahora, sin embargo, no han hecho casi nada."

Desde que las investigaciones sobre corrupción llevadas a cabo por el Senado de los EE.UU. en el 2004 descubrieron la existencia de más de $700 millones, en cuentas bancarias de Riggs, a nombre de miembros del gobierno de GE, poco se ha hecho para combatir la corrupción en GE. Las compañías norteamericanas todavía se niegan a divulgar las cantidades que pagan al gobierno de GE y recientemente, en junio, se informó que se habían firmado con dicho gobierno nuevas cláusulas para favorecer el secreto. Además, el gobierno de GE mantiene todavía cuentas valoradas en $718 millones en paraísos fiscales extranjeros, según el Fondo Monetario Internacional.

Global Witness y Amnistía Internacional (EE.UU.) sostienen que EE.UU. debe basar su política con respecto a GE en una serie de objetivos y metas claras para el progreso de la democratización, de los derechos humanos, y la transparencia fiscal. El gobierno de GE debe:

1. Comprometerse públicamente a llevar a la práctica las recomendaciones del Informe Fiscal Sobre Estándares y Códigos del FMI del 2005, y debe diseñar un plan para el desarrollo de un sistema general transparente de gerencia de los recursos.

2. Comprometerse inmediatamente a informar de todos los réditos recibidos de las compañías de petróleo y gas, y someterse a auditorias independientes de ingresos y gastos.

3. Facilitar el registro de las las organizaciones no gubernamentales independientes que trabajan en GE, y permitirles funcionar sin ser perseguidas o acosadas.

4. Como primer paso para mejorar su ejecutoria respecto a los derechos humanos, el gobierno de GE debe permitir el reestablecimiento de la figura del Relator Especial del Alto Comisionado de los Derechos Humanos de la ONU, con el mandato de vigilar de cerca la situación de los citados derechos.


http://www.globalwitness.org/press_release...lay2.php?id=235


http://www.globalwitness.org/press_release...lay2.php?id=174


http://www.afrol.com/es/Paises/Guinea_Ecua...ue_11.03.00.htm


http://www.publicintegrity.org/bow/report.aspx?aid=151


http://www.state.gov/g/tip/rls/tiprpt/2005/46613.htm


http://www.eia.doe.gov/emeu/cabs/Equatoria...Background.html


http://www.imf.org/external/country/gnq/index.htm


http://www.equatorialoil.com/


http://www.repsolypf.com/esp/todosobrereps...?PaginaID=55973

http://www.thenation.com/docprint.mhtml?i=...p;s=silverstein


http://www.publicbroadcasting.net/phoenix/...TICLE_ID=427487


http://www.unicef.org/spanish/infobycountr...statistics.html


http://www.counterpunch.org/velloso11012003.html








El fantasma del Blog
LA LENGUA ESPAÑOLA EN ÁFRICA SUBSAHARIANA

La presencia lingüística y cultural ibérica en Africa empezó efectivamente en 1415, cuando Portugal capturó el enclave de Ceuta. Las primeras comunidades europeas en Africa occidental estaban bajo el control del gobierno portugués (la isla de Arguín, la factoría de El Mina, la comunidad portuguesa en el reino del Congo, la presencia portuguesa en Angola). Los españoles eran excluídos del comercio directo con Africa por la hegemonía portuguesa, consolidada por el Tratado de Tordesillas de 1494, pero la tentación de las incalculables riquezas africanas era irresistible y muchos empresarios españoles violaban las prohibiciones oficiales y establecían contactos con Africa. En 1454 una flotilla española partió de Andalucía para explorar la costa de `Guinea'; aparentemente los aventureros españoles lograron un existoso comercio en la Senegambia, pero a su regreso, ya muy cerca del puerto de Cádiz, fueron atacados por una armada portuguesa. Los españoles no desistieron por causa de esta emboscada, y la presencia clandestina de comerciantes españoles a lo largo de la costa africana era un denominador común de los próximos siglos. Hoy en día el español sólo se habla en un pequeño rincón del Africa subsahariana, la República de Guinea Ecuatorial, ex Guinea Española. En la actualidad consiste de la isla de Bioko, antes llamada Fernando Poo, la región continental de Río Muni, un enclave entre Gabón y Camerún, la remota isla de Annobón, situada más allá de la república insular de São Tomé y Príncipe, y las pequeñas islas de Corisco, Elobey Grande y Elobey Chico, situada cerca de la costa de Río Muni.

La isla de Fernando Poo fue descubierta por un navegante portugués del mismo nombre entre los años 1469 y 1471, y fue ocupada posteriormente por los portugueses. Durante muchos años servía como puerto de embarque y desembarque para la trata de esclavos que provenían del continente africano y que se enviaban a las colonias americanas y a Europa; junto a Cabo Verde y São Tomé, Fernando Poo era una de las factorías de esclavos en que se producía una homogeneización de los esclavos de distintas regiones de Africa antes de ser trasladados a las colonias. Fernando Poo pasó a manos españolas en 1778 como resultado de los tratados de San Ildefonso y El Pardo, por medio de los cuales España le cedía a Portugal un segmento del Brasil a cambio de Fernando Poo, Annobón y un territorio vagamente definido en el continente africano. La ocupación española efectiva no comenzó hasta mucho después; entre tanto los ingleses obtuvieron permiso para utilizar la isla de Fernando Poo como sede de un tribunal mixto antiesclavista en el siglo XIX. Los españoles comenzaron a asentarse en Fernando Poo a partir de 1858 y la colonización avanzó a pasos agigantados en comparación con los demás territorios africanos y americanos. Después de poco tiempo se formó una aristocracia de plantadores de cadao, de origen valenciano, que luego se convirtió en principal sostén económico de la colonia. En Río Muni la colonización española fue aun más tardía, puesto que fue necesario ajustar varias reivindicaciones territoriales con Francia, cuya última resolución se retrasó hasta 1900. A partir de esta fecha España comenzó la colonización del territorio continental pero los asentamientos se limitaban a una estrecha franja de la costa, dejando sin explorar todo el interior de Río Muni. Sólo después de 1923 fue llevada a cabo la exploración del interior y hasta hoy en día existen incógnitas en cuanto a los recursos naturales y humanos del interior de Río Muni.

La etnografía guineana es muy rica, tanto en la región insular como en Río Muni. Las principales agrupaciones étnicas y lingüísticas son las siguientes: los bubis, nativos de Fernando Poo, cuyo número fue reducido drásticamente durante las expulsiones masivas decretadas por el gobierno anterior, Los bubis fueron excluídos del primer gobierno poscolonial, pero hoy gozan de cierta representación de acuerdo con su peso demográfico. Los fang, originalmente del interior de Río Muni y Gabón, han llegado a ser el grupo dominante en la vida guineana, tanto en Fernando Poo como en el continente. A causa de su participación en movimientos independentistas y de resistencia, los fang eran marginados por la administración colonial y pocos fang trabajaban en Fernando Poo. Después de la independencia de Guinea Ecuatorial los fang han llegado a ocupar puestos de importancia tanto en la isla como en el continente, y representan la agrupación de más potencia en el gobierno y en las fuerzas armadas. Los dos presidentes de la Guinea Ecuatorial poscolonial son fang. En la costa de Río Muni se encuentran los grupos playeros: benga, bujeba, combe/ndowé, bisio, bureka, etc. Hasta ahora estas agrupaciones étnicas han tenido poca participación en la vida nacional pero en la actualidad estos grupos están en v as de superación cultural y económica. Los annoboneses habitan el remoto territorio de Annobón (también hay una colonia grande en Malabo) y sus habitantes hablan como lengua nativa un criollo de base portuguesa denominado fa d'ambú; esta lengua se parece al criollo hablado en São Tomé y existe un alto grado de comprensión mutua entre estos idiomas.

A pesar de que el castellano es el idioma nacional de Guinea Ecuatorial cada etnia mantiene su lengua autóctona, que constituye la primera lengua de los guineanos que pertenecen a dicho grupo. Los idiomas bubi, fang y las lenguas playeras pertenecen a la macrofamilia bantú, pero a excepción de algunos dialectos playeros no son mutuamente comprensibles. Sólo los annoboneses hablan una lengua de raíces extraafricanas aunque el origen portugués del fa d'ambú ha sido parcialmente obturado por la fuerte influencia africana no sólo en la fonética sino también en su composición morfológica y sintáctica. Las lenguas autóctonas de Guinea Ecuatorial comparten algunas características que las separan del español y que tal vez hay influído en el desarrollo del idioma español en territorio guineano. Ninguna de las lenguas guineanas emplea un sistema de sufijos para flexión nominal, verbal u otros procesos morfológicos. El fa d'ambú carece de cualquier sistema flexional mientras que las lenguas africanas emplean un régimen de prefijación para efectuar la diferenciación morfológica. El español guineano hablado como segunda lengua se caracteriza en general por la debilitación del sistema morfológico del español sin implicar su desintegración total.

A pesar de la difusión de la lengua española por el territorio guineano, pocos nativos de Guinea Ecuatorial la hablan como lengua nativa o por lo menos como lengua principal del hogar. En todas partes del país las lenguas autóctonas predominan en las comunicaciones intraétnicas y a veces aun al tratar con otros grupos africanos, y el español se reserva para las comunicaciones interétnicas y para tratar con extranjeros. Esto le da cierto carácter artificial al español guineano, que sin embargo no le resta legitimidad como lengua nacional, siendo de hecho el único medio de unificación lingüística, puesto que las diferencias entre las agrupaciones étnicas son prácticamente insuperables en lo que concierne a la política lingüística. El español está en vías de substituir al pichinglis en Bioko e incluso se oye con frecuencia creciente en Bata y en Annobón. En Malabo igual que en casi toda la isla de Bioko, las personas criadas en la isla saben algo del idioma español, aunque no todos lo dominen por completo. Entre las personas mayores pueden figurar individuos cuyos conocimientos del español son mínimos, sobre todo si han permanecido fuera de los núcleos urbanos y no han sostenido contactos con los españoles residentes por motivos de trabajo, comercio o formación escolar.

La investigación lingüística del español hablado en Guinea Ecuatorial comienza en tiempos coloniales, con los magistrales trabajos de González Echegaray (1951, 1959). Este erudito, quien trabajaba en la biblioteca del Instituto de Estudios Africanos en Madrid, fue el primer observador científico del español hablado en la Guinea Española. Las observaciones de González Echegaray se concentran en el español hablado como lengua nativa por la pequeña colonia española residente en Guinea, pero el autor también ofrecía algunas observaciones sobre el uso del español como segunda lengua por la población autóctona. Tal vez la observación más importante que ofrece González Echegaray en este temprano testimonio del español guineano es que `la progresiva hispanización ... precisamente por sus características de rapidez e intensidad, no ha permitido la formación de un dialecto criollo, ya que tales productos suelen provenir de una larga convivencia y fermentación del idioma colonizador y del nativo'. En efecto, los auténticos idiomas criollos se suelen formar en la ausencia de una lengua mutuamente conocida entre una población heterogénea (por ejemplo, los esclavos en una plantación americana u oceánica); en Guinea Ecuatorial los indígenas siempre han mantenido sus lenguas nativas para la comunicación intraétnica, mientras el inglés pidgin (en Fernando Poo) y el fang (en el continente) son linguas francas que anteceden la llegada del español colonial. González Echegaray sugiere que `... el castellano, puesto en boca de los negros, constituye una especial modalidad muy interesante y digna de estudio, especialmente en lo que afecta a la fonética y a la sintaxis' , pero posterga el estudio de estos fenómenos para trabajos posteriores.

Otro observador español, Castillo Barril (1964, 1969) reconoce que el español hablado como lengua nativa nunca llegó a formar un dialecto distinto en Guinea, pero afirma que cada comunidad de habla indígena aporta sus propios rasgos al aprender el castellano. A continuación pasa a describir las variedades del español habladas por cada una de las etnias guineanas. A la interferencia de la lengua bubi le atribuye una pronunciación aspirada de /x/, la reducción de /r/ y la eliminación de /rr/, la realización de /d/ como [r], y la ocasional realización de /k/ como [x]. El annobonés, según Castillo Barril, no realiza las vibrantes de ninguna manera, reemplazándolas con la única líquida annobonesa, la [l]; este dialecto es yeísta, tiende a colocar el acento de intensidad sobre la última sílaba, y emplea mucha nasalización. El hablante del fang reduce los diptongos del castellano (bueno > bono) y también nasaliza sus articulaciones, características que el autor atribuye a la castellanización relativamente reciente de este pueblo. Los playeros tienden a convertir la /k/ en [x], mientras que los hablantes del inglés pidgin mezclan el español y el pidgin de una manera que escandaliza al escritor peninsular. Los jóvenes tienen poco dominio del léxico español, confunden los géneros gramaticales, colocan mal los artículos, desconocen el empleo correcto de los verbos reflexivos, y recurren a giros sintácticos producto de la traducción de modismos de las lenguas nativas.

En el período contemporáneo, el lingüista Granda (1984b) comenta la pronunciación del español por parte de hablantes del fang, lengua de la agrupación bantú que predomina en el enclve continental de Río Muni y que caracteriza las esferas administrativas y militares de los gobiernos poscoloniales de Guinea Ecuatorial. Granda atribuye la resistencia de la /s/ final de sílaba en el español fang, así como la poca neutralización de /l/ y /r/ implosivas, a la estructura silábica del fang, que frente a otros idiomas bantúes permite una amplia gama de consonantes en la coda silábica. A la misma vez atribuye a la interferencia del fang la neutralización de /r/-/rr/ y la realización de la /d/ intervocálica como [r]. También describe un fenómeno frecuente en el español guineano y en el portugués hablado como segunda lengua en Angola: el empleo de la preposición en con verbos de movimiento direccional (voy en Bata). Después de repasar la existencia de construcciones semejantes en otras variedades de contacto (p. ej. el español paraguayo) así como en épocas pasadas del español peninsular, Granda concluye que la convergencia de una construcción arcaizante en español y unas configuraciones homólogas en las principales lenguas indígenas de Guinea Ecuatorial y Angola ha sido la fuerza motriz de esta construcción ibero-africana.

En sus excelentes trabajos, Antonio Quilis aporta una descripción pormenorizada de las realizaciones fonéticas del español guineano, incluyendo observaciones que no han aparecido en descripciones anteriores. Quilis describe la inestablidad vocálica, las consonantes antihiáticas (río > riyo), la pronunciación antihiática de maestro, teatro; la ausencia de fricativas sonoras, la neutralización de /r/ y /rr/, la eliminación esporádica de la /s/ final de palabra (sin una etapa intermedia de aspiración), inestabilidad de la oposición /s/-/è/, y la aplicación de tonos musicales distintas de los contornos intonacionales del español. En cuanto al carácter morfosintáctico del español ecuatoguineano Quilis da cuenta de la inestabilidad de la concordancia número-género, confusión y eliminación de artículos definidos y pronombres, confusión de tiempos y modos verbales, neutralización y eliminación de preposiciones, y perífrasis innovadoras.

En la dimensión fonológica el español guineano se destaca por la notable resistencia de las consonantes finales de sílaba/palabra, a diferencia de muchas lenguas bantúes. Estos resultados son inesperados frente a los planteamientos que atribuyen a la influencia africana la masiva reducción de consonantes finales p. ej. en el español (afro)caribeño. La /s/ final de palabra en Guinea Ecuatorial desaparece a veces (aunque las tasas de elisión son relativamente bajas) pero casi nunca se aspira; Lipski (1985)opina que la eliminación de /s/ puede ser un fenómeno morfológico y no un verdadero proceso de desgaste fonético. Lipski ofece dos razones para explicar las articulaciones robustas de las consonantes finales en el español guineano. Primero, los principales modelos lingüísticos en tiempos coloniales eran el dialecto de Madrid y sus alrededores y el español levantino (muchos de los productores de cacao eran valencianos). En ambos grupos dialectales las consonantes finales suelen mantenerse con tenacidad, frente a la frecuente reducción en los dialectos meriodionales de España e Islas Canarias. La segunda razón es que en Guinea Ecuatorial nunca se produjo la fragmentación étnica y lingüística que caracterizaba la esclavitud atlántico-caribeña. Los guineanos pudieron retener sus lenguas nativas, y el español tenía dominios de uso sumamente limitados. El respaldo comunicativo de las lenguas nativas, en combinación con la fuerte presencia de modelos metropolitanos, que a su vez les daban prominencia a las articulaciones consonánticas finales, creaba un dialecto ligeramente matizado de rasgos africanos, pero que mantenía en gran medida la fonotáctica de Castilla/Levante.





(1) EJEMPLOS TEMPRANOS DEL ESPAÑOL DE LA GUINEA ESPAÑOLA:

`Vayamos a la relación del indígena con esta otra autoridad que es el maestro. Si éste es misionero, aprende malogradamente el castellano. Sabe decir "buenos días" cuando es por la noche y "buenas tardes" cuando es por la mañana. No sabe apenas el castellano para poderlo hablar ... si van a la escuela oficial, aprenden un castellano correcto y enrevesado, y saben escribir con bastante claridad' ; `El castellano de los indígenas es por regla general el mismo que puede balbucir un niño de tres años. No sabe lo que es conjugar un verbo ni analizar una frase cualquiera en castellano' (Madrid 1933: 114-5, 145)

(2) EJEMPLOS DEL ESPAÑOL EN ÁFRICA:

Mí no sabe, señol (Iradier 1887) [Senegambia]

Mi marcha esta noche a uaka (Iradier 1887) [Río Muni]

Mi piensa que esa cosa es como culebra grande (Iradier 1887) [Corisco]

(3) EJEMPLO TEMPRANO—UN BUBI EN FERNANDO POO (FERRER PIERA 1900):

El bosque rompe la ropa, y bubí anda mejor desnudo y descalzo ...

Yo gusta más ir vestido, quitar botas para no caer y andar mejor ...

Bubís estar en el bosque

(4) IMITACIONES LITERARIAS RECIENTES DEL ESPAÑOL DE GUINEA ECUATORIAL (Fleitas Alonso 1989):

Massa, parece que está "palabra" grande en Gobierno ... parece que gobernador tiene "palabra" grande con España ... pregunta en Cámara. Todas gente lo sabe.

Señora tiene niño y no puede marchar ahora. Mañana después de la forma, marchará a Bata porque massa Ramírez ya no está en la compañía.

Tiramos en poblado ... si quieres vamos a poblado ...

Ese sitio no está bien. Están más serpientes.

(5) DE LA SELVA HUMILLADA (SOLER 1957):

¿En el río siempre?

---No; río, poco. En mar, massa.

---Siempre en cayuco.

---Sí, massa. Veces no; no hay cayuco, hay tumba; no tiene tumba, tiene chapeo ...

---_Tú no duermes nunca?

---Claro. Morenos duermen ... ahora yo duerme cuando tú no estabas.

Moreno piensa que massa blanco quiere cosas.

(6) OBSERVACIONES TEMPRANAS SOBRE EL ESPAÑOL DE GUINEA ECUATORIAL:

`la progresiva hispanización ... precisamente por sus características de rapidez e intensidad, no ha permitido la formación de un dialecto criollo, ya que tales productos suelen provenir de una larga convivencia y fermentación del idioma colonizador y del nativo' (González Echegarray 1951)

`... el castellano, puesto en boca de los negros, constituye una especial modalidad muy interesante y digna de estudio, especialmente en lo que afecta a la fonética y a la sintaxis' (González Echegaray 1951)

`aquí se ha extendido el castellano, sin haber hecho desaparecer a las lenguas vernáculas y sin que se haya producido corrupción o adulteración fundamental en éstas o en aquél. Pero como siempre sucede en estos casos, ha experimentado la lengua española una serie de transformaciones y adiciones superficiales, de las más diversas procedencias.' (González Echegarray 1959)

`se recurría a todos los medios al alcance ... para estimular a los niños a expresarse en castellano, como el llamado "símbolo", especie de sambenito que se llevaba colgado del cuello por quien se sorprendía hablando un idioma nativo o el pichin-inglish' (Castillo Barril 1964)

`el tono de voz elevado, el timbre nasal, cierta debilitación de las consonantes de articulación dura, el seseo, una entonación ligeramente melosa con el ritmo entrecortado y una variedad de tonos silábicos.' (Castillo Barril 1969:)

`nuestros niños hablan la lengua materna o el pichin-inglis en el hogar y en la calle, y sólo se expresan en castellano durante las pocas horas que permanecen en las aulas escolares.' (Castillo Barril 1969)

(7) UNA EVALUACIÓN RECIENTE (GRANADOS 1986: 135):

`Al ser una lengua artificial ... el español guineano está ligeramente fosilizado, los errores se encuentran muy dispersos y las variantes fonéticas, léxicas y gramaticales son muy amplias ... en pocas palabras, el español guineano corre peligro de ver reducida su área a Malabo y Bata'

(dirol.gif EJEMPLOS GRABADOS EN MALABO, GUINEA ECUATORIAL

Nosotros son lo mimo, pero el combe y el ndowé no son iguales ... porque no llama todos
combes ...

si coge muy pronto el embarazo, entonces es cuanto tú como el hombre, no, si no quie®e cosa oculto, es que usté presenta directamente a la familia ...

¿Cómo voy a asustarme el frío de allá? Eso podías hacer a principio, poco de llegarme ahí, pues despué de tanto tiempo, bah, estoy deseando de irme ...

Tortugas, los chicos, hay unas temporadas que las tortugas vienen en la costa, se le encuentran en la playa pa poner huevos, y los chico, ahora los chico se dedican ... con la lanza, lo matan.

Hay unos tambores grande que uno va sentando

Como tento así los hijo, hablan mi lengua, y cuando hay que ir en la clase, tienes que aprender para hablar castellano ...

El padre del señó paga el dote donde familia de la mujé ...

Nosotra las mamá bailabas ahí

Desde los cinco años [yo] lleva en España...

Cada vez que llegamo, la casa esta está cerao

(9) CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL DE GUINEA ECUATORIAL:

(a) Las consonantes /b/, /d/ y /g/ suelen mantener su articulación oclusiva en todos los contextos, siendo mucho menos frecuentes las variantes fricativas.

(cool.gif La /d/ final de palabra oscila entre la [d] oclusiva y el cero fonético, siendo ésta la variante que más frecuentemente se escucha entre nativos de España.

© Las consonantes /t/ y /d/ adquieren con frecuencia una articulación alveolar, en vez de la articulación dental que predomina en los dialectos peninsulares.

(d) La /n/ final de palabra es exclusivamente alveolar [n]. La velarización de /n/ final de palabra brilla por su ausencia en el español ecuatoguineano.

(e) La consonante /s/ varía en su modo de articulación entre la variante apical que caracteriza el área del centro y norte de España, y las variantes más planas que predominan en otras regiones. La /s/ puede perderse ocasionalmente en el español ecuatoguineano, pero casi nunca pasa por una etapa de aspiración.

(f) La consonante interdental /è/ alterna con la /s/ para la mayoría de los ecuatoguineanos

(g) La /y/ intervocálica es relativamente débil, y puede elidirse en contacto con /i/.

(h) Por lo regular, no existe distinción fonológica entre la /r/ simple y la /rr/ múltiple

(i) Frecuentes lapsos de concordancia

(j) Empleo frecuente del pronombre usted acompañado de las formas verbales correspondientes a la segunda persona del singular (tú)

(k) Eliminación y confusión de las preposiciones sencillas

(l) distinción inconsistente ustedes-vosotros

(m) uso de preposición en con verbos de movimiento: voy en Bata

(n) no hay velarización de /n/ final de palabra

(m) no hay neutralización de /l/-/r/ finales de sílaba

El fantasma del Blog
¿POR QUÉ VINIMOS A EUROPA?

Por Donato Ndongo-Bidyogo

Salvo en Francia, Portugal y el Reino Unido, países especialmente vinculados con Africa por los lazos coloniales, hace unos treinta años no era frecuente ver negros en Europa, y menos en España. Puedo dar testimonio de ello, pues yo he sido el primer negro en pisar algunos pueblos de España, con gran asombro por ambas partes, tema sobre el que mi mente almacena un rico anecdotario. Pero incluso en esas grandes metrópolis, entonces la mayoría de los negros eran jóvenes estudiantes llegados para adquirir los conocimientos del hombre blanco y regresar a sus países de origen recién descolonizados, donde no abundaban los médicos y los abogados, los ingenieros, los economistas o los profesores. Pero, aproximadamente hacia los primeros años setenta, los estudiantes africanos dejaron de regresar a sus países de procedencia, buscaron acomodo en las tierras donde habían estudiado, se casaron con blancas y empezaron a tener lujos mulatos.

Con independencia de cómo le fuera a cada uno esa particular experiencia de intercambio cultural -tema que merecía por sí mismo alguna mesa redonda- , lo cierto es que nadie se sentía aún alarmado: para los blancos seguía siendo "simpático" por exótico encontrarse en la cola del cine a una pareja mixta un sábado por la tarde. Como nadie se lo preguntaba, el negro agarrado a los blanquísimos dedos de su chica europea no tenía a quién explicar la sorda y sórdida batalla librada con sus suegros y sus cuñados para obtener el derecho de ir asido a esos dedos alabastrinos. Muchos incluso se tragaban sus lagrimas al tener que defender el honor mancillado de su esposa, a la que cualquier borracho de fin de semana que ahogaba en alcohol su frustración por no haber ligado, se consideraba en la obligación de llamar puta por salir con un negro. Eran pequeños dramas individuales, que no merecían las glorias de un análisis sociológico en unos países de blancos sumidos en la autocomplacencia de su civilización, en los que todos daban por sentado que no existía el racismo. Y por no molestar, los negros que sabían que sólo a regañadientes eran admitidos en la mesa de su familia política a la hora de trinchar el pavo navideño, donde encima tenían que soportar los comentarios insultantes, disimulados bajo la capa de la socarronería del gracioso de la familia tenían que secundar el coro y alardear de que vivían en una sociedad idílica en la que el color de la piel no decidía su vida. Porque aquí, y como se encargaban de recordarle cada día, no se le iba a linchar con en los algodonales de Alabarna, ni sería baleado como el pobre Martín Luther King. Claro que aquí no había racismo: faltaba el otro componente de la ecuación que eran los negros.

Pues bien: ese débil barniz de hipocresía social ha ido cayendo, a medida que los pueblos de los blancos, las calles de los blancos, las bocas de "Metro" de los blancos, e incluso barriadas enteras de las ciudades-dormitorio de los blancos se han ido tiñendo cada día más, al ser coloreada su prístina blancura por los negros miserables, malolientes e incultos que expulsan ahora hacia el Norte nuestros países del Sur, en oleadas cíclicas que se renuevan cada verano y cuyo flujo resulta imposible de parar. Ahora ya no sólo se trata de un abogado guineano que seduce con su exótica negrura a la hija del tabernero del pueblo que se fue a buscar fortuna a la gran ciudad regresando apresurada y un poquito más gordita para buscar el consentimiento paterno para casarse, pues, a pesar de ser negro, a fin de cuentas es abogado, habla español y se espera que algún día pueda ser "alguien" en su país; ahora ya son gigantescos senegaleses y liberianos que rezuman betún y ghaneanos con pinta de bandidos, vestidos de maleantes de Harlem, quienes les atosigan en los vagones del "metro" con sus baratijas, duermen en los portales de la Gran Vía, les disputan los escasos puestos de trabajo y, horror de los horrores, no pueden escuchar a volumen razonable los ritmos salvajes que tienen por música, impidiéndoles gozar del reposo de los domingos por la mañana. Y ya se sabe que son como las langostas: en cuanto aparece uno, el enjambre llega detrás, hasta que esto se convierte en una plaga.

He preferido pintar este cuadro con el distanciamiento de la ironía, porque existen fenómenos que es mejor tratar de forma risueña para no caer en el pecado de la ira, puesto que el tema no es, para nosotros, un mero fenómeno social un mero acercamiento intelectual. Es nuestra vida. Como inmigrante africano con cerca de un cuarto de siglo de residencia en España les confesaré que no les falta razón a los racistas blancos, a los que no quieren que sus hijas se acerquen a nosotros, a los que no nos alquilan sus casas, a los policías que se regodean humillándonos cada vez que nos acercamos a las comisarías para "arreglar los papeles". Tenemos; que reconocer que están en su derecho, porque nosotros también profesamos estar en nuestros países, no pasar el frío en invierno, no soportar la indignidad y la vergüenza permanentes, comer nuestras comidas, salir con las chicas de piel negra reluciente que huele a naturaleza y no a Chanel trabajar en nuestras comunidades y ser enterrados, cuando llegue el día y la hora, en el terruño junto a nuestros antepasados. Es lógico que cada uno prefiera lo suyo, y que el intercambio cultural, las transacciones comerciales, las relaciones interpersonales, el turismo y los demás fenómenos que globalizan la aldea mundial, se produzcan en términos de igualdad. A nadie le gusta ser eternamente apéndice de otro, que le estén regalando por compasión la comida y el vestido y los medicamentos a través de las gestoras de la caridad internacional que antes nos daban el Domund y ahora nos mandan a las ONGS. A nadie le gusta que le estén mostrando continuamente, como nos muestran las imágenes de las televisiones, como seres incapaces de asumir nuestros propios destinos, siquiera de vivir nuestra propia vida, sin la asistencia de los blancos, y que ni siquiera podamos decidir el número de hijos que deseamos tener porque eso desequilibra las previsiones confeccionadas en Nueva York. Estamos hartos de todo eso, pero ¿qué podernos hacer si el mundo, tal como lo vemos., está estructurado contra nosotros, para impedir nuestra libertad y nuestro progreso?

Porque, antes que nada, debemos preguntamos por qué se quedan en Europa y América del Norte más de los dos tercios de los estudiantes africanos que vienen a estudiar a los. países desarrollados. Ya debemos preguntamos por qué se produce el fenómeno de emigración masiva de negro africanos y magrebíes. Debemos indagar qué drama tan intenso y a qué nivel de desesperación hay que llegar para que unos seres humanos abandonen a sus seres más queridos y se arriesguen a recorrer miles de kilómetros a pie, atravesando el desierto y países desconocidos, para aventurarse hasta Gibraltar. Por qué esas imágenes repugnantes de Ruanda, de Liberia de Sierra Leona, de Somalia, de tantos escenarios de dramas africanos, desde el Mediterráneo hasta El Cabo.

Y la respuesta es simple: porque no tenemos libertad, ni nos ha alcanzado el desarrollo. Pero se preguntarán ustedes: ¿No son ya independientes los países africanos desde hace cuarenta años? ¿No son ricos casi todos ellos, pues producen petróleo, oro, diamantes, uranio, cobre, fosfatos, manganeso, etc., tienen bosques maderables y pesquerías? En efecto, África es independiente formalmente, pero las independencias no han supuesto la libertad. Tenemos inmensas riquezas, pues no hay un solo país africano pobre, pero no las controlamos los africanos, sino los europeos, que sustituyeron arteramente el colonialismo directo, demasiado caro y conflictivo, por lo que se ha llamado el neocolonialismo, sistema en el que siguen Gobernando los mismos, y los recursos africanos siguen controlados por los mismos, pero a través de intermediarios o capataces negros, que son los dictadores que mal gobiernan nuestros países supuestamente soberanos.

No les cuento nada nuevo, puesto que lo saben perfectamente: la mayor parte de los conflictos armados, de las hambrunas y demás situaciones de caos que se producen en África no son debidos a luchas tribales, como nos los presentan los medios de comunicación occidentales, que en estas cuestiones ni son objetivos ni son independientes. Esos conflictos están provocados por las luchas de intereses de las potencias occidentales, que defienden sus inversiones y las fuentes de materias primas que sirven para que los europeos sean cada día más libres y más prósperos. Un ejemplo: tuvieron que pasar más de treinta años de mobutismo para que la opinión pública europea se diera cuenta de que el régimen que estaban protegiendo y que impusieron en su momento contra la voluntad del pueblo congoleño, era un régimen despótico y sanguinario que sólo enriqueció al dictador v su familia. Pero los africanos, en especial los propios congoleños, venimos denunciándolo sin que nadie nos escuchara, pues los medios de comunicación estaban ciegos y sordos ante el clamor de aquel pueblo. Cuando le entraba a Mobutu el capricho de comer langosta, no la mandaba pescar en las aguas del Atlántico que bordean su país, sino que fletaba un Boeing con el sólo propósito de hacerla traer de Portugal. Este dato ha sido publicado en la prensa, contado por sus propios allegados. Sus mansiones en todo el mundo incluida España; sus fabulosas cuentas corrientes, sus millonarias inversiones en negocios europeos y estadounidenses, han sido posibles por el empobrecimiento pavoroso de la población de su país. Si cualquiera de ustedes llega a Lubumbashi o Kolwezi como yo he estado hace unos años, no podrían evitar el asombro ante la fabulosa riqueza que se extrae de las minas de cobre y estaño, frente a la miseria en que viven las poblaciones. Y si un ciudadano osaba protestar, como los estudiantes de la Universidad de Lubumbashi a mediados de los mega_shok.gif, eran reprimidos y asesinados sin compasión con las armas suministradas por los occidentales, cuyos asesores militares dirigían en la sombra a las huestes represoras, en una guerra solapada en la que el ejercito nacional -como se ha demostrado- no era sino carne de cañón.

Pero Mobutu no es el único: todavía están las sangrantes y despóticas satrapías de Senegal de Togo, de Gabón de Camerún, de Guinea Ecuatorial de Costa de Marin de Nigeria de Niger, de Burkina Faso, de Zimbabwe, de Kenia, de Guinea-Konacry, de casi toda Africa, en suma. Y cuando alguien trata de decir que; Señores, podemos comerciar, podemos venderles nuestras materias primas a precios razonables, para que sirvan en verdad al desarrollo de nuestros pueblos, que también tienen el derecho a comer al menos una vez al día, ese alguien es asesinado, como el presidente Thomas Sankara en Burkina Faso hace diez años, o se provoca una guerra civil que se presenta como "revuelta tribal" como se ha hecho en Congo-Brazzaville hace unos meses.

Porque hay que saber que empresas como la compañía petrolera francesa Elf-Aquitaine son las que sostienen las dictaduras africanas. No lo digo yo, sino su propio presidente, Loik Le Floch-Prigent encarcelado recientemente en Francia por temas de corrupción en los que se hallan implicados prominentes figuras del Gobierno del socialista (?) Mitterrand. Sociedades europeas como la Elf sobornan y mantienen el poder de déspotas africanos a cambio de la explotación de los yacimientos de petróleo y otras materias primas. Y si no le gusta la política de algún jefe de Estado, sencillamente le montan un golpe de Estado que, como en el caso de Congo-Brazzaville, degeneró en guerra civil que causó mas de 20.000 muertos y devastó la capital. A cambio de tanta muerte, su hombre de confianza, el veterano dictador Denis Sassou-Nguesso, ha vuelto al poder., y tanto Elf como Total han recuperado el monopolio de la explotación y distribución de los hidrocarburos, que sintieron amenazado bajo el poder de Pascual Lissouba, un presidente elegido democráticamente en 1992, tras la Conferencia Nacional que devolvió el país a la democracia tras la primera dictadura de Sassou-Nguesso. Y Lissouba no es ningún marxista. Como lo han presentado desde algunos medios; es un demócrata liberal que, sencillamente, quiso poner en práctica la muy capitalista ley de la oferta y la demanda buscó poner fin al monopolio de Elf, que mantenía al país sumido en la pobreza. Un país, Congo, que produjo en 1995, nueve mil cien toneladas de petróleo -el ochenta por ciento de sus exportaciones- , pero cuya deuda externa es de 5275 millones de dólares. y cuyos dos millones setecientos mil habitantes apenas alcanzan los 600 dólares de renta. Como se ve, países enteros están en manos de una sola compañía, que dicta su política y controla su economía, pagando unos salarios en torno a los 30000 ó 50000 F CFA ( 7500 ó 12500 pesetas).

Este ejemplo es uno más en un continente en el que las luchas por la democracia son silenciadas por la prensa occidental y reprimidas por los ejércitos europeos estacionados en diversos países; en el que se nos trata de convencer de que no estamos preparados para la democracia, como si los negros estuviésemos genéticamente predeterminados "no gozar de la libertad; una falacia más del racismo que dicta las relaciones entre África y Europa.

En resumen, Europa sostiene a los dictadores africanos para sostener su orden económico, impidiendo el desarrollo social y económico de los países africanos y los anhelos de libertad de nuestras poblaciones. Y ello tiene un triple objetivo: explotar los recursos naturales de África, base del bienestar de Europa; explotar la mano de obra africana de origen necesaria para hacer producir esos recursos naturales; y por último, favorecer la emigración de africanos hacia Europa, con el fin de que se ocupen de los trabajos penosos o pesados que ya no quiere realizar el proletariado europeo. Resulta paradójico para mí, que vivo en un pueblecito de una región agrícola, ver que hay tasados en España más de dos millones de parados, "entras en el campo español está siendo cultivado por marroquíes, argelinos y negroafricanos; eso sí con salarios miserables que no superan las 600 pesetas a la hora. El problema se plantea -como dije al principio, cuando esa mano de obra barata empieza a ser excesiva cuando esas brigadas de "moros" y de negros empiezan a poner en peligro los logros del estado del bienestar, pues ni el racismo más acendrado puede impedirles caminar por las calles, ni guisar sus "malolientes" guisos en las casas donde se hacinan hasta una docena de esos inmigrantes.

Para concluir, sólo se me ocurre decirles que la miseria africana jamás se solucionará con migajas como las que nos proporcionan las -hay que creerlo- bienintencionadas Organizaciones No Gubernamentales; hacer un pozo en una aldea de Ruanda o de Somalia no deja de ser irrisorio frente al cúmulo de problemas estructurales que tienen ruandeses o somalíes. Nosotros mismos, los africanos, tenemos la solución de nuestros problemas, pero ocurre que los gobiernos europeos nos empujan hacia Europa, al sostener a nuestros verdugos y venderles las armas con las que nos matan por decir que no somos libres o carecemos de agua corriente en nuestras ciudades y aldeas, todo ello a cambio de una tarjeta de refugiado que tampoco nos hace más libres ni más felices. Las empresas que sostienen a nuestros tiranos a cambio de que ustedes tengan la calefacción o el litro de gasolina más barato, o que regalen a sus esposas una cadena de oro el día de los enamorados, son las nos impulsan a venir aquí. Si todos los médicos africanos establecidos en Europa, Estados Unidos y Canadá pudieran regresar a África, se pasaría el problema de la salud en África; si todos los abogados africanos que ejercen en Europa y América del Norte regresaran a sus países, se modernizarían las sociedades africanas; si todos los arquitectos africanos que construyen en los países desarrollados pudieran levantar esas casas en sus países, se mitigaría el problema de la vivienda; si todos los profesores africanos que enseñan en Europa y América del Norte pudieran impartir sus conocimientos en África, el problema del analfabetismo y de la educación en general sería resuelto en gran medida; si todos los obreros y peones que mueren en la travesía del desierto sahariano o en aguas del estrecho de Gibraltar, o malviven en los países europeos pudieran tener ese salario mínimo y esa seguridad imprescindible en sus propias patrias, no habría emigración y todos estaríamos mas contentos.

La única ayuda útil que necesita África, desde mi punto de vista, es que se creen en nuestros países las condiciones mínimas para que podamos vivir en ellos. Todo lo demás son paliativos solo destinados a tranquilizar las conciencias de los propios .europeos, sin incidencia real ni en los índices de desarrollo ni en ningún otro baremo verdaderamente liberador.

Madrid, 2 de abril de 1998
Andy Maykuth
GOBERNAR COLONIAS

Josep María Fradera

España reorganizó el gobierno de sus posesiones ultramarinas después de la independencia definitiva del subcontinente americano en la década de los veinte del siglo pasado; esto es, de cómo fueron gobernadas Cuba, Puerto Rico y Filipinas entre 1810 y 1898. Fradera, que ha demostrado ya un intensa y fructífera dedicación a estos temas, procura igualmente –y ese es el contenido del primero de los artículos de su libro– hacer balance de las características del colonialismo europeo durante la primera mitad del siglo XIX y establecer así elementos de referencia para el caso español.

El aspecto más indiscutible del libro viene dado por el empleo de una muy amplia bibliografía, tanto anglosajona como española, particularmente en ese citado primer capítulo de análisis del "Imperialismo liberal" europeo, así como por ofrecer al lector interesantes noticias como las que se contienen en el quinto y último trabajo, a propósito de las actividades del español Lorenzo Calvo Mateo, liberal progresista y luego demócrata, factor que fue de la Compañía de Filipinas en Cantón, a través de cuyas andanzas en aquel puerto chino y en Manila conocemos el papel del comercio del opio en la organización del intercambio entre la India británica y el Imperio chino, su difusión por el Extremo Oriente y su extensión restringida a la comunidad china del archipiélago filipino bajo el gobierno español.

Menos claras parecen las conclusiones que pueden extraerse de los problemas examinados en el libro a propósito de la naturaleza del imperialismo, si bien, en el caso de las posesiones ultramarinas españolas, aquéllas parecen imponerse por sí mismas. Así por ejemplo, en el caso del llamado "Imperialismo liberal", especialmente británico, a lo largo de las tres cuartas partes del siglo XIX, Fradera pone de relieve la sintonía entre la historia económica neoclásica de nuestros días (contraria a la interpretación marxista y leninista del imperialismo como fase "necesaria y última" del capitalismo) y los liberales críticos de las aventuras imperialistas durante el siglo anterior, en el sentido de que la existencia de un imperio se justificaba únicamente si los costes fiscales para su organización y mantenimiento eran inferiores a los beneficios comerciales que reportaba en su intercambio con la metrópoli y otros estados, de no ser así –y ese resultó el caso de todos los imperios coloniales europeos con la excepción del de los Países Bajos en la actual Indonesia– lo más rentable, como argumentaban los liberales antiimperialistas cuyo representante más notorio llegó a ser Hobson, era comerciar libremente sin incurrir en los gastos ingentes y tremendas complicaciones de gobernar colonias, empresa que sólo interesaba a unos pocos grupos minoritarios en las metrópolis europeas.

El lector se decepcionará, no obstante, si espera en este punto la exposición por parte de Fradera de las razones políticas –y a menudo antieconómicas– del imperialismo; así, aquéllas derivadas de las rivalidades entre los principales estados dentro del mismo continente europeo, que serían tan determinantes de su gran expansión colonial entre 1880 y 1914; o los roces comerciales entre potencias en enclaves estratégicos allende los mares, o la necesidad de asegurar la predicación de los misioneros, o, en fin, las consecuencias mucho menos controlables de que, sometidas al contacto del comercio y de la tecnología europeas, las sociedades de otros continentes, aparte de las americanas, entraban en fuerte conmoción y tendían a desmoronarse política y socialmente. Fradera se limita a señalar que antes y más allá del puro y simple intercambio comercial entre colonias y metrópolis estaba la labor de las potencias coloniales –cita concretamente los casos de Gran Bretaña en la India y de los Países Bajos en las Indias Orientales– para reorganizar los sistemas nativos de fiscalidad y propiedad de la tierra de modo que las colonias pudieran ser gobernables y rentables. Pero no es posible saber con certidumbre si el autor se refiere a un trabajo imprescindible para una ulterior rentabilidad comercial, cosas no relacionadas necesariamente, o a un trabajo modernizador y civilizador del imperialismo –por lo menos de algunos– sin mengua de sus aspectos explotadores.

En cuanto al análisis del caso español, la Monarquía española "de ambos hemisferios", que Fradera llama rotundamente Imperio, aquélla aparece sometida, desde el comienzo de la guerra de la Independencia y la reunión de las Cortes de Cádiz en 1810 hasta la revolución de Septiembre y la constitución de 1869, a un dilema claro y tendencialmente insoluble: si se partía de la base ilusoria antedicha de que América y España integraban una misma soberanía y debían compartir por tanto una misma constitución y unos mismos derechos políticos, como se hizo con la Constitución de 1812, se chocaba entre otras cosas, y eso en el mejor de los casos, con la exigencia de una amplísima autonomía por parte de las élites criollas, las cuales no estaban dispuestas a tolerar la equiparación política de las poblaciones no blancas; equiparación que intimidaba también a los constituyentes españoles, ya que en unas Cortes verdaderamente representativas de "ambos hemisferios", con un sufragio tan amplio como el de la constitución de Cádiz, los americanos, incluidos los americanos de color, hubieran debido tener una representación superior a la de los ciudadanos peninsulares. Fradera fustiga aquí las inconsecuencias de los liberales españoles sobre todo con el ejemplo de Agustín de Argüelles, uno de los grandes inspiradores doctrinales de la constitución gaditana. Ahora bien, si la metrópoli hubiera optado por la alianza con las élites criollas en términos de lo que hoy llamaríamos estatutos de amplísima autonomía y que, desde 1837 en delante se denominaron "leyes especiales", éstas hubieran tenido que establecer la completa exclusión política de indios, negros, mulatos y mestizos, con lo cual lo más probable habría sido que los gobierno de la Corona se hubieran enfrentado a corto plazo a una mezcla indeseable de anarquía interior en los territorios de Ultramar, seguidos de su rápida independencia como medio, entre otras cosas, de apaciguar el conflicto racial y social. De ahí que una vez que se optó por prescindir de la unidad constitucional entre españoles y americanos y se excluyó a los diputados cubanos de las Cortes durante la Constituyente de 1837, lo que se impuso como más racional, explica Fradera, dada la debilidad colonial española, fue una política de máxima concentración del poder en manos del Capitán General como representante supremo de la metrópoli en las posesiones sobrevivientes de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Ese absolutismo del Capitán General llevó hasta sus últimas consecuencias la centralización iniciada con las reformas borbónicas del siglo XVIII y que, si al principio potenciaron el papel de los Intendentes y de las Audiencias, confluyeron finalmente en el dominio de la autoridad militar. De este modo, Cuba, Puerto Rico y Filipinas no conocieron la aplicación directa de las sucesivas constituciones españolas hasta la de la Restauración de 1876 ni tampoco se elaboraron las "leyes especiales" prometidas en 1837, hasta la autonomía cubana de 1897.

No parece posible concluir, sin embargo, que ni la centralización empleada ni el polo opuesto de la autonomía hubieran sido capaces de conseguir las dos cosas necesarias para mantener el gobierno de España en sus últimas posesiones ultramarinas, especialmente en Cuba, incluso aunque hubieran estado más desarrolladas la economía y el poderío militar metropolitanos. Me refiero a la reconciliación política de la élite de la Isla consigo misma, mediante una conducta suficientemente extendida de lealtad constitucional que excluyera por completo el recurso a la rebelión armada y, todavía más importante pero también imposible, la neutralización del tremendo poder gravitatorio de los limítrofes Estados Unidos para una parte importante de esa misma élite. De modo que no tuvo nada de sorprendente que los españoles tuviéramos que dejar de gobernar colonias en 1898. Con ello no culminó nuestra supuesta decadencia, sino que empezó la descolonización del siglo veinte.


http://nuevomundo.revues.org/document441.html

Bruce Beelher
Asociación “A Vona Va Lommbe”

Preámbulo

Madrid a 30 de Julio de 2000

En la ladera de la Caldera de Luba (ant. San Carlos), en la provincia de Bioko Sur , República de Guinea Ecuatorial, están enclavadas las poblaciones de :

- Belebú, situada en la ladera noroeste, a unos 1.900 metros sobre el nivel del mar, con una población de alrededor de 1000 habitantes y a 9 Km de Luba, la ciudad más próxima.

- Ruiché, situada en la ladera sureste, a unos 1.700 metros sobre el nivel del mar, con una población de alrededor de 900 habitantes y a 8 Km de Luba, la ciudad más próxima.

- Bocoricho, situada en la ladera suroeste, a unos 1.000 metros sobre el nivel del mar, con una población de alrededor de 400 habitantes y a 7 Km de Luba, la ciudad más próxima.

- Bohemeriva, situada en la ladera noroeste, a unos 1.mega_shok.gif0 metros sobre el nivel del mar, con una población de alrededor de 150 habitantes y a 7 Km de Luba, la ciudad más próxima.

- Barrio Las Palmas, situada en la ladera suroeste, a unos 600 metros sobre el nivel del mar, con una población de alrededor de 700 habitantes y a 3 Km de Luba, la ciudad más próxima.

Con características y peculiaridades similares, y con una serie de dificultades entre las que cabe destacar:

1º- El 65% de la población son mujeres y la población mayor de 50 años representa el 3%, siendo los hombres el 20%. La población entre 40 y 49 años representa el 10%, de la que el 30% son hombres. La población entre 20 y 39 años representa el 30% , de la que el 35% son hombres. La población de 0 a 19 años representa el 57%, de la que el 48% aproximadamente son varones.

2º- El indice de mortandad es superior al 50%, siendo todavía mayor en la población infantil.

3º- El indice de analfabetismo es del orden del 65%.

4º- La ciudad más próxima a la población es Luba, de donde se abastecen absolutamente de todas sus necesidades, desde comprar combustible para las lámparas, pescado, alimentos en general, servicios sanitarios ambulatorios como son curas etc. y servicios de hospitalización.

5º- No hay ningún vehiculo a tracción de ningún tipo en la población, siendo la frecuencia media de acceso de vehiculos externos es de unos 5 semanales, el acceso es a través de un sendero con dos rodadas de cemento, que datan del año 1962, acusando ya el paso del tiempo y los bruscos cambios climáticos.

6º- Las escuelas, que realiza funciones de capilla, construidas en 1962 con tableros de madera, se encuentran en estos momentos en ruinas, por falta de mantenimiento y por lo precario del material utilizado originalmente. La escolarización es prácticamente nula, los niños en edad escolar deben recorrer andando el trayecto a Luba para poder cursar estudios básicos.

7º- Solo el 2% de las viviendas son de estructura solida de cemento o similar, indice que en otras poblaciones de la Isla asciende al mega_shok.gif%.

8º- Su alimentación esta basada en tubérculos de cultivo local como son el ñame, la y la malanga, y otros productos locales como el plátano, las verduras y el aceite de palma. El aporte de proteínas es escaso. La caza es muy dificultosa debido a la orografía de la zona.

9º- La población vive de:

.. 1- Cultivo del cacao, alcanzando a producir entre 120.000 y 150.000 Kgr, a pesar de las dificultades debidas a la humedad, que alcanza valores del 90%, obligando a incrementar en 3 veces el consumo de insumos con relación a las zonas más próximas al mar, repercutiendo en la rentabilidad de la producción.
.. 2.- Cultivo de la malanga y el plátano, al que se dedican las mujeres en su gran mayoría, que abastecen los mercados de las ciudades de Luba y Malabo, dependientes siempre del alquiler de vehículos para el transporte del producto, que en la mayoría de las ocasiones hacen uso de precios abusivos y en otras no acuden provocando la perdida total del producto.

Por todos estos hechos diferenciales y teniendo en cuenta la necesidad de desarrollo acuciante de esta zona, entendiendo que nadie mejor que los oriundos conocen las necesidades de la población, decidimos agruparnos en asociación legal en base a los siguientes términos:

1º.- Velar por los intereses, el desarrollo y la dignidad de los oriundos de Balacha, zonas limítrofes y demás personas físicas que se sientan identificados con este proyecto.

2º.- Promover e investigar la cultura de los Va Lombbe, haciendo públicos sus resultados.

3º.- Promover y dirigir proyectos en base al desarrollo de la zona para beneficio público.

4º.- Crear y gestionar mecanismos que garanticen el relevo generacional, conservando las partes esenciales de la cultura de los Va Lombbe.

5º.- Procurar la financiación de proyectos, bien a través de entidades públicas o privadas, que contribuyan al desarrollo de la zona y zonas limítrofes.

6º.- Cualquier otra actividad de naturaleza no política, que contribuya a alcanzar los valores señalados anteriormente.

Obtenemos el nombre de “A Vona Va Lombbe” del lago que descansa en el fondo de las fauces de la caldera, considerado elemento mitológico en la zona, a cuyo propietario llamaban Lombbe , que poseía el poder de control sobre los elementos.

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Les sugiero que se dirijan a esta asociacion a ver si les explican el misterio de la expedicion a la Caldera de Luba
El fantasma del Blog
El fantasma del rey Leopoldo

Codicia, terror y heroísmo en el Africa colonial

Por: Adam Hochschild

Afortunadamente, la Historia no está tan sólo en los libros de texto controlados por los ministerios de Cultura. Miles de archivos, en todo el mundo, encierran historias y palabras que esperan la mirada de un investigador que les dé voz, a través de un libro, una película,.. Y si, para entender lo que somos, hemos de conocer lo que fuimos, nada más recomendable que prestar oídos a estas voces que –en ocasiones con décadas o siglos de retraso- nos muestran la cara oculta –o mejor, ocultada- de nuestra historia.

Es ya por muchos conocido que la película de Francis Ford Coppola Appocalypse Now, situada en la guerra de Vietnam, está basada en un relato de uno de los mayores novelistas anglosajones –aunque fuera de origen polaco- del siglo pasado, Joseph Conrad. La novela original, El corazón de las tinieblas, no se ubica en Asia sino en la región africana del río Congo, y a finales del siglo XIX. ¿Qué había allí que inspiró ese relato sobre el horror que puede crear y sufrir el ser humano?.

¿Cuántos hemos oído hablar del rey Leopoldo II de Bélgica?; ¿cuántos belgas lo han hecho?. Y sin embargo, existió, e hizo lo que hizo en la colonia africana del Congo: acabó con la vida de entre 5 y 10 millones de personas, a caballo entre los siglos XIX y XX, todo a causa de la extracción de riquezas como el marfil y el caucho. Construyó un imperio particular sobre el látigo y el cuchillo, pero todo ello quedó olvidado con la llegada de las guerras en Europa, en las que Bélgica resultó atacada y ocupada.

El libro de Hochschild –que se lee con facilidad en parte gracias a las dimensiones de la historia relatada- cuenta como se construyó esta colonia y cómo se dirigió a ella un río de personas, algunas desubicadas en sus países de origen, otras con ansías de poder. De entre las primeras surgieron muchas personas sensibles ante la explotación de la que fueron testigos, y organizaron una campaña mundial en protesta por el exterminio. Fue el primer movimiento internacional de defensa de los derechos humanos.

Como muy acertadamente nos recuerda el autor hacia el final del libro, no fue el rey Leopoldo II el único que cometió tamañas barbaridades en aquella época. El resto de las colonias se mantuvieron con equivalentes cifras de trabajo forzado y sufrimiento. Tal vez recibió el grueso de las críticas por ser el criminal más pequeño y débil; es más fácil culpar a una persona que a un estado, más a un pequeño país que a toda una potencia –irónicamente, las críticas provenían de otras metrópolis coloniales-.

La principal advertencia del libro sin embargo puede ser que, detrás de la apariencia de actividades humanitarias –Leopoldo II vistió su proyecto de cruzada cristiana contra el salvajismo y el tráfico de esclavos dominado por árabes-, pueden esconderse las mayores aberraciones de explotación e injusticia. La otra sería que sólo el contacto directo con la realidad puede aportar luz sobre los hechos.

Los métodos hoy en día se han sofisticado, pues ya no se piensa en los africanos como razas inferiores. El procedimiento consiste hoy en día en la provocación de conflictos armados internos, mediante la agitación de viejas rencillas históricas, odios étnicos o diferencias religiosas, y avivado mediante el tráfico de armas masivo. En cualquier caso, de aquellos polvos vienen estos lodos, y el Norte sigue beneficiándose de materias primas y recursos a bajo precio.

Pienso ahora en la actitud de los ciudadanos alemanes durante la II Guerra europea, o la ceguera de los estadounidenses del siglo XX ante las décadas de promoción del terrorismo internacional por parte de agencias de su propio gobierno. ¿Es lo más conveniente el tapar los hechos oscuros y vergonzantes de la historia de un país?; ¿no sería mejor que salieran a la luz y reconocer los errores cometidos, antes que esperar a que otros los desvelen?; ¿qué debe avergonzarnos más: que ocurrieran tales hechos o que los hayamos ocultado tanto tiempo?.

El horror, que diría Kurtz –el personaje interpretado por Brando-, no está tanto en las manos y las cabezas cortadas, sino en las mentes de los ejecutores, desprendidos de toda referencia moral por un entorno comprensivo. La mente enferma de una persona es un caso médico; la mente enferma de todo un país o una civilización: eso es el horror. Ya lo dijo Joseph Conrad:”Toda Europa contribuyó a hacer a Kurtz”.

El fantasma del rey Leopoldo combate tanto el olvido como la satanización hipócrita de otros igualmente culpables, y recuerda que hasta hoy personajes siniestros como Mobutu Sese Seko fueron mantenidos por gobiernos paladines de la democracia y la justicia.

En estos tiempos en que tanto se habla de neo-colonialismo, no está de más recordar los mecanismos de ocultación y justificación que se han utilizado desde hace tiempo, la próxima vez que una empresa o un país vengan a justificarnos una invasión por razones humanitarias.

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Félix de Azua

Remontando el río Congo

La primera embarcación a vapor que navegó por aguas suizas cruzó el lago Leman de Ginebra a Ouchy en 1823. Línea y embarcación, todavía funcionan. Como es lógico, no debe de quedar ni un tornillo del original, pero el SS Montreux, bautizado en 1904, sigue disponiendo a los viajeros sobre su cubierta y es tan esbelto como una babucha de sultán.

Más modesto, el Lavaux me acerca a las mansiones de Bellevue y de La Bellotte. Durante el trayecto puede verse entre verduras la villa Diodati, ese lugar en donde ardía la más alta poesía y la más grosera estupidez cuando Byron, Shelley y sus groopies la ocuparon hasta la muerte del poeta, o sea, de Shelley.

La escena del funeral “griego” de Shelley, tal como lo relata en sus memorias Trelawny, que estaba presente, es soberbia. Las damas lloraban por el joven poeta arrebatado por los dioses celosos, mientras sus amigos prendían fuego a la pira funeraria. Pero cuando las llamas causaron la explosión del cráneo de Shelley, huyeron despavoridas y cubiertas de sesos fritos.

En lo alto de la ribera opuesta se ve también la mansión (una más) de los Rotschild, inconfundible por su espantoso mal gusto. Esta familia de familias no logró moderar su tosquedad hasta la segunda guerra mundial.

El sol da de lleno sobre la toldilla. Un par de argentinas muy jóvenes duermen tumbadas sobre la cubierta con la cabeza apoyada en los salvavidas. Han pasado una noche agitada y el balanceo lacustre las sosiega.

El Lavaux avanza sobre las aguas quietas. Un hermano del Lavaux debió de remontar los grandes ríos africanos y asiáticos en donde familias como los Rotschild pusieron a navegar sus cañoneras. La conquista colonial no habría sido posible sin estas preciosas máquinas fluviales, armadas con un cañón en la proa. La Reina de África.

Del mismo modo que ahora vamos de un puertecito a otro cargando y descargando pasajeros, iban entonces las cañoneras de fuerte en fuerte y dejaban en cada estación (apenas cuatro maderos en medio de la jungla) a un pelotón de soldados. Luego seguían remontando. Aquellas infernales guarniciones de las Compañías han dado uno de los mejores cuentos de la literatura, Un par de idiotas (Two fools), de Conrad. Aunque la historia esencial, la que dice la verdad sobre la épica colonial, es, naturalmente, El corazón de las tinieblas.

Quizás en alguno de estos remansos del Leman habitado por millonarios de todos los pelajes, sobreviva también un Kurtz. Alguien que ha traficado toda su vida con armas, drogas, petróleo y seres humanos. Alguien que ha conocido todas las mafias, todas las corrupciones. Quizás se esconda en una de estas colosales mansiones, dando tumbos por habitaciones vacías, golpeando su cuerpo desnudo contra las esquinas, pisando botellas rotas y esperando que en algún momento se presente el mensajero con la tan ansiada medicina. El horror, el horror.

01/06/06 | Enlace permanente


http://blogs.elboomeran.com/azua/2006/06/r...tando_el_r.html

El fantasma del Blog
Geografía y protagonistas de un mito.

Mercenarios y aventureros blancos en África central.


Como en pocas de las grandes obras de la literatura mundial, Conrad consigue en su novela “El corazón de las tinieblas” crear un mito, una leyenda que va más alla del plano personal contemporáneo y nos remite a arquetipos del comportamiento humano. Por ello, ni el corazón de las tinieblas está en el curso superior del río Congo, ni el Coronel Kurtz se centra en una persona concreta. Esto no es negado por ninguno de sus analistas porque, si bien es cierto que algunos se remiten a la experiencia personal de Cornad durante su estancia en el Congo para encontrar las referencias reales de Kurtz, el sentido final de la novela reside en su alejamiento de estos referentes. Así, volver a plantear la cuestión de dónde se encontraba el corazón de las tinieblas o quién era el coronel Kurtz podría parecer, a primera vista, una paradoja. No obstante, el reto que Conrad nos propone sigue estando ahí: intentar confrontar la realidad con la fuerza visionaria del mito.

Quien se ocupa de la historia de los mercenarios blancos en el Congo durante los años 60, se encuentra no sólo con múltiples personajes del tipo “Kurtz”, sino que llega al mismo lugar geográfico en el que Conrad, 60 años antes, recogió sus propias experiencias. Incluso si nos ocupáramos de los más recientes conflictos en África, tropezaríamos automáticamente en el territorio geográficamente delimitado por el curso superior del Nilo, los Grandes Lagos y los afluentes del Congo. Igual que a finales del s.XIX, aún hoy centenares de niños son secuestrados y forzados a convertirse en soldados, los Señores de la Guerra saquean los tesoros naturales de las tierras, y el mundo civilizado se estremece todavía cuando vuelven a relatarse noticias de masacres, cruentas torturas y “trofeos” humanos. Claro que podemos buscar y encontrar “el corazón de las tinieblas” de Conrad en cualquier rincón del mundo o de la psique humana, pero es en África central en donde esa herida abierta, siempre sangrante, se encarna con más fuerza.

La novela de Conrad no es sobre los africanos, sino sobre cómo los “representantes de la civilización” llegados a una sociedad percibida como primitiva, sucumben a la tentación del poder para erigirse en reyes y, finalmente, en dioses. A lo largo de este proceso, la fina cáscara de la civilización se disuelve para dejar emerger la mentalidad del “Salvaje”.

A finales del siglo XIX, África encarnaba, como ningún otro continente, el primitivismo, la barbarie y el misterio. También por ello, África inspiró durante ese centenio a los mejores artistas modernos e incluso al recién nacido psicoanálisis. Hacia 1900, el centro del continente negro era el único lugar en donde los mitos aún permanecían, mientras que Europa hacía ya tiempo que había perdido los suyos. Para un europeo, los viajes a África se convertirían automáticamente en un viaje a las profundidades de su propia mente, para la que la confrontación más terrible no era sólo la percepción y toma de conciencia de lo primitivo, sino su profunda soledad y la sensación de pérdida del individualismo racionalista moderno en un mundo colectivo y místico.

El camino desde el norte.

La ocupación de África empezó tarde. Por entonces, el continente era pobre comparado con Latinoamérica o Asia -su única riqueza reconocida por Europa se limitaba a la trata de esclavos-; su población, esencialmente guerrera; y su clima y enfermedades, mortales para los europeos. Por todo ello, los poderes coloniales se habían limitado hasta entonces a la edificación de unas cuantas fortificaciones en la costa, en donde también podían adquirir esclavos de manos de los tratantes nativos. La primera incursión tierra adentro llegó desde Egipto, ya que era a lo largo del Nilo donde los Khedives (o virreyes) intentaban ampliar su poder buscando esclavos para sus ejércitos, como milenios antes lo hicieran los faraones.

En Egipto gobernaba Mehmet Ali, un aventurero albano que tras la retirada de Napoleón se había hecho con el poder. Impresionado por la potencia militar francesa, Mehmet Ali intentaba reformar su ejército a manera de los europeos. Para ello, encontró los mejores asistentes entre los veteranos napoleónicos que habían quedado sin trabajo después de Waterloo. Egipto se vió pronto inmerso en su incapacidad para satisfacer el hambre infinita de hombres del ejército, una escasez a la que se sumaban las múltiples deserciones e incluso automutilaciones de la población egipcia para escapar del aborrecido servicio militar. Así, inmediatamente tras la ocupación del Sudán en 1823, Egipto empezó a “reclutar” esclavos negros. Se estima que en las décadas siguientes, unos dos millones de sudaneses fueros reducidos a la esclavitud, con los que los oficiales turcos formaron -bajo la dirección de sus instructores franceses- el ejército más poderoso del Oriente, que sería capaz de sofocar la rebelión griega en 1826 y que sometería repetidamente a la misma Turquía.

Aún cuando Egipto, bajo la presión internacional, tuvo que renunciar a sus ambiciones sobre Turquía, y a pesar de su cada vez mayor dependencia de los ingleses, su expansión hacia el sur progresaba. A la nubia Dongola -entre Assuan y Khartoum-, le siguieron el reino de Darfur -que se extendía desde la franja sur del Sahara hacia el oeste-, y la provincia de Ecuatoria, que llegaba hasta los lagos centroafricanos. En el norte de este enorme territorio, los musulmanes dongoleses se habían mezclado a lo largo del tiempo con tribus beduinas y habían pasado a considerar el comercio de esclavos como un derecho adquirido y, por tanto, asunto propio. Los secuestros se producían entre las tribus animistas del sur del Sudán, en Ecuatoria y también en las zonas centroafricanas más lejanas. Claro está que la presión inglesa debería haber puesto fin a la trata de esclavos, pero Egipto tenía otras prioridades: en primer lugar, afianzar la colaboración con los poderosos tratantes de esclavos para asegurar una pacífica administración de los territorios ocupados y, en segundo lugar, procurar la supervivencia del propio ejército necesitado del reclutamiento forzoso de sudaneses.

La supremacía de los jeques y tratantes de esclavos dongoleses se sustentaba en los llamados “Basinger”, esclavos negros adiestrados en el uso de las armas. Por norma, profesaban absoluta lealtad a sus señores, y tras algunas muestras de valentía en los campos de batalla, llegaban incluso a poseer esclavos propios o a ascender, los mejores de ellos, a suboficiales con propias tropas. Cuando su señor era derrotado, el vencedor los incorporaba a su propio ejército sin problemas ya que, mientras hubiera suficiente alimento y pudieran participar de los botines, los Basinger seguían fielmente y sin quejas a sus cambiantes señores. A menudo secuestrados siendo niños, se habían convertido en auténticos soldados profesionales. No queda constancia de si algún grupo de Basinger armado intentó abrirse camino hasta su tierra natal, ya que para ellos la “patria” se había convertido en aquel lugar en donde guerra y botín coincidían. Sin estos profesionales apátridas, ningún tratante de esclavos se hubiera arriesgado a adentrarse en África central; y tampoco los poderes coloniales, aún a pesar de sus ametralladoras, habrían conseguido avanzar hacia los territorios del interior. A pesar de su sumisión, si estos grupos de Basinger eran maltratados por sus señores, mal alimentados, sacrificados en enfrentamientos inútiles o se les negaba el derecho al botín, las posibilidades de un motín aumentaban geométricamente. Pero tampoco en este caso, y a pesar de la recuperada libertad tras vencer a sus oficiales en cruentos enfrentamientos, mostraban intención de disolverse y volver a sus tribus de origen, sino que vagaban como hordas de saqueadores por todo el territorio o intentaban fundar sus propios estados.

Los Basinger también fueron entregados por los jeques dongoleses como pago de impuestos a Egipto y formaron parte del ejército que, bajo las órdenes de los oficiales turcos y en alianza con la caballería de los jeques, consiguió la rendición del Sudán. Sudán fué el destino de “castigo” tanto de algunos funcionarios de la administración egipcia como de muchos oficiales turcos. Los menguados ingresos de estos representantes del gobierno egipcio alimentaron un ambiente donde las intrigas, el despotismo, la corrupción y los abusos progresaban a sus anchas, y en donde cada uno intentaba crear su propia red de extorsión. El creciente malestar entre la población sudanesa acicateaba la resistencia y el odio hacia sus ocupantes hasta el punto que, para intentar mejorar la situación y ante todo para tratar de dar fin al rasante aumento de la trata de esclavos, Egipto decidió mandar europeos al Sudán. A los mercenarios franceses siguieron, durante la década de los 60, muchos oficiales norteamericanos que, tras el fin de la Guerra de Secesión, buscaban nuevos destinos.

Una de las figuras más destacadas fue el aventurero escocés Charles George Gordon quien, al mando de tropas nativas, había dirigido con éxito el fin del levantamiento de Taiping en China y que por ello mereció el sobrenombre de “Chinese-Gordon”. Gordon fué nombrado en 1874 gobernador de Ecuatoria y después de todo el Sudán. Como apoyo, tomó a su servicio norteamericanos y europeos de diversas procedencias, de entre los que nombraría a sus “Paschas” o gobernadores de provincias independientes, algunas de las cuales eran tan extensas como algunos países europeos. Gordon, el más fuerte militarmente y mejor ublicado a “tan sólo” uno o dos meses de viaje de la civilización, gobernaba la provincia central desde Khartoum. En Darfur regía el Pascha austríaco Slatin, en Bahr el Gazal el Pascha británico Lupton, y al sur, en Ecuatoria, el alemán Eduard Schnitzer, quien había tomado el nombre turco Emin. La provincia de Emin tenía una extensión de 360.000 km² (por hacer una comparación, la actual Alemania tiene 350.000km²), y para su administración contaba con algunas docenas de oficiales y funcionarios turcos, 500 dongoleses -en su mayoría ex-tratantes de esclavos-, 400 africanos libres, y cerca de 1000 Basinger que le fueron “entregados” como tributo. Con estas tropas, Pascha Emin tenía que fundar nuevos asentamientos, recaudar los impuestos, dominar rebeliones y presionar a los tratantes de esclavos. Los impuestos que enviaba a El Cairo consistían en marfil, plumas de avestruz, caucho y, aunque parezca contradictorio, esclavos, ya que a pesar de la política oficial, era normal pagar a los soldados con “servidores”, e incluso los gobernadores precisaban de ellos para mantener la capacidad ofensiva de sus tropas. Así, en la lucha contra la trata de esclavos, se trataba más de eliminar del negocio a los tratantes independientes dongoleses y árabes, y traspasarlo bajo otras etiquetas a la organización del estado egipcio.

La posición de los Paschas en estas provincias remotas se asemejaba más a la figura de un rey africano que a la de un administrador moderno. En expediciones de castigo, estos “representantes de la civilización” calcinaban aldeas completas, colgaban jefes de tribu y jeques y, para estimular a sus propios mercenarios, permitían saqueos desproporcionados. A lo largo este proceso aprendieron pronto que su fama era su arma más poderosa: sólo con oir su nombre, los posibles rebeldes deberían aterrorizarse y someterse a la obediencia y a la servidumbre. En este contexto irrumpió en la escena la revolución de los Mahdistas, que consiguirían dominar todo el Sudán y tomarían a estos europeos como sus más emblemáticas víctimas.

En el Islam el Mahdi es el enviado de Dios, el que ha de vencer la injusticia en el mundo. Y al igual que en Occidente aparecían uno u otro salvador, también en el Islam surgía de vez en cuando algún Mahdi. En 1881 un eremita dongolés acariciaba el ansiado título de último profeta. Los funcionarios gubernamentales hicieron nimio caso a las primeras voces que daban noticia de sus aspiraciones. Sólo tras la masacre de la primera guardia de soldados enviados a detenerle y poco después una mayor tropa fué enteramente eliminada, el gobierno intentó reaccionar. Pero entonces era ya demasiado tarde. Turcos y egipcios eran odiados profusamente por la población a causa de sus desmanes en la explotación de los recursos y en los contínuos saqueos, y muchos de los jeques habían tenido que asumir enormes pérdidas al serles retirados los derechos a la venta de esclavos. A ello se le añadía las antiguas y permanentes contiendas entre las distintas tribus, las más poderosas de las cuales no conseguían imponerse bajo el gobierno de los egipcios. Ahora, los olvidados y los desplazados esperaban poder ajustar viejas cuentas bajo la guía del Mahdi. Otros vieron en él la posibilidad de saciar sus ansias de saqueo, y algunos simplemente esperaban a ver cuál era el contendiente más poderoso para incorporarse a sus filas. Pero por encima de todo ello, el movimiento tomó de la religión una dinámica imparable. En la esperanza de entrar directamente en el paraíso, los fanáticos derviches del Mahdi se arrojaban a la lucha sin considerar posibles pérdidas.

A pesar de algunas -pocas- derrotas, las tropas de Mahdi avanzaban triunfantes al sur del Sudán, reforzadas constantemente por dongoleses rebeldes, por algunos árabes y por desertores del ejército egipcio. Mientras algunas pequeñas guarniciones se rendían sin oposición y quedaban incorporadas al ejército mahdista, otras eran arrolladas por los derviches en misiones suicidas. A principios de 1883, y tras la caída de El-Obheid, el Mahdi se hizo con el poder de Kordofan dividiendo definitivamente a las provincias del sur. Slatin se mantenía aún en Darfur, Lupton en Bahr el-Ghasal, y Emin en Ecuatoria. El mayor peso de la lucha contra los Mahdistas fué llevado por Slatin y Lupton. Tras perder a sus mejores hombres en los enfrentamientos con sus tribus aliadas, ahora alzadas en rebeldía, y tras contemplar como su munición se reducía alarmantemente, ambos gobernadores se acuartelaron en sus mejores fortalezas. Era una contienda perdida. A la extremada situación se añadían otros dos factores: la ruptura de las alianzas con tribus hasta entonces proegipcias y que cada vez en mayor número se afiliaban con los mahdistas; y las conspiraciones de los propios oficiales con los enemigos. Slatin intentó, con su conversión al Islam, una última e inútil estrategia para elevar la moral de su ejército.

Pero para mantener el Sudán se necesitaba un refuerzo mayor. A pesar de los intentos por hacer llegar nuevas tropas de refresco, el exterminio de una expedición especial enviada bajo las órdenen del inglés Hick desvaneció las últimas esperanzas de salvar el Sudán. Para evitar un mayor derramamiento de sangre, Slatin se entregó sin resistencia. Poco antes, Lupton, abandonado por sus propios soldados, había capitulado. Sólo Emin en la lejana Ecuatoria fue temporalmente “perdonado”, ya que el Mahdi tenía planes más ambiciosos: dirigirse con sus tropas hacia Khartoum, defendida aún por Pascha Gordon. Tampoco él pudo ofrecer mayor resistencia: con escasos hombres y menos munición, Gordon sólo podía esperar lo peor. Tras 10 largos meses de sitio, el ejército mahdista entraba en la ciudad para acabar con los extenuados defensores: Khartoum se sumió en un inmenso baño de sangre y Gordon cayó muerto en las escaleras del palacio del gobernador.

Lupton y Slatin permanecieron prisioneros como esclavos en Khartoum, Slatin bajo el servicio personal del Mahdi. Tras la muerte de este último en 1885, pasó a manos de su sucesor que bajo el título de Califa -el sucesor- gobernaba el Sudán. Aprovechando su cercanía al Califa, Slatin intercedió a favor de Lupton, quien había sido oficial de la Marina, para conseguirle un puesto como ingeniero en el servicio de los barcos de vapor de los mahdistas. Pero él mismo, como musulmán convertido, tenía que mantenerse alejado de los otros europeos. Slatin se convirtió en el objeto de prestigio del Califa a quien le gustaba cabalgar acompañado por el antiguo Pascha, quien debía correr descalzo junto a su caballo; o encargarle pequeños servicios de mensajero. El Califa disfrutaba especialmente destinándole a dirigir los rezos matinales, él, el antiguo cristiano de exótico y divertido acento austríaco. A pesar de todo, Slatin había mejorado su situación: de prisionero encadenado, había pasado a ser un miembro de pleno derecho en la corte del Califa, con esclavos propios. Poseía casa en Khartoum con mujeres, niños y servidores, y cuando realizaba un servicio al gusto del Califa, éste le enviaba nuevas esclavas para su distracción. Lupton murió entre penurias al cabo de algunos años, mientras Slatin, tras once años de cautiverio, consiguió huir con vida con la ayuda del servicio secreto británico.

A pesar que los ataques de los mahdistas contra Egipto, Etiopía y el Congo fueron rechazados con éxito, la pérdida del Sudán por parte de Egipto -que en este tiempo había pasado a ser protectorado británico- fue una auténtica catástrofe para todos los imperios coloniales. Por primera vez, no sólo eran derrotadas tropas nativas equipadas con armamento y oficiales europeos, sino que la revolución había conseguido quitarle al poder colonial una considerable extensión de territorio. Para mayor ofensa, la cabeza del legendario Pascha Gordon había sido paseada por las calles de Khartoum. Y el camino desde el Nilo hacia el interior de África quedaba definitivamente cortado.

Un año después de la caída del Sudán a manos de los mahdistas, y mientras Gran Bretaña se lamía las heridas a su prepotente orgullo imperial, llegaron desde el sur nuevas noticias: Emin resistía aún en Ecuatoria y pedía refuerzos en forma de tropas y munición. De repente, toda Europa reaccionó enfebrecida: un único héroe había resistido los ataques de las hordas mahdistas y había salvado al menos parte del honor del hombre blanco, mancillado entre el polvo de las calles de Khartoum. Había que apoyarle o al menos intentar salvarlo, oficialmente por una cuestión de honor. Detrás de esta propaganda patriótica, se escondían, sin embargo, razones estratégicas: ya que Egipto -y con él la corona británica- había dado Ecuatoria por perdida; esta tierra de nadie podía considerarse un buen botín a causa de la organizada administración de Emin. Y el hombre adecuado para esta misión sería Henry Morton Stanley.

Del Este y el Oeste.

Stanley era por entonces una leyenda viva. Bajo encargo del “New York Herald” había conseguido encontrar en 1871 al desaparecido Livingston en el Lago Tanganica. Un par de años más tarde, con una expedición salida desde Zanzibar, había explorado los grandes lagos centroafricanos, descubierto las fuentes del río Congo y, desde allí, cruzado el continente completo de este a oeste. Pero Stanley no sólo había establecido la que sería una de las más importantes travesías de tránsito africano, también se había abierto el camino entre múltiples contiendas armadas, demostrando con ello que un grupo de hombres decididos equipados con buenas armas podían conseguir cualquier cosa. Por estas hazañas era celebrado en sus visitas a los salones europeos y a las casas de los nobles como “un nuevo Pizarro”.

Este entusiasmo ignoraba deliberadamente que los exploradores europeos no fueron los primeros que se adentraron en África por este camino. La ruta seguida por Stanley no era más que la ruta de los tratantes de esclavos suahilis y árabes cuyo territorio de comercio, al igual que los europeos, se había limitado a la costa durante cientos de años, pero que con la aparición de la quinina y la mejora de las armas de fuego se adentraban en los territorios del interior. Hay que anotar que por esas fechas morían más blancos en el delirio de la fiebre que bajo las espadas de los nativos. Mientras Stanley precisaba de cañones automáticos de Krupp y ametralladores de Maxim para abrirse camino -la decisiva derrota de los mahdistas en Omdurman llevó el nombre de la “batalla de las ametralladoras”-; a los tratantes de esclavos les bastaron quinina y algunos fusiles de repetición para avanzar, en los años 70, hasta Katanga y Maniema, en la costa oeste del lago Tanganika. Las tropas necesarias las encontraban, como los turcos, entre sus esclavos del Sudán quienes, mientras a lo largo del Nilo habían recibido el nombre de Basinger, en el Congo serían llamados “Wangwana”. Como los Basinger, también eran secuestrados siendo niños por los arabes y educados en el servicio militar, y fueron valiosos instrumentos en las manos de sus señores. Un tratante de escalvos poseía a menudo algunos miles de ellos. El más poderoso y temido entre estos tratantes era Tippu Tip, que había conseguido erigir su propio reino alrededor de Nyangwe y que era considerado como señor de Maniema. Tippu Tip sería el aliado más importante de Stanley en esta región, acompañándole a lo largo del río Congo a cambio de un buen pago y de la posibilidad de extender hacia el norte sus territorios de caza de esclavos.

Tras el retorno de Stanley de su expedición por el Congo, agentes del rey Leopoldo de Bélgica contactaron con el legendario explorador. Hacía tiempo que Leopoldo pretendía fundar una colonia. En la costa, entre las posesiones portuguesas y francesas, no quedaba casi nada más por conquistar, pero en los territorios del interior, junto a los grandes afluentes y más allá de los violentos meandros y cascadas, había aún mucho espacio abierto fuera de las aspiraciones de los poderes coloniales establecidos. Con su expedición, Stanley le había mostrado a Leopoldo el objetivo y también que él era el hombre destinado para esta tarea. Y ya que en Bélgica existía muy poco interés por los negocios africanos de su rey, la fundación de la colonia fue asumida por éste como asunto privado, cuya dirección asumió Stanley.

El éxito en el sometimiento de los nuevos territorios a la corona belga fué posible, al igual que en el Sudán, con africanos dirigidos por unos pocos blancos. Stanley reclutó su primer contingente de entre los tratantes de esclavos de Zanzibar, a quienes siguieron grupos de mercenarios de la Costa de Oro, Sierra Leona, y los Haussa, provenientes de la región que conforma la actual Nigeria. Con estas tropas era relativamente fácil conseguir más trabajadores, porteadores y mercenarios entre las tribus vencidas. De todo este contingente se formó en 1886 la FP (Force Publique), cuyas columnas podían distinguirse muy poco de las de los tratantes de esclavos. Mujeres y niños seguían a los soldados, y a las victorias sucedían los tradicionales saqueos y asesinatos.

Stanley fué reclamado pronto por el rey para defender, en el frente de propaganda europeo, el derecho belga sobre los nuevos territorios. Y mientras el explorador se aplicaba en continuas conferencias en toda Europa para conseguir el reconocimiento oficial de la colonia, la FP empezaba a recoger en el Congo los primeros réditos en forma de caucho y marfil. Oficialmente se intentaba expander la civilización y de terminar con la esclavitud, pero de nuevo se trataba aquí de una operación para apartar del negocio a los árabes y dedicar a los nativos a constituir la fuerza de explotación de la colonia, bajo los títulos de recogedores de caucho, porteadores y, naturalmente, soldados. En la incesante búsqueda de nuevas zonas por colonizar y nuevos hombres para reclutar, la FP avanzaba cada vez más hacia el interior. Pero en Europa, la renovada discusión sobre la liberación del Pascha Emin había llamado la atención del rey Leopoldo, quien ahora dirigía su mirada hacia Ecuatoria, estratégicamente situada al noreste de sus nuevos territorios. A esta posibilidad de ampliar rápidamente la colonia se añadían las toneladas de marfil almacenadas por Emin, que esperaban tan sólo la apertura de una vía de transporte para convertirse en un muy lucrativo negocio.

En Inglaterra, la decisión de liberar a Emin había tomado forma en una expedición financiada con recursos privados que debía ser liderada por Stanley. Lo que los decididos financieros habían olvidado es que Stanley aún se encontraba al servicio de Leopoldo. Y así el infortunio inició su camino. Stanley, en lugar de tomar el ya conocido y más corto camino desde Zanzibar hasta Ecuatoria a través de los territorios del este, quiso avanzar desde la colonia belga a través de la jungla para poder anexionarse Ecuatoria de manera inapelable. La expedición se inició naturalmente en Zanzibar, lugar de reclutamiento habitual de mercenarios y porteadores, donde fueron contratados 600 porteadores armados. Para asegurar las alianzas, Stanley nombró a Tippu Tip, en nombre del rey Leopoldo, gobernador de la provincia alrededor de las Stanley-Falls. El poderoso tratante de esclavos vió en esta oferta la posibilidad de ampliar enormemente su territorio de influencia y sus reservas de armas y de munición, y aseguró a cambio suficientes porteadores para afianzar el éxito de la expedición.

Una vez costeada África, Stanley, sus oficiales europeos, los zanzíbares y 150 toneladas de munición se adentraron en el río Congo a bordo de los barcos de vapor de la “Compañía del Congo” hasta llegar a la desembocadura del Aruwimi, donde debían encontrarse con los porteadores prometidos por Tippu Tip. A la vista de las continuas excusas y dilaciones del traficante, Stanley se puso en camino a través de la jungla hacia el lago Albert con los más saludables de sus hombres. Los enfermos quedaron atrás con la mayor parte del equipo y bajo la vigilancia de algunos oficiales blancos. Días más tarde, a la falta de porteadores se le sumó la escasez de provisiones. Stanley había calculado proveerse de ambos de la manera habitual: mediante enfrentamientos victoriosos con las distintas tribus nativas. Pero éstas, que ya tenían por entonces suficiente experiencia con la FP o con los cazadores de esclavos, huían a la proximidad de la expedición o la atacaban en mortíferas emboscadas. La mayoría de los hombres de Stanley no sobrevivieron a las penurias. Aquellos que ni bajo la influencia del látigo, el temido chicote, podían ser motivados a continuar el camino, eran abandonados a su suerte como escoria. Y aunque Stanley intentaba mantener la disciplina colgando a algunos desertores, muchos zazibarenses aventuraron la huida adentrándose en la temida jungla.

Finalmente, un resto de medio hambrientos y agotados hombres alcanzaron el lago Albert. El Pascha Emin no quedó muy impresionado por la llegada de este grupo de “salvadores” a quien tuvo primero que alimentar y vestir. Una vez recuperadas las fuerzas, Stanley desanduvo el camino para recuperar a sus hombres de la retaguardia. Pero también el campamento del Aruwimi estaba devastado. El sirviente de Stanley, William Hoffman, describe la escena del siguiente modo: abandonados en el suelo, sin enterrar y putrefactos, yacían los cuerpos de hombres muertos. Cerca, demasiado débiles para levantarse, se arrastraban los enfermos, algunos en evidente agonía, con sus carnes devoradas por infecciones y disentería, con sus cuerpos llenos de úlceras tan grandes como platos. Todo el lugar se me aparecía como un inmenso cementerio; el olor era insoportable; las vistas aún peores. (...) Las estadísticas también eran brutales: de los 257 hombres que dejamos en Yambuya, encontramos tan sólo a 71 con vida”(1). La gente de Tippu Tip había aprovechado la ocasión para intercambiar, con la hambrienta retaguardia de Stanley, comida por armas y municiones. Para intentar mantener la disciplina, los oficiales blancos habían utilizado métodos cada vez más drásticos, en los que daban rienda suelta a sus más primitivos instintos. Por encima de cualquier otro, el mayor británico Barttelot era temido por su brutalidad, hasta que un nativo, cuya mujer Barttelot pretendía asesinar en un ataque de furia, le disparó. Barttelot había permitido, entre otras cosas, que uno de los “científicos” de la expedición, un tal Jameson, entregara una de las esclavas a un grupo de caníbales para poder hacer dibujos “al natural” de las escenas que prosiguieron. El mismo Stanley, curtido por su larga experiencia africana, escribió poco después que sus oficiales habían cometido actos “demasiado terribles para describir en toda su barbaridad - cosas que si fueran descritas harían que la sangre de un caballero ingles hirviera y que sus mejillas se colorearan de vergüenza”.

En estas circunstancias, Stanley no tenía demasiado que ofrecer a Emin. A pesar de ello, aún quería obtener su triunfo personal, es decir, si no podía ganar Ecuatoria para la colonia belga, al menos llevaría a Emin a Europa como trofeo. Pero ni éste ni sus soldados tenían intención de abandonar su cuartel para volver al continente. Se habían defendido con éxito contra los mahdistas e incluso les habían inferido graves pérdidas.Todos tenían familias, los oficiales auténticos harenes. Pero ante todo los soldados nativos, que habían conocido a los mahdistas como tratantes de esclavos, estaban dispuestos a luchar hasta el último hombre. Con el retorno de Stanley a Ecuatoria empezaron a correr los rumores que éste sólo venía a rescatar a Emin y a los oficiales turcos, y que los soldados negros y sus familias serían vendidos como esclavos. Se animaron revueltas y finalmente se levantó un auténtico motín que no dejó más opción a Emin que huir con sus salvadores. Con este episodio terminaron los servicios de Stanley con la colonia belga, aunque no las aspiraciones de ésta sobre Ecuatoria.

Cuando diez años después (1898) una expedición de la Force Publique se abrió camino desde el Congo hasta el Nilo a la altura de Wandelai, encontraron todavía restos de la tropa de Emin, que aún se defendían con eficiencia. Tras la retirada de esta expedición, Bélgica mandó una nueva cinco años más tarde, en otro intento de anexionarse Ecuatoria. Esta vez habían conseguido reclutar un ejército mucho mayor y planeaban avanzar hasta el mismo Khartoun. Esta ambición de poder había afectado también al comandante al mando de la vanguardia de la expedición, quien había prohibido a sus soldados la tradicional costumbre de llevar consigo a sus mujeres y, no contento con ello, obligaba a sus agotadas tropas a ejercicios militares nocturnos. Para reforzar su autoridad era generoso con el uso del chicote. Poco antes de alcanzar el Nilo, los soldados se amotinaron, le ataron a un árbol y lo torturaron hasta la muerte. Sólo unos pocos de sus oficiales consiguieron la huida hacia el grueso del ejército, con la confianza de encontrar en él refugio seguro. Al atacar también este contingente, los rebeldes provocaron la deserción de la mayoría de los soldados negros hacia sus filas. Animados por las continuas incorporaciones de nuevos desertores, los amotinados intentaron erigir un propio reino junto al lago Tanganica. Sólo años después, y tras múltiples y sangrientos enfrentamientos con la Force Publique, los rebeldes supervivientes se retirarían hacia el sureste, por entonces bajo el dominio alemán.

Este ejemplo ilustra el mayor problema de los blancos en África. Al contrario que los ingleses en la India, en África no se contaba con un ejército colonial disciplinado. Ya que en las nuevas colonias primaba la máxima de pocos medios para grandes y rápidos beneficios, los poderes coloniales utilizaron los mismos métodos que los tratantes de esclavos árabes, es decir, constituir sus contingentes bélicos con esclavos, quienes sólo tenían dos motivos para seguir sometidos a sus señores: el miedo y la codicia por un buen botín. A menudo, un solo blanco apoyado en un pequeño ejército dominaba un enorme territorio del cual debía extraer la mayor cantidad posible de marfil, caucho y hombres. En las incursiones militares, un puñado de oficiales blancos dirigía una tropa de más de 1.000 nativos, de cuya lengua apenas conocían las expresiones más esenciales. Bajo estas circunstancias, los blancos asumieron frecuentemente el papel de jefes de tribu o magos. Y ya que no tenían acceso ni posibilidad de comprender esta cultura ajena y, además, se encontraban aislados de la suya propia, a menudo perdían completamente el sentido de realidad. Secuestros de aldeas enteras, látigazos, ahorcamientos y ejecuciones de todo tipo, hambrunas entre los trabajadores..., todos ellos eran métodos habituales practicados en cada una de las colonias. Los enfermizos cerebros blancos llegaron, sin embargo, aún más lejos en la elección de los mecanismos para consolidar su poder. Por miedo a rebeliones, a menudo se entregaba a los mercenarios negros un sólo cartucho, que era repuesto únicamente cuando se podía comprobar que había sido usado. Para ello, se les exigía la presentación de la mano derecha del enemigo muerto. Pero ya que los soldados utilizaban también sus armas para la caza o a veces fallaban el tiro en el enfrentamiento con el enemigo, se aprovisionaban de manos procedentes de vivos. Así, la recepción de extremidades de mujeres y niños era normal y aceptada por los señores blancos. Un misionero americano relata este hecho en 1895: “Imagínense, ellos vuelven de un enfrentamiento con los rebeldes, y ustedes ven en la proa de sus canoas un montón de algo. Son las manos de dieciséis soldados enemigos muertos: soldados!, No han visto ahí también las manos de mujeres y niños? Yo sí las he visto”.

La Force Publique encontró sus mejores mercenarios entre las tribus caníbales, y también aquí presentaban los oficiales blancos una gran comprensión. El mismo William Hoffman, que se había curtido en ver atrocidades durante sus expediciones junto a Stanley y que había permanecido en el Congo al servicio de los belgas, dió noticia de las extremadas crueldades cometidas durante las rebeliones de mercenarios en Kasai. Vió como colgaban y torturaban a mujeres, y cómo éstas eran despedazadas vivas. Al requerirle a un oficial blanco que interviniera en la acción, éste le había contestado que no tenía ninguna orden “para inmiscuirse en los asuntos de los soldados”. Repetidas veces fué testigo de desmembramientos y cocciones de prisioneros por parte de los mercenarios caníbales: “era espantoso ver como cortaban y despiezaban un cuerpo como si fuera un beefsteak, y cómo lo cocinaban con avidez en sus fogatas”.

Naturalmente no todos los mercenarios blancos en África era simples carniceros. Para unos pocos se mezclaban también la pasión por la aventura y el interés por culturas ajenas, como por ejemplo Slatin, quien ya con 16 años había llegado al Sudán. Hablaba árabe fluidamente y a pesar de su largo cautiverio nunca mostró resentimiento contra sus carceleros. De la misma naturaleza era el aventurero británico Herbert Ward, que también proveniendo de familia burguesa se lanzó a una vida en el mar: vivió con los Maoris, trabajó como buscador de oro en Australia y para una empresa de comercio británica en Borneo. Se le contó también entre los primeros oficiales blancos que, junto a Stanley, formaron la colonia belga en el Congo. Otros, como el italiano Romolo Gessi en el Sudán o algunos oficiales belgas, se esforzaban realmente en acabar con el comercio de esclavos y con los tratantes, aunque todos estaban al mando de soldados y porteadores esclavizados. De Emin se sabe que la brutalidad y la violencia le resultaban repugnantes y que se preocupaba de mejorar las condiciones de vida de los nativos. A pesar de ello, escribe resignadamente en su diario: “mientras yo me ocupo en acabar con su comercio, mis propios sirvientes compran esclavos a su servicio”(4). Por ello, Emin era para Stanley, que sí se manejaba bien con el látigo, un extraño idealista. Incluso Hoffman le describe como “ un charlatán encantador, indeciso y vacilante”.

No obstante, para todos los blancos África era una oportunidad de salir de las rígidas estructuras europeas, de hacer carrera e incluso de hacerse con una cantidad considerable de riquezas en una dimensión impensable en Europa. Y para ello tenían muy poco tiempo ya que las probabilidades de muerte violenta, o bajo la fiebre o el alcohol, eran extremadamente altas. En la fase de fundación de la colonia del Congo, Stanley mismo se quejaba que todo el proyecto era nada más que una gran empresa de transporte de vino y cerveza. Todos tenían ganancias porcentuales en los beneficios sobre la venta del marfil y el caucho, y muchos ampliaban su patrimonio con los resultados de la venta de esclavos y de alcohol. Ahí destacaban los peores y más salvajes cabecillas, como el comandante belga de la estación de las Stanley-Falls, quien decoraba los parterres de su estación con cráneos y poseía un considerable harén de concubinas. O en el Sudán, Alfons de Malzac -un tratante francés de marfil y esclavos- de quien se contaba cómo había atado a un árbol, ya decorado con calaveras, a uno de sus esclavos y le había utilizado de diana, porque se había atrevido a interponerse en una pelea de Malzac con su concubina preferida.

A pesar de las enormes diferencias entre todos estos hombres, había en ellos algo en común: todos eran desarraigados que buscaban su fortuna como aventureros al servicio de otros señores. El primer gran grupo estaba formado, como ya hemos comentado, por veteranos napoleónicos, a quienes siguieron los oficiales de la Guerra de Secesión. Tanto en el Sudán como en el Congo se encontraban muchos alemanes e italianos cuyo número disminuyó al entrar ambos países en el grupo de los poderes coloniales. Suizos y escandinavos permanecieron bajo los dominios de Leopoldo de Bélgica. Otro grupo estaba conformado por los británicos, entre los que se encontraban muchos ex-marineros. Naturalmente en el Congo dominaban los belgas y, entre ellos, los flamencos, cuyas oportunidades de prosperar en casa eran igual a ninguna. También clarificador es el ejemplo de Emin, quien tras realizar sus estudios de medicina en Alemania, no le fué concedido el permiso para ejercer a causa de su origen judío. Un último ejemplo extremo es la biografía de Stanley, crecido en miserables circunstancias en un orfanato inglés. Después emigró a Estados Unidos, luchó en ambos bandos durante la guerra de la Secesión, y estaba dispuesto a pagar cualquier precio por una mejora de su estatus social.

Pero también Joseph Conrad era uno de estos hombres de cualquier parte y de ninguna. Como polaco sin patria, de apellido alemán, creció con la nacionalidad rusa, viajó en barcos con bandera inglesa hacia Asia, y finalmente ofreció sus servicios a Leopoldo de Bélgica. Así pues, era un experto conocedor de estos ex-oficiales, marineros y aventureros que buscaban oro en California o en Transvaal, vendían armas a los maoris en Nueva Zelanda, a los buren en Sudàfrica o a los rebeldes en Cuba, traficaban en Asia con culis chinos, y en África con esclavos y marfil. Gordon, el defensor de Khartoum, estaba en Asia al tiempo que Conrad, donde ya se había convertido en “Chinese-Gordon” rodeado de leyendas acerca de enormes botines, amasados en los saqueos de sus mercenarios en diversas ciudades chinas. También Ward y Barttelot habían servido en Asia antes de llegar al Congo. Conrad, pues, ya se había cruzado en los puertos asiáticos con toda esta masa de hombres que después reencontraría en el Congo. Cuando el narrador Marlowe en “Lord Jim” describe a la tripulación del “rufián de la costa australiana” Brown, nos remite no sin motivo a las tropas de los primeros tiempos de la Force Publique: “Brown's crowd transferred themselves without losing an instant, taking with them their firearms and a large supply of ammunition. They were sixteen in all: two runaway blue-jackets, a lanky deserter from a Yankee man-of-war, a couple of simple, blond Scandinavians, a mulatto of sorts, one bland Chinaman who cooked- and the rest of the nondescript spawn of the South Seas.”(5).A pesar que Conrad despreciaba a hombres del perfil de Brown, probablemente se había dado cuenta que las diferencias en el seno de estos grupos de aventureros apátridas eran mayores que la diferencia entre algunos de ellos y él mismo. Los límites eran difusos y a menudo entre el “todavía aceptable” y el “ya corrupto” sólo existía una fina barrera. Precisamente este cruce de fronteras y de límites, especialmente en situaciones extremas, es lo que ocupaba continuamente a Conrad. En 1890 visitó la tumba del Mayor Edmund Musgrave Barttelot, en el norte del Congo, el héroe del ejército inglés e hijo de un parlamentario que, un par de años antes -al frente de la retaguardia de Stanley- había perdido la razón tras reiteradas orgías de sadismo. Al contrario que Edmund Morel, Roger Casement, Mark Twain o Arthur Conan Doyle, que denunciaron las crueldades de la colonia del rey Leopoldo, Conrad se interesó por la psicología de los actores que provenían de su mismo ambiente social. Y por ello fué capaz de transmitir el horror más profunda y permanentemente que sus contemporáneos.

“Los Terribles”.

La fuerza visionaria de la novela de Conrad se hizo evidente en los años 60 del siglo XX, cuando durante los procesos de descolonización aparecieron de nuevo cruentas narraciones de las actividades de los mercenarios blancos en el Congo, descritos por un autor como “genios diabólicos sacados de una anacrónica y desagradable botella medieval”.

Tras la aparición de las primeras revueltas después de la declaración de indepencia del Congo, los belgas abandonaron rápidamente el territorio. Bajo su dominio, ninguna fuerza política nacional ni tampoco ningún movimiento de liberación organizado habían podido desarrollarse, quedando como alternativas de poder tan sólo el partido político dividido de Lumumba -designado primer ministro en situación de urgencia-, algunos potentados locales, y los soldados coloniales de la Force Publique. Mientras la Force Publique, renombrada ANC (Armée Nationale Congolaise) se sumía en motines y saqueos, los políticos en Leopoldville se peleaban por el poder, y en todo el territorio las tribus recuperaban sus tradicionales confrontaciones; la Unión Minera belga intentaba salvar sus prebendas más importantes. Éstas yacían en el rico subsuelo de la provincia de Katanga, al sur. Para ello, los belgas encontraron al socio adecuado en Moise Tschombe, quien pocos años antes había fundado un partido secesionista en Katanga.

Con la Union Minière cubriéndole las espaldas, Tschombe declaró, poco tiempo después de la independencia del Congo, la secesión de Katanga. Antes de su definitiva salida, los belgas desarmaron a las unidades de la ANC en Katanga y dejaron a Tschombe dinero, armamento y algunos instructores militares. No había nada más que hacer. Pero los desórdenes en el Congo y la secesión de Katanga invitaban a la ONU a una intervención. Ni los americanos, ni los rusos, y ni siquiera los nuevos estados africanos deseaban una alteración de las fronteras establecidas. Para todos estaba claro que el potencial éxito de la independencia de Katanga generaría numerosas guerras en todo África. Las tropas de la ONU, ensimismadas en sus propias querellas y ocupadas principalmente con las revueltas en Leopoldville, no preocupaban inicialmente a Tschombe. Por contra, le intranquilizaban bastante más los Baluba, quienes en el norte de Katanga se habían rebelado contra él con el apoyo de Lumumba. Para someter a los Baluba y consolidar su poder, Tschombe necesitaba mercenarios profesionales que, al contrario que los instructores dejados por los belgas, tomaran parte activa en la lucha.

Los primeros mercenarios llegaron de aquellos países en los que las actuales o recién terminadas guerras coloniales habían dejado veteranos en paro: Bélgica, Inglaterra, Sudáfrica, Rhodesia y la Algeria francesa. Su trabajo debían empezar con la instrucción de los llamados “gendarmes de Katanga”, reclutados entre las tribus sometidas a Tschombe. Era un pequeño ejército formado por algunos cientos de blancos y un par de miles de “gendarmes” que, en cualquier caso, estaba muy por encima de las espadas y machetes de los Balubas. Como en todas las guerras entre tribus en África, los enfrentamientos se caracterizaron por la extremada crueldad de ambos contendientes. Con sus tropas de choque, pequeñas, motorizadas y muy bien armadas, los mercenarios extendieron rápidamente el miedo y el terror entre sus enemigos, y los Balubas que no había sido masacrados o subyugados, huyeron a miles hacia el norte. Estas “acciones de liberación” acuñaron para los mercenarios el apodo de “Les Afreaux” (Los Terribles). La prensa internacional daba noticia de sus atrocidades, al tiempo que los protagonistas convertían esta prensa en su mejor arma, ya que a menudo su simple aparición provocaban el pánico entre sus enemigos.

Mientras Tschombe afianzaba de este modo su lenta pero efectiva expansión en el territorio, Lumumba reclamaba cada vez más vehementemente la intervención de las Naciones Unidas en contra de los secesionistas. Pero éstas no se animaban a participar militarmente y se limitaban a firmar resoluciones en las que se requería la retirada de los mercenarios extranjeros. Ya que el Congo sin Katanga no podía sobrevivir económicamente y la ONU no parecía ofrecer ningún apoyo efectivo, Lumumba se dirigió a los rusos. Con ello, consiguió atraer la atención de la CIA quien rápidamente encontró en el General de la ANC Mobutu el representante adecuado para sus intereses. Con el apoyo de los americanos, Mobutu inició un golpe militar y Lumumba, quien había buscado refugio en un cuartel de la ONU, fue enviado a Katanga bajo circunstancias nunca aclaradas. Allí, claro, los gendarmes de Tschombe se ocuparon aplicadamente de él. Tras la muerte de su principal enemigo, Tschombe estaba en el punto más álgido de su poder: en Bélgica y en Sudáfrica fueron reclutados nuevos mercenarios a los que se incorporaron pequeños grupos de paracaidistas de la Legión Extranjera, ya que precisamente entonces -y a causa del fallido golpe de estado en Argelia- su 1.Regimiento había sido disuelto. Se formaron nuevas unidades, otras fueros desmembradas; y unos pocos mercenarios fueron hechos prisioneros por las tropas de la ONU -que finalmente había decidido intervenir- y expulsados del país. En esta situación de cambios continuos había, sin embargo, entre los secesionistas tres formaciones que podían ser reconocidas: los belgas, bajo la dirección de Jean (“Black Jack”) Schramme, quien antes de la independencia había sido granjero en el Congo; los sudafricanos, con el irlandés Iren Michael (“Mad Mike”) Hoare al mando, quien había adquirido experiencia en lucha en la jungla como oficial colonial en Malasia; y el grupo de paracaidistas franceses dirigidos por Bob Denard, un veterano de las guerras de Indochina y Algeria. A ellos se les añadían algunos aviones pilotados por polacos y sudafricanos.

Los polacos eran exiliados que, tras la II Guerra Mundial en la que habían luchado para Inglaterra, no habían vuelto a Polonia, “vendida” secretamente por Churchill a Stanlin. Habían llegado al Congo agrupados bajo el liderazgo de un tal “Mister Brown” o “Kamikaze Brown”, quien algo más tenía en común con la figura de la novela Lord Jim de Conrad que el simple nombre. En realidad se llamaba Jean Zumbach y había nacido en Polonia de padre suizo y madre polaca. En la II Guerra Mundial había sido piloto y había huido, como tantos otros, a Inglaterra, donde voló para la Royal Air Force. Terminada la Guerra, fundó una compañia privada de transportes aéreos a la que se le sumaban los beneficios del contrabando de diamantes, medicamentos, relojes suizos y divisas. Cuando estos negocios dejaron de ser tan lucrativos, decidió asentarse en París, donde abrió una discoteca y se puso a echar barriga. Tras la declaración de secesión en Katanga, Brown “arregló” unos cuantos aviones para Tschombe con sus respectivos mecánicos y pilotos, entre los que se encontraba él mismo y algunos de sus antiguos camaradas.

Aunque quizás nunca hubo más de 500 mercenarios blancos al mismo tiempo en el Congo, estos pocos junto a los gendarmes de Katanga que habían instruido, no tenían nada que temer del gobierno central. Pero con el asesinato del “comunista” Lumumba, Tschombe había dado un paso en falso. Ya que los Estados Unidos apoyaban al prooccidental Mobutu, las tropas de la ONU cobraron finalmente ánimos para combatir contra Katanga. Los primeros enfrentamientos fueron una clara y ofensiva derrota para la ONU, mucho mejor equipada en hombres y armamentos que los rebeldes. Sobre todo los contingentes suecos e irlandeses no fueron enemigo a considerar para los ex-legionarios y los sudafricanos, bien entrenados en la sucia guerra de maleza. Los suecos recibieron pronto la fama de no atreverse a salir jamás de sus tanques, y una completa guarnición irlandesa de 184 hombres capituló ante un solo mercenario blanco acompañado de algunos gendarmes. “Los Terribles” coleccionaban cascos azules como trofeos y la ONU se ejercitaba de nuevo en la ineficacia. Esta situación cambió en diciembre de 1961, cuando la poderosa aviación de las Naciones Unidas arrasó en un ataque sorpresa a toda la fuerza aérea de Katanga. Y después, renunciando a la intervención de tropas de tierra europeas, echó mano de sus propios mercenarios. Los Gurkas indios asaltaron Elizabethville, capital de Katanga, y tras largas e inútiles negociaciones, tomaron en 1963 la ciudad minera de Kolwezi, último refugio de los secesionistas. A pesar que los mercenarios y los gendarmes mostraron extremada dureza en su resistencia, tuvieron que retirarse finalmente ante los profesionales y rutinarios ataques de los Gurkas. La mayoría ya había abandonado el barco que naufragaba, pero un núcleo duro de un centenar de mercenarios y un par de miles de gendarmes se retiraron bajo el mando de Schramme hacia Angola, entonces colonia portuguesa.

Las intervenciones de los mercenarios parecían acabarse aquí. Pero también la ONU estaba agotada. Sus operaciones en el Congo había costado billones, y habían demostrado públicamente las divisiones internas en la organización y su incapacidad para ofrecer una acción efectiva. Por su parte los americanos, a quienes les había tocado la parte del león, habían logrado su objetivo al instalar un gobierno por-occidental, al mando del presidente Kasavubu y del General Mobutu. Tchombe se exilió a España, parte de sus desacreditados gendarmes fueron absorbidos por la ANC y otros pasaron a ganarse la vida como bandidos en la jungla. Los mercenarios habían vuelto a Sudáfrica o a Europa, y otro grupo, comandado por Denard, se dirigió al Yemen, donde se ocuparon en apoyar a los monárquicos en sus enfrentamientos contra los republicanos y el ejército de intervención egipcio. Schrame, como hemos comentado, conspiraba en el norte de Angola a la espera de mejores tiempos junto a Tschombe, con algunos incondicionales y un millar de gendarmes de Katanga.

La reestablecida paz en el Congo no duró demasiado. La corrupción administrativa aumentaba, y los soldados de la ANC intentaban mejorar sus sueldos mediante latrocinios y extorsiones. El asesinado Lumumba se había convertido en un héroe nacional para la oposición. Pierre Muele, antiguo ministro en el gobierno de Lumumba, pedía apoyos en la Europa del Este y en China con cuya colaboración declaró, a principios de 1964, en el oeste del Congo, el levantamiento de los Simbas (leones). A pesar que los dirigentes de la rebelión se autoproclamaban revolucionarios socialistas, la magia y la superstición jugaron un papel fundamental en este movimiento. Los Simbas, protegidos por los amuletos de sus hechiceros que debían hacerlos impenetrabes a las balas enemigas, atacaban llenos de fe en su imbatibilidad: con tan sólo machetes y lanzas, se enfrentaban al ejército gubernamental, armado hasta los dientes por los americanos. Entre estas tropas también se extendían los más salvajes rumores sobre la fuerza “mágica” de los Simbas, con el resultado que la simple proximidad de los Simbas provocaba a menudo auténticas desbandadas. Por otra parte, muchas de las tribus detestaban al corrupto gobierno, de manera que los Simbas eran recibidos en gran parte del territorio como liberadores e incluso batallones enteros de la ANC se unían a ellos. En su rasante camino hacia el éxito, los Simbas sumieron en un auténtico baño de sangre a las tribus alineadas con el gobierno y a las clases dirigentes negras. Tampoco algunos blancos escaparon al sacrificio: misioneros, técnicos y latifundistas principalmente belgas, sucumbieron a la revolución. No obstante, la mayoría de ellos fueron hechos prisioneros y trasladados a Stanleyville y Paulis donde eran utilizados como rehenes en contra de los posibles ataques de los americanos y los belgas.

A causa de la participación de China, los Estados Unidos estaban dispuestos a ofrecer al gobierno de Kasabutu cualquier tipo de apoyo exceptuando soldados, dado que ellos mismos estaban cada vez más implicados en la Guerra de Vietnam. Sus posibilades se limitaban, pues, al envío de dinero y de aviones con sus correspondientes pilotos, la mayoría de los cuales eran cubanos exiliados entrenados por la CIA. A pesar de este refuerzo militar, el avance de los Simbas era imparable. Los soldados de Mobutu estaban completamente desmoralizados y se tenía por seguro que Tschombe desde Madrid iba a utilizar las revueltas en beneficio propio para intentar declarar de nuevo la independencia de Katanga. En el intento de evitar una guerra en dos frentes, el presidente Kasavubu, el general Mobutu y los expertos americanos elaboraron una estrategia especialmente elegante: traer a Tschombe desde el exilio y entregarle el gobierno de todo el Congo. Tschombe fue en ese momento el hombre adecuado en el lugar adecuado. Llamó a sus fieles gendarmes a las armas y utilizó sus viejos contactos y el dinero de la CIA para recuperar la ayuda de los mercenarios blancos.

El primero en responder a la oferta fué Schramme, quien, con sus veteranos y un nuevo ejército de 8.000 gendarmes, cruzó la frontera de Angola; Denard, quien no podía abandonar tan rápidamente el Yemen, le siguió poco después. Pero la mayor parte de los reclutas fueron enrolados bajo la dirección de Hoare en Sudáfrica. Ya que la CIA era un socio solvente y las acciones heroicas de “los Terribles” habían adquirido un valor glorioso en determinados círculos, no había escasez de voluntarios. De cualquier forma entre ellos quedaban pocos veteranos de Katanga así que, para dotar con rapidez a su 5.Batallón del efectivo previsto, Hoare tomaba todo lo que su agente en Salisbury y Johannesburgo le mandaba, incluidos vagos y fracasados. La prensa los definía como “camareros griegos y pinches de cocina de diversa procedencia, que querían dirigir la guerra” y de “escoria de los bares de Johannesburgo”(7). Incluso Hoare, como antiguo oficial colonial británico, se quejaba del alarmante bajo nivel de estas tropas y del gran porcentaje de “alcohólicos, drogadictos, homosexuales y fumadores de hachís”.

A pesar de la dudosa mezcla de reclutas y de su inexperiencia, la entrada en acción de los mercenarios fué un éxito clamoroso. La liberación de los rehenes blancos en Stanleyville y Paulis fué llevada a cabo por los paracaidistas regulares belgas, pero la reocupación del inmenso territorio y la derrota de un ejército integrado por miles de rebeldes, fué obra exclusiva de un par de cientos de mercenarios. Su táctica se basaba esencialmente en la velocidad y en la efectividad de sus armas. Con sus Jeeps, los mercenarios irrupían en estaciones y en poblaciones enemigas y, frente a poquísima resistencia, abrían fuego indiscriminado con sus ametralladoras de gran calibre y sus armas automáticas. A menudo, los Simbas eran tomados por sorpresa y ante la voz de alarma de combate, huían despavoridos. Estos éxitos fueron sólo posibles, claro está, por dos condicionantes: porque los Simbas no entendían de guerras modernas, y porque estaban insufucientemente armados. Al principio, era frecuente que un pequeño grupo de mercanarios blancos con sus ametralladoras masacrara a cientos de Simbas, aún convencidos de su invulnerabilidad y que atacaban en territorio abierto armados tan sólo con lanzas. Y aún cuando los Simbas consiguieron dotarse de armamento más moderno, disparaban a veces con los ojos cerrados al creer que el simple ruido y su magia aniquilarían al enemigo. Cuando China y algunos estados africanos empezaron a intensificar su apoyo a los rebeldes, distribuyendo armas e instruyendo a los cuadros militares, era ya demasiado tarde. La superstición, que había sido el arma más poderoso de los Simbas, iba a llevarlos a la propia derrota. Los mercenarios se habían convertido ya en los “gigantes blancos”, guerreros mágicos e invencibles, y ni la artillería y las granadas chinas fueron utilizadas con demasiado convencimiento. Tan pronto como los tambores anunciaban la llegada de los “gigantes blancos”, los Simbas se dispersaban a pesar de su demostrado valor ante la muerte.

Aún así, la reconquista del este del Congo no fué ningún paseo. Emboscadas y a veces severos enfrentamientos en la toma de algunas estaciones provocaban también la pérdida de algunos mercenarios, bajas que a pesar de su nimiedad mermaban considerablemente el ya escaso número de mercenarios en acción.

En octubre de 1965 la rebelión de los Simbas estaba sofocada y los “gigantes blancos” eran celebrados en el mundo occidental como auténticos héroes. Por fin, y tras todos los desmoralizantes fracasos de la descolonización, la supremacía del hombre blanco quedaba de nuevo demostrada. Periodistas europeos y americanos viajaban por el Congo y relataban a la audiencia la liberación de monjas y misioneros y la restauración de la ley y el orden. Pero junto a la propaganda, la opinión pública también supo de otras historias, cuya lectura hacía estremecer a cualquier civilizado lector en Europa evidenciando tan sólo que los mercenarios seguían ejerciendo sus métodos tradicionales. Así, aparecieron en primer lugar las historias sobre torturas y ejecuciones. Claro está que los trabajos más sucios eran encargados a los subordinados, pero entre los mercenarios blancos se contaban algunos asesinos apasionados. Un sudafricano fué sorprendido en su sórdido negocio, en el que cocía cabezas de africanos para vender sus cráneos -naturalmente con el agujero de la bala- a los pilotos y periodistas americanos, que consideraban el objeto como un adecuado souvenir de su estancia en el Congo. Algunos mercenarios los utilizaban también como decoración para sus Jeeps o como floreros. Pero por encima de todo, los mercenarios se entregaban a su actividad preferida desde tiempos inmemoriables: el saqueo. Aún a pesar que los hombres recibían un buen sueldo, el incentivo mayor seguían siendo los botines. Tan pronto como se “liberaba” una ciudad, los Jeeps del 5.Batallón aceleraban el paso primero hacia los bancos y después hacia las villas de los colonos y de los africanos acomodados, que eran “limpiadas” con esmero. Las cajas fuertes volaban al impacto de bazookas y dinamita, cuyas explosiones se dejaron oir en Stanleyville durante varios días. De uno de los suboficiales se cuenta cómo fletó un avión lleno de neveras, cámaras, muebles e incluso coches hacia Stanleyville para venderlos a los comerciantes indios. Y los oficiales o bien tomaban parte en todo ello, o miraban hacia otro lado, intentando no poner en peligro la moral de sus hombres.

Los problemas empezaron cuando Mobutu relevó de su cargo a Tschombe quien a sus ojos ya había cumplido su función. Tschombé volvió a su exilio madrileño y, días después, Mobutu tomó el poder mediante un golpe de estado. Poco más tarde, Hoare recibió su carta de despido ya que a pesar que Mobutu no quería renunciar a los mercenarios, debía mantenerlos fuera del control de Tschombe, y Hoare se contaba precisamente entre uno de sus más fieles colaboradores. El despido no era difícil, ya que por norma los mercenarios firmaban un contrato de seis meses y solía haber un continuo ir y venir de nuevos rostros. Los sudafricanos del 5.Batallón fueron reemplazados por españoles e italianos, mientras los batallones francoparlantes 6. y 10. eran mantenidos bajo el mando de Denard y Schramme respectivamente.

Tras el fin de la guerra la mayoría de los mercenarios se acuartelaron en sus guarniciones para llevar una vida relativamente tranquila, bebiéndose el sueldo y divirtiéndose con sus sirvientes africanas. Pero las conspiraciones no tenían fin. Denard visitaba secretamente a Tschombé en Madrid mientras Schramme erigía una base fuerte en el Congo central. Por otro lado, en julio de 1966, se produjo el motín de una unidad de gendarmes de Katanga a quienes se les habían añadido unos cuantos mercenarios blancos. Mientras el resto de las unidades se mantenía a la espera de los acontecimientos, los amotinados se entregaron a Schramme quien les había prometido la amnistía. Aunque Mobutu aseguró pretenciosamente “qué significan 1.000 extranjeros voluntarios en un ejército de 31.500 soldados?”, el motín había desatado el pánico entre las tropas y demostrado al mundo lo peligrosos que eran los mercenarios. Para desanimar nuevos levantamientos, Mobutu intentó deshacerse, uno tras otro, de los “voluntarios extranjeros”. Primero fué disuelto el 5.Batallón y luego reducido el grueso de las demás unidades. Entonces, Denard recibió la orden oficial de marchar contra Schramme y desarmar a su unidad, pero, como auténticos “Condottieri”, ambos mercenarios establecieron una alianza para llevar adelante un gran golpe. Juntos planearon la ocupación de Stanleyville y otras ciudades en el este del Congo para después avanzar hacia Katanga. Allí esperarían a Tschombe que debía volar desde Madrid para reunirse con ellos y marcharían con un gran ejército de gendarmes hacia la ocupación de todo el Congo y la reinstauración de su hegemonía. Pero a la CIA, que mantenía bajo su manto protector a Mobutu, ya le habían llegado voces del plan: en un vuelo entre Ibiza y Mallorca, Tschombe fué secuestrado por su guardaespaldas (un mercenario francés) y llevado a Algeria, donde ingresó en prisión. Sin en amparo de su escudo político, los mercenarios se quedaron en un primer momento desconcertados, pero el ambiente estaba tan enrarecido que decidieron no posponer más el golpe.

El 5 de Julio, el 10. Batallón atacó los cuarteles de la ANC en Stanleyville (entonces renombrada como Kisangani) disparando a todo lo que se movía. Las tropas de la ANC se dispersaron en pánico. Sin embargo, en otros lugares los mercenarios sufrieron graves derrotas. Denard, malherido, buscó refugio junto a otros lesionados en Rhodesia. Schramme se acuarteló en Kisangani esperando la incorporación de nuevas unidades dirigidas por otros blancos con los que, finalmente, consiguió reunir un contingente de unos 150 mercenarios blancos y unos mega_shok.gif0 gendarmes de Katanga. Pero pronto se vieron bajo el asedio de la aviación de Mobutu y sus paracaidistas instruidos por los israelies. Además, los Estados Unidos habían emplazado unos cuantos aviones de manera que Mobutu pudiera movilizar rápidamente a sus reservistas. Ante el empeoramiento de la situación, los mercenarios se dieron a la fuga escabulléndose entre las líneas enemigas y ocultándose durante varias semanas entre la maleza, para aparecer repentinamente en el lago Kiwu donde tomaron la rica ciudad fronteriza de Bukavu.

Aún en esa situación comprometida, Schramme no estaba dispuesto a la rendición, exigía la dimisión de Mobutu y proponía un gobierno alternativo dirigido por un katangues desconocido. Mientras tanto, Denard reunía nuevas fuerzas en el norte de Angola para entrar de nuevo en el Congo desde el sur. Los veteranos de Schramme respondían a todos los ataques de los paracaidistas de Mobutu y, después que un ex-legionario derribara tres aviones enemigos, incluso la aviación de Mobutu se negó a realizar nuevas intervenciones. En el transcurso de estos enfrentamientos, las reservas de munición de Schrame estaban agotándose y todas las esperanzas se dirigieron a la llegada de Denard quien con poca fortuna caía con sus tropas en una emboscada. En estas circunstancias, Schrame tuvo de abandonar la resistencia y retirarse, con apenas 130 mercenarios blancos, mega_shok.gif0 gendarmes de Katanga y 1.500 mujeres y niños, hacia Ruanda, donde fueron internados.

Pocos años después, los “gigantes blancos” encontraron su fin en Biafra, donde se enfrentaron a un ejército africano bien instruido y equipado, y nada impresionado por la fama de “los Terribles”. Algunos de ellos murieron allí, la mayoría volvió lo más rápido posible a casa, y sólo dos terminaron su contrato de seis meses. Después de Biafra, la intervención de los mercenarios blancos se limitó a la instrucción de fuerzas especiales y a la aviación. Como ejército de combate fueron sustituidos por africanos. En relación a esto último, es interesante lanzar una última mirada a los gendarmes de Katanga, que recogieron entonces la tradición del mercenario emigrante en África. Esta tradición, iniciada por los veteranos napoleónicos y los oficiales de la Guerra de la Secesión, mantenida por los polacos apátridas, los ex-legionarios y los cubanos exiliados, pareció haber encontrado su final con estos hombres de Katanga durante las turbulencias de la guerra civil angoleña. Sin embargo, y contra toda previsión, unos 8.000 de ellos reaparecieron de nuevo 30 años más tarde, en 1996, como apoyo a Kabila en el Congo occidental. El más joven de ellos tenía 55 años, 4.000 eran generales, 2.000 coroneles y el resto, mayores. Con su primera intervención junto a Kabila consiguieron un triste récord ya que nunca en la historia de mundo habían caído tantos generales en una sola batalla.

La banalidad del mal.

Es evidente que los mercenarios blancos de los años 60 en el Congo sufrieron el mismo proceso de barbarización y embrutecimiento que sus predecesores a quienes Conrad había descrito. Pero buscar a Kurtz entre ellos es una tarea vana. Sus autobiografías están llenas de fanfarronadas, excusas vanidadosas y humor primitivo. Especialmente destacable aquí es Siegfried Müller, antiguo “Oberleutnant” de la Wehrmacht alemana. Al llegar tarde para incorporarse a la lucha por Katanga, se había establecido en Sudáfrica como manager de un hotel. Allí esperaba posibles misiones y cuidaba los contactos con algunos compatriotas correligionarios más jovenes. Cuando finalmente fueron requeridos nuevos mercenarios se dijeron a sí mismos: “haremos una caza de cazadores -una- una caza de negros o algo así -haremos una quijotada - ningún peligro, todo okay”, como contaba el mismo Müller en una entrevista. Pero el veterano del frente ruso Müller no ofreció servicios suficientemente convincentes, por lo que fue rápidamente relevado del mando. A pesar de ello alcanzó cierta fama bajo el apodo de “Congo-Müller”, fama que se debía sobre todo a las imaginaciones de algunos perodistas que suponían detrás de cada mercenario a un ex-nazi. Para ellos, Congo Müller, que lucía con ostentación su Cruz de Hierro, era la encarnación perfecta de este prototipo. Entre sus compañeros en el Congo, sin embargo, era más que nada motivo de burla: contaban que incluso por las noches se prendía la Cruz de Hierro en el pijama. Pero la popularidad de Müller no es debida a sus hazañas en África sino a una entrevista realizada por la televisión de la ex-RDA: creyendo que se encontraba ante periodistas occidentales comprensivos, contaba borracho y entre risas, sus masacres en el Congo, y se declaraba dispuesto a ofrecer su “know-how” al servicio de la liberación de la RDA o incluso a formar parte de una “Legión Vietnam”. Esta entrevista, bajo el título “El hombre sonriente - confesiones de un asesino”, fué televisada en 1966 y en Alemania del oeste fué considerada una mera operación de propaganda hasta que la difusión de nuevas noticias sobre el papel de los mercenarios en el Congo aclaró su veracidad.

De una calidad semejante son las memorias de Jean Zumbach, quien se queja amargamente de los cheques sin fondo de Tschombe aún reconociendo sus profusas ganancias por las provisiones conseguidas de los traficantes de armas. Para Zumbach, la mala comida y las duchas estropeadas de los hoteles africanos son los acontecimientos más dignos de destacar de su estancia en el Congo, frente a las fechorías que él y sus camaradas causaron. A sus ojos, todo fué un gran divertimento en el que se trataba, sobre todo, de engañarse los unos a los otros. En todos estos libros, entrevistas y artículos de periódico uno se topa con las mismas banalidades. No hay rastro de un Kurtz que se atormenta con el “horror” y lucha por su alma. Hombres risueños cuentan de sus hazañas heroicas y de sus invasiones. Así, el lector experimenta lo mismo que Hanah Arendt, cuando desde Jerusalen narraba el proceso contra Eichmann: ella hubiera deseado encontrar un “Iago, Macbeth o Ricardo III” , y se vió de pronto confrontada ante la “banalidad del mal”.

Este perspicaz punto de vista de Arendt era algo nuevo; la realidad que se escondía detrás no. En los múltiples textos justificativos de los participantes en la expedición del Pascha Emin, se pueden encontrar el mismo heroísmo primitivo, la misma vanidad e ignorancia. Durante la travesía de la jungla en Ituri, los porteadores morían como moscas. Sin embargo, Stanley parecía mostrar más compasión para con su perro “Randy” que para con los porteadores que, tras no responder a los latigazos, quedaban abandonados a su suerte en los bordes de los caminos. Y cuando sus oficiales se quejan por escrito que eran tratados como arrieros de esclavos, lo hacen tan sólo porque consideraban este trabajo muy por debajo de su cualificación.

Conrad describió con precisión a estos hombres cuando escribe en “Eldorado Exploring Expedition: “Their talk, however, was the talk of sordid buccaneers: it was reckless without hardihood, greedy without audacity, and cruel without courage; there was not an atom of foresight or of serious intention in the whole batch of them, and they did not seem aware these things are wanted for the work of the world. To tear treasure out of the bowels of the land was their desire, with no more moral purpose at the back of it than there is in burglars breaking into a safe”. A pesar de ello queda la pregunta abierta de cómo Conrad consiguió, a partir de este material “humano” tan insulso, construir un monstruo dramático como Kurtz, quien debiera representar a un prototipo de estos “buscafortuna” blancos desarraigados que recorrían Áfica en el s.XIX. Un texto histórico como éste no puede permitirse esgrimir una respuesta, que quizás pudiera encontrarse en su biografía. Probablemente el horror del que Conrad nos habla tenía su origen en el propio espanto de verse enfrentado a una desaforada realidad de la que él mismo tomaba parte. O quizás, como hijo de su tiempo, no estaba en disposición de aceptar la terrible banalidad del mal en toda su dimensión.


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Die Geschichte der Söldner und Abenteurer







El fantasma del Blog
¿Navidades sin brillantes?

Los joyeros de Amberes gastan millones de dólares en publicidad para luchar contra la película de Di Caprio sobre tráfico de diamantes

ANA CARBAJOSA - Amberes

EL PAÍS - Internacional - 18-12-2006

Las alarmas se han disparado en la multimillonaria industria del diamante. La película Diamantes sangrientos, que explica cómo el contrabando de piedras preciosas ha financiado los más brutales conflictos africanos, ha puesto en jaque a los comerciantes de un lado y otro del océano, conscientes de que esta nueva entrega de Hollywood les puede hacer mucho daño. En Amberes, la ciudad belga por la que pasa el mega_shok.gif% de los diamantes brutos que se venden en el planeta, los comerciantes trabajan a destajo para minimizar las pérdidas en una industria que representa el 8% de las exportaciones de Bélgica.

En la película, Leonardo Di Caprio y el resto del reparto cuentan cómo el contrabando de diamantes financió la guerra de Sierra Leona, en la que murieron entre 50.000 y 70.000 personas y otras 35.000 sufrieron amputaciones. Los comerciantes sostienen que eso es agua pasada y que desde 2002, el llamado proceso Kimberley auspiciado por la ONU, ha contribuido enormemente a reducir el mercado de diamantes sangrientos. Las ONG que supervisan el comercio mundial de diamantes no piensan lo mismo.

En una de las cuatro bolsas de diamantes de Amberes, el trasiego de hombres, maletín en ristre, algunos de ellos esposados a la muñeca, es continuo. Indios, libaneses, africanos y miembros de la extensa comunidad judía entran y salen del flamante edificio en el que los importadores se encuentran con sus compradores para sellar acuerdos. El parqué se alza en el corazón del llamado barrio de los diamantes de esta ciudad flamenca, donde 30.000 personas se benefician directa o indirectamente del sector y que desde hace siglos alberga una gran comunidad judía.

Hileras de joyerías decoran las calles de este barrio, en el que se ve a muchos hombres vestidos de negro, con sendos tirabuzones que asoman entre sus sombreros. Junto a los judíos ultraortodoxos están los indios, que han entrado con fuerza en el mercado. Relucientes relojes, pulseras, anillos, camafeos, pendientes, adornan los escaparates a pie de calle, engalanados con guirnaldas navideñas. Y para los amantes de los centros comerciales, uno dedicado exclusivamente a los diamantes, con cafetería kosher incluida.

Allí se encuentra también el cuartel general del Consejo Mundial de Diamantes, la asociación de comerciantes. Se quejan de que la productora de Diamantes sangrientos haya elegido la Navidad, una de las épocas en las que más joyas se venden, para el estreno de la película en Estados Unidos. La película llegará a Europa en enero, poco antes de San Valentín. "Nos molesta mucho que hayan elegido estas fechas", dice Philip Claes, portavoz del Consejo. Contrarrestar los efectos de la película les está costando "algunos millones de dólares", tanto en Europa como en EE UU, donde se vende el 50% de los diamantes del mundo.

La asociación batalló hasta el final para que en los títulos de crédito de la cinta apareciera su versión. Fracasado el intento, De Beers, la principal compañía del sector y el resto han optado por lavar su imagen a toda página y en forma de publicidad en los principales diarios estadounidenses. En las tiendas, reparten folletos en los que destacan su trabajo de los últimos cuatro años para erradicar los diamantes sangrientos.

Los comerciantes sostienen que la película está ambientada a finales de la década de los noventa y que, desde entonces, la situación ha cambiado radicalmente. "No vamos a negar algunas de las atrocidades que muestra la película, y que los diamantes tuvieron un papel, pero hoy, los diamantes sangrientos que se venden en el mundo no supera el 1%. Esto demuestra que el proceso Kimberley funciona", agrega la misma fuente.

Este mecanismo de certificación, puesto en marcha en 2002 y del que participan de forma voluntaria 71 países, está lejos de alcanzar la perfección. Los gobiernos que se adhieren al proceso se comprometen a verificar que los diamantes brutos que salen de sus países no proceden de zonas en conflicto y que el beneficio de su venta sirve para financiar grupos rebeldes. Los diamantes sangrientos han financiado guerras que han acabado con la vida de millones de personas en Angola, Sierra Leona, Liberia y República Democrática de Congo.

Esas mismas autoridades emiten un certificado que acompañará al diamante durante su camino hasta Europa, y después a Asia, donde la mayoría de ellos son procesados antes de volar después hasta Estados Unidos o de vuelta a alguna joyería europea, una vez pulidos y ensartados. La ruta comienza en África, de donde procede el 70% de los diamantes. La población local apenas se beneficia de los beneficios de unas ventas que controlan en gran parte compañías extranjeras. Según los datos de algunas ONG, un millón de africanos que trabajan en el sector viven con menos de un dólar al día.

El mayor problema lo presentan los diamantes procedentes de África, donde son conocidos los casos en los que se ha burlado el sistema de certificación. Por ejemplo, en Ghana se ha duplicado las exportaciones de diamantes, alcanzando una cantidad inconcebible teniendo en cuenta la capacidad de producción de sus minas. Una misión de expertos internacional comprobó que se trataba de diamantes de contrabando procedente de Costa de Marfil, un país inmerso en un conflicto civil y donde los grupos rebeldes controlan la extracción de las piedras preciosas.

"Es cierto que ha habido progresos, pero no los suficientes como para garantizar que no habrá más diamantes sangrientos. La industria no está haciendo lo suficiente", opina Anie Dunnebacke, de la ONG Global Witness, que impulsó el proceso Kimberley y que ahora permanece como observadora. En esa ONG están encantados con el lanzamiento "de una película de Hollywood dirigida al público en general": Los mismos potenciales consumidores que estas Navidades recibirán un folleto explicativo cuando compren un diamante. Dunnebacke se pregunta, sin embargo, hasta qué punto todo esto le importa al consumidor.


El fantasma del Blog
Globalidad y universalidad.

Maritza Neris, Evelyn Lobo y Mercedes Anato
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En la actualidad y más aceleradamente en los últimos diez años, la idea de la unificación hoy llamada globalidad, domina el escenario mundial. La regionalización reflejada a través de la presencia de las nuevas mega economías es un hecho contrario a la globalización; las economías exitosas con tendencia al crecimiento tienen como factor común la asimilación al proceso integracionista, la estabilidad del triángulo sabatiano, la capacidad de adaptación a los cambios respaldados por el conocimiento -la cultura del "saber hacer" debe asimilarse en la base del proceso de formación de la sociedad- y los recursos humanos calificados, son decisivos y excluyentes.

Son muy pocos los países emergentes que cuentan con las condiciones estratégicas y de recursos como para lograr activar su desarrollo y mantener un crecimiento sostenido por si solos, aislado del resto del mundo. La mayoría depende de sus relaciones con las economías industrializadas para lograr esta premisa. Sin embargo, las relaciones internacionales por si solas no son suficientes para lograr un desarrollo económico y social armónico, al ser conscientes de los arreglos institucionales que debe acordar el país receptor para asegurar la rentabilidad de la inversión extranjera.

Se hace necesario, entonces, cubrir ciertas condiciones que no dejen a la suerte el aprovechamiento de los recursos recibidos:

1.La voluntad y el compromiso del Estado para asimilar y lograr el cambio,
2.Llevar los esquemas de integración económica regional a planos reales de manera que la figura fortalezca la firma de acuerdos favorables a ambas partes,
3.El desarrollo inmediato de la capacidad de adaptación y proliferación de la tecnología, y desarrollo de la capacidad de canalizarla hacia sectores productivos y competitivos, a fin de conformar un mercado atractivo para las inversiones
4.Aplicar políticas que conduzcan a mantener un esquema de equilibrio macroeconómico, ampliación de los mercados, mejor asignación de recursos, aumento de la competencia.

Si la inversión extranjera directa ha aumentado en 38% entre 1985-1994 y la misma ha sido canalizada básicamente a 8 países que cuentan con políticas de apertura, (Banco Mundial, 1996) entonces en la medida que no se logre el acoplamiento de nuestras naciones la brecha será cada vez mayor. Los procesos integradores no son de creación espontánea, es un proceso mundial y el poder de negociación a nivel de país ha perdido importancia. Las naciones en que los resultados de la integración ha sido más favorable registran crecimiento sostenido como respuesta al libre comercio y al incremento de la inversión extranjera.

El crecimiento de la inversión en los mercados emergentes ha sido consecuencia de las bajas tasas de interés de los países industrializados pero esta situación comienza a variar con el incremento de los indicadores a corto plazo y el proyectado mantenimiento de la tendencia en el año 97, situación que se repite tanto en Estados Unidos, Europa como Japón. El reto para América Latina es producir y diversificar su producción, promover industrias en sectores en los cuales los países desarrollados sean débiles o en mercados donde existan posibilidades reales de penetrar y mantenerse, incrementando el valor agregado nacional, con alto nivel de calidad; consolidar las iniciativas de integración que traigan consigo la creación de nuevos espacios para el comercio, de manera que signifique un atractivo para las inversiones industriales directas concentradas en sectores productivos más estables, a diferencia del esquema de inversión que se observa en la actualidad: entrada de capitales cortoplacistas, dado por las reformas en los mercados financieros y de capitales. Los flujos de capital que llegaron a los países en vías de desarrollo en 1996 pueden disminuir en los próximos dos o tres años. Según el "Informe de Perspectivas Económicas Mundiales" del FMI los países en vías de desarrollo atrajeron 200.000 millones de dólares de capital privado en 1996, de donde América Latina recibió 77.700 millones.

El mundo de hoy esta globalizado como el 1900 estaba dominado por el imperialismo, la evolución de las sociedades permiten la rectificación o la reafirmaci6n, así como Maastricht es símbolo de neoliberalismo en Europa, las presiones sociales no escapan de su realidad y así como en los países industrializados, en el caso Latinoamericano el experimento neoliberal deja un sabor no menos amargo en el campo social y político, así como una perspectiva incierta.

Conscientes de las teorías que sustentan las políticas de apertura, éstas han tenido un alto costo social, no sólo en la región latinoamericana donde las cifras revelan crecimiento de la exportaciones a la par de la disminución del consumo interno, incremento del Producto Interno Bruto en paralelo a la disminución del nivel de vida de la población. En este particular el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) admite la inestabilidad y volatilidad de las economías y sus consecuencias en el crecimiento productivo (BID, 1995). De la misma forma las manifestaciones sociales en países desarrollados quebrantan la histórica imagen de estabilidad que han demostrado a la fecha, cabe citar las manifestaciones de los trabajadores franceses en Diciembre de 1996 o los trabajadores coreanos en la misma fecha presionando por no consentir el quebranto de sus derechos sociales y laborales conquistados en los últimos cincuenta años. En países como España, Italia, Francia e Inglaterra para mantener la estabilidad de sus monedas han tenido que hacer fuertes concesiones reflejadas en el nivel de vida de su población.

Lograr un escenario donde se combinen los valores y fortalezas de cada país de acuerdo a sus capacidades. Si bien es cierto el problema es complejo y no parece haber soluciones categóricas, la posición media entre apertura a ultranza y el respeto a la propia velocidad de crecimiento real sobre la base de equilibrio entre ambos sistemas pareciera dejar en claro la vía de acercamiento entre los objetivos de las naciones.

Actualmente, las reglas del mercado global prevalecen sobre las concepciones y conductas basadas en el sistema estado céntrico, conduciendo a una sociedad en la cual los gobiernos tendrán un papel mas reducido y prevalecerá otra ética y racionalidad. El proceso del pensamiento creador en cualquier campo del esfuerzo humano suele comenzar con lo que podríamos llamar -una visión racional-, que constituye el resultado de considerables estudios previos, pensamiento reflexivo y observación. "La máquina económica debe servir al hombre, en lugar de ser él quien esté a su servicio" (Erick Fromm).

América Latina y el Caribe deben asumir su propia realidad y sin dar la espalda a los procesos de transformación que vive la humanidad en los ordenes tecnologico, económico, financiero, político y cultural, no proyectar o extrapolar los sistemas irradiados por los países desarrollados como medio para definir su propio proyecto. El discurso neoliberal es cuestionado en la Unión Europea y Estados Unidos, ante las situaciones que esos países enfrentan. Hoy en día como en la historia se ha creído -frente a periodos de inflexión y crisis como el actual haber alcanzado situaciones límites que fijaban para siempre la legitimidad de un modelo vigente (Moneta, 1993), el supuesto del triunfo definitivo de la democracia y la economía liberal como último escalón de la evolución ideológica del pensamiento y las instituciones políticas , es el desconocimiento de los ciclos de vida de las instituciones reflejados como crecimiento, auge y deterioro y la negación de las realidades que ha presentado la historia.

Katharina Von Strauger
29 expertos de siete países europeos ayudan a identificar a 19.000 inmigrantes en Canarias


TOMÁS BÁRBULO - Madrid

EL PAÍS - España -

18-12-2006

La asistencia de 29 expertos de siete países europeos permitió a los agentes del Cuerpo Nacional de Policía destinados en Canarias identificar a los 19.000 inmigrantes llegados en cayucos al archipiélago entre los meses de junio y noviembre, según fuentes policiales. La llegada de los expertos se produjo en el marco de la operación Hera I, diseñada por la agencia europea de fronteras Frontex, que contó con un presupuesto de 370.000 euros.

Desde enero hasta mayo, mes en el que el Gobierno solicitó la cooperación de la Unión Europea (UE) para enfrentar la avalancha de inmigrantes en Canarias, llegaron al archipiélago 9.400 africanos. Y desde junio hasta septiembre, período que duró la colaboración de Frontex, arribaron el doble: 19.000. Esto da una idea de la magnitud del trabajo al que se enfrentaron los 29 agentes procedentes de Portugal, Francia, Italia, Alemania, Reino Unido, Países Bajos y Noruega.

Las misiones que desempeñaron los agentes europeos estuvieron siempre relacionadas con la identificación de los inmigrantes, de los lugares desde los que partieron y de las rutas que siguieron. Además, debían tratar de obtener informaciones susceptibles de ser convertidas en "inteligencia operativa". Los objetivos eran devolver a los inmigrantes a sus países de origen o de tránsito, luchar contra las redes de tráfico de personas y obtener información sobre la evolución de las migraciones en África occidental.
Fuentes policiales españolas consideran "elevadísimo" el grado de consecución de esos objetivos. De hecho, aseguran que han sido identificados el 100% de los inmigrantes llegados a Canarias entre junio y septiembre y que se han podido determinar, "con absoluta certeza", en más del 98% de los casos, los lugares de partida y las rutas seguidas hasta Canarias.

Pero lo que tal vez más valoran los mandos policiales españoles es el conocimiento constantemente actualizado de todo lo relativo al mundo de la inmigración clandestina en los países de origen. "Han sido identificados gran número de traficantes, lugares de salida, de abastecimiento, de concentración, de captación, rutas interiores..." que han servido de soporte para el despliegue de aviones helicópteros y fragatas de la UE en la operación Hera II, también diseñada por Frontex.

En total, Hera I ha permitido la ejecución de 4.864 repatriaciones a Senegal, 1.018 a Marruecos, 303 a Mauritania, 284 a Malí, 110 a Guinea Bissau y 15 a Nigeria. Y ha generado sinergias operativas, economías de escala e intercambios de información impensables hasta entonces. Un responsable policial lo resume así: "Hemos enviado el mensaje de una Europa común a la hora de enfrentar el problema migratorio en Canarias".


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Desaparecen unos 100 'sin papeles' que navegaban de Senegal a Canarias

25 supervivientes afirman que sus compañeros murieron ahogados, de hambre y de sed

AGENCIAS - Madrid

EL PAÍS - España -

18-12-2006
Los pescadores que los encontraron sólo pudieron rescatar a 25 de los alrededor de 125 inmigrantes que naufragaron cerca de la ciudad senegalesa de Saint-Louis y que intentaban llegar de forma clandestina a las islas Canarias. La mayoría, según relataron los supervivientes, murieron ahogados. Los demás, de hambre y de sed. Durante la travesía, la barca volcó dos veces. Los supervivientes han sido ingresados en el hospital de Saint-Louis y se encuentran estables. Éste era su segundo intento de llegar a Canarias, después de que el pasado 3 de diciembre regresaran por mal tiempo. El mal tiempo les hizo naufragar cerca de Saint-Louis, a 320 kilómetros de la capital senegalesa, Dakar. Llevaban dos semanas de travesía, según las autoridades senegalesas. Ésta era la segunda vez que intentaban llegar a Canarias en cayuco, después de que el pasado 3 de diciembre decidieran regresar a Casamance, la región del sur del país desde la que partieron, por el mal tiempo que se encontraron en las costas de Marruecos.

Los pescadores que faenaban cerca de Saint-Louis sólo pudieron rescatar a 25 de los 127 personas que habían partido en este segundo intento. Exhaustos y deshidratados, los supervivientes fueron trasladados por los pescadores al hospital de Saint-Louis. Su estado es estable.

Según relataron los supervivientes de la frustrada travesía, la barca en la que viajaban volcó dos veces y la mayoría de sus compañeros murieron ahogados. Otros lo hicieron de hambre y de sed.

El pasado miércoles otra embarcación arribó a la playa de Yoff, a las afueras de Dakar, con unas 30 personas, integrantes de un grupo que también había intentado llegar a Canarias y que no logró burlar la vigilancia de la Operación Frontex -iniciativa conjunta de Senegal y España para frenar el flujo migratorio ilegal hacia el archipiélago español-.

Cerca de 25.000 inmigrantes clandestinos han llegado a Canarias este año a bordo de cayucos desde Senegal, Gambia, Guinea-Bissau, Cabo Verde, Mauritania y Marruecos, y cerca de 5.000 senegaleses han sido repatriados en el mismo periodo.
La estrecha vigilancia del dispositivo Frontex y el mal tiempo han reducido drásticamente las salidas de cayucos desde las costas senegalesas. Pero algunos de los inmigrantes insisten en tratar de hacer realidad su sueño de emigrar a Europa a cualquier precio, haciendo suyo el ya famoso lema "Barça o barsaj" ("Barcelona o el infierno", en lengua wolof). Para evitar a las patrulleras, parten cada vez desde más lejos, lo que aumenta los riesgos del viaje. Y el mal tiempo en esta época del año ha convertido unas travesías peligrosas en una hazaña casi imposible.

La semana pasada, los servicios de seguridad senegaleses detuvieron a cuatro traficantes y a 14 emigrantes ilegales en la localidad de Mbour, a mega_shok.gif kilómetros al sur de Dakar, cuando ultimaban los preparativos para su travesía a las islas Canarias. El dispositivo Frontex ha interceptado desde el pasado mes de septiembre a una decena de cayucos con unas 600 personas a bordo.

El fantasma del Blog
Bartolomé de las Casas y la esclavitud africana

Luis N. Rivera Pagán


El remedio de los cristianos es este, mui cierto, que S. M. tenga por bien de prestar á cada una de estas islas quinientos ó seiscientos negros, ó lo que paresciere que al presente vastaren para que se distribuyan por los vecinos, é que hoy no tienen otra cosa sino Yndios... se los fien por tres años, apotecados los negros á la misma deuda... Una, Señores, de las causas grandes que han ayudado á perderse esta tierra, é no se poblar más de lo que se han poblado... es no conceder libremente á todos quantos quisieren traer las licencias de los negros...
Bartolomé de las Casas (1531)

Antiguamente, antes que hobiese ingenios, teníamos por opinión en esta isla [la Española], que si al negro no acaecía ahorcalle, nunca moría, porque nunca habíamos visto negro de su enfermedad muerto... pero después que los metieron en los ingenios, por los grandes trabajos que padecían y por los brebajes que de las mieles de cañas hacen y beben,
hallaron su muerte y pestilencia, y así muchos dellos cada día mueren...
Bartolomé de las Casas (¿1559-1560?)

Una trágica porfía.

El distinguido historiador español Rafael Altamira aseveró en cierta ocasión, con mucho tino, que "lo más interesante y fundamental de nuestra colonización [de América] fue la trágica porfía entre los esclavistas y los no esclavistas". A ese correcto enunciado, deben añadirse dos afirmaciones complementarias imprescindibles para entender a cabalidad esa "trágica porfía": a) Su protagonista e interlocutor principal fue indiscutiblemente fray Bartolomé de las Casas; y cool.gif el debate giró sobre la servidumbre o libertad del indígena americano, descuidándose el mismo problema respecto a otro grupo de personas que desde temprano en el siglo dieciséis abonó con su trabajo, sudor y sangre el desarrollo de lo que hoy se llama América Latina, a saber, el negro africano.

El objetivo de este trabajo es analizar ambas afirmaciones complementarias. Veamos primeramente la importancia central que revistió la presencia del africano esclavo en la conquista y colonización de América durante el siglo decimosexto, asunto que nos parece relativamente descuidado en el actual florecimiento de los estudios sobre ese extraordinario acontecimiento histórico, para, en segunda instancia, hacer un escrutinio crítico de la actitud que asumió Bartolomé de las Casas acerca de la introducción de negros cautivos en las islas antillanas. Intento contribuir así al vigoroso resurgimiento de los estudios lascasianos, tocando un punto sensible y delicado en el pensamiento del más famoso y disputado de los gladiadores de tan "trágica porfía".

La esclavitud africana.

Con excesiva frecuencia, en la actual discusión acerca del descubrimiento, conquista y colonización española de América, se escamotea la presencia, desde temprano en el siglo dieciséis, del negro esclavo en América. Se ve dicho acontecimiento como un encuentro entre el "indio bravío" y el "hispano hidalgo", marginándose al africano.

Los negros esclavos, inicialmente los ladinos de España, y luego los bozales, directamente de Africa, fueron protagonistas del drama latinoamericano desde sus umbrales. Es punto controvertible entre los especialistas la fecha de la primera entrada de negros esclavos a las tierras encontradas por Colón, pero conocemos la primera instrucción real a tales efectos. Procede del 16 de septiembre de 1501, y se remite por los Reyes Católicos a Nicolás de Ovando, entonces gobernador de la Española. Insiste en que los negros que se introduzcan al Nuevo Mundo sean ladinos, nacidos en España y cristianos.

Fueron también los esclavos negros tempranos protagonistas de sublevaciones y rebeliones. Según Juan Bosch:

Parece que hacia 1503 ya se daban casos de negros que se fugaban a los montes, probablemente junto a los indios, puesto que en ese año Ovando recomendó que se suspendiera la llevada de negros a la Española debido a que huían a los bosques y propagaban la agitación.

Más adelante, añade: "El 26 de diciembre de 1522 se produjo en la propia isla Española la primera sublevación de negros del Nuevo Mundo". Gonzalo Fernández de Oviedo señala que diversos negros cimarrones se unieron a la sublevación del cacique indígena Enriquillo, en la Española. Eso, en su opinión, añadía un elemento oneroso a la rebelión.

É no se avia de tener tan en poco, en espeçial viendo que cada dia se yban é fueron á juntar con este Enrique é con sus indios algunos negros, de los cuales ya hay tantos en esta isla, á causa destos ingenios de açúcar, que paresçe esta tierra una efigie o imagen de la misma Ethiopia.

Igualmente, Fray Toribio de Motolinia, en México, advertía que "los negros son tantos que algunas veces han estado concertados de se levantar y matar a los españoles". Ésto explica varias determinaciones reales sobre los negros en América. El 11 de mayo de 1526 se emitió una cédula real para restringir el traslado a las Indias de negros ladinos. Su texto es muy instructivo acerca de la actitud rebelde de muchos de éllos:

El Rey. Por cuanto yo soy informado que a causa de se llevar negros ladinos destos nuestros Reinos a la Isla Española, los peores y de más malas costumbres que se hallan, porque acá no se quieren servir dellos e imponen y aconsejan a los otros negros mansos que están en dicha isla pacíficos y obedientes al servicio de sus amos, han intentado y probado muchas veces de se alzar y han alzado e ídose a los montes y hecho otros delitos... por la presente declaramos y mandamos que ninguna ni algunas personas agora ni de aquí en adelante no puedan pasar ni pasen a la dicha Isla Española ni a las otras Indias, islas y tierra firme del mar Océano ni a ninguna parte dellas ningunos negros que en estos nuestros reinos o en el Reino de Portugal hayan estado un año... si no fuere cuando nos diéremos nuestras licencias para que sus dueños los puedan llevar para servicio de sus personas y casas... Interesante es la Real Provisión que toma Carlos V un año después para mitigar la rebeldía negra. Además de ser indicativa del crecimiento de la migración forzada de esclavos negros, propone un hábil y manipulador remedio: Que los esclavos se casen, a fines de que ese estado civil los estabilize. La preocupacíon y el cariño por su mujer e hijos, piensan el Consejo de Indias y la corona, serviría de freno a su inconformidad.

Por cuanto hemos sido informados que a causa de se haber pasado y se pasan cada día muchos negros a la Isla Española y de haber pocos cristianos españoles en ella, podría ser causa de algún desasosiego o levantamiento en dichos negros, viéndose pujantes y esclavos o se fuesen a los montes y huyesen... platicado en ello en el nuestro Consejo de Indias, ha parecido que sería gran remedio mandar a casar los negros que de aquí en adelante se pasasen a la dicha isla y los que agora están en ella y que cada uno tuviese su mujer, porque con esto y con el amor que ternían a sus mujeres e hijos... seria causa de mucho sosiego dellos...

Carlos Esteban Deive atinadamente sugiere que la fuga de negros ladinos a los montes y su actitud díscola en la Española se debió a la diferencia de rigor entre la servidumbre en la isla antillana y aquella a la que estaban acostumbrados en la península ibérica.

De su condición de doméstico pasó a la de trabajador minero, y este cambio le hizo sentir de verdad el rigor de la esclavitud, su esencial injusticia y perversión, empujándolo así a ganar la libertad en la espesura de la selva, codo a codo con el nativo de la isla.

El olvido en el que muchos historiadores caen de la temprana presencia negra en el complejo proceso de la conquista y colonización de América no puede liberarse, especialmente en las Antillas, en las que los indígenas se extinguieron al rudo "encuentro" de la agresiva penetración ibérica, de la sospecha de etnocentrismo y cierto prejuicio étnico. Lo que al respecto escribe Deive sobre la esclavitud negra en Santo Domingo es, en términos generales, aplicable también a Cuba y Puerto Rico.

En cuanto a la ponderación de la cultura propia, nada habría que decir si la misma no llevara aparejado el menosprecio de las ajenas. Desafortunadamente, éste no es el caso de los que pregonan que el núcleo paradigmático de normas, valores e ideas que conforman el ethos de la sociedad... se alimenta sustantivamente de savia ibérica libre de gérmenes
infecciosos. Referido a los esclavos negros, ese modelo se instituye en ideal altanero y sectario de una monocultura que considera las de los africanos espurias, ilegítimas y vituperables, lo que denuncia una perniciosa actitud etnocétrica.... con el que se pretende descartar el papel constructivo del esclavo negro como agente de primer orden en la dinámica que condujo al surgimiento de la nación...

Resumamos: La colonización de América, mediante la introducción masiva a ella de negros aficanos compelidos a servidumbre forzosa, es el inicio del sistema moderno de esclavitud. Sus características distintivas, en comparación a la esclavitud europea tradicional, pueden describirse en cuatro afirmaciones complementarias:

(1) Se particularizó racialmente el sujeto esclavo. Esclavitud y negritud se convirtieron en términos casi sinónimos.16 Tras la inicial servidumbre de los americanos nativos, se reconoció, al menos a la mayoría, como vasallos libres, y comenzó el mercado esclavista de negros africanos, la que podría denominarse, como atinadamente asevera Joseph Höffner, una nueva esclavitud ("Bajo el dominio cristiano surgió una nueva esclavitud, que había de tener una duración de siglos"). Desde entonces la esclavitud se unió a la negritud en larga historia de opresión y resistencia.


La esclavización de los africanos no la iniciaron los cristianos. Al arribar los portugueses, a mediados del siglo quince a la costa occidental de Africa encontraron un mercado esclavista existente y sustancial. Pero fueron los europeos quienes lo multiplicaron geométricamente y convirtieron en catapulta del desarrollo de un nuevo modo de producción. Para esto se requirió el proceso de conquistar, colonizar y dominar el Nuevo Mundo.

(2) La esclavitud asumió en América una justificación ideológica nueva y paradójica: Se saquea, captura, vende-y-compra y esclaviza al africano en aras de su civilización y evangelización. Esto, naturalmente, en tratados de intelectuales europeos, blancos y cristianos (incluso de liberales como John Locke). El teólogo jesuita español, Luis de Molina, a fines del siglo decimosexto reproduce esta alegación, poniendo en boca de los europeos involucrados en el mercado esclavista la siguiente apología:

Se admiran si alguien les pone algún reparo, y sostienen que se procede primorosamente con los negros que son vendidos y conducidos a otros lugares. Pues opinan que, de esta manera, entre nosotros se les convierte al cristianismo y se les proporciona también una vida material mucho mejor que la que antes llevaban entre los suyos, donde andaban desnudos y tenían que contentarse con una alimentación miserable.

Con ello, sin embargo, se trastocó drásticamente el código medieval de esclavitud, que proscribía la servidumbre forzada de cristianos por cristianos. Desde entonces, en relación a los africanos, cristianos podían esclavizar a cristianos, cuando la conversión de los paganos negros así parecía, al menos en teoría, justificarlo. El dique religioso a la esclavitud desaparecía y se sentaron las bases para el extraordinario incremento que experimentó.

La paradoja de la simultánea evangelización y explotación del africano la expresa bien Deive, en su magisterial estudio sobre la historia de la esclavitud negra en Santo Domingo:

La actitud de la Iglesia frente a la esclavitud se centraba oficialmente en su interés de que los negros idólatras y paganos se acogiesen, en gracia al adoctrinamiento y bautismo previos, a los beneficios y consuelos del catolicismo. l corona compartió esa posición y trató también de que los esclavos negros recibiesen instrucción religiosa. Ahora bien, el interés... porque el esclavo abrazase la doctrina cristiana no obedecía tan sólo al celo apostólico... La cristianización del africano persiguió también su más fácil sometimiento y fue... un recurso utilizado para justificar la trata negrera... Se encadenó el cuerpo del esclavo para, en recompensa, ofrecerle un alma que salvar.

(3) El número de esclavos aumentó dramáticamente. Las estadísticas de este mercado literalmente negro son impresionantes. Herbert Klein calcula que de 10 a 15 millones de africanos se importaron al Nuevo Mundo durante el tiempo en que duró el mercado esclavista. En 1589, un informe de la Casa de Contratación de Sevilla señalaba a los esclavos negros como la mercancía más importante de exportación a las Indias y en 1594 el 47.9 por ciento de los barcos que arribaron a América se dedicaban a la trata negrera. Entre 1701 y 1810, por ejemplo, se introdujeron en Barbados 252,500 esclavos africanos; en Jamaica 662,400. Acierta Deive al indicar que durante el siglo quince:

La demanda de esclavos africanos, tanto en España como en Portugal, era en realidad limitada... El tráfico en gran escala, el que sangraría a Africa durante varios siglos, comenzó como consecuencia del descubrimiento de América.

Esto configuró decisivamente la historia de algunas partes de América, como el Caribe, Brasil y el Sur de los Estados Unidos.

(4) Se intensificó la explotación del trabajo esclavo. Hay un mundo de diferencia entre el trabajo esclavo doméstico tradicional y el afroamericano en las plantaciones cañeras o en las extracciones mineras. Mientras la esclavitud clásica mantenía en funcionamiento un modo de producción tradicional, la negra americana sienta las bases de acumulación necesarias para uno nuevo, montado sobre una relación distinta de trabajo: El capitalismo. Los sistemas modernos de coloniaje y esclavitud, y sus relaciones con el surgimiento del sistema capitalista, están ligados con el dominio de Europa sobre América, iniciado el 12 de octubre de 1492, y exigen atención rigurosa y reflexión profunda. Tienen que ver con nuestra historia, nuestro presente y nuestro futuro.

Bartolomé de las Casas y la esclavitud negra en América.

Fernando Mires llama la atención, con mucho tino, al hecho de que durante el siglo decimosexto abundaron las defensas teólógicas, jurídicas y filosóficas de la libertad de los indígenas, no así, sin embargo, del esclavo negro. La disparidad es, en efecto, contundente. En opinión de Mires, se debió al interés político de la corona y la iglesia de evitar que los colonos adquirieran excesivo poder mediante las encomiendas indianas, factor ausente en la más tradicional relación esclavista.

La actitud de Bartolomé de Las Casas respecto a la esclavitud negra constituye uno de los elementos más controvertidos para sus biógrafos, imparciales, apologistas o detractores. En varias ocasiones, en sus primeros memoriales, de 1516 y 1518, igual que en una misiva al Consejo de Indias, redactada en 1531, Las Casas sugiere traer de España esclavos para realizar ciertas labores que se estaban encomendando a los nativos. De ahí ha surgido una peculiar "leyenda negra" contra Las Casas, según la cual él sería el principal responsable de la introducción y ampliación de la esclavitud africana en América. De acuerdo a esta interpretación, su objetivo habría sido traspasar el trabajo productivo de riquezas de unos oprimidos, los indígenas, a otros igualmente expoliados, los africanos.Hay varios puntos que deben señalarse. Se debe recalcar, primeramente, que, contrario a lo que todavía a veces se afima, la introducción de esclavos africanos precedió por más de una década las primeras sugerencias de Las Casas. De ninguna manera fueron éstas su causa eficiente ni siquiera circunstancial. Él fué parcialmente responsable de ese error, por aparentemente afirmar algunas ocasiones algo que llegó incluso a escribir en su Historia de las Indias: “Este aviso de que se diese licencia para traer esclavos negros a estas tierras dió primero el clérigo Casas..."

Lo cierto es que Las Casas sencillamente compartió una opinión generalizada entre quienes deseaban evitar la total extinción de los indígenas antillanos. Fray Pedro e Córdoba, junto a sus hermanos dominicos, urgió la introducción de esclavos negros, n opinión presentada a los tres padres jerónimos que, a mandato del Cardenal Cisneros, visitaron la Española entre 1516 y 1518. En memorial preparado a petición de estos últimos, que arde en pasión defensora de los indígenas americanos, aconseja:

Para el remedio temporal de los cristianos é de sus haciendas, que lesdiese Su Alteza licencia para traher esclavos, y aun los que no tuviesen para ellos de presente, Su Alteza se los enviase é se los vendiese fiados por algun tiempo...

Probablemente también en 1517, el franciscano fray Pedro Mexía reiteró la propuesta de sustituir el trabajo indígena por el negro. "Que a cada persona que tenga indios en encomienda... quitándoselos... les sea dado en remuneración de los indios quele quitan, por cada cinco indios que le quitaren, un esclavo macho o hembra..." Mexía cree que con dos mil esclavos, "la mitad hombres, la mitad mujeres" que se introduzcan en la Española se solucionaría el doble problema de la rápida extinción de los aborígenes y la crisis económica de la colonia.

A su vez, los padres jerónimos, en carta de 1517, hacen formalmente la recomendación al Cardenal Cisneros, regente de la corona castellana:

Dar licencia general a estas islas, en especial la de San Juan, para que puedan traer a ellas negros bozales porque por experiencia se ve el gran provecho de ellos así como para ayudar a estos indios... como por el gran provecho que a Sus Altezas dellos vendrá...

La misma sugerencia la reiteran el próximo año (18 de enero de 1518) respecto atodas las islas antillanas en proceso de colonización, en carta al nuevo monarca, CarlosV: "En especial que á ellas se puedan traer negros bozales, y para los traer sean de lacalidad que sabemos que para acá conviene". Alonso de Zuazo, juez de residencia en a Española, nombrado por el Cardenal Cisneros, recomendó el 22 de enero de 1518: Dar licencia general que se traigan negros, gente recia para el trabajo, al revés de los naturales, tan débiles que solo pueden servir en labores de poca resistencia". Dos años después, su sucesor insistiría: "Negros son muy deseados..." También en 1520, una encuesta hecha en la Española acerca de la crisis económica que sufría la isla, revelauna opinión muy generalizada entre los habitantes castellanos:

Convendría que Su Alteza mandase enviar siete ó ocho mill negros, comprados de sus rentas destas islas, é los mandase repartir en los vezinos desta isla.. é con esto me parece [la opinión es de Francisco de Vallejo] questa isla se poblaría é seria mas acrecentada la renta de Su Alteza. La petición de esclavos negros fue factor constante por parte de colonos y encomendadores, de los cuales era de esperarse, pero también de líderes religiosos, incluso de quienes se distinguieron por su generosidad y solidaridad con los indígenas. El obispo Sebastián Ramírez de Fuenleal, el 11 de agosto de 1531, hizo una solicitud similar: "Toda la población y perpetuidad desta isla [la Española] y la de San Juan y aun la de Cuba consiste en que tengan negros para sacar oro y beneficiar las otras granjerías".

Deive evidencia a cabalidad la pertinencia fiscal de estas recomendaciones que, independientemente de la solidaridad que expresan con la triste condición indiana, tenían como principal objetivo solucionar el agudo problema de la creciente escasez de mano de obra servil en momentos en que se planea aumentar la explotación económica de las posesiones antillanas. La importación de africanos parecía ser el remedio eficaz para el problema ético y la dificultad mercantil. Acierta, por tanto, Bataillon al severar que respecto a la entrada de esclavos negros en América, "Las Casas desempeñó un papel poco importante".

Las Casas, segundo, nunca negó la licitud de ciertos tipos de esclavitud.Aceptaba el concepto tradicional de ius gentium que preconizaba la licitud de esclavizar los cautivos en una guerra justa. Esta idea tiene orígenes bíblicos (Deuteronomio 20:14) y clásicos (Aristóteles, La política, libro 1, capítulos 3-dirol.gif, modificada por la excepción de no someter a cristianos a la servidumbre forzada.También, al menos inicialmente, no cuestionaba Las Casas el argumento, esgrimido por la corona portuguesa y el papado, que los africanos eran moros y sarracenos y, por ende, susceptibles de lícitamente someterse a servidumbre forzosa. En su opinión, por el contrario, los indígenas del Nuevo Mundo eran esclavizados inicuamente porque: a) las guerras de los españoles contra ellos no eran justas; o cool.gif eran adquiridos por otros medios ilícitos (robos, "rescates", tributos humanos) y, por tanto, su sometimiento a servidumbre faltaba a la ética y al derecho.

Esta es la tesis que defiende en "Tratado sobre la materia de los indios que se han hecho esclavos". Esta extensa disertación sobre la injusticia e ilegitimidad de la servidumbre de los nativos del Nuevo Mundo, supone, como premisa sin la cual la argumentación sería absurda, la licitud y legalidad, de acuerdo al ius Pentium ("derecho de gentes") aceptado por la cristiandad, de la esclavización de otras personas en otras circunstancias. A fines del siglo quince, habían tres grupos principales de esclavos en Europa y España: sarracenos, eslavos (tan frecuentes eran sometidos a servidumbre forzada que su nombre étnico devino en concepto general de la institución heril) y negros africanos. En esos momentos, éstos últimos aún no constituían la mayoría. Muy pronto lo serían, pero en América.

Tercero, Las Casas no exclusivizó la esclavitud con la negritud. En algunas de sus recomendaciones sobre la posible importación de mano de obra servil, habló de esclavos "negros o blancos". Con la rápida expansión del "mercado negro" africano, sin embargo, la esclavitud blanca se convirtió en especie exótica en proceso de extinción. Todavía en 1531, al reiterar la necesidad de importar esclavos a las islas antillanas, indica que éstos sean "negros o moros".
Cuarto, no pudo imaginar Las Casas la extraordinaria explotación del trabajo negro que redundaría en la mercantilización de más de diez millones de seres humanos. La noción que parecía tener era la esclavos ladinos, no la sistematización de campañas de rapiña diseñadas para capturar masivamente africanos. Las sugerencias que presentó sobre la importación de africanos revela que los números que tenía en mente eran relativamente pequeños, algo similar a lo acontecido en España, donde la población esclava era minoritaria.

Según Deive: “Las Casas, que estaba en España [1517-1520], pudo leer cuantos memoriales y peticiones de negros llegaban a la corte y se opuso vehmentemente a la introducción de bozales, insistiendo en que los esclavos fueran ladinos y que la isla se poblase de labradores castellanos.”

Sin embargo, no extrae la conclusión obvia de esta doble afirmación; a saber, que el fraile dominico no sugería que los africanos se convirtiesen en nuevos explotados en las posesiones hispanas antillanas, sino en servidores de quienes sostendrían sobre sus hombros la principal carga del trabajo productivo: los labradores castellanos. Predomina en sus recomendaciones de 1516-1518 sobre la importación de esclavos negros números relativamente pequeños: "dos esclabos negros y dos negras" para las familias instaladas en las islas antillanas, evidentemente para servicio doméstico y "beinte negros y negras" para quien establezca un ingenio azucarero. En comparación con la historia de la masiva importación de mano de obra negra en las Antillas, sus números son ingenuamente ínfimos.

Quinto, nunca planteó Las Casas que los esclavos se convirtieran en la base social principal del trabajo productivo. Por el contrario, sus memoriales expresan un proyecto de trabajo comunal, que recaería, primariamente sobre labradores españoles. Proyectan una utopía del trabajo compartido, en evangélica hermandad entre españoles y nativos, compartiendo labores y ganancias. En el memorial de 1518, arriba citado, insiste en que la corona "mande luégo proveer de labradores..." Dos años antes había sugerido al Cardenal Cisneros:

Vuestra reverendísima señoría mande ir á cada villa o ciudad, de las que están y estuvieren en las dichas islas, cuarenta labradores, más o menos segun la dispusición de cada lugar, con sus mujeres y hijos, de cuantos en estos reinos hay sobrados y por ventura necesitados, para que siempre allá permanezcan. Y que den á cada uno uno cinco indios con sus mujeres y hijos en compañía para que sean compañeros y trabajen de por medio; y sacada la parte de S. A. lo otro lo partan hermanablemente el tal labrador y los cinco indios.. y ellos [los indígenas] viendo que los cristianos trabajan, ternán mejor gana de hacer lo que vieren, y así mismo se mezclarán casándose los hijos de los unos con las hijas de los otros, etc. Y asá multiplicarse ha la tierra de gente y de fruto... y las islas noblecidas, y por consiguiente, las mejores y más ricas del mundo.

Es una visión, utópica si se desea, de una sociedad mestiza labradora, cuyos bienes provienen del trabajo de sus manos, no de la explotación de cautivos esclavos. La base del mestizaje es el compañerismo y hermandad de labores entre indígenas y castellanos. Esa misma idea la reitera décadas después, en reflexión sobre esos primeros memoriales, en su Historia de Indias, al escribir sobre lo que hubiese convenido hacer en esos momentos en que todavía era posible evitar la extinción de los nativos antillanos:

Enviar verdaderos pobladores, conviene a saber, gente labradora, que viviese de cultivar tierras tan felices como éstas, las cuales de su propia voluntad concedieran los mismos naturales pobladores y dueños dellas, que eran los indios, y los unos se casaran con los otros y de ambas se hiciera una de las mejores repúblicas y quizá más cristiana y pacífica del mundo, y no enviar indiferentemente de todo género de personas desalmadas, que las robaron, escandalizaron, destruyeron y asolaron y echaron en los infiernos, con increíble infamia de la fe...

Es cierto, sin embargo, que todavía en 1531 Las Casas se sintió atraído por el espejismo de la esclavitud africana como factor clave en la solución de los problemas económicos de los colonos castellanos en las islas antillanas, que, a su vez, parecía ser elemento indispensable para liberar a los indígenas de su cruenta explotación. En extensa y emotiva carta del 20 de enero de 1531 al Consejo de Indias, retoma, década y media después de sus primeros memoriales, con aún mayor ahinco la sugerencia esclavista.

El remedio de los cristianos es este, mui cierto, que S. M. tenga por bien de prestar á cada una de estas islas quinientos ó seiscientos negros, ó lo que paresciere que al presente vastaren para que se distribuyan por los vecinos, é que hoy no tienen otra cosa sino Yndios; é los que más vecinos vinieren, á tres, é á quatro, é á seis, segun que mejor paresciere á la persona que lo iviere de hacer, se los fien por tres años, apotecados los negros á la misma deuda...

Se preocupa en esta misiva Las Casas por abaratar la adquisición de negros por parte de los colonos, criticando la venta exclusiva de licencias de importación por parte de la corona, cuyo costo a la postre se transfería a los colonos. “Una, Señores, de las causas grandes que han ayudado á perderse esta tierra, é no se poblar más de lo que se han poblado... es no conceder libremente á todos quantos quisieren traer las licencias de los negros...”

Alude a sus recomendaciones de 1516 a 1518, que iban dirigidas "para remedio é libertad é resuello de los Yndios que estavan oprimidos, que saliesen de tal cattiverio..." y que incluían, como factor significativo, la importación de esclavos. Se refleja nuevamente su intensa autoconciencia mesiánica al lamentarse de que tales planes fracasaron debido a su ausencia, por estar en el convento dominico, del centro de acción. "Pero poco aprovechó... porque no entendí yo más en los negocios, tomándome Dios para mi mayor seguridad".

En sexta instancia, Las Casas se convenció que el saqueo de africanos no cumplía con los criterios de guerra justa y, por consiguiente, que también su esclavización era ilegítima. En varias partes de su Historia de las Indias, reconoció la cruel violencia que se cometía en la captura y mercantilización de los africanos y condenó severamente estos hechos como "injustos y tiránicos":

Este aviso de que se diese licencia para traer esclavos negros a estas tierras dió primero el clérigo Casas, no advirtiendo la injusticia con que los portugueses los toman y hacen esclavos [en esos momentos eran los portugueses los grandes mercaderes de africanos]; el cual, después de que cayó en ello, no lo diera por cuanto habían en el mundo, porque siempre los tuvo por injusta y tiránicamente hechos esclavos por que la misma razón es dellos [los negros] quede los indios.

Indica que, contrario a sus expectaciones iniciales de que se trataría de unos 4,000 negros, se trajeron a las Indias más de 100,000, sin que ésto redujese el mal trato a los indígenas, ni, en el caso de los antillanos, los preservase de la extinción. "Para los indios ningún fructo dello salió, habiendo sido para su bien y libertad ordenado, porque al fin se quedaron en su captiverio hasta que no hobo más que matar".

A su vez este aumento de la demanda provocó el incremento de la caza y saqueo de africanos:

Siguióse de aquí también que como los portugueses de muchos años atrás an tenido de robar a Guinea, y hacer esclavos a los negros, harto injustamente, viendo que nosotros... se los comprábamos bien, diéronse y danse cada día priesa a robar y captivar dellos, por cuantas vías malas e inicuas captivalos pueden...

Consciente de que la esclavización de los negros africanos se había montado sobre la premisa de que eran sarracenos y moros y, por consiguiente, "enemigos de la cristiandad", Las Casas establece, sea éste nuestra séptima aclaración, una distinción entre islamitas, la cual va más allá que la muy citada clasificación tricotómica del Cardenal Cayetano de los infieles (a saber; los adversarios de los católicos, de derecho pero no de hecho súbditos de los príncipes cristianos [e. g., turcos]; los que de hecho y derecho caen bajo su jurisdicción política [e. g., los judíos]; y los que ninguna relación, ni de hecho ni de derecho, tienen con los cristianos). Aunque los africanos fuesen "moros", no pertenecían a los grupos que asaltaban la Europa cristiana, ninguna injuria cometían contra los países ibéricos y, por tanto, no hay justicia alguna en el acto de guerrearles ni esclavizarlos. De hecho y de derecho escapan a la jurisdiccón de las autoridades europeas cristianas.

Y esta es la ceguedad... que ha caído en los cristianos mundanos, creer que por ser infieles los que no son baptizados, luego les es lícito saltearlos, robarlos, captivarlos y matarlos; ciertamente, aunque aquellos [los africanos] eran moros, no los habían de captivar, ni robar, ni saltear, pues no eran de los que por las partes de la Berbería y Levante infestan y hacen daño a la cristiandad, y eran otras gentes éstas, diferentes de aquéllas, en provincias y en
condición muy distante...

Aún peor, la codicia portuguesa por el mercado negro estimulaba a su vez las acciones esclavistas de los moros [árabes] o de los otros negros.

Tampoco miraban los portogueses, que por conocer los moros la codicia suya de haber negros por esclavos, les daban ocasión de que les hiciesen guerra o los salteasen... sin justa causa, para se los vender por esclavos... Como ven los negros que los portogueses tanta ansia tienen por esclavos, por codicia... cuantos pueden roban y captivan...

En la mentalidad providencialista de Las Casas, éstas restricciones no significan que los portugueses no pudiesen tener relación alguna con ellos. Además de poder entablar relaciones comerciales bilateralmente beneficiosas, tienen el deber de la acción misionera: "tractar con ellos pacíficamente, dándoles ejemplo de cristiandad, para que... amasen la religión cristiana y a Jesucristo..."A lo que definitivamente no tiene derecho la corona lusitana es a continuar la secuencia de "violencias y robos y engaños y fraudes, que siempre los portogueses en aquellas tierras y gentes han hecho".

Admite, por último, arrepentido su ingenuidad anterior sobre la fuerza de los negros, en comparación a la de los indígenas.

Antiguamente, antes que hobiese ingenios, teníamos por opinión en esta isla [la Española], que si al negro no acaecía ahorcalle, nunca moría, porque nunca habíamos visto negro de su enfermedad muerto... pero después que los metieron en los ingenios, por los grandes trabajos que padecían y por los brebajes que de las mieles de cañas hacen y beben, hallaron su muerte y pestilencia, y así muchos dellos cada día mueren...

Como es típico en él, éste hecho se convierte en conciencia de grave pecado, del que, en esta ocasión, tiene que declararse cómplice. "Deste aviso que dió el clérigo, no poco después se halló arrepiso, juzgándose culpado... porque como después vido y averiguó... ser tan injusto el captiverio de los negros como el de los indios..."El profeta denunciador vuelve dolorosamente el arma de la crítica hacia su propia persona. No debe haber sido nada fácil, para un ser tan intensamente dotado de conciencia mesiánica y sentido de valía propia providencial, entonar esta mea culpa.

Son páginas de fuerza vibrante, únicas en su época. Sobre ellas asevera Fernando Ortíz:

Contra la infamia de la esclavización y trata de negros clamó Las Casas con más prontitud, vigor y penetración certera que ningun otro humanista, ni español ni extranjero, ni clérigo ni laico, hasta los días de la Ilustración.

Y remacha Isacio Pérez Fernández: "El Padre Las Casas es defensor de los negros contra su esclavización en Africa... Fue el primero que los defendió; y todavía más... fue el único que los defendió hasta finales del siglo XVI." ¿A qué se debe que estas páginas, evidente corrección y autocrítica de sus anteriores sugerencias esclavistas, no impidiesen el surgimiento de la "leyenda negra" contra Las Casas, la acusación de propiciar entusiastamente el intercambio del trabajo forzado indígena por el negro? En mi opinión, la respuesta se encuentra en que la Historia de las Indias quedó inédita durante más de tres siglos. Sólo a fines del siglo diecinueve (1875) se publicó y se pudieron leer las fuertes manifestaciones quie contiene contra la esclavitud africana.

Sin embargo, debe admitirse que estas páginas críticas a la esclavitud africana constituyen una minúscula fracción de sus escritos en apología indiana. Pocos años ates de añadir estas aclaraciones a su Historia de las Indias, imprimía un prolijo y apasionado tratado declarando que "todos los indios que se han hecho esclavos en las indias del mar Océano... han sido injustamente hecho esclavos.." y deben liberarse. Acerca de los esclavos negros, él ni nadie de los frailes defensores de los nativos americanos redactó algo semejante. Correctamente, llama la atención Deive a que la fuerte polémica de Las Casas contra Sepúlveda, en el famoso debate que ambos sostuvieron en Valladolid (1550-1551), sobre la libertad de los indígenas americanos, tuvo en lugar en un momento en que "la esclavitud del hombre negro [¡y la mujer negra!] se hallaba firmemente arraigada en el Nuevo Mundo. Sin embargo, el negro permaneció totalmente al margen de esa disputa..." Críticamente añade:

Ciertamente, Las Casas tras abogar por la esclavitud del negro, se confiesa culpable de ello por considerar que esta es tan injusta como la del indio, pero no existe indicación de ninguna clase que permita suponer que el más ferviente defensor del indio condenó públicamente la sujeción del africano.

Me parece que Robert L. Brady va demasiado lejos en su apología de Las Casas. Es reclamar demasiado alegar que "el tratamiento humano [¿?] recibido por los negros fue el resultado de que el Defensor de los Indios fuese también el Defensor de los negros". Brady comparte la noción, difundida en algunos estudiosos de la esclavitud de que ésta era menos cruel en las colonias hispanas que en las de otras potencias europeas, sobre todo, las británicas. De aquí su referencia al "tratamiento humano" supuestamente recibido por los esclavos en territorios españoles. Considera a Las Casas responsable de esa diferencia, pero la evidencia que presenta es escasa y débil. Además, la alegada diferencia en el trato a los esclavos no puede argumentarse exclusivamente sobre el análisis comparativo de los códigos legales. En el caso de las posesiones de España, nunca debe olvidarse el famoso dicho "obedezco, pero no cumplo".

También me parece que va más allá de lo que permiten afirmar los hechos y los textos, Lewis Hanke, al aseverar que: "Si bien Las Casas empezó como defensor de los indios solamente, luego se opuso también a la esclavitud de los negros por las mismas razones, trabajó por la libertad de todos los hombres del mundo." Es cierto que terminó opóniéndose teóricamente a la esclavitud de los africanos y, fundamentalmente, por las mismas razones que reclamó la plena libertad de los indígenas americanos. Pero, no cabe duda que no "trabajó por la libertad de todos los hombres del mundo", si por ello se quiere decir que se esforzó por la abolición de la servidumbre africana. Lo extraño es que Hanke escribe esa oración como parte de su prólogo a la moderna edición mexicana de los Tratados lascasianos de 1552, todos dedicados a la libertad de los americanos, con escasas, si acaso algunas, líneas en referencia a la trágica situación de los africanos. Desde que regresó a España por ultima vez, en 1547, hasta su muerte, en 1566, dedicó sus apasionados esfuerzos a la bienaventuranza de los primeros, no de los segundos.

¿Por qué el relativo silencio de Las Casas sobre la esclavitud africana ("relativo" en comparación con el caudaloso volumen de sus apasionados escritos en favor de la libertad indiana)? Me parece que la explicación puede ser sencillamente compleja, si se perdona la paradójica expresión. Las Casas era un católico español. El saqueo de los africanos era pecado de Portugal; la explotación de los indígenas constituía, por el contrario, violación de la ley divina y natural por parte de España. Las Casas tiene hacia su patria el mismo apego que los profetas del Antiguo Testamento hacia el Israel bíblico. De ser esto cierto, en vez de ser un acérrimo antihispanista, como tantas veces han afirmado sus detractores, sus denuncias provendrían de apasionado y fogoso nacionalismo. Le interesa denunciar la "destrucción de las Indias" porque ese es el pecado de España y él se considera profeta de Dios escogido para ser atalaya de la conciencia de la nación hispana, que en su opinión es la principal encarnación de la fe católica. Comparte Las Casas, por tanto, la fusión tan característica de sus compatriotas contemporáneos entre catolicismo e hispanismo. El pecado contra los africanos es transgresión portuguesa y asunto prioritario, por consiguiente, de profetas lusitanos.

No debe menospreciarse otro factor. Las Casas intentó siempre caminar sobre sólidos senderos de ortodoxia eclesástica. En la España del siglo dieciséis, en la que tantas figuras insignes pasaron malos ratos con la severa Inquisición, eso conllevaba evitar enfrentarse a declaraciones papales autorizadas. A esa cautela se debe en buena medida el que Las Casas, a pesar de su profética censura, de más de medio siglo (1514-1566) contra la "destrucción de las Indias" por sus compatriotas, evitase incidentes desagradables con el Santo Oficio, suerte que no tuvieron otros insignes católicos compatriotas (entre ellos, fray Luis de León, San Ignacio de Loyola, Santa Teresa deJesús y San Juan de la Cruz).

Sobre la libertad o esclavitud de negros africanos e indígenas americanos es significativa una marcada diferencia en las declaraciones papales. En el siglo quince diversas bulas y decretos papales - Dudum cum ad nos (1436) y Rex Regum (1443), de Eugenio IV, Divino amore communiti (1452) y Romanus Pontifex, (1455), de Nicolás V, Inter caetera (1456) de Calixto III y Aeterni Regis (1481) de Sixto IV -, letras apostólicas de cruzada, algunas, de conquista evangelizadora otras, avalaron y legitimaron la servidumbre forzada de los africanos negros llevada a cabo por la corona portuguesa. por el contrario, la bula Inter caetera (1493) de Alejandro VI insiste en la conversión de los nativos americanos, suponiendo su libertad, y la Sublimis Deus (1537) de Pablo III proclama esa condición y amenaza con la excomunión a quien los esclavice.

Como español y hombre de iglesia, por consiguiente, Las Casas se sentía firmemente compelido a protestar a viva voce contra la esclavitud indígena. La africana llegó a cuestionarla en su Historia de las Indias, pero sólo soto voce y con cierta discreción.

Fueron muchos los clérigos cuya marcada sensibilidad hacia el dolor indígena no se acompañó por sentimiento similar respecto a los negros. Difiero, por tanto, de la postura de Silvio Zavala cuando alega, a pesar de la escasa evidencia que proporciona, que:

No faltó... el análisis justo que de las premisas cristianas se atrevió a sacar conclusiones liberales a favor del negro, como antes había ocurrido con respecto al indio... la palabra de los teólogos y juristas que llegaron a ver con claridad el problema.

Tiene, por el contrario, razón Fernando Mires al aseverar críticamente: Si en algunas ocasiones la Iglesia se comprometió en la defensa de algunos intereses de los indios, ello no ocurrió en el caso de los negros. En otros términos: no fue política oficial de la Iglesia la defensa de los negros.

albert guineano
Otra muestra de lo que puede hacer la destrucción dle hombre...........



http://es.news.yahoo.com/19122006/44-89/ci...ies-borneo.html

19 de diciembre de 2006, 12h11




Los científicos descubren más de 50 nuevas especies en Borneo

Los científicos descubren más de 50 nuevas especies en Borneo
Foto ampliada

YAKARTA (Reuters) - Docenas de nuevas especies de animales y plantas, incluido un pez gato con dientes prominentes y una rana arbórea con ojos verdes saltones y brillantes, han sido halladas en el último año en las selvas de Borneo, según un informe de WWF difundido el martes.

Entre los hallazgos figuran 30 especies de peces únicos, dos especies de ranas arbóreas nuevas, 16 especies de jengibre, tres especies de árbol y una especie de planta de grandes hojas, dijo la organización.

"Estos descubrimientos ratifican la posición de Borneo como uno de los centros de biodiversidad más importantes del mundo", dijo Stuart Chapman, coordinador internacional del programa "El corazón de Borneo".

"Cuanto más exploramos, más encontramos", añadió.

Los científicos han descubierto un pez en miniatura, el segundo vertebrado más pequeño del mundo, con menos de un centímetro de longitud y que vive en las ácidas y negras aguas de las turberas isleñas, según el informe.

Los hallazgos también han incluido seis nuevas especies de peces luchadores siameses, uno de los cuales ostenta un bello patrón azul-verdoso iridiscente, y un pez gato de dientes protuberantes y un vientre adhesivo que le permite pegarse a las rocas.

En términos de plantas, WWF dijo que los hallazgos de jengibre más que duplicaban el número total de especies de 'Etlingera' conocidas hasta ahora, mientras que la flora arbórea de Borneo se ha visto enriquecida con tres nuevas especies del género 'Beilschmiedia'.

Muchas de las nuevas especies se descubrieron en el "Corazón de Borneo", una región montañosa de 220.000 kilómetros cuadrados cubierta de bosque húmedo ecuatorial.

El texto recogió que este hábitat sigue estando amenazado por las grandes talas para la producción de caucho, aceite de palma y celulosa.

Desde 1996, la deforestación en Indonesia ha amenazado a una media de dos millones de hectáreas al año y hoy sólo queda la mitad de la cubierta forestal original de Borneo, según WWF.

"El remoto e inaccesible bosque del Corazón de Borneo constituye una de las últimas fronteras de la ciencia y se van a continuar descubriendo allí multitud de especies desconocidas", añadió Chapman.

Añadió que estos bosques resultan vitales al constituir las fuentes de la mayoría de los grandes ríos, que actúan de cortafuegos contra los incendios forestales que han asolado las tierras bajas este año.

/Por Ed Davies/
El fantasma del Blog
Pero es que el pez miniatura ya lo han descubierto montones de veces y además la criatura se llama 'paedocypris progenetica'


http://www.elmundo.es/elmundo/2006/01/24/c...1138138887.html


Mas la serpiente camaleónica

http://www.elmundo.es/elmundo/2006/06/26/c...1151336904.html


Y mas una variedad de mamifero que se parece a la marta cibelina y que es algún tipo de cruce entre un gato y un zorro.

http://www.elmundo.es/elmundo/2005/12/05/c...1133801854.html


Ya no se sabe si son martas cibelinas o sibilinas


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El fantasma del Blog
REPORTAJE La subida de las temperaturas

Sidra: 5% de manzana asturiana

El calor lleva a comprar fruta de Bretaña, Normandía, Checoslovaquia y Alemania

PEDRO ZUAZUA

- Madrid -
20/12/2006


Dicen que los años pares siempre han sido malos para la cosecha de manzana en Asturias. Pero nunca tanto como 2006. Los llagareros, acostumbrados a la vecería (alternancia de un buen año y otro malo), esperaban poca cosecha, pero no hasta el punto de que sólo el 5% de la manzana usada para la sidra de la próxima primavera sea asturiana. La zona ya no es tan de frío y orbayu (lluvia fina) como antes.

"Ha sido peor de lo que esperábamos, hay menos manzana que otros años, y de escasa calidad", explica Eloy Cortina, presidente de la Asociación de Llagareros de Asturias. "Calculábamos la manzana asturiana rondaría el 20%, pero el calor y la falta de lluvia han hecho mella". Para salvar la situación, se recurrió primero a Galicia y luego a Bretaña, Normandía, Checoslovaquia y Alemania. "Qué más quisiéramos que hacer la sidra sólo con manzana asturiana", dice Cortina, "pero la calidad no tiene por qué bajar. Nosotros queremos que entre buena manzana, y si aquí no hay, tenemos que buscarla fuera. La manzana siempre se mezcla y la manera de elaborar la sidra es la misma de siempre". La manzana del norte de Francia se parece mucho a la asturiana. A los países centroeuropeos se recurre por su gran producción y el bajo coste de los portes.

"Ha sido un año muy caluroso, y además no llovió nada en verano, eso hace que haya menos manzana y encima sea muy pequeña", explica Susana Ordóñez, una de las cinco hermanas al frente de Sidra Angelón, con sede en Nava, la capital de la sidra. "Es lógico que este año haya menos manzana, sólo si tienes pumaradas muy cargadas puedes ir compensando las cosechas".

La producción de sidra en Asturias alcanza cada año los 70 millones de litros. La mitad es espumosa y la otra mitad para escanciar. Al margen queda el millón de litros de denominación de origen, hecho con un 100% de manzana asturiana. Al salir del lagar, la botella cuesta 60 o 70 céntimos. En el bar sube hasta 2 o 2,20 euros. Si es de denominación de origen, puede llegar a 2,60 euros.

"Si no hay manzana, no hay manzana", dice la consejera de Medio Rural y Pesca del Principado, Servanda García. El bajo porcentaje de manzana asturiana no ha causado ningún arranque de patriotismo en favor del producto local ya que, al final, y como coinciden en destacar los productores de sidra, "lo que importa es la calidad, que no se verá afectada". No es el primer caso de material extranjero para la mano de obra asturiana. En el mes de mayo, la llegada de alubias de Bolivia que, alertaban, terminaría metiéndose en la tradicional fabada, levantó cierto revuelo. " Ye la globalización", que diría un asturiano.

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Mira que reportaje. Paso yo muchas veces por delante de “Boinas Elosegui” y estoy por encargar dos boinas especiales para dos chicos de gran cabeza, cuales son: Ataulfo y el listillo que ha montado la de la Caldera de Luba, aunque tengan que ser de talla XXL.
Esto no ye la mundializacion esto ye que el Grupo Prisa ye mundial


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ATAULFO
En la Caldera de Luba
han entrado los ladrones
y al atontao del fantasmon
le han robado los calzones

Ande, ande, ande
la marimorena
Ande, ande, ande
que es la nochebuena.


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El fantasma del Blog
Pero Ataulfin, seamos serios. No seas chiquillo. Que aquí se están discutiendo temas serios; la prensa, Internet, el papel de la universidad, temas históricos, la posibilidad de una democracia en guinea.

Y salimos con estas, no se puede estar tan despistado. Te lo llevo diciendo desde el principio; Ataulfo que te veo despistado……Ataulfo que te veo despistado…….pero seguimos en las mismas. Así no se va a ningún sitio.
ATAULFO
Querido Fantasmon:
Sorprendeme (aun) el objetivar que pese a todos mis requerimientos, persistes en tu insano habito de plagiar escritos y usurpar identidades ajenas.
Evidentemente, el autor de ese poco imaginativo villancico que precede este comentario no soy yo, igual que otros tantos articulillos que se han publicado ultimamente.
No obstante, a ti fantasma, al resto de tus personalidades ocultas, a todos los integrantes y miembros del blog de "Cronicas de la Guinea Ecuatorial", e incluso al Prof. Ignacio Martin, mi mas sincero deseo de paz y buenaventuras navideñas.
Ataulfo Gomoroes.
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Katarina Von Strauger
San José es carpintero
La Virgen teje
Y el niño hace madejas
Con hilo verde
Pero como este juego
Le esta cansando
Esta haciendo pucheros
Y esta llorando.

Molé zum catapún
Molé zum catapún

San José es carpintero
La virgen teje
Y el niño hace madejas
Con hilo verde
Y yo que soy manchega
Vengo a cantarle
Seguidillas manchegas
Para adorarle

Molé zum catapún
Molé zum catapún


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Julian Navascues
Del ciclo Ndowe: un cuento de Ndjambu en la oralitura de Guinea Ecuatorial

Contado por Rogelio Cristian Dikabo a Jacint Creus en 1987.

En Creus (1997) Identidad y conflicto.

Aproximación a la tradición oral en Guinea ecuatorial.

Érase una vez...

En un pueblo atravesado por un río, vivían en una parte del río los hombres y en la otra los animales. De la parte en que vivían los hombres, siempre salía un muchacho, cada mañana, para mirar la trampa que empleaba para pescar. Trataba de conseguir con ella peces del río, especialmente barbos; y a veces langostinos o grafís. Un día, el chico fue a mirar su trampa y encontró que había allí un barbo que estaba podrido. Lo retuvo en el cayuco y se fue paseando en su cayuco por el río.

Al llegar a la otra orilla vio una casa. Se acercó más hacia ella, y encontró a un antílope preparando la comida. Es que en esa otra orilla vivían los animales. Tenían por costumbre salir cada día, yendo al bosque en busca de alimento; y dejaban a uno para preparar la comida, que al volver comieran tranquilamente todos. El chico entró en la casa y saludó al antílope, el cual le contestó: “con mucho gusto”. El chico le pidió que le diera picante, sal y hojas para preparar su pescado. El antílope se conformó y le dio todo. El chico le dijo que quería ponerlo en el fuego, y el antílope le dijo que esperase un poco, porque ese pescado estaba podrido y, si no esperaba, aquel olor perjudicaría lo que él preparaba. El chico insistió, y el antílope le dijo que no. Él dijo: “Si no lo aceptas, voy a meter esto por fuerza en las ollas que estás cocinando”. El antílope dijo: “No lo intentes; porque, si lo llegas a intentar, nos pegaremos y quizás te mataré”. El chico le dijo: “Esto es imposible”. Cogió su pez podrido y lo metió en la olla. Empezaron a pegarse los dos dentro de la casa, hasta que el chico venció al antílope, lo ató con una cuerda y lo colgó en la terraza. Así pudo comerse todo lo que el antílope había preparado, y el resto lo echó por la casa; luego desordenó todo lo de la casa que estaba ordenado y se fue a su casa.

Cuando los animales regresaron del bosque, encontraron que toda la casa estaba desordenada. Toda la comida que el antílope había preparado estaba echada en el suelo, y otra parte comida. Preguntaron al antílope, y él les dijo todo lo que había sucedido. Y le dijeron: “como hemos venido hambrientos y vamos a estar otro momento hambrientos, tu castigo es quedarte ahí colgado”.

Al día siguiente fueron al bosque y dejaron al mono. El mono empezó a preparar la comida, y se acercó el chico de nuevo: traía otro pescadito podrido. Pidió sal y picante, y el mono le dio esto. Y le dijo que quería ponerlo en el fuego, y el mono le dijo que esperase un momento, porque ese pescado estaba podrido. Él dijo: “Si me haces esto, yo meto mi pescado a la fuerza, y además te pego y te ato como he hecho con el antílope”. El mono le dijo: “Con el antílope has conseguido hacerlo; pero conmigo no”. El chico metió su pescado en la olla, y empezaron a pegarse los dos en casa. Él consiguió vencer al mono, y lo colocó en el mismo sitio que el antílope. Cuando regresaron los animales del bosque, encontraron que había sucedido lo que sucedió el día anterior; y dijeron al mono: “No vamos a decirte nada distinto. El mismo castigo que hicimos al antílope, es lo que te hacemos: no vas a comer, y te quedas ahí colgado”.

Así pasaron, cambiando animales por animales, y todos resultaban vencidos por el chico. Cada vez que se trataba de esto, la tortuga solicitaba quedarse en casa; y le decían: “No hables, porque no eres nadie para tratar un asunto igual”. La vez segunda que la tortuga solicitó quedarse, el elefante le dijo: “Cuando vuelvas a decir esto en mi presencia, te pisaré y te aplastaré con mi peso”. La tortuga se quedó callada.

Así iban pasando todos los animales, hasta el mismo elefante. El chico consiguió atarlo también. Finalmente es cuando la tortuga dijo: “Hoy voy a quedarme”. Y se quedó preparando la comida. Hizo un hoyo frente a la casa y puso ahí una cuerda encima. Y la cuerda estaba tirada hasta la pared, donde ella tenía un palo para sujetar esa cuerda. El chico vino e hizo lo mismo con la tortuga. Cuando empezaron a pegarse, la tortuga se escapó donde estaba la cuerda. Cuando el chico la perseguía, ella tiró de la cuerda, y ese chico se cayó en el hoyo. Regresaron todos los animales y empezaron a alabar a la tortuga por sus ideas. Ataron al chico y desataron a todos los animales que estaban atados.

Así, trataron ya de matar al chico para comérselo. Él les dijo: “Si queréis que yo os convierta en hombres blancos,
haced un hoyo”. Y todos los animales estaban contentos de convertirse en blancos. Hicieron un hoyo, y él les
dijo: “Poned ahí lanzas con los filos hacia arriba”. Pusieron así las lanzas, con las puntas hacia arriba, y él les dijo: “Ahora, que nadie mire adelante. Vais corriendo y saltáis en el hoyo. El que ultimará a saltar no se convertirá en un blanco, se quedará siendo de su color”. Así los animales empezaron a correr, sin darse cuenta de lo que sucedía a los primeros que se caían. Cuando terminaron a morir todos, el chico cogió su cayuco y volvió a su pueblo. Llamó a sus familiares y vino todo el pueblo a encontrar el lugar donde estaban todos los animales muertos. Los cogieron y se los comieron”.




Pepin
En el Portal de Belén
hay estrellas, Sol y Luna
la Virgen y San José
y el Niño, que está en la cuna.


Ande, ande, ande
la marimorena,
ande, ande, ande
que es la Nochebuena.


La Virgen está lavando
y tendiendo en el romero,
los angelitos cantando
y el romero floreciendo.


Ande, ande, ande
la marimorena,
ande, ande, ande
que es la Nochebuena.


La Virgen se está peinando
entre cortina y cortina,
los cabellos son de oro
y el peine de plata fina.


Ande, ande, ande
la marimorena,
ande, ande, ande
que es la Nochebuena.


En el Portal de Belén
hay un viejo haciendo migas,
se le escapó la rasera
y acudieron las hormigas.


Ande, ande, ande
la marimorena,
ande, ande, ande
que es la Nochebuena.


En mi casa hay dos vecinos,
un marido y su mujer,
y aunque no sea Nochebuena
también montan su "belén".


Ande, ande, ande
la marimorena,
ande, ande, ande
que es la Nochebuena.


Esta noche es Nochebuena
y mañana es Navidad,
saca la bota, María,
que me voy a emborrachar.


Ande, ande, ande
la marimorena,
ande, ande, ande
que es la Nochebuena.



Bruce Beelher
Comiendo en una aldea un capellán un palomino asado, rogabale un caminante que le dejase comer con él, y que el pagaría su parte; y no queriendo, el caminante comía su pan a secas, y después dijo:

-Habéis de saber, reverendo, que vos al sabor e yo al olor, entreambos hemos comido el palomino, aunque no queráis.

Respondió el capellán:

-Si eso es ansi, vuestra parte quiero que paguéis del palomino.

El otro que no y el que si, pusieron por juez al sacristán de la aldea, que estaba presente, el cual dijo al capellán, que cuanto le había costado el palomino; dijo que medio real; mando que sacase un cuartillo el caminante, y el mismo sacristán lo tomo, y sonándolo encima de la mesa, dijo:

-Reverendo, tenéis por pagado del sonido, así como el del olor a comida.

Dijo entonces el huésped a los dos:

-A buen capellán, mejor sacristán.
Andy Maykuth
Esta noche nace un niño
blanco rubio y colorado.
Y ha de ser él pastorcito,
para cuidar el ganado.

Zumba, zúmbale al pandero,
al pandero y al rabel.
Toca, toca la zambomba
Dale, dale al almirez.

La Virgen se fue a lavar
los pañuelos a la fuente
y le dijo a San José
-Cuida el niño no despierte-.

Zumba, zúmbale al pandero,
al pandero y al rabel.
Toca, toca la zambomba.
Dale, dale al almirez.

Mas el niño ha despertado
y ha comenzado a llorar.
¡Válgame Dios y su madre!
Cuándo se querrá callar.

Zumba, zúmbale al pandero,
al pandero y al rabel.
Toca, toca la zambomba.
Dale, dale al almirez.

La virgen es panadera
y San José carpintero
y el niño recoge astillas
para cocer el puchero

Zumba, zúmbale al pandero,
al pandero y al rabel.
toca toca la zambomba
dale dale al almirez

Zumba, zúmbale al pandero
al pandero y al rabel
Toca, toca la zambomba.
Dale, dale al almirez.

Zumba, zúmbale al pandero
al pandero y al rabel
Toca, toca la zambomba.
Dale, dale al almirez.

Zumba, zúmbale al pandero
al pandero y al rabel
Toca, toca la zambomba
Dale, dale al almirez
Francisco Alegre
Cubanos en Fernando Póo

Un capítulo en las memorias de John Holt

Carlos GONZÁLEZ ECHEGARAY (Universidad Complutense)

El artículo se refiere a los independentistas cubanos deportados a Fernando Poo en la segunda mitad del s. XIX, aportando nuevos datos sobre su estancia allí, pero sobre todo reflejando la actitud de la población colonial a la llegada de aquellos, que vino a complicar la vida de la capital, incluso desde el punto de vista alimenticio, por la escasez de envíos procedentes de España. John Holt, un empleado inglés, relata en sus memorias que algunos colonos simpatizaron con los cubanos y colaboraron en la fuga de un grupo de ellos.

Las relaciones que durante el siglo XIX conectaron a la isla de Cuba con la de Fernando Póo (hoy llamada Bioko, en la Guinea Ecuatorial) no han sido suficientemente conocidas para el estudio de su influencia en la colonización española de aquellos territorios. A los pocos años de iniciarse esta colonización después de más de medio siglo de abandono, se vio claro que las primeras expediciones fracasaban debido al clima y las enfermedades tropicales que los colonos españoles no soportaban, y se pensó que los cubanos de color que estaban acostumbrados a un clima parecido podían dar un resultado más eficaz y aclimatar allí los cultivos de caña, café y cacao en que tenían más experiencia. Por otra parte, resultaba preferible que la colonización fuera desarrollada por súbditos de España que además hablaban español lo que facilitaba la labor de la administración. Así fueron los primeros contactos entre ambas islas, pero más adelante se aplicó esta iniciativa a los presos políticos, que unían a estas condiciones la necesidad de alejarlos de Cuba, donde agitaban a la población para promover la independencia.

Basándose en una R.O. de 1861 el Gobierno español autorizó el envío a Fernando Póo de 200 cubanos negros y mulatos emancipados que trabajaban en Obras Públicas de Cuba. Los voluntarios presentados no llegaron a cubrir las 200 plazas y se autorizó completarlo con 60 que habían solicitado ingresaren la compañía de Infantería colonial. Meses antes se había autorizado el envío de esclavos liberados de los barcos negreros por buques de esclavos liberados de los barcos negreros por buques norteamericanos. Unos y otros deberían ser considerados como hombres libres. Finalmente, en 1862 se consiguió que llegaran a bordo del vapor «Ferrol» a la isla africana los 200 previstos, los cuales desempeñaron allí diversos oficios y obras públicas; de ellos 25 eran mujeres, cuyos matrimonios favoreció el gobierno
de la colonia1. A la vista del buen resultado de la expedición, volvió el Gobierno español a pedir en 1862 un nuevo envío de 200 cubanos, pero en 1863 aún no se había realizado esta operación.

Sin embargo, en 1866 va a cambiar la situación al enviar de Cuba a deportados políticos en lugar de emancipados, con lo cual una parte de los que llegan son de raza blanca y de condición social más elevada, contándose entre ellos algunos profesionales liberales. Así arribaron en el año 1866 en el buque «Rosa del Turia» 176 cubanos, coincidiendo allí con los deportados revolucionarios andaluces llegados en 1861 y 1862. Estos cubanos fueron asentados en el islote Enrique en la bahía de Santa Isabel, aislados de la población para cuyo mantenimiento fue necesario recurrir a las raciones reservadas a la guarnición e la Estación Naval, creándose así en la colonia una escasez permanente de alimentos. A pesar de tales dificultades se continuó en esta línea política y en mayo de 1869 fueron traídos 250 cubanos, deportados por el Capitán General de Cuba Domingo Dulce. Ya en la isla africana se encontraron con los que habían quedado de las expediciones de 1862 y 1866.

Y aquí es donde introducimos la memoria de este momento histórico según lo relata un curioso personaje, testigo presencial bastante olvidado, pero que tuvo la idea de escribir un diario de sus años en el Golfo de Guinea. Se trata del comerciante inglés John Holt, nacido en un pueblo del condado de Lincolnshire en 1841, de una familia acomodada, que a los 14 años se embarcó en una goleta de su abuelo que hacía transportes entre Inglaterra y Francia, dejó este empleo y se colocó de aprendiz con la casa William Laird, el cual era navero y hermano del famoso explorador Laird. En 1882 recibe una oferta de empleo por parte de J.B. Lysnlager, comerciante y cónsul británico en Fernando Póo y que había sido entre 1854 y 1858 gobernador de la colonia en nombre de España. Laird le había enviado a través de su hermano unas notas en que le animaba y le decía que aquella isla era la región más saludable de la costa occidental Áfricana. Esta afirmación resulta un tanto extraña, pues aunque era menos insana que las próximas costas de Nigeria y del Camerún, venían siendo cementerio de europeos, como afirmaba la célebre frase atribuida al explorador Burton: «oscura tumba para un blanco».

John Holt fue hombre de gran voluntad y al final de su vida había extendido sus factorías a lo largo de la costa occidental de África. Su diario personal que abarca el tiempo comprendido entre 1862 y 18722, publicado en Inglaterra en 1948, fue traducido al español en 1950 por Miguel Llompart Aulet, a la sazón Delegado gubernamental de rabajo en la colonia, e insertado como folletón en 1950 y 1951 en el diario Ébano del cual era director dicho Llompart. De esta traducción hemos tomado las citas que aparecen alo largo de este artículo. También dan noticias de este diario el juez español J.A.Moreno y el prof. Germán de Granda3. El diario de J. Holt es muy interesante para conocer de cerca cómo era aquella sociedad de la capital Santa Isabel (antes Clarence y hoy Malabo) con su abigarrada mezcla de etnias africanas y su elite de «fernandinos» o criollos de raza negra, pero de cultura europeizada, y concretamente británica.

John Holt en su diario señala que el 22 de mayo de 1869 arribó al puerto el «San Francisco de Borja» trayendo 250 «exiliados políticos enviados aquí por el Gobernador General Dulce». Tras afirmar que el viaje había durado 66 días reconoce que había sufrido «algún retraso» por avería en las máquinas, deteniéndose en Puerto Rico; que 20 ó 30 de ellos son gente muy rica, comerciantes y finqueros y entre ellos un banquero apellidado Castillo, «que dicen que es muy rico». Probablemente se trata del que Unzueta cita como director de la Caja de Ahorros de Cuba. Lo interesante del diario de Holt es que recoge muchas noticias que no aparecen en los documentos oficiales, tales como el rumor de que el mayordomo del barco ha tenido buen negocio proporcionándoles en el viaje cantidades de jamón, y carnes de cerdo, pollo y pato. Parece que el suministro de comida a bordo era malo para que tuvieran que abastecerse bajo cuerda. También les vendía cerveza y hasta el agua potable.

Todo esto hace pensar que llevaron consigo al destierro algún dinero que les permitía hacer frente a estas dificultades. Los rumores aportados por Holt creían que en conjunto habían traído unas 20.000 libras. Una vez en Fernando Póo se les daba a cada uno de los restantes, «una libra o libra y media de arroz y unas pocas onzas de cerdo o carne seca por día». A su llegada fueron alojados en el mercado, un edificio detrás de la casa de la Gobierno (la llamada «Casa de piedra») pero luego se fueron hospedando en distintas viviendas particulares y en fondas. El capitán Townsend, otro comerciante inglés, que llevaba 27 años en la isla y que además de la factoría tenía una fonda, alojó y dio de comer a 13 cubanos y el mismo Holt tuvo a 20 comiendo en su casa recién llegados, que se desquitaron del hambre pasada en la travesía devorando «galletas, cerdo, confituras y carne en conserva». En su propia vivienda alojó a dos hasta que encontraran hospedaje.

Y según cuenta, un viejo le ofreció en gratitud un puñado de puros «espléndidos como nunca habían pasado por mis labios». Los recién venidos compraron en las factorías abundantes provisiones de boca pero no otro tipo de bastimentos. Aun así desde el punto de vista mercantil de Holt «el dinero que están gastando ha venido a revivir el moribundo estado en que se encontraba aquí el comercio últimamente». Dada la escasez de alimentos que había por aquellos días en la colonia, el gobernador Joaquín Sousa, para que no subieran los precios dio un bando fijándolos y prometiendo severos castigos a los infractores. Según Holt estas medidas –que habían sido promulgadas la víspera de la arribada del correo de España estaban encaminadas más que a evitar la escasez de alimentos, a dificultar el contrabando de los mismos por la tripulación el barco esperado.

No sabemos si por esta razón o como también apunta Holt (que debía de estar muy al corriente de los rumores de la ciudad) el gobernador podía tener sospechas de que algunos deportados intentaran fugarse en el propio buque al regreso de éste o en otro cualquiera que zarpase. Sea por una causa o por otra, lo cierto es que el gobernador, mandó llamar a todos los importadores para que le presentaran las facturas de las mercancías que iban a recibir en el correo que arribaría el día 25 y mandó numerar todos cayucos y botes que poseían y prohibió que salieran fuera de la bahía, controlando los embarques por medio de un sargento situado en la escala del barco para que examinara los permisos para subir a bordo de cualquiera que no fuese de la tripulación respectiva. «Las órdenes y restricciones del gobernador nos están produciendo molestias interminables» dice John Holt.

Desde el principio se advierte la simpatía que Holt muestra en su diario por los desterrados. «¡Pobres cubanos!… separados de sus familias, de sus hogares, de su país, y enviados a un país como éste. Tres cuartas partes ellos están casados…» y continúa con una serie de lamentaciones un tanto grandilocuentes. Después toca el tema de la posible fuga y afirma «¡qué fácil sería llevarse a unos cuantos! Yo podría hacerlo muy bien con mi goleta, pero quién me pagaría a mí el tener que abandonar mi propiedad de aquí y mis futuros planes de ganar dinero en este lugar? Nada de lo que los cubanos han ofrecido o lo que probablemente me ofrecieran sería insuficiente para pagarme el sacrificio que tendría que hacer». Se ve que la simpatía de Holt hacia los cubanos se detenía ante las consideraciones mercantiles.

Uno de los primeros intentos fue el patrocinado por un comerciante llamado Struthers (acaso sea el Strathers que cita Iradier años más tarde) que traficaba con los bubis y que llevó en su lancha a los pocos días de su llegada a tres cubanos desembarcándoles en Bimbia (Camerún). Uno de ellos era F.J. Balmaseda, que a su llegada a Nueva York publicó un libro en que recoge las aventuras y sufrimientos de los deportados6. Es posible que exagere algo en lo negativo; por ejemplo, Holt que se fija en los menores detalles no dice nada de los tres días que según Balmaseda, estuvieron en jaulas a su llegada. De él cuenta Holt que «se dice que es un hombre muy bueno y generoso y que ha hecho mucho bien entre las gentes de su pueblo en Cuba… ha hecho muchos ofrecimientos de amistad y ayuda a Struthers…» De allí se dirigieron los fugados a Tenerife, recomendados a Bruce, Hamilton & Co. El 20 de junio consigna Holt en su diario que se han escapado todos los desterrados que vivían en la casa de Townsend, en número de 17, en la lancha de éste. El propio Townsend despachó su lancha «oficialmente» al Camerún, pero la fondeó en la isla de Horacio a la espera de los fugitivos que fueron por tierra hasta Alburkah Bay y desde allí con una falúa y un cayuco los llevó hasta Horacio, remando durante horas; de allí partieron para el río Old Calabar en Nigeria, esperando en las isla de Los Loros la llegada de la «Biafra» que los condujera a Europa. El detalle de esta fuga aparece un tanto confuso en el diario, pero lo que está claro es que el gobernador montó en cólera y como se corrió el rumor de que habían huído hacia el interior de la isla, mandó a buscarlos a Basilé, con resultado negativo, como es lógico. En este disgusto de Sousa también entraría el hecho de que uno de los fugados, un tal Richelieu, vivía en su propia casa, el cual había ofrecido a Holt 400 libras por sacarle a él y a otro cubano.

Otro de estos, apellidado Barrenguy (probablemente se refiere al cubano Pedro Barrenqui) alojado en casa del Vicecónsul inglés Francis Wilson, se había enterado confidencialmente de la escapatoria y se presentó por sorpresa a los fugitivos, obligándoles a llevarle con ellos so pena de denunciarles. Cuando unos días después, el 29 arribó la «Biafra» supieron noticias de los huidos y de su protector Townsend que se había embolsado con la filantrópica operación entre 500 y 600 libras, lo que comenta Holt diciendo que «yo me pregunto si no ha sacrificado mucho más que esto por no retenerles en su hotel y vendiendo en su factoría». Su empleado Hill y los criados fueron registrados por las autoridades y probablemente embargadas sus propiedades. También las de los cubanos, que fueron depositadas en el gobierno.

Los que habían llegado al delta del río Calabar tenían estipulado con Croft, el capitán de la «Biafra» para que al regreso de Santa Isabel los recogiera en la isla de los Loros para llevarlos a Inglaterra; pagarían el pasaje de primera hasta Liverpool aparte de mil libras para el capitán. Como se ve, a Holt no se le escapaba ningún dato económico, que reflejaba en su diario. Cinco días después regresaba la cañonera «Concordia » del delta de lo Lor Ríos de alabar sin encontrar a los cubanos. Pero se supo que había avistado a la «Biafra» en Bonny (alabar Nuevo) y que no se atrevió a detenerla aun sabiendo que estaban dentro los fugados, por cierto aterrorizados ante la posible detención.

Se supone que el resultado positivo de esta fuga le hizo perder los escrúpulos a Holt, porque unos días más tarde, el 12 de julio, tomó parte activa en otra escapatoria, esta vez en combinación con el finquero Sr. Trello y Mr. Mercer, capitan del «Mc Gregor Laird» que zarpaba esa noche. Se trataba del que el buque se dirigiese a la isla de Horacio y esperase frente a la costa próxima a la finca de Trello. Éste llevaría a su finca a 13 cubanos y desde allí a la costa, pero a pesar de las señales convenidas y por falta de cálculo en el tiempo o por extravío de los guías krumanes que los acompañaban, lo cierto es que llegaron tarde a la cita, se supone que con gran sentimiento de Trello que pensaba cobrar 30 libras por cada uno, según revela Holt.

En vista del fracaso regresó a la capital todavía de noche para tener una coartada, ya que rápidamente se supo la noticia y el gobernador envió un bote al mando de su sobrino para detener a los fugitivos, como así se hizo, salvo dos que huyeron al bosque. Inmediatamente fueron detenidos Trello, Lauriano, John Phillip y otros. Aunque estos últimos, según Holt fueron detenidos para diluir la responsabilidad de Trello. Este que Holt llama Lauriano y más adelante Lauriano Diez da Cunha debe de ser el comerciante portugués mulato Laureano Acuña al que se refiere Iradier. También se recoge el rumor de que estaba complicado Gazulla, y suponemos se trata de la persona del mismo apellido que era Secretario del Gobierno en 1875 y recibió a Iradier a su llegada a la isla y que además era amigo de Acuña y del citado Strathers.

A través de este relato se desprende que los oficiales españoles no pusieron demasiado empeño en la represión de este suceso, probablemente por los problemas de mantenimiento que estaba creando a la colonia el exceso de población foránea. Según Holt también ellos sentían simpatía por «los pobres cubanos» y Trello, por su amistad con los oficiales fue tratado benévolamente «aun cuando el plan de fuga fue conocido», pero la redacción confusa no permite saber si lo fue por Trello o por los propios oficiales.

Trello fue interrogado por un tal Samson, empleado de la Aduana que fue nombrado Juez especial en lugar del Notario a quien correspondía y las preguntas «fueron tales que no pudieron comprometer o complicar al acusado» y según parece, el propio sobrino del gobernador, Hilario Pina, había informado con clara lenidad sobre el asunto. En cuanto a los frustrados fugitivos, respondieron que habían salido a dar un paseo, que se perdieron y fueron a dar con la finca de Trello, ingenua explicación que nadie hubiera aceptado de no ser por la pasiva complicidad de los oficiales que según Holt «habrían ayudado a la evasión de los cubanos si les hubiese sido posible sin peligro de ser descubiertos».

Habiendo cesado Sousa por sustitución del Ejército por la Armada al frente de la colonia, llegó el día 16 el nuevo gobernador Antonio Maymó. Según Holt, Sousa dejó mal recuerdo, «era tenido por tirano, cuya salida… alegrará a todos»; pero Maymó duró poco pues falleció el 22 de agosto y en su brevísima magistratura, consiguió embarcar en el «San Antonio» a 180 cubanos con destino a Tenerife; los restantes lo fueron posteriormente a bordo de la urca «Pinta» junto con la mayor parte de los colonia españoles venidos en dicha nave y que no habían podido resistir las enfermedades y el clima. Dice Holt que «ya es bastante dura la lucha por la vida para los hombres y las mujeres en un clima como éste, pero ¿qué hacer con los niños?» Se refiere sin duda a los que venían con sus padres en la «Pinta» y que en gran parte tuvieron que regresar. Pero hay una diferencia de fechas ya que antes dice que la «Pinta» llevó a los restantes cubanos el 20 de agosto y más adelante data la marcha el 2 de octubre y también en la «Pinta». Bien podrían ser dos viajes diferentes.

Los del «San Antonio» pasaron una odisea ya que muchos iban enfermos, otros sufrieron malos tratos y fallecieron varios en el viaje. Llegaron a Mahón y tuvieron que hacer allí la cuarentena. Después ya en libertad, pasaron a Barcelona y algunos siguieron a París y a Estados Unidos. Hubo también entre los cubanos, impacientes o desconfiados que no quisieron esperar a la repatriación y se escaparon trece de ellos el 2 de agosto, entre los cuales iban dos cuñados de Balmaseda, los hermanos Morales. Utilizaron el vapor «Congo» mandado por William Croft (¿será el mismo de la «Biafra») con el apoyo de Svenson aprovechando que ya no había controles de los cayucos y botes.

Ya no hubo después más expediciones de cubanos. Algunos quedaron en Fernando Póo ocupando diversos puestos en la administración o en el comercio. Todavía en 1897 se acusa su presencia. Una consecuencia de estas migraciones fue la creación en 1865 de un barrio en la capital (el de «los congos» donde se alojaban los cubanos de aquella procedencia, y que duró bastantes años hasta su desaparición. Para terminar estas notas nos queda una apreciación muy curiosa del propio Holt, que después de haberse referido al temperamento de los cubanos y a pesar de la simpatía que como ya hemos visto les tenía, hace esta reflexión bastante crítica: «Los cubanos que han estado aquí me parecieron demasiado indolentes y afeminados para conseguir la independencia de su país». Y a continuación el dato sorprendente:

«Podían haber tomado esta isla a los españoles si lo hubiesen intentado después de la marcha del «Borja», y que no había más que un centenar de españoles contra 150 ó 250 cubanos. Si hubieran tenido la más mínima organización podían haber tomado el cañonero y el cuartel simultáneamente en una noche cualquiera. Pero no había organización entre ellos y tan poca prudencia demostraron que era peligroso que más de uno o dos conocieran cualquier plan de fuga propuesto, pues de lo contrario era sabido enseguida por todo el mundo».

Parece como su Holt se hubiera anticipado a predecir lo que sucedió un siglo después allí mismo: el trasatlántico italiano «Duquesa de Aosta» que estaba internado al haber estallado la II Guerra Mundial, fue libertado y sacado del puerto por la noche para estregárselo a los aliados. Y volviendo a Holt, si su sugerencia se hubiera llevado a cabo con éxito, se habría producido un caso insólito en la Historia: la adquisición por las armas de una colonia, por un país sin independencia propia.

Pepin
Canarias recibe 31.000 irregulares, casi los mismos que en cuatro años

El Gobierno considera "espectacular" la llegada de cayucos en 2006

J. A. R. - Madrid


EL PAÍS
- España-

27-12-2006

Cerca de 31.000 inmigrantes han llegado en 2006 en cayucos a Canarias, lo que supone que en un sólo año han arribado a las islas casi los mismos sin papeles que entre 2002 y 2005. El cambio en el tipo de embarcación, desde las pateras (con una media de unas 40 personas a bordo) hasta los cayucos (con hasta 100 de media), el abaratamiento de los viajes irregulares y la mayor experiencia de los pilotos han disparado el número de africanos dispuestos a arriesgarlo todo para intentar salir de la pobreza.

La llegada del primer cayuco a Canarias desde la costa Este de África, en noviembre de 2005, abrió una nueva ruta para los miles de subsaharianos a los que la pobreza empuja hacia el norte. La tendencia a la baja que venía observándose desde 2002 (con 9.875 inmigrantes interceptados) hasta 2005 (4.715) ha saltado este año por los aires. "El Archipiélago cerrará el año con una llegada total de cerca de 31.000 inmigrantes llegados en cayuco o patera desde África", declaró ayer el delegado del Gobierno en Canarias, José Segura, en la Cadena SER. El dato, admitió, "es espectacular".

Espectacular porque en 12 meses han llegado casi los mismos extranjeros que entre la suma de los que arribaron entre 2002 y 2005 (31.404 sin papeles). Porque ha puesto en jaque todos los servicios asistenciales de las islas, ha obligado al Gobierno a desplegar una fuerte ofensiva diplomática por África para intentar frenar el fenómeno y ha situado la inmigración en el núcleo de la agenda política de la UE. Espectacular también porque ha obligado a trasladar a la Península a casi 20.000 extranjeros, para aliviar los centros de internamiento de Canarias. Y espectacular, entre otros muchos porqués, por la plasticidad sublime (en el sentido kantiano de belleza que conmueve dentro de la tragedia) de la arribada de seres humanos hechos y derechos al límite de su capacidad de resistencia, atendidos por congéneres también al límite de sus fuerzas.

El cambio en el tipo de embarcaciones y en las rutas de viaje ha sido definitivo. Hasta el año pasado, el grueso de la inmigración por mar embarcaba en pateras en las costas de la antigua provincia española del Sáhara. Esto obligaba a los subsaharianos a viajar durante meses por el continente hasta alcanzar las costas de Marruecos. Ahora no. La salida se efectúa desde países del corazón de África, como Mauritania, Senegal o Guinea, donde hay miles de cayucos (pirogues les llaman en la zona) de pesca, lo que abarata los costes y la dureza del viaje por tierra.

Las pateras, que llegaban con una media de 40 o 50 personas, han dejado paso a los cayucos, donde llegan de cien en cien, o más. La nueva embarcación es más segura, más marinera, y los patrones, mucho más experimentados. Tanto, que ya no sólo zarpan en los meses propicios, desde primavera hasta finales de octubre, con régimen favorable de alisios y aguas más tranquilas. Ya zarpan en pleno invierno, como la que ayer llegó a Tenerife con 45 inmigrantes a bordo, o como la que encontró anoche con 18 un avión del Servicio Aéreo de Rescate. Sus ocupantes, localizados a 75 millas al sur de Tenerife, fueron trasladados a la isla de El Hierro.


Maripili
El destino de la inmigración Los 'desaparecidos' en el mar del Caribe

El sueño que se rompió en Barbados

Los emigrantes senegaleses que murieron en el yate de un español dejan a sus familias en extrema pobreza y dolor

JUAN MANUEL PARDELLAS (ENVIADO ESPECIAL) - Dakar

EL PAÍS - España - 28-12-2006

La mayoría de los 47 hombres, de entre 18 y 35 años, como Malang Sano, Abdurahmame Drame y Malang Yrayansí, eran los principales mantenedores de sus familias. Pertenecían a esa generación de 29.000 intrépidos y valientes senegaleses que han emprendido una peligrosa travesía de semanas y miles de kilómetros en alta mar, a bordo de una frágil piragua hasta alcanzar las costas de Canarias. En Senegal no pasaban hambre extrema, ni sed, ni huían de ninguna guerra. Tenían trabajo y algo de dinero, pero perdieron totalmente la confianza en su país mientras el estilo de vida europeo y americano se grababa a fuego en sus cabezas.

Las madres de estos 47 soñadores muertos han perdido visión de tanto llorar. Se consumen físicamente de dolor y las familias han quedado sumergidas en la extrema pobreza ante la indiferencia de las autoridades locales, del Gobierno de Senegal y de las organizaciones no gubernamentales.

Adama Sano, de 45 años, tenía 20 cuando nació su hermano Malang en la aldea de Sanoufily, región de Casamance, el vergel del sur de Senegal fronterizo con Guinea-Bissau. "Fue un chico muy popular, que jugaba al fútbol", recuerda Adama en su humilde casa de Rufisque, un poblado de calles de arena a 28 kilómetros al norte de Dakar.

Malang vivió en la casa de su hermano, El Hadj, en este mismo pueblo. Él, que desde joven trabajó de pescador y en la construcción en Mauritania y Portugal, y que ahora reside en Barcelona, le financió a su hermano menor un pequeño locutorio anexo a la casa de Adama con dos cabinas y un mostrador. Además, el joven Malang consiguió trabajo como vigilante nocturno en varias obras de Dakar, con lo que era frecuente que no durmiera en casa.

Una noche de septiembre de 2005 le dijo a su primo Malik Dabo, también de 24 años: "Mañana, abre tú". Y se marchó para no volver. "Nunca nos dijo que quería irse", insiste su hermana rota por el dolor. Cuando pasaron dos días sin noticias de Malang, Adama supuso que se había ido. Así transcurrieron dos semanas más, hasta que una tarde sonó el teléfono en un oscuro salón con sillones rojos y un ventilador. Uno de los muchos niños que siempre juegan en la casa lo cogió. Era Malang. "Estoy en Cabo Verde trabajando por mi cuenta y estoy bien", le dijo a su hermana con voz grave, profunda y tranquila. Adama sólo acertó a decirle: "Suerte, que las cosas te vayan bien".

Los primeros años de este milenio han sido una maldición para esta rama de seis hermanos del clan mandinga de los Sano. El 12 de septiembre de 2001, mientras el mundo lloraba las víctimas de las Torres Gemelas, moría el segundo hermano, Dourama, de una infección provocada por la amputación de los dedos en una carpintería de Costa de Marfil. El 26 de noviembre de 2003 le tocó a la madre, Tamarta Diamanté. El 5 de diciembre de 2005, la hija de Adama, Jafay, fallecía a los 29 años de un cáncer de páncreas. Y al día siguiente, Adama recibió la segunda llamada de Malang desde Cabo Verde en la que ninguno de los dos pudo decirse nada. Sólo intercambiaron lamentos y lloros por la pérdida de Jafay.

El Hadj contactó con su hermano una sola vez, cuando éste ya estaba en Praia (Cabo Verde). "Me puse muy duro con él", reconoce, "porque había desaparecido con los ahorros de los últimos seis meses, aunque me prometió que lo devolvería todo y que nos ayudaría en cuanto consiguiera un trabajo". Ahora, el clan llora al propio Malang, fallecido en alta mar un día indeterminado entre el 25 de diciembre de 2005 y finales del pasado abril.

Adama y El Hadj comenzaron a sospechar que algo extraño había ocurrido cuando, en enero de este año, seguían sin recibir noticias de su hermano. A primeros de ese mes les llegaron noticias de un barco que zarpó de Cabo Verde y que pudo llegar a Canarias. Pero no fue hasta el 13 de mayo pasado, el mismo sábado que EL PAÍS publicó la noticia de que había aparecido un yate en Barbados con los cadáveres de varios senegaleses, cuando sus peores temores se confirmaron.

"El enlace que los metió en el barco junto al español", que actualmente está preso en una cárcel caboverdiana, "me confirmó que Malang era uno de los 47 jóvenes que viajaban en ese barco", explica El Hadj. "No paraba de gritar, no podía dormir, llamé a decenas de personas en Casamance, Rufisque y Dakar, fue terrible, pensé que yo también me moría", confiesa este hombre que ahora reside en Barcelona.

La destinataria de una de esas llamadas fue Adama. Cuando recibió la noticia, la mujer gritó desconsolada: "¿Por qué, por qué me lo dices a mí? No estoy preparada para una noticia así después de la muerte de mi propia hija". Aunque Adama y El Hadj aún desconocían si uno de los 11 cuerpos momificados que permanecen en Barbados era el de su hermano Malang, en Rufisque y su isla natal de Sanoufily (en Casamance) se organizaron multitudinarios velatorios, en los que se leyó el Corán durante 40 días y se distribuyeron bolitas de mijo y cuscús con azúcar.

Ni el alcalde ni ninguna autoridad del Gobierno de Abdoulaye Wade se interesaron ni entonces ni ahora por este caso. "Por favor, necesito saber qué pasó, quiénes son los culpables, por qué subieron a ese barco; ¿cómo ha podido pasar algo así y que nadie nos diga nada?", suplica Adama. Robusta de constitución, la mujer se ha convertido en un saco de piel y huesos con el rostro de quien olvida la sonrisa, abatida por los hachazos mortales en el clan. El locutorio anexo a su casa -ahora vacío, sucio, oscuro y cerrado bajo llave- "me recuerda siempre a él". Seis meses después de enterarse de la noticia no hay noche sin llanto, muchas de ellas acompañada de Tabara, la joven con quien Malang pensaba casarse "si todo salía bien".

"Mucha gente se aprovecha de la debilidad de los clandestinos", reflexiona con lucidez el primo de Malang, Malik Dabo, licenciado en Filología: "En Senegal todos creemos que allí [en Europa] el dinero se regala, que es lo mejor del mundo. Intenté decirle a Malang que eso no es así, que hay otras formas de conseguir dinero antes que subirse a un cayuco; sabía que esto sucedería, porque nos llevábamos muy bien y hablábamos mucho. Es muy difícil impedir que alguien con una determinación tan fuerte como él se marche, pero te lo juegas todo a una sola carta".

Malik asegura que ha visitado varios despachos de autoridades locales para contarles lo ocurrido, incluso una vez fue recibido en el Ministerio del Interior. "Pero ni han hecho, ni nos han dicho nada". El joven, de 27 años, intentó formar una asociación para convencer a los de su edad de los peligros de la inmigración clandestina. "Lo tuve que dejar porque nadie quiere oír hablar de eso; cuando les dices que los que llegan vivos sufren mucho para conseguir algo de dinero, sólo contestan: yo también quiero sufrir así en Europa".

Malang Sano nació en una gran casa de 10 habitaciones en el poblado de Sanoufily de la isla de Bacola, que en lengua mandinga significa "el trozo de tierra que está detrás del mar". Para llegar allí hay que ir a Sedhiou, alcanzar el embarcadero que penetra el río de agua salada Soungrougrou, afluente del río Casamance, y tomar una kounloun (piragua de una sola pieza de madera de ceyba propulsada por un motor de ocho caballos).

La casa original de los Sano se encuentra a una hora de navegación y 20 minutos a pie entre exuberante vegetación, ovejas, bueyes, gallinas, algunas casas y una austera escuela primaria iluminadas con modernas farolas que se alimentan con placas solares.

"Malang nunca nos dejó ni una sola vez durante su niñez". Karfa Sano, el padre, apenas habla. El anciano marino "de unos mega_shok.gif años", tras dos matrimonios y ocho hijos, sufre anemia y camina a rastras, pero se mantiene orgullosamente erguido durante toda la conversación, rodeado de una treintena de miembros del clan y más de 20 niños, que escuchan atentamente en silencio, mientras las jóvenes muelen sorgo para la cena. "Era el típico niño que todos querían hasta que se fue a trabajar a Rufisque; su sueño era ayudarnos; hemos nacido para eso y no hay más orgullo para un hijo que contribuir al bienestar de su familia", afirma.

Todavía, el anciano cree imposible que su hijo haya muerto de esta manera. Nunca, ni cuando vivía lejos, al norte de Dakar, le confesó que iba a emigrar. Toda la comunidad de esta isla asistió al funeral en mayo. El día en que supieron la muerte coincidió con una reunión de los padres e hijos "y lo aprovechamos para poner lo ocurrido como ejemplo de que no se debe emigrar de esta manera", añade Anssois Sano, el tío de Malang.

Antes de despedirse, el viejo Karfa solicita: "Aparte de lo que designe Dios, los culpables de esto deben ser castigados. Han hecho mucho daño a los familiares y la ley de los hombres debe cumplirse. Han sido devueltos, han perdido su dinero, su tiempo y otros la vida, que ha sido la sanción extrema; nuestra misión es calmar sus espíritus y lograr que no lo vuelvan a intentar, porque ellos suponen el progreso de este país".

Cuando se le transmite el sueño de muchos jóvenes por seguir intentándolo, recurre a la ironía: "Soñar es libre; yo también sueño con algún país en el que hacerme rico sin hacer nada. Pero ahora, llegar ya no es triunfar, porque te mandan de vuelta. Todo el mundo ha entendido que esto es muy peligroso, que muchos mueren y está más controlado".


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"Su vida pasaba por Europa"


El Gobierno autoriza la contratación en origen de más de 180.000 trabajadores extranjeros


Ciega de llorar

"Los médicos me han dicho que me he quedado casi ciega de tanto llorar". Binta Dieme es la madre de otra de las 47 jóvenes víctimas del yate de la muerte, Malang Yrayansí. La mujer y sus familiares desconocen la edad que tiene. Tampoco le interesa. Lo suyo ya no es vida, sino muerte con los ojos abiertos. Apenas habla con un hilillo de voz muy aguda, casi un gemido estremecedor, entrecortado a cada momento con lágrimas y balanceos hacia delante y atrás.

Así se ha pasado los últimos seis meses. Apenas come, los pliegues de su cara son tan profundos como los surcos del pequeño huerto que los abastece en el poblado de Faune, unas 12 chozas de bloque y techo de uralita y caña, semiocultas en el borde izquierdo de la asfaltada carretera senegalesa, ya cruzada la terrosa frontera sur con Gambia.

La envejecida mujer sospecha que quienes preguntan por su hijo son policías y tiene miedo de que su testimonio le traiga aún más problemas. Su tío Almamy Yrayansí completa el relato de Binta Drame: "Malang era el tercero de cuatro hermanos, tomaba la leche de algunas cabras y cultivaba cacahuete; una mañana ya no estaba. Con apenas 25 años había dejado una casa con dos mujeres y seis hijos. Primero me dijeron que había ido a Dakar, luego a Cabo Verde" hasta que le perdieron la pista.

Nadie habló con él desde que abandonó Faune. Ninguna autoridad se ha interesado por ellos, ni su frágil situación económica. Ahora, Binta Drame también ha asumido sola (enviudó en 1987) la carga de los ocho miembros de la familia de su hijo. "Seguro que, como todos los jóvenes, en lo único en lo que pensó fue en conseguir dinero para dárnoslo a nosotros", lamenta la mujer desolada. Su familia afirma angustiada que desde hace meses "ni duerme". Ella misma advierte: "Moriré pronto de pena", y oculta la cara con un velo azul y sus manos huesudas.





Julian Navascues
Cuba y Estados Unidos: la influencia de un hombre en sus relaciones

Miguel Saludes

LA HABANA, abril (www.cubanet.org) - La Habana, como cualquier gran ciudad, puede traernos sorpresas a cada momento, no importa el tiempo que llevemos viviendo en ella. Como una gran enciclopedia, no cesa de revelar las innumerables historias que atesora, expuestas a la vista de todos, pero que en nuestro apresurado andar por sus calles no apreciamos hasta un día, que puede demorar años en llegar, o puede que nos pase la vida sin notarlo.

Todo esto pensaba el pasado diciembre mientras leía una inscripción en bronce situada al comienzo de la calle Aguiar en el casco histórico de la ciudad. El letrero conmemorativo, inaugurado el 22 de febrero de 1947 por la Sociedad Panamericana, es un homenaje a Juan de Miralles Trailhon, precursor de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, ferviente colaborador con la lucha por la independencia de las colonias norteamericanas, quien además llegara a cultivar la amistad de George Washington. Dice el cartel que en el terreno ocupado hoy por la casona sede del Museo de la Música estuvo la propiedad solariega de este notable habanero.

Muchas conjeturas surgen cuando se lee el texto de la placa. ¿Cuándo y dónde nació este personaje, apenas divulgado por nuestra historia? ¿Cómo llegó a conocer al padre de la independencia norteamericana y hasta qué punto fue importante su colaboración con la independencia de aquella nación? Su actitud a favor de los independentistas, ¿le ganó la animadversión de las autoridades de la Isla, y por ello murió en la nación norteña sin poder regresar a Cuba? Dar respuesta a todas estas interrogantes es una tarea difícil para quien no posea la categoría de investigador. No obstante, siempre existen personas dispuestas a ayudar y sitios que prestan ese servicio. Gracias a ellos pude recopilar una gran cantidad de datos sobre un hombre que merece toda la atención por parte de nuestra generación y que realmente no es una figura desconocida en el mundo de hoy.

Juan de Miralles nació en Petrer, España, el 23 de julio de 1713 y fue bautizado en la iglesia parroquial de San Bartolomé, perteneciente a ese pequeño pueblo valenciano. En 1740 Miralles llega a La Habana con 27 años y la suficiente fortuna como para pedir la mano de María Josefa Eligio de la Puente y González-Cabello, miembro de una de las más acaudaladas familias habaneras de la época, con fortuna asentada en la Isla y en la Florida. Hacía esta última se dirigió tempranamente la actividad comercial de Miralles, negociando con los principales puertos de las colonias inglesas en Norteamérica.

En 1761 La Habana fue azotada por una epidemia de fiebre amarilla, que causó numerosas víctimas entre la población, las tropas y tripulaciones y las dotaciones de esclavos. Debido a la escasez de fuerza de trabajo, las obras de fortificación se vieron prácticamente paralizadas, por lo cual el Gobernador Prado decidió comisionar al acaudalado comerciante habanero Juan de Miralles, muy reputado por su habilidad como negociante y de plena confianza de las autoridades españolas, para gestionar la compra de esclavos en Jamaica.

A tal efecto se le concedieron pasaportes, y Miralles partió de La Habana en abril de ese año. Su gestión le llevó a Londres donde su habilidad para hacer relaciones le permitió contactar con autoridades británicas y obtener información acerca de los planes secretos de preparación de una fuerte expedición contra La Habana, de lo cual dio cuenta al embajador español en la capital inglesa y trató además de comunicar los planes británicos al Gobernador de Cuba. Sólo dos de los avisos llegaron a su destinatario, uno de ellos un día antes de la llegada de los atacantes y otro poco después, cuando ya había comenzado el sitio.

En el trayecto hacia La Habana el traficante habanero fue apresado por una fragata británica. Valiéndose de su astucia y habilidad, logró ganar la confianza de sus captores, incluso la del propio jefe de las fuerzas británicas, conde de Albemarle, con quien acordó obtener información de inteligencia acerca de la plaza sitiada. Con esta argucia, Miralles logró que los británicos lo dejaran desembarcar en las inmediaciones de La Habana y le permitieran el acceso a la ciudad. Inmediatamente se presentó al Gobernador, a quien informó cómo había engañado al jefe británico y le dio datos acerca de las fuerzas sitiadoras. Siguiendo sus planes y para no levantar sospechas se le puso bajo custodia, a bordo de uno de los navíos españoles que se encontraban en bahía, manteniéndose así hasta el día de la capitulación.

Una vez comenzado el movimiento rebelde en las Trece Colonias inglesas, no es extraño que la corona española diera luz verde a sus representantes en el continente para que colaborasen con los rebeldes y así desalojar al peligroso rival imperial de sus posesiones. Obedeciendo a una Real Orden secreta de agosto de 1777, el Capitán General de Cuba, Diego Navarro, nombró agentes confidenciales para entablar negociaciones con los rebeldes norteamericanos: a José Eligio de la Puente, cuya actuación fue muy breve, y a Juan de Miralles.

La misión encomendada a este último era muy importante, y él la cumplió con excepcional brillantez. Su primera propuesta fue que España atenuase o suprimiese algunas de las severísimas medidas restrictivas que entonces existían en cuanto al comercio, con beneficio especial para las colonias en lucha. Miralles, además, logró que fuesen reparados en el Arsenal de La Habana los buques de una escuadra norteamericana que se dirigía a Francia.

Entre tanto, se había presentado como enviado oficial a George Washington. Sus vínculos con el libertador norteamericano habían comenzado tempranamente al coincidir con la visita navideña de éste a la ciudad de Filadelfia. En esa Navidad de 1778, Juan de Miralles presenta a Washington la carta de recomendación del teniente general Diego Navarro, siendo atendido con la más alta consideración y cortesía. La buena impresión que produjo y las perspectivas de ayuda, explicadas de manera elocuente, impactaron al general norteamericano despertando su interés por el encuentro.

En vísperas del Año Nuevo, Miralles organizó un banquete en honor de Washington y su esposa Martha, al que asistieron más de setenta comensales, entre los que se encontraban los más destacados oficiales cercanos al héroe norteamericano. La prensa en Filadelfia se hizo eco del homenaje del agente cubano como uno de los acontecimientos más importantes de ese fin de año.

En abril de 1780, Miralles enfermó de pulmonía mientras viajaba a Morristown. En aquel sitio fue alojado en la mansión del propio Washington, quien lo hizo asistir por su médico personal. Pero nada pudo impedir el desenlace fatal. Los más altos jefes militares norteamericanos y su general, presidieron el sepelio de Miralles, quien fue enterrado con todos los honores por el ejército que él había abastecido. Poco tiempo después sus restos fueron trasladados a La Habana para ser inhumados en el Espíritu Santo, donde reposan en la actualidad.

Según el investigador Vicent Ribes, este coterráneo suyo es, después de los Borja, uno de los españoles con mayor proyección exterior en los últimos 400 años, asegurando además que la independencia de los Estados Unidos de América no hubiera sido igual sin su significativa participación. Aunque pudiera parecer que la actuación de Miralles tuvo un marcado interés comercial, Emilio Roig afirma que el desempeño de este hombre estuvo fundamentado realmente en sus simpatías con la causa de la independencia norteamericana. Nada más elocuente que las palabras de Benedict Arnold al decir que Miralles era el hombre cuya ayuda económica y gestiones ante el Capitán General de Cuba y del gobierno de Madrid habían ayudado en gran medida a sostener la moral de los independentistas norteamericanos.

El intercambio epistolar guardado en la Biblioteca de la Universidad de Virginia demuestra el importante rol que jugó Juan de Miralles en Norteamérica y la consideración que gozó entre los líderes de aquella revolución.

No por gusto en el cuartel general norteamericano se empleó su nombre como santo y seña. La lista de donaciones recibidas por el ejército independentista de manos de Juan Miralles y del estado español es interminable. Miles de prendas de vestir, uniformes, mantas, camisas, zapatos. También se les equipó con seis mil sables, dos mil fusiles, pólvora y cargamentos enteros de quinina. Miralles prestó, de su bolsillo, 35 mil pesos a Carolina del Sur, 140 mil dólares al comandante americano de Charleston y 15 mil pesos a la flotilla del corsario americano Alexander Gillon. Estas entregas financieras, realizadas entre 1778 y 1780, constituyen de hecho el inicio de las relaciones comerciales entre ambos países.

Algunos, como Herminio Portell-Vilá, han llegado a afirmar que de haber vivido Miralles cuando Washington llegó a la presidencia, de seguro las relaciones entre Estados Unidos y Cuba hubieran sido distintas, e incluso habría quizás encendido la chispa libertaria en nuestra patria.

Una vez más, ahora con sólidos antecedentes, parado ante la placa que rememora a un hombre de vida intensa, que jugó un papel relevante en la historia, llegando a influir con efectividad en su desarrollo, pienso en este detalle humano donde se entroncan las relaciones de amistad entre la nación norteamericana y la cubana, raíces que se adentran en el mismo seno de la independencia de aquel pueblo. El hecho, junto a la actitud mantenida por un gobernante nacido en suelo cubano y la de cientos de mujeres y hombres que dieron dinero, entusiasmo y vida para ayudar a consolidar la libertad de las Trece Colonias, debe ser retomado en la actualidad por los gobiernos de los respectivos países.

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1.- Introducción
La circulación de ideas entre diferentes regiones del mundo periférico ha sido importante y frecuente en el último siglo, aunque en términos relativos mucho menor a la circulación proveniente desde el centro. La presencia y reelaboración de las ciencias económico-sociales latinoamericanas en África y la constitución allí de una escuela estructuralista-dependentista, con trabajos en los cuales los aportes latinoamericanos fueron uno de los principales componentes, conduce a preguntarse por las maneras en que fueron recepcionadas y reelaboradas.

¿Qué se hizo con las ideas latinoamericanas en África y particularmente en Senegal? ¿Cómo se seleccionaron y como se hibridaron con las allí existentes y/o con otras recibidas, para generar una nueva especie eidética: el "dependentismo africano”? Por cierto, esta labor no la hicieron únicamente los africanos, contribuyeron los africanistas provenientes del Primer Mundo y del Caribe y en menor medida algunos de los visitantes latinoamericanos.
La búsqueda de respuesta a estas preguntas se realizará teniendo en cuenta los siguientes elementos: la selección de las ideas latinoamericanas en la recepción; el marco en el cual éstas fueron recibidas; las otras ideas que confluyeron en el proceso de hibridación; los objetivos y tareas que se había propuesto los autores que trabajaban en-sobre África.
Las hipótesis de este artículo son: que los autores que participaron, aunque en grados diferentes, en este proceso entre los 1960s y los 1980s, operaron sobre la base de una lectura muy parcial de los latinoamericanos, salvo el caso de Samir Amin. Teniendo en cuenta estas lecturas y utilizando autores no latinoamericanos, en particular Arghiri Emmanuel y su teoría del intercambio desigual, intentaron explicar el subdesarrollo senegalés y africano y proponer un modelo de desarrollo. Para ello se localizaron en la secular destrucción la economía y la organización social por parte del capitalismo del centro, deduciendo que el proceso de desarrollo pasaba por cortar esos lazos y, de algún modo, recomponer esa desestructuración. En este marco se elaboraron conceptos como “economía de trata”, “desestructuración de las sociedades”, “modo de producción africano”, “desconexión” y otros.

2- Vías y redes para la llegada y circulación de las ideas latinoamericanos

Tres son las vías principales a través de las cuales las ideas económicosociales latinoamericanas arribaron a Senegal en el período que interesa. La primera es a través de los propios autores africanos; la segunda, a través de las visitas de autores latinoamericanos y otros que manejaban esta conceptualización; la tercera, a través de publicaciones de autores latinoamericanos o no que circularon en las redes de cientistas sociales.

A partir de aquí puede intentar responderse otras preguntas: ¿Cómo se articularon en Senegal y otros países africanos los cientistas económicosociales, para generar una circulación de estas ideas al interior del continente? ¿Qué papel jugaron allí las redes e instituciones, particularmente CODESRIA (Consejo Africano para las Ciencias Sociales), CEA (Comisión Económica para África) e IDEP (Instituto para el Desarrollo Económico y la Planificación)?

La primera persona que llegó a Senegal con un conocimiento relativamente grande del pensamiento económicosocial latinoamericano fue Samir Amin. Éste nació en Egipto y había estudiado economía en París. En su libro autobiográfico anota: “en la época de mis estudios universitarios (mediados de los 50s) América Latina nos parecía todavía un continente lejano y poco conocido. Comprendíamos mejor lo que pasaba en las Antillas - en Haití, Jamaica o Guadalupe - que la política de Brasil, México o Argentina. Sin embargo descubrí personalmente los problemas de este continente a través de mi lectura de los primeros escritos de la naciente CEPAL, bajo el impulso de Raúl Prebisch” (1999, 34). Amin no se trasladó directamente desde París a Dakar. Trabajó en Egipto, en Mali y en Sudán antes de llegar a Senegal, al IDEP, del cual a poco andar se haría cargo en 1970, como director (1999, 132ss). Señala que cuando llegó al IDEP a mediados de los 60s era “como una ‘escuela’de enseñanza barata de las ‘técnicas de planificación’”(1999, 134) y que lo que pretendió, cuando se hizo cargo era “transformar ‘la Escuela’ en una escuela, a la par que un centro de investigaciones, y hacer de ella también un lugar de debates panafricanos, haciendo hincapié en la economía política de la dependencia, la liberación y el cambio social" (1999, 135). En relación a esto, es significativo lo que agrega a continuación: “quise sacar a África del aislamiento neocolonial y organicé con este fin los primeros grandes encuentros entre los intelectuales de nuestro continente, los de América Latina (1972) y los de Asia (1974)” (1999, 135).

No se refiere con más detalle a estas reuniones pero sí recuerda que trabajó en relación con la Comisión Económica para África (1999, 135) y sobre todo que trajo al IDEP a profesores afamados como Fawzy Mansour, Héctor Silva Michelena, Oscar Braun, Norman Girvan y otros más jóvenes (1999, 135). Pero lo más importante de todo es que estos profesores, especialmente el venezolano, el argentino y el jamaiquino pertenecían a las redes cepalino dependentistas y contribuyeron en las formación de cuadros realizada en el IDEP. Recuerda Amin que allí “formamos por lo menos a un millar de jóvenes africanos capaces de juzgar con espíritu crítico programas y políticas de ‘desarrollo’. Pero al mismo tiempo contribuimos a construir una activa comunidad intelectual panafricana” (1999, 135-6). Cuenta que se realizaron múltiples encuentros nacionales o subregionales en África y que en este marco se creó CODESRIA (1999, 136), cuya sede también se instaló en Dakar.

De hecho, Amin ha sido en las décadas de 1970 y 1980 el cientista económicosocial africano más reconocido dentro y fuera de su continente, sólo parangonable con los caribeños medio africanos por adopción, Frantz Fanon y Walter Rodney. A la vez, él y Rodney se encuentran entre los mayores conocedores de la producción cepalino dependentista, lo que permite dimensionar, al menos en términos relativos, la importancia del traspaso de ideas desde América latina.

La segunda vía a través de la cual llegaron las ideas latinoamericanas a África fueron las visitas de personas que manejaban esa conceptualización. Ya se ha visto que Amin recuerda haber recibido a H. Silva Michelena, O. Braun y N. Girvan, y que señala haber hecho un encuentro con latinoamericanos en 1972. Aunque no se refiere con más detalle a esa reunión, debe señalarse que fue posiblemente con motivo de ésta que André G. Frank visitó Dakar. Recuerda que “en 1972 viajé a Roma, vía Dakar. Me detuve en Dakar para asistir a una conferencia en la cual Samir Amin, quien también me había visitado en Santiago, se proponía introducir la teoría de la dependencia en África”, (Frank: 1991, 61). Ello ocurrió antes de septiembre. Trabajaron por otra parte en Senegal diversos extranjeros que manejaban algo de la conceptualización latinoamericana: británicos procedentes del IDS (Institut for Develpment Studies) de Sussex por ejemplo: Rita Cruise O'Brien y Donald Cruise-O'Brien; y franceses como Catherine Coquery Vidrovitch.

La tercera vía, y probablemente la más importante, al menos en el largo plazo, es la circulación de publicaciones en las cuales estas ideas eran expuestas o utilizadas. Publicaciones producidas por los propios africanos que habían asimilado tales ideas, obviamente por latinoamericanos y por investigadores del Primer Mundo. Entre los africanos los trabajos que más circularon, en Senegal y en África en esta línea, fueron los de Samir Amin difundidos a través de las propias redes y citados en diversos países de África, de América Latina y por africanistas del Primer Mundo. No hubo muchos más africanos que produjeran temprano (1970), pero sí algo más tardíamente algunos anglófonos como el tanzano Justinian Rweyemamu, el nigeriano Claude Ake y otros publicaron y circularon textos en los cuales las ideas latinoamericanas estaban ya presentes en esos años (Véase Devés 2005-a). Hubo sin embargo importantes africanistas, siendo sin duda el guyanés residente en Tanzania, Walter Rodney el más importante, con su libro How Europe underdeveloped Africa, pero también el británico Colin Leys, residente varios años en Kenia, y la revista ROAPE (Review Of African Polifical Economy), que también contribuyeron a la circulación de las ideas latinoamericanas.

3-Reelaboraciones 1: La detención de la evolución y la destrucción de África

Probablemente una de las reelaboraciones mas importantes realizada por los cientistas económico-sociales africanos(nistas), a partir de la conceptualización latinoamericana, es el trabajo en torno al hecho que la evolución económica, política y cultural de África, que en el período pre mercantilista no es en su conjunto más atrasada que el resto del mundo” (Amín 1972, 757), fue cortada o frustrada generándose en cambio una suerte de involución, el subdesarrollo, por el contacto con Europa. En este marco se realizan varios razonamientos que apuntan a explicitarlo o sustentarlo teórica o históricamente.

a)El primero de éstos intenta periodizar la historia africana para determinar los tipos de contacto, según las épocas, que fueron produciendo esa involución que es el subdesarrollo. Samir Amin se refiere al período mercantilista, que se extiende desde el siglo XVII hasta 1800. Piensa que en esa época “se remonta el primer retroceso del África negra” y que “la trata negrera no toca solamente las zonas costeras: propaga sus efectos sobre el conjunto del continente, traduciéndose en una regresión de las fuerzas productivas” (1972, 756). Los “efectos devastadores de la trata negrera” (1972, 763) contrastan, según Amin, con “el comercio transsahariano del periodo pre mercantilista en el que participaban los waalo”, que “había reforzado la centralización estatal y estimulado el progreso de este reino senegalés autónomo”. Por el contrario “el comercio Atlántico que subsbtituye al primero, desde el establecimiento de los franceses en Saint Louis (1659), no libera ninguna fuerza productiva sino que se consolida por una regresión de éstas y una desintegración de la sociedad y del estado waalo-waalo (1972, 763). Amin extrapola su tesis al conjunto del continente cuando afirma que en diferentes partes de África, el “proceso de integración de los pueblos y de construcción de vastos conjuntos, que se desarrollaba en la época pre mercantilista, son detenidos en provecho de un desmigajamiento, de un aislamiento y de un embrollamiento increíbles, que están como se sabe, en el origen de uno de los handicaps contemporáneos más serios” (1972, 765).

cool.gif Catherine Coquery Vidrovitch se detiene más bien en los diversos niveles en que se produjo la desestructuración: demográfico, social, económico. Dicha desestructuración, piensa, no fue efecto únicamente del período esclavista sino que continuó hasta el siglo XX, con el deterioro en la suerte de los africanos (1976, 36). Durante la época colonial, particularmente 1900-1930, que puede ser definida, sostiene, “desde el punto de vista africano, como un periodo de desestructuración mayor del modo de vida preexistente”, no se genera una “desestructuración económica y social, sino, en primer lugar, de destrucción física de las poblaciones”, pues las catástrofes demográficas de las primeras décadas del siglo XX coinciden con la puesta en práctica del sistema colonial (1976, 37). En este nivel, lo más nocivo, mas allá de las ejecuciones o de la explotación, fueron las epidemias por la movilidad de la población (1976, 37). Ello, sumado a la demanda de mano de obra y a las hambrunas, generó el despoblamiento de algunas zonas (1976, 38). Las hambrunas acabaron de desorganizar a las sociedades precoloniales contribuyendo a la puesta en práctica de estructuras socio económicas enteramente renovadas (1976, 38). De modo que todos estos elementos convergen para proponer la imagen de una desestructuración acelerada de las sociedades africanas, en la medida en que se pone en práctica la explotación capitalista europea (1976, 38).

c) Sea para uno u otro tema, y aunque Amin y Catherine realizan un trabajo teórico más elaborado, una de las bases en que se afirman es la investigación historiográfica de Boubacar Barry. Éste, en su historia del reino de los waalo, investigando el período que va desde 1600 a 1831, apunta a mostrar dos cosas: la desestructuración de las sociedades y la subordinación a la economía europea, ello por cierto antes del reparto de África en el Congreso de Berlín, que da origen al período colonial propiamente tal. Piensa Barry que es precisamente antes del colonialismo, durante el período mercantilista, que debe iniciarse un estudio que permita entender mejor “los orígenes históricos de la dependencia y el subdesarrollo en África Negra” (1979, 39). Según él, ello se expresa principalmente en las articulaciones establecidas durante el período de la trata de esclavos, pero sobre todo después que Francia abole la esclavitud y se embarca en una política de ocupación y conquista armada, durante la primera mitad del siglo XIX, con el fin de gobernar directamente el territorio y transformar a los waalo, para cumplir su nuevo rol de periferia de la metrópoli europea (1979, 62).
Por cierto, el problema de la significación del tráfico esclavista y de otras formas de contacto, económico o no, contribuirían a la constitución de un tipo de formación económica en el África del período siguiente.

4- Reelaboraciones 2: El tipo de formación económica o el carácter del capitalismo periférico

Un segundo núcleo de reelaboración se forma en tomo al capitalismo periférico, sus relaciones de semejanza y diferencia con el capitalismo central y sobre todo la forma como se establece (instala, conforma) en África. Ello tiene que ver tanto con los orígenes cuanto con la evolución.
Según Amin, si se consideran “las etapas de la evolución de las periferias, al menos desde mediados del siglo XIX, se advierte en ese modelo de acumulación que en la periferia existe, en el origen y bajo el impulso del centro, un sector exportador que va a jugar un papel determinante en la creación y caracterización del mercado” (1978, dirol.gif. Ello se explica porque “el capital del centro en la periferia adquiere tasas de ganancia mayores” (1978, 9), para entender lo cual se hace útil la teoría del “intercambio desigual”. Ésta, elaborada por Arghiri Emmanuel y profusamente citada por Amin, constituye el mayor insumo utilizado por éste para generar la hibridación que va a hacer a partir de la producción latinoamericana y para generar un dependentismo africano o senegalés, al menos. La cualidad del capitalismo periférico y su diferencia con el central reside precisamente en que “los productos exportados por la periferia son interesantes en la medida que la distancia de las remuneraciones del trabajo es más grande que la de las productividades” (1978, 9). Para que esto ocurra en los hechos, “la sociedad periférica será sometida por todos los medios -económicos y extraeconómicos- a esta nueva función: suministrar mano de obra barata al sector exportador” (1978, 9). Sintetiza sus propuestas, a este respecto, señalando que el capitalismo periférico es introducido desde el exterior, por la dominación política; que las alianzas de clases que suministran el marco político no son principalmente de clases internas, sino una alianza internacional entre el capital de los monopolios y sus aliados subalternos; y que las relaciones exteriores no están sometidas a la lógica de un desarrollo interno sino, al contrario, son fuerzas motrices y determinantes del sentido y del ritmo del desarrollo (1978, 10).

Catherine Coquery Vidrovitch, por su parte, se propuso capturar los “trazos específicos de la dependencia africana” (1974, 398). Después de la independencia (alrededor de 1960) las inversiones extranjeras se orientan hacia y para la metrópoli (1974, 415), lo cual genera utilidades exorbitantes y que benefician antes a USA o Europa que a los países africanos (1974, 416), de modo que África se une a otras regiones del Tercer Mundo que ayudan al Primero. Explicita más esto cuando se refiere específicamente al “ciclo infernal del mecanismo de ayuda y financiamiento de la deuda” (1976, 46), la que en verdad se hace a favor del centro, generando un bloqueo del Tercer Mundo, caracterizado por el “desarrollo del subdesarrollo” (1976, 46). Ello es parte de lo que denomina la “desnaturalización del modo de producción capitalista en la periferia”, que “consiste en utilizar las estructuras precapitalistas en provecho del centro” (1976, 46).

Con menos dramatismo que Catherine, Jonathan Baker, de la Universidad de Toronto, también se ocupa de las modificaciones en las estructuras sociales y económicas de Senegal, echando mano de la conceptualización latinoamericana. En un artículo publicado en la Revue Canadienne d’Études Africaines, sobre el papel del Estado tanto colonial como postcolonial, apunta a determinar el modo como éste ha actuado (ha construido) la “periferización de la economía política” del país (1977,28). Postula que la teoría del desarrollo debe tomar nota de la “importante subacumulación practicada por el leal liderazgo musulmán” durante el período colonial, así como del “éxito de la administración francesa en la burocratización gradual de un amplio segmento de los jefes precoloniales” que son transformados en jefes de cantón” (1977,28). Mas allá de esto, y comprendiéndolo, debe ser capaz de entender el papel del Estado para insertarse periféricamente en la división internacional del trabajo, a través de medios como la burocracia, las armas, las inversiones en infraestructura, la educación, etc.(1977,33). Nociones como “burguesía externa” (1977,32), “lazos de dependencia” (1977,35), “integración periférica” (1977,32), “periferia capitalista” (1977,30), “periferización” (1977,28) son utilizadas para exponer o explicar los procesos de dislocación (1977,29) de las sociedades precoloniales y la reinserción colonial o postcolonial en otras estructuras.
El contacto con el centro, la invasión desde el centro, es lo que desarticula subordinando a las sociedades africanas. Ante ello, la propuesta más elaborada, entre quienes trabajan con las categorías cepalino-dependentistas, es la desconexión: desconectarse de la racionalidad subdesarrolladora impuesta por la economía capitalista mundial para instaurar una racionalidad económicosocial que genere desarrollo.

5- Reelaboraciones 3: Propuestas: la desconexión

Un tercer nudo de reflexión se articula en torno a las propuestas de desarrollo, por cierto ligando análisis de la realidad y alternativas, y en este sentido las ideas de desarrollo autocentrado y desconexión son las más importantes.
Existe un tránsito progresivo desde la noción “desarrollo autocentrado” hacia “desconexión”, siendo ésta última relativamente tardía para el período que interesa, 1965-1985. En 1977, Samir Amin afirmaba que “estos objetivos que ponen énfasis en la autonomía y autoconfianza en las estrategias nacionales y en la total comunidad del Tercer Mundo, están haciéndose más posibles que nunca” (1977,155).
En 1978, se refería a un “desarrollo autocentrado”, que no era posible concebir adecuadamente sin hacer algunas precisiones. Si bien no es autarquía puede conducir a ella, pudiendo ser en ciertas ocasiones una condición. El “desarrollo realmente autocentrado y popular es una estrategia a la vez de independencia nacional y progreso social” (1978,17).
En 1981, ya menciona la palabra “desconexión”, hablando específicamente de los países del Sahel. Postula que el tipo de desarrollo llevado a cabo hasta el momento, el desarrollo rural extensivo procede de la lógica misma de la división intemacional del trabajo (1981-b, 119), un desarrollo agrícola extensivo “es el único medio para los países del Sahel de suministrar un producto ‘exportable’ dándole valor al trabajo de sus campesinos” (1981-b, 119), pero esta estrategia conduce a callejones sin salida como el endeudamiento crónico de la ‘ayuda externa’” (1981-b, 119 ss ).

Como alternativa a ello afirma que no puede pensarse el desarrollo como únicamente rural porque ningún progreso rural es posible sin la industria para sostenerlo, que debe proporcionar los ímpetus necesarios para la intensificación de la actividad agrícola (1981-b, 124). Tales ímpetus no pueden provenir de importaciones del Norte, pues los precios serían tan altos que la agricultura del Sahel no sería rentable. Esos precios reflejan las relaciones desiguales que la división internacional del trabajo y las remuneraciones desiguales del trabajo que ésta integra (1981-b, 124). Es necesario producir localmente esos ímpetus necesarios para la modernización agrícola. Ello implica una “desconexión” respecto del sistema mundial (1981-b, 125).

Tales ideas aplicadas al Sahel son elaboradas teóricamente en L’avenir du maoïsme, del mismo año, y resumidas en un texto de 1985, publicado el siguiente, cuyo título es precisamente La desconexión. Para salir del sistema mundial. Allí argumenta: el “subdesarrollo” (término relativo) es el revés del “desarrollo”, es decir, el uno y el otro son fases de la expansión –por naturaleza desigual- del capital. El desarrollo de los países de la periferia del sistema capitalista mundial pasa entonces por una “ruptura” necesaria con éste, una “desconexión”, en otras palabras, un rechazo a someter la estrategia nacional de desarrollo a los imperativos de la “mundialización”. Insiste en la distinción respecto de la autarquía, señalando que lo que verdaderamente quiere decir no es eso sino la organización de un sistema de criterios de racionalidad de las decisiones económicas fundado sobre la ley del valor de base nacional y de contenido popular, independiente de los criterios de la racionalidad económica, tales como emergen de la dominación de la ley del valor capitalista, operando a escala mundial (1986,108).

6- Restaboraciones 4: Dependencia cultural

Tanto para África como para América latina el tema de la dependencia cultural es relativamente poco importante, aunque hubo algunas cuestiones fronterizas de alta relevancia como la dependencia científico tecnológica, que por cierto fue vista más bien desde su vertiente económica, en relación con las compañías multinacionales o con la emigración de cuadros. La cuestión de la dependencia cultural se abordó más específicamente en relación a cuestiones como la africanización de las ciencias sociales, la penetración de las industrias culturales, la creación o la afirmación de pautas culturales propias o adecuadas, incluso la cuestión de los idiomas europeos versus los africanos.

El tema de las ciencias sociales y su falta de originalidad en África fue un tema recurrente de los cientistas sociales del continente. Numerosos autores realizaron la crítica o la autocrítica de las jóvenes ciencias económico-sociales africanas por su incapacidad para crear paradigmas propios (Véase Devés 2005-a). Fue el caso de lssa Shivji (1993, 119), lbbo Mandaza (1987, 1) y por cierto Samir Amin y otros en un texto colectivo de 1978. En dicho texto los autores denunciaban “la falta de originalidad en nuestra investigación en ciencia social en África” (1978, 40).
Otro tema relativo a la dependencia cultural es la relación entre independencia e identidad. Ely Fall en 1984, refiriéndose a la presencia de la inversión extranjera en África y al endeudamiento, que es un medio de presión sobre el Tercer Mundo, en la medida que los acreedores ejercen su poder, se ocupa en este contexto de la integración de una comunidad económica regional. Ésta debe permitir soltar los lazos de dominación y cambiar las estructuras de relación con la economía mundial. Compara el África con el Japón, destacando que los contextos no son los mismos, pues los japoneses conservaron su lengua y su civilización rechazando la penetración cultural y la colonización económica. África debe, en cambio, reconstituir su identidad cultural desfigurada por el hecho colonial, reconquistar su economía dominada por los países capitalistas extranjeros, forjar al menos una lengua común para hacer más rápido el progreso en las ciencias y en las técnicas (1984, 52-54).

Otra entrada posible a estos asuntos es la de Rita Cruise O'Brien del lnstitut for Development Studies de Sussex University, quien trabajó sobre Senegal en particular, aunque también en términos generales sobre temas africanos y del Tercer Mundo. Según piensa “el concepto de dependencia provee un esquema de análisis que puede hacer una seria contribución para la comprensión de influencias que operan en los países en desarrollo” (1975-b, 37). En distintos trabajos Rita se ocupó de la participación de los europeos como personal calificado en África (1973), de la comunicación de masas (1975-a) y del sentido del concepto de dependencia para interpretar estos fenómenos (1975-cool.gif. El problema de la dependencia cultural debe entenderse articuladamente al de la dependencia en general (1975-b, 37), aunque el concepto “dependencia no puede presumir ser el único elemento explicativo”, debiendo los estudios empíricos reconocer otros factores (1975-b, 38). Existen culturas que han sido más fácilmente penetradas que otras, por lo que es útil manejar la tensión entre penetración y resistencia. De hecho, ciertas culturas dominadas han mostrado alta adherencia al idioma e ideas, también ciertas clases han sido más penetradas que otras por el sistema metropolitano (1975-b, 38). En este contexto intenta pensar las reivindicaciones por la autenticidad y el uso de idiomas locales reclamados por ciertos intelectuales del mundo periférico así como las opiniones que califican a esa posición de parroquialismo (1975-b, 38).

Estos temas estaban igualmente en las ciencias económicas sociales latinoamericanas. Trabajos como los de Ariel Dorfman (1971), Amílcar Herrera(1971), Armand Mattelart (1972), Enrique Oteiza (1977), Darcy Ribeiro (1970), habían abordado los medios de comunicación, la ciencia y la tecnología, las revistas para niños y otros en el marco de la conceptualización de la dependencia. Sin duda los trabajos sobre dependencia cultural no alcanzaron una difusión tan temprana ni tan masiva como los de dependencia económica. Ni Rita, ni Fall, ni Amin aluden a éstos. Los latinoamericanos o residentes en cambio habían desarrollado una reflexión mínima sobre la “resistencia”, sea como proceso de lucha programada o sea como simple inercia de la cultura. La comparación que hace Fall entre África y Japón es relevante, aunque él no profundice en el hecho. Japón no sólo resistió al idioma sino que resistió a la invasión militar, pues era un estado centralizado, con una institucionalidad, una burocracia, un idioma escrito y hablado por millones de personas en un territorio amplio, capacidad de reacción bastante alta y rápida al impacto europeo. La única sociedad africana que reaccionó de manera parecida a Japón y antes que éste, fue el Egipto de Mohamed Alí. Algo similar ha ido haciendo ya en el siglo XX en América la intelectualidad que habla y escribe en maya y guaraní e incluso quechua.

7- Conclusiones

Se ha pasado revista a 4 nudos de reflexión en que autores africanos(istas) en-sobre Senegal intentaron desarrollar entre 1965 y 1985 un trabajo teórico teniendo como base algunas ideas latinoamericanas: las etapas en la destrucción de África, el carácter del capitalismo periférico, las propuestas de desconexión, la dependencia cultural. ¿Qué se puede concluir de todo esto?
a) Lo primero que debe destacarse es que los antecedentes latinoamericanos, fuera de Samir Amin, quien los utiliza como insumos detallados, son asumidos como un todo simple, sin realizar una selección o trabajo específico sobre algunos autores u obras. [1]
Amin lee y discute a Raúl Prebisch (1981-a, 569ss), cita a Héctor Silva Michelena (1972, 758), Celso Furtado y Maria Conceiçao Tavares (1981-a, 652), Pablo González Casanova, F. H. Cardoso, Enzo Faletto, Theotonio Dos Santos, Osvaldo Sunkel, Octavio lanni y muchos más (1981-a, 641ss Postfacio). Los otros en cambio, en los trabajos analizados, casi no aluden a autores ni a las obras de éstos sino que se manejan con una conceptualización general. Obviamente ello no indica que no los hayan leído, pero indica que la manera de asumir la producción no fue específica.
Debe tenerse igualmente en cuenta que se recoge más la versión dependentista que la cepalina. La noción “dependencia” en el sentido técnico o en el sentido laxo, incluso liviano, se usa profusamente. Nociones como “periferia”, también aparecen con frecuencia. Ello no es extraño, pues los autores que trabajan en-sobre Senegal lo hacen con una mirada histórica más que programática. Es decir, les interesa principalmente interpretar el subdesarrollo más que entregar un programa de desarrollo. Esta perspectiva “crítica” más que “constructiva” ha sido común a los dependentistas de América Latina y África, y ello hizo derivar a algunos desde la “crítica” a la simple “denuncia”.

cool.gif Ahora bien, el quid de la cuestión se ubica en la manera en que son reelaboradas las ideas latinoamericanas o dicho de otro modo: cómo son utilizados en África los insumos provenientes de América latina y la manera en que éstos son combinados, hibridados, con otros para responder a desafíos a los cuales las ideas latinoamericanas no habían sido sometidas originalmente. Para concluir sobre esto las claves más importantes se encuentran en la obra de Amin.
El trabajo de Amin puede entenderse en tres movimientos: recoger los insumos latinoamericanos que le parecen útiles, conectarlos con insumos provenientes de otras líneas que también le parecen útiles, generando luego hibridaciones para satisfacer algunas preguntas que se ha planteado, unas anteriormente y otras durante este mismo proceso intelectual.
Las ideas latinoamericanas son puestas en contacto con diversas líneas de pensamiento que van a ir contribuyendo a la conformación de una de las vertientes del dependenfismo africano. La mayor es la marxista clásica de Marx y Lenin, pero con aportes de Trotsky y Rosa Luxemburgo; luego viene la del neomarxismo con Baran, Sweezy, Huberman y principalmente Arghiri Emmanuel; en tercer lugar puede ubicarse una tendencia menor que proviene del pensamiento francés sobre cuestiones internacionales: Christian Palloix y Maurice Bye, quien fue guía de la tesis doctoral de Amin, especialista en la economía mundial; otra todavía menor proviene desde China. Para fundar empíricamente sus afirmaciones recurre a la historiografía sobre Africa como, en alguna medida, a trabajos económicos o sociológicos realizados por africanos, pero sólo como base empírica, nunca teórica.

El dependentismo africano de Amin, entonces, consiste más en pensar “desde” África y “para” África y menos “con” África. Empalma con la producción intelectual africana para extraer la base empírica que avale sus teorías pero toma poco y nada de las tendencias teóricas: la negritud, el conciencismo, el socialismo o el identitarismo africanos. Ello es confirmado por el hecho que los autores de esas corrientes tampoco son referencia en su bibliografía. Blyden, Casely Hayford, Senghor, Nkrumah, Lumumba o Fanon aparecen acaso citados marginalmente; los norafricanos que son referentes del pensamiento de esas regiones, tampoco, Al Tatahui, Taha Hussein, Ben Bella, Albert Memmi, G. A. Nasser, H. Al Bana, aunque cita con cierta frecuencia a Ismail S. Abdallah. El dependentismo africano de Amin, en consecuencia, no consiste en una hibridación del latinoamericano con las corrientes históricas del pensamiento africano ni en un injerto en el tronco del pensamiento africano. ¿En qué consiste entonces?
El trabajo de Amin, es, desde esta perspectiva, más parecido al que desarrollan los británicos sobre Kenia (Véase Devés 2005-c) que al de Rodney en/desde Tanzania (Véase Devés 2005-a), es decir, apunta notoriamente más a crear categorías para entender África sin preocuparse de su articulación a la trayectoria del pensamiento africano y sin inspirarse, para ello, tampoco en dicha trayectoria. La utilización en Tanzania y Kenia de los insumos latinoamericanos parece ser más elaborada que en Senegal, nuevamente salvo el caso de Samir Amin. Autores como Walter Rodney o Justinian Rweyemamu para Tanzania, y Colín Leys, Steven Langdon o Peter Anyang Nyong’o para Kenia hacen un uso más abundante y detallado de los autores latinoamericanos en sus respectivas reelaboraciones.

c) Puede avanzarse más respecto a las hibridaciones y reelaboraciones. Para ello se hace necesaria una distinción: hay reelaboraciones que pretenden validez para todas las regiones dependientes, otras específicamente para el África.
Este trabajo se ha focalizado más bien sobre las específicas, pero probablemente los mayores aportes teóricos, de Amin, por ejemplo, no se encuentran allí sino en sus tesis relativas a que para pensar bien el subdesarrollo hay que pensarlo en relación con la acumulación a escala mundial y que ésta debe entenderse en términos del intercambio desigual y, por otra parte, que para salir del subdesarrollo es necesaria la desconexión. Pero sin duda esto que se pretende válido para la periferia en general debe aplicarse “africanamente” para ser valido allí.

Ahora bien, lo que interesa más propiamente todavía es determinar el papel que cumplen las categorías latinoamericanas en estas elaboraciones y cómo se construye a partir de éstas. De hecho, entender la evolución histórica de África como proceso de subdesarrollo y dependencia, relativamente diferente del caso latinoamericano, supone elaborar algunas categorías propias a partir y más allá de lo que los latinoamericanos habían hecho.
Dos son los cruces más importantes que tuvo el pensamiento cepalino-dependentista en África. Uno más propiamente social, y que se realiza principalmente en Tanzania, al incorporar la dimensión étnico-racial; otro, más propiamente económico, que ahora interesa pues se desarrolla en Senegal, que es la incorporación de la noción de “intercambio desigual”.
Si bien A. Emmanuel fue conocido en América latina, el libro lo publicó Siglo XXI en México en 1972, (en francés había sido publicado por Maspero, Paris, 1969), no se utilizó como en África por Amin, ni sirvió para elaborar una teoría de la desconexión. Ello es particularmente relevante por las proyecciones que tuvo para abordar los “bloqueos de la modernidad” como lo hacen teóricamente Amin e históricamente Boubacar Barry. En esto se realiza la mayor innovación, pues los latinoamericanos pensaron el proceso de subdesarrollo para sociedades ibérico-mestizas pero nunca para las sociedades, autóctonas o indígenas. Cosa, por otro lado, que sirve para estudiar la identificación y la identidad de los cientistas económicosociales latinoamericanos de la época.

d) Respecto de la pregunta por la circulación de las ideas, es muy interesante responder desde los sucesivos “rebotes”. El dependentismo latinoamericano rebotó en distintos lugares, uno de ellos fue África y desde allí, por ejemplo hacia Canarias. Por cierto, en cada caso fue recibiendo sucesivas reelaboraciones.
La presencia y reelaboración de las ideas desarrolladas en Senegal son manifiestas en el nacionalismo o autonomismo canarios, donde la independencia es pensada como parte de un proceso de ruptura con la metrópoli y de superación del capitalismo periférico que está interconectado al desarrollo desigual. Publicaciones como Soberanía nacional y socialismo. Una alternativa para Canarias de MIRAC-PUCC (s/f) y El nacionalismo de izquierda. El presente y el futuro de Canarias de UNI (1989) muestran como han migrado y sido reelaboradas las ideas. Es particularmente relevante, desde ese punto de vista, la articulación entre ruptura con la dependencia y reivindicación de la identidad, que fue relevante en el dependentismo senegalés.

Ideas como: “la tarea de acabar con la dependencia del exterior y poner en pie una economía canaria autocentrada” (s/f, 43); “la llegada de los europeos (a Canarias) representó la desarticulación de la sociedad tribal guanche, la destrucción de su organización política, la desaparición de su lengua, de su religión y su moral” (s/f, 49); “si el ‘desarrollo’ extrovertido beneficia excesivamente a las clases dominantes, un desarrollo económico verdaderamente autocentrado y nacional es de forma obligada popular” (s/f, 62); “Canarias es un archipiélago del continente africano, y aunque esto es obvio, se ha hecho y se hace todo lo necesario por parte de los poderes dominantes para ‘olvidarlo’” (1989, 1l); “el sistema mundial actual está formado por un centro y una periferia. Las relaciones establecidas entre estas dos ‘partes’ del sistema son de la forma dominio (del centro) y dependencia (de las periferias), y han tenido, y tienen, como mecanismos de realización, el pillaje, el intercambio desigual (mediante el comercio) y la transferencia de capitales (inversión extranjera, préstamos y salida de beneficios)” (1989, 16); “nuestra denuncia de la colonización histórica de nuestro pueblo, aparejada al pillaje y genocidio de los aborígenes canarios. Nuestra oposición a la colonización cultural negadora de la identidad del pueblo canario” (1989, 20), muestran los parentescos teóricos inequívocos que poseen los textos de MIRAC-PUCC y UNI con el pensamiento de Samir Amin.

En los años mega_shok.gif prosperaron en las redes de estudiosos del desarrollo en Europa las ideas de origen latinoamericano (Véase Devés 2004), pero éstas venían, más bien, a través del lnstitut for Development Studies de la Universidad de Sussex y de la figura de Dudley Seers. Lo interesante del nacionalismo canario es que modula estas ideas “africanamente”, con obvias inspiraciones en Samir Amin. [2] Pero como se ha visto no es la simple repetición de Amin sino con agregados identitarios que podrían entenderse como sucesivas sedimentaciones en un dependentismo marginalizante acumulativo, o mejor con sucesivas hibridaciones que van ramificándose en especies y subespecies, si bien quizás no relevantes para la ciencia económica, muy interesantes como casos de estudio para la eidología.
¿Deberán quizás pensarse los sucesivos rebotes o sedimentaciones o hibridaciones de estas ideas, especialmente en la periferia, como dialécticas figuras del espíritu inspirado en un apetito absoluto de marginalidad?

e) Es interesante destacar otras cercanías y eventuales parentescos. Samir Amin señala que su afán es “fundar una teoría de la liberación económica de las naciones del Tercer Mundo” y que “esta liberación, que debe ser una ruptura con el mercado mundial, necesariamente cuestiona las formaciones sociales de la periferia”, las cuestiona porque “los mecanismos de dominación del centro se reflejan en el agravamiento de las características ‘estructurales’ del subdesarrollo (1981-a, 50)
Esta demanda por una “economía de la liberación”, que comparte por ejemplo con el pakistaní Mahbub ul Haq, lo acerca al liberacionismo latinoamericano, escuela emparentada con el cepalismo y el dependentismo. No existen sin embargo en Amin rastros de lecturas del liberacionismo, por lo que se supone sería un desarrollo paralelo aunque no sorprendente, pues la noción de liberación como aparece en P. Freire a mediados de los 60, posee fuertes raíces en autores francófonos, entre otros el propio Frantz Fanon. Curiosamente en América latina el liberacionismo se expresó en la educación, la teología, la filosofía y más tarde en otras disciplinas, pero no en la economía.
Por cierto, las lecturas, la utilización y reelaboración de la producción teórica latinoamericana en África no se reducen a las ciencias económico sociales de raíz cepalino-dependentista ni tampoco se agota en los años 1965-1985. Particularmente en Senegal son conocidos los contactos de L. Senghor con los caribeños, desde 1930. En el fin de siglo algunos de los autores que hemos mencionado en este trabajo y otros, continúan recogiendo y reelaborando lo generado en América latina. La obra de Samir Amin ha continuado siempre marcada por la producción latinoamericana (Véase 1997, 1999-cool.gif. Por cierto no se trata únicamente de él, igualmente continúan teniendo en cuenta conceptos, autores o categorías de esa proveniencia, personas como Makhtar Diouf (1991), Amady Aly Dieng (2000), Mamadou Ndiaye (2000), Alpha Sy (2000) y Boubacar Barry (2002).

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Katharina Von Strauger
¿Nigeria sin combustible?

David Llistar (Coordinador del Observatorio de la Deuda en la Globalización. Càtedra Unesco de Sostenibilitat de la Universitat Politècnica de Catalunya)

28/12/2006


Accidentes como el sucedido en Nigeria visibilizan, una y otra vez, las grandes paradojas de la globalización. Cientos de personas morían abrasadas al pinchar un oleoducto en la capital nigeriana. Es común en el país el robo de crudo para venderlo de estraperlo. La extrema pobreza al lado de las ganas de aliviarla se juntan a la primera de cambio. Pero Nigeria es a su vez el principal productor de petróleo y gas de África. No en vano está inervada por una extensa trama de ductos que los sacan masivamente hacia su consumo en Occidente. Hacia economías energéticamente golosas, como la española que toma una mezcla de gas argelino, nigeriano y egipcio. Pues bien, resulta que actualmente Nigeria sufre una intensa escasez de combustibles, hasta el punto que su precio es cuatro veces el del mercado internacional. ¿Escasez en un manantial de energía? La paradoja está servida. Las sociedades de países pobres, pero ricos en energía como Nigeria, Bolivia o Guinea Ecuatorial, sufren de una inmensa falta de soberanía energética. Por lo general, parte de la explicación se esconde bajo la pinza que sobre dichas sociedades ejercen las élites locales junto a las petroleras transnacionales apoyadas por nuestros países consumidores. El mercado hace el resto. Lo hemos podido constatar en varios trabajos de campo.


http://www.elpais.com/articulo/opinion/Nig...lpepiopi_12/Tes


Andy Maykuth
Unamuno continúa siendo "celestina" y "antipatriota"

El PP rechaza dejar sin efecto el acuerdo municipal que expulsó al escritor de su escaño de concejal en Salamanca

IGNACIO FRANCIA - Salamanca

EL PAÍS - España -

29-12-2006

Apenas unas horas después de que el general Millán Astray golpeara con furor la mesa con su única mano -al tiempo que gritaba "¡Viva la muerte!" y "¡Mueran los intelectuales!" mientras se oía el deslizamiento seco de los cerrojos de fusiles de la guardia en el paraninfo de la Universidad de Salamanca- el rector viejo pero vigoroso que se enfrentó al general y a su gente con la afirmación de "venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta; pero no convenceréis", Miguel de Unamuno, también fue expulsado de su escaño de concejal en el Ayuntamiento de la ciudad.
El grupo popular impidió ayer en el pleno municipal, como solicitaba el grupo socialista, dejar sin efecto de forma simbólica el acta con la moción insultante y vejatoria que sirvió para arrojar al pensador del escaño para el que había sido elegido por los ciudadanos.

El último día del año se cumplirán 70 años del fallecimiento de Unamuno, y ayer, antes de la conmemoración, una moción del grupo socialista en el pleno planteó "dejar sin efecto la moción aprobada en sesión secreta de la corporación municipal celebrada el 12 de octubre de 1936 por la que se destituyó a D. Miguel de Unamuno y Jugo como concejal de este Ayuntamiento".

Pero el grupo popular de gobierno replicó que detrás de esa propuesta latían "unas intenciones que sólo pueden contar con nuestro más absoluto rechazo". Las intenciones que sigue "la estrategia nacional del PSOE, con la premisa básica de aislamiento del PP" tienen "cuatro líneas de actuación muy claras", en palabras del portavoz popular, Fernando Rodríguez: el Estatuto de Cataluña, la agresión a las creencias mayoritarias de los españoles, la rendición del Estado y de la democracia ante ETA-Batasuna y la llamada "recuperación de la memoria histórica". La moción también reivindicaba la dignidad de los concejales republicanos desposeídos de sus puestos, de los cuales cuatro, incluido el alcalde, fueron fusilados al comienzo de la Guerra Civil.

El acta que se proponía dejar sin efecto (y que seguirá como acuerdo municipal firme) estableció por unanimidad que Miguel de Unamuno, por "su descortesía rencorosa" en el acto académico de la Fiesta de la Raza había incurrido "en un caso de incompatibilidad moral corporativa, de vanidad delirante y antipatriota actuación ciudadana".

Por todo ello, el autor de la propuesta, el concejal Rubio Polo, reclamó en sesión secreta que al rector se le arrojara de la Corporación. Y lo propuso "por España, en fin, apuñalada traidoramente por la pseudo-intelectualidad liberal-masónica cuya vida y pensamiento [...] sólo en la voluntad de venganza se mantuvo firme, en todo lo demás fue tornadiza, sinuosa y oscilante, no tuvo criterio, sino pasiones; no asentó afirmaciones, sino propuso dudas corrosivas; quiso conciliar lo inconciliable, el Catolicismo y la Reforma; y fue, añado yo, la envenenadora, la celestina de las inteligencias y las voluntades vírgenes de varias generaciones de escolares en Academias, Ateneos y Universidades".

"¿Está usted acusando a los profesores, al claustro de la Universidad de Salamanca, de romper algo respecto al consenso de convivencia de los ciudadanos españoles?". Era la pregunta que le hizo ayer el portavoz socialista, Fernando Pablos, al dirigente popular al recordarle el homenaje que la institución académica rindió el pasado día 11 a sus profesores y alumnos asesinados y represaliados durante la Guerra Civil y la dictadura. Y precisamente cuando uno de los homenajeados era el alcalde de Salamanca y también catedrático de Anatomía Casto Prieto Carrasco.

El portavoz popular replicó que a Unamuno "nadie tiene que rehabilitarlo en esta ciudad, como si no lo estuviera ya". Pero el socialista señaló que el día 31, cuando el alcalde y concejales populares acudan a la escultura del rector, obras de Pablo Serrano, para rendirle homenaje a los 70 años de su muerte, además de tener que explicar su decisión a los familiares, demostrarán "ser campeones en la hipocresía".

El 12 de octubre de 1936, en el acto del paraninfo de la Universidad, entre el furor de profesores y militares contra el rector, fue la mujer de Franco, Carmen Polo, quien sacó del brazo a Unamuno, junto con el obispo Enrique Pla y Denielentre el acoso de falangistas, y lo condujo a su casa. Aquella tarde fue expulsado del Casino. Horas después fue destituido como rector.

No había podido aguantar más, y estalló. Habían fusilado a sus amigos salmantinos Prieto Carrasco, Andrés y Manso, al alumno predilecto y rector de Granada Salvador Vila, en la cárcel estaban sus íntimos Filiberto Villalobos y el periodista José Sánchez Gómez, éste a la espera de ser fusilado, y en la mano tenía la carta con la amenaza de muerte al pastor protestante Atilano Coco. No volvió a salir de casa y al abrigo de la camilla sobre la que asentó su cabeza al morir comenzó a tejer su última obra: El resentimiento trágico de la vida.

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LA SIMA DEL SECRETO

Miguel de Unamuno. Ensayos



...................La sima era un agujero rocoso, una boca de piedras, de donde partía un senderillo de bajada muy rápida, pero cómoda. El senderillo se iba metiendo en la cueva, hasta que a eso de unos doscientos pasos torcía en recodo, detrás de una roca saliente, y se perdía en el fondo.

Nadie sabia ni podía saber lo que después del recodo, en el fondo de la sima, hubiese. Ninguno de los que lo habían franqueado había vuelto jamás, ni dado señal alguna por la que se barruntase algo de su suerte. Por allí habían entrado niños, mozos, hombres fornidos; mujeres, ancianos, locos y cuerdos, tristes y alegres, y nadie había dado muestras de lo que hubiese. En cuanto franqueaban el recodo no volvía a saberse de ellos; ni ruido de caída, ni un grito, ni un quejido, ni un suspiro siquiera. Los tragaba un silencio eterno y lleno.

Pero este silencio de la sima no era sino cuando ella recibía a sus devotos. En ciertos días, mas en otoño que en otra estación del año, y a ciertas horas, a la caída de la tarde, salía del fondo de la sima una música misteriosa envuelta en un halo de aroma embriagador y extramundano……………………………...

Bruce Beelher
Geopólitica del imperialismo contemporáneo


Por Samir Amin


El análisis que propongo está inscrito en una visión histórica general de la expansión del capitalismo, la cual no voy a desarrollar por razones de espacio (1). En esta visión, el capitalismo ha sido siempre, desde sus orígenes, un sistema polarizante por naturaleza, es decir, imperialista. Esta polarización - es decir, la construcción concomitante de centros dominantes y periferias dominadas y su reproducción más profunda en cada etapa - es propia del proceso de acumulación del capital operante a escala mundial, fundado sobre lo que yo he llamado "la ley del valor mundializada".


En esta teoría de la expansión mundial del capitalismo, las transformaciones cualitativas de los sistemas de acumulación entre una fase y otra de su historia construyen las formas sucesivas de la polarización asimétrica centros / periferias, es decir, del imperialismo concreto. El sistema mundial contemporáneo seguirá siendo, en consecuencia, imperialista (polarizante) para cualquier futuro posible, en tanto la lógica fundamental de su despliegue siga estando dominada por las relaciones de producción capitalistas. Esta teoría asocia entonces a imperialismo con proceso de acumulación del capital a escala mundial, hecho que yo considero como una sola realidad con diferentes dimensiones, de hecho indisociables. Ella se diferencia entonces de la versión vulgarizada de la teoría leninista del "imperialismo como fase superior del capitalismo" (como si las fases anteriores de la expansión mundializada del capitalismo no hubieran sido polarizantes) y de las teorías post modernistas contemporáneas que califican a la nueva mundialización como "post imperialista" (2)


1. Del conflicto permanente de los imperialismos al imperialismo colectivo.

En su despliegue mundializado el imperialismo se conjugó siempre en plural, desde sus orígenes en el siglo XIX hasta 1945. El conflicto entre los imperialismos, permanente y, a menudo, violento, ocupó, de esta manera, un lugar decisivo en la transformación del mundo a través la lucha de clases, según la cual se expresan las contradicciones fundamentales del capitalismo. Luchas sociales y conflictos entre imperialismos se articulaban estrechamente y esta articulación es la que ha comandado la historia del capitalismo realmente existente. Yo señalo en este sentido que el análisis propuesto se separa ampliamente del de la "sucesión de hegemonías".


La segunda guerra mundial provocó una transformación mayor en lo concerniente a las formas del imperialismo: la sustitución de un imperialismo colectivo, asociando al conjunto de los centros del sistema mundial capitalista (para simplificar, la "tríada": Estados Unidos y su provincia exterior canadiense, Europa Occidental y central y Japón), a la multiplicidad de imperialismos en conflicto permanente. Esta nueva forma de la expansión imperialista pasó por diferentes fases en su desarrollo, pero está aún presente. El rol hegemónico eventual de los Estados Unidos, del cual habrá que precisar sus bases y las formas de su articulación con el nuevo imperialismo colectivo, debe ser situado en esta perspectiva. Estas cuestiones subrayan problemas, que son precisamente las que yo desearía tratar en este epílogo.


Los Estados Unidos obtuvieron un beneficio gigantesco con la segunda guerra mundial, la cual arruinó a sus principales combatientes - Europa, Unión Soviética, China y Japón. Ellos quedaron entonces en una posición que les permitía ejercer su hegemonía económica, ya que concentraban más de la mitad de la producción industrial del mundo de entonces y tenían la exclusividad de las nuevas tecnologías que dirigirían el desarrollo de la segunda mitad del siglo. Además, ellos tenían la exclusividad del arma nuclear - la nueva arma "absoluta". Es por estas razones que yo no sitúo el corte que anuncia el fin de la guerra en Yalta, como se dice a menudo (en Yalta los Estados Unidos aún no tenían el arma) sino en Postdam (días después de los bombardeos a Hiroshima y Nagasaki). En Postdam el tono americano cambió: la decisión de la "guerra fría" fue tomada por ellos.


Esta doble ventaja absoluta resultó ser erosionada en un tiempo relativamente breve (dos décadas) por la doble recuperación, económica para Europa capitalista y Japón, militar para la Unión Soviética. Recordaremos entonces que este repliegue relativo de la potencia de los Estados Unidos alimentó a toda una época en que floreció el discurso sobre el "declive americano" e incluso crecieron hegemonías alternativas (Europa, Japón, y más tarde China … ).


En este momento se sitúa el gaullismo. De Gaulle consideraba que el objetivo de los Estados Unidos después de 1945 había sido el control de todo el Viejo Mundo ("Eurasia"). Y que Washington había logrado hacer avanzar sus peones destruyendo a Europa - a la Europa verdadera, del Atlántico a los Urales, es decir, incluyendo a la "Rusia Soviética" como él decía - agitando el espectro de una "agresión" de Moscú en la cual él no creía. Sus análisis eran, según mi punto de vista, realistas y perfectos. Pero él era casi el único en decir esto. La contra estrategia que proponía frente al "atlantismo" promovido por Washington, estaba fundada en la reconciliación franco - alemana, sobre la base de la cual la construcción de una "Europa no americana" podría concebirse, con el cuidado de mantener a Gran Bretaña fuera del proyecto, ya que estaba tildada, a justo título, de ser el Caballo de Troya del atlantismo. Europa entonces podría abrirse hacia una reconciliación con Rusia (soviética). Reconciliar y aproximar a los tres grandes pueblos europeos - franceses, alemanes y rusos - pondría un término definitivo al proyecto americano de dominación del mundo. El conflicto interno del proyecto propio europeo puede entonces resumirse en la opción entre dos alternativas: la Europa atlántica, proyecto americano, o la Europa (integrando en esta perspectiva a Rusia) no atlántica. Pero este conflicto aún no está resuelto. Las evoluciones ulteriores - el fin del gaullismo, la admisión de Gran Bretaña en Europa, al crecimiento del Este, el derrumbe soviético - han favorecido hasta el presente a lo que yo califico como la "supresión del proyecto europeo" y su "doble disolución en la mundialización económica neoliberal y en la alineación política y militar con Washington" (3). Esta evolución reconforta, además, la solidez del carácter colectivo del imperialismo de la tríada.

¿Se trata de una transformación cualitativa "definitiva" (no coyuntural)? ¿Implicará forzosamente un "liderazgo" de los Estados Unidos de una u otra manera? Antes de intentar responder a estas preguntas es necesario explicar con más precisión en qué consiste el proyecto de los Estados Unidos.


2. El proyecto de la clase dirigente de los Estados Unidos: extender la doctrina Monroe a todo el planeta.


Este proyecto, el cual yo calificaría sin vacilaciones de desmesurado, e incluso de demencial, y de criminal por lo que implica, no nació de la cabeza del Presidente Bush hijo, para ser puesto en práctica por una junta de extrema derecha que logró el poder por una suerte de golpe de Estado como consecuencia de elecciones dudosas.

Este es el proyecto que la clase dirigente de los Estados Unidos concibe después de 1945 y del cual nunca se ha separado, a pesar de que, con toda evidencia, su puesta en marcha ha pasado por altas y bajas, ha conocido algunas vicisitudes, ha estado a punto del fracaso y no había podido ser llevado a cabo con la coherencia y la violencia que éste implica, salvo en ciertos momentos coyunturales como el nuestro, consecuencia del derrumbe de la Unión Soviética.


El proyecto le ha dado siempre un rol decisivo a su dimensión militar. Concebido en Postdam, tal y como argumenté anteriormente, este proyecto se fundó sobre el monopolio nuclear. Muy rápidamente los Estados Unidos pusieron en marcha una estrategia militar global, repartiendo el Planeta en regiones y delegando la responsabilidad del control de cada una de ellas a un "US Military Command". Yo vuelvo aquí a recordar lo que escribí antes del derrumbe de la URSS acerca de la posición prioritaria que ocupaba el Medio Oriente en esta visión estratégica global (4). El objetivo no era solamente "encerrar en un círculo a la URSS" (y a China) sino también disponer de los medios que harían de Washington el dueño absoluto de todas las regiones del planeta. Dicho de otra manera, extender a todo el Planeta la Doctrina Monroe, la cual efectivamente le daba a los Estados Unidos el "derecho" exclusivo sobre el Nuevo Mundo conformemente a los que ellos definían como sus "intereses nacionales".

Este proyecto implica que "la soberanía de los intereses nacionales de los Estados Unidos" sea colocada por encima de todos los otros principios que enmarcan a los comportamientos políticos considerados como medios "legítimos", desarrollando una desconfianza sistemática frente a todo derecho supra nacional. Ciertamente, los imperialistas del pasado no se habían comportado tampoco de manera diferente y aquellos que busquen atenuar las responsabilidades - y los comportamientos criminales - de la dirigencia de los Estados Unidos en el momento actual, buscando "excusas" (5), deben considerar el mismo argumento - el de los antecedentes históricos indiscutibles.

Hubiéramos deseado ver cambiar la historia tal como parecía suceder después de 1945. El conflicto entre los imperialismos y el desprecio del derecho internacional, dados los horrores que las potencias fascistas provocaron durante la segunda guerra mundial, fueron los elementos que condujeron a que la ONU fuera fundada sobre un nuevo principio que proclamaba el carácter ilegítimo de las guerras. Los Estados Unidos, podríamos decir, no hicieron suyo este principio, sino que además, han sobrepasado ampliamente a sus precoces iniciadores. Al día siguiente de la primera guerra mundial, Wilson preconizaba volver a fundar la política internacional en principios diferentes a los que, después del tratado de Westphalie (1648), le habían dado la soberanía a los estados monárquicos y luego a las naciones más o menos democráticas, dado que ese carácter absoluto estaba cuestionado por el desastre hacia el cual había conducido a la civilización moderna. Poco importa que las vicisitudes de la política interior de los Estados Unidos hayan pospuesto la puesta en marcha de estos principios, ya que por ejemplo F. Roosevelt, e incluso su sucesor Truman, tuvieron un rol decisivo en la definición del nuevo concepto de multi lateralismo y en la condena a las guerras que lo acompañaban, base de la Carta de las Naciones Unidas.


Esta bella iniciativa - sostenida por los pueblos del mundo entero en aquel entonces - y que representaba efectivamente un salto cualitativo hacia el progreso de la civilización, nunca contó con la convicción ni con el apoyo de las clases dirigentes de los Estados Unidos. Las autoridades de Washington siempre se sintieron mal dentro de la ONU y hoy proclaman brutalmente lo que estuvieron obligadas a esconder hasta este momento: ellas no aceptan incluso ni el concepto de un derecho internacional superior a lo que consideran ser las exigencias de la defensa de "sus intereses nacionales". Yo no creo que sea aceptable encontrar excusas ante este retorno a la visión que los Nazis habían desarrollado en su momento al exigir la destrucción del SDN. Predicar a favor del derecho, con tanto talento y elegancia como lo hizo Villepin ante el Consejo de Seguridad, lamentablemente hoy solo es una "mirada nostálgica hacia el pasado" en vez de constituir un recordatorio sobre lo que debe ser el futuro. Fueron los Estados Unidos quienes, en esa ocasión, defendieron un pasado que creíamos sobrepasado definitivamente. La puesta en práctica de un proyecto pasa necesariamente por fases sucesivas construidas por la realidad de las relaciones de fuerza particulares que la definen.

En la inmediata post guerra el liderazgo americano no solamente fue aceptado, sino solicitado por las burguesías de Europa y de Japón. Porque aunque la realidad de una amenaza de "invasión soviética" solo podía convencer a los débiles de espíritu, su invocación le hacía buenos servicios tanto a la derecha como a los social demócratas, a los cuales les pisaban los talones sus primos adversarios comunistas. Pudiéramos entonces creer que el carácter colectivo del nuevo imperialismo solo se debió a este factor político, y que una vez que Europa y Japón recuperaran su desarrollo buscarían desembarazarse de la tutela molesta e inútil de Washington. Pero este no fue el caso. ¿Por qué?.


Mi explicación hace un llamado a recordar el crecimiento de los movimientos de liberación nacional en Asia y en Africa - la era de Bandoung 1955 - 1975 - (6) y el apoyo que la Unión Soviética y China les dieron (cada uno a su manera). El imperialismo se vio entonces obligado a actuar, no solamente aceptando la coexistencia pacífica con un área vasta que se les escapaba ampliamente ("el mundo socialista"), sino también negociando los términos de la participación de los países de Asia y de Africa en el sistema mundial imperialista. La alineación del colectivo de la tríada bajo el liderazgo americano parecía un hecho inútil para poder dominar las relaciones Norte Sur de la época. Esta es la razón por la cual los No Alineados se encontraron confrontados frente a un "bloque occidental" prácticamente sin fallas.


El derrumbe de la Unión Soviética y el desvanecimiento de los regímenes nacional populistas nacidos de las luchas de liberación nacional posibilitaron, evidentemente, que el proyecto de los Estados Unidos se desplegara con vigor, sobre todo en el Medio Oriente, pero también en Africa y América Latina. Nos queda comprender la idea de que el proyecto permanece al servicio de un imperialismo colectivo, hasta cierto punto al menos, algo que intentaré explicar más adelante. El gobierno económico del mundo sobre la base de principios del neoliberalismo, puesto en práctica por el Grupo de los 7 y las instituciones a su servicio (OMC, Banco Mundial y FMI) y los planes de reajuste estructurales impuestos al Tercer Mundo, son la expresión de esto. En el plano político, podemos constatar que en un primer momento Europeos y Japoneses aceptaron alinearse con el proyecto de los Estados Unidos, durante las guerras del Golfo (1991) y después en la de Yugoslavia y Asia Central (2002), aceptando marginar a la ONU en beneficio de la OTAN. Este primer momento no ha sido aún sobrepasado, aunque algunos signos indican un posible fin a partir de la guerra de Irak (2003).

La clase dirigente de los Estados Unidos proclama sin reticencia alguna que ella no "tolerará" la reconstitución de ninguna potencia económica o militar capaz de cuestionar su monopolio de dominación del planeta y se adjudica, con esta finalidad, el derecho de conducir "guerras preventivas". Tres adversarios potenciales se vislumbran.


En primer lugar Rusia, cuyo desmembramiento constituye el objetivo estratégico mayor para los Estados Unidos. La clase dirigente rusa no parece haber comprendido esto hasta el momento. Ella parece haberse convencido que, después de haber "perdido la guerra" ella podría "ganar la paz", tal y como les sucedió a Alemania y Japón. Ella olvida que Washington tenía la necesidad de ayudar a estos dos adversarios de la segunda guerra mundial, precisamente para hacerle frente al desafío soviético. La nueva coyuntura es diferente, los Estados Unidos no tienen competencia seria. Su opción es entonces destruir definitiva y completamente al adversario ruso derrotado. ¿Putin lo habrá comprendido y comienza Rusia a salir de sus ilusiones?


En segundo lugar China, cuya masa y éxito económico inquietan a los Estados Unidos, cuyo objetivo estratégico es igualmente el de desmembrar a este gran país (7).

Europa está en tercer lugar dentro de esta visión global que tienen los nuevos dueños del mundo. Pero con este caso la dirigencia norteamericana no parece inquieta, al menos hasta el momento. El atlantismo incondicional de los unos (Gran Bretaña y los nuevos poderes serviles del Estado), las "arenas movedizas del proyecto europeo" (punto sobre el cual regresaré) y los intereses convergentes del capital dominante del imperialismo colectivo de la tríada, contribuyen al desvanecimiento del proyecto europeo, mantenido en su estatus de "modo europeo del proyecto de los Estados Unidos". La diplomacia de Washington ha logrado mantener a Alemania en su sitio y la reunificación y la conquista de Europa del Este han, aparentemente, reforzado esta alianza: Alemania se ha envalentonado para retomar su tradición de "expansión hacia el Este" (el papel de Berlín en el desmembramiento de Yugoslavia dado el reconocimiento de la independencia de Eslovenia y Croacia fueron una expresión de esto (dirol.gif y, por el resto, ha sido invitada a navegar en la silla de Washington. Sin embargo, la clase política alemana parece vacilante y puede estar dividida en cuanto a sus opciones estratégicas. La alternativa de un alineamiento atlántico - la cual parece tener viento en popa - llama, en contrapunto, a un reforzamiento del eje París - Berlín - Moscú, el cual se convertiría en el pilar más sólido de un sistema europeo independiente de Washington.


Podemos regresar entonces a nuestra cuestión central: naturaleza y solidaridad eventual del imperialismo colectivo de la tríada y las contradicciones y debilidades de su liderazgo por parte de los Estados Unidos.


3. El imperialismo colectivo de la tríada y la hegemonía de los Estados Unidos: su articulación y sus contradicciones.


El mundo de hoy es militarmente unipolar. Simultáneamente parecen dibujarse fracturas entre los Estados Unidos y ciertos países europeos, en lo que concierne a la gestión política de un sistema mundializado, alineado en su conjunto bajo los principios del liberalismo, en principio al menos. ¿Estas fracturas son solamente coyunturales y de alcance limitado o anuncian cambios duraderos? Habría que analizar en toda su complejidad las lógicas que comandan el despliegue de la nueva fase del imperialismo colectivo (las relaciones Norte Sur en un lenguaje corriente) y los objetivos propios del proyecto de los Estados Unidos. En este espíritu es que abordaré sucinta y sucesivamente cinco series de cuestiones.


" Que conciernen a la naturaleza de las evoluciones que han conducido hacia la constitución del nuevo imperialismo colectivo

Yo sugiero aquí que la formación del nuevo imperialismo colectivo tiene su origen en la transformación de las condiciones de la competencia. Hace algunas décadas, las grandes firmas libraban sus batallas competitivas por lo general en los mercados nacionales, se tratase de los Estados Unidos (mayor mercado nacional del mundo) o de los Estados europeos (a pesar de su talla modesta, lo que los ponía en desventaja frente a los Estados Unidos). Los vencedores de los "match" nacionales podían situarse en buenas posiciones en el mercado mundial. En la actualidad, la talla del mercado necesario para llegar hasta el primer ciclo de los matchs es cercana a los 500 - 600 millones de "consumidores potenciales". Y son aquellos que logran este mercado quienes se imponen en sus terrenos nacionales respectivos. La mundialización profunda es el primer marco de actividad de las grandes firmas. Dicho de otra manera, en la pareja nacional / mundial los términos de la casualidad se invirtieron: antes la potencia nacional comandaba la presencia mundial, hoy es al revés. De esta manera, las firmas trasnacionales, sea cual sea su nacionalidad, tienen intereses comunes en la gestión del mercado mundial. Estos intereses se superponen a los conflictos permanentes y mercantiles que definen a todas las formas de competencia propias del capitalismo, sean cuales sean.


La solidaridad de los segmentos dominantes del capital trasnacional con todos los integrantes de la tríada es real, y se expresa en su afiliación al neoliberalismo globalizado. Los Estados Unidos están vistos dentro de esta perspectiva como los defensores (militares si fuera necesario) de sus "intereses comunes". Eso no quiere decir que Washington entienda que debe "compartir equitativamente" los provechos de su liderazgo. Los Estados Unidos se emplean, por el contrario, en avasallar a sus aliados y solo están dispuestos a consentirles a sus subalternos de la tríada concesiones menores. ¿Este conflicto de intereses del capital dominante llegará hasta el punto de entrañar una ruptura con la alianza atlántica? No es imposible, pero es poco probable.

" Que conciernen al lugar de los Estados Unidos en la economía mundial

La opinión general es que el potencial militar de los Estados Unidos sólo constituye la cumbre del iceberg que prolonga su superioridad sobre los países en todos los dominios, económico, político, cultural. La sumisión ante la hegemonía que los Estados Unidos pretenden será entonces algo inevitable. Yo considero, en contrapunto, que en el sistema de imperialismo colectivo los Estados Unidos no tienen ventajas económicas decisivas, ya que el sistema productivo de los Estados Unidos está lejos de ser el "más eficiente del mundo". Por el contrario, casi ninguno de sus segmentos le ganaría a sus competidores en un mercado verdaderamente abierto como el que imaginan los economistas liberales. Testimonio de ello es el déficit comercial de los Estados Unidos, el cual se agrava cada año, y que ha pasado de 100 millares de dólares en 1989 a 500 en 2002. Además, este déficit concierne a prácticamente todos los segmentos del sistema productivo. Incluso el excedente del cual se beneficiaban los Estados Unidos en el dominio de los bienes de alta tecnologías, que era de 35 millares en 1990, ha cedido su lugar a un déficit. La competencia entre Ariane y los cohetes de la Nasa y entre Airbus y Boeing testimonia acerca de la vulnerabilidad de la ventaja americana. Frente a Europa y a Japón en las producciones de alta tecnología, a China, Corea y otros países industrializados de Asia y América Latina en lo que respecta a productos manufacturados banales, y frente a Europa y al Cono Sur de América Latina en cuanto a la agricultura, los Estados Unidos no ganarían la competencia si no recurrieran a ¡medios "extra económicos" que violan los propios principios del liberalismo impuestos a sus competidores!


Los Estados Unidos solo tienen ventajas comparativas establecidas en el sector armamentista, precisamente porque éste escapa ampliamente de las reglas del mercado y se beneficia con el apoyo estatal. Sin dudas, esta ventaja trae algunas otras para la esfera civil (Internet es el ejemplo más conocido) pero es igualmente la causa de serias distorsiones que constituyen handicaps para muchos sectores productivos.

La economía norteamericana vive como parásito en detrimento de sus socios en el sistema mundial. "Los Estados Unidos dependen para el 10% de su consumo industrial de bienes cuya importación no está cubierta por exportaciones de productos nacionales", tal y como lo recuerda Emmanuel Todd (9). El mundo produce, los Estados Unidos (cuyo ahorro nacional es prácticamente nulo) consumen. "La ventaja" de los Estados Unidos es la de un depredador cuyo déficit está cubierto con el aporte de los otros, con su consentimiento o a la fuerza. Lo medios puestos en práctica por Washington para compensar sus deficiencias son de naturaleza diversa: violaciones unilaterales repetidas de los principios del liberalismo, exportaciones de armas y búsqueda de rentas petroleras (que suponen el acuerdo de sus productores, uno de los motivos reales de las guerras de Asia central y de Irak). Lo esencial del déficit americano está cubierto por los aportes en capitales que provienen de Europa y Japón, del Sur (países petroleros ricos y clases compradoras de todos los países del Tercer Mundo, incluyendo a los más pobres), a lo cual podríamos añadir la punción ejercida en nombre del servicio de la deuda impuesta a la casi totalidad de los países de la periferia del sistema mundial.

El crecimiento de los años Clinton, vanagloriado como el producto de un "liberalismo" al cual Europa se resistió desgraciadamente, es ficticio y no generalizable, porque reposó en transferencias de capital que implicaron la afectación de sus socios. En todos los segmentos del sistema productivo real, el crecimiento de los Estados Unidos no ha sido mejor que el de Europa. El "milagro americano" se alimentó exclusivamente del crecimiento de los gastos producidos por el agravamiento de las desigualdades sociales (servicios financieros y personales: legiones de abogados y de policías privados, etc. …) En este sentido, el liberalismo de Clinton preparó bien las condiciones que permitieron el despegue reaccionario y la victoria ulterior de Bush hijo.

Los economistas convencionales ignoran el problema, al haber hecho la hipótesis (la cual no tiene sentido) de que la "mundialización" suprimirá a las naciones y que las grandezas económicas (ahorro e inversiones) no podrán ser administradas a nivel internacional. Se trata de un razonamiento tautológico que implica en sus propias premisas las conclusiones a las cuales queremos llegar: justificar y aceptar el financiamiento del déficit de los Estados Unidos por parte de los otros porque, a nivel mundial, ¡encontraremos la igualdad entre ahorro e inversiones!.


¿Por qué tal ineptitud es aceptada? Sin dudas, los equipos "de sabios economistas" que existen en las clases políticas europeas (y otras, como las rusas y las chinas) de derecha y de la izquierda electoral son las propias víctimas de la alienación economicista que yo llamo el "virus liberal". Más aún, a través de esta opinión se expresa el juicio político del gran capital trasnacional, el cual considera que las ventajas procuradas por la gestión del sistema mundializado por los Estados Unidos por cuenta del imperialismo colectivo están por encima de sus inconvenientes: el tributo a pagar a Washington para asegurase la permanencia. Porque se trata bien de un tributo y no de un negocio de buena rentabilidad garantizada. Hay países calificados como "países pobres endeudados" que están obligados a asegurar el servicio de su deuda a cualquier precio. Pero hay también "países potentes endeudados" y que tienen todos los medios que les permitirían desvalorizar su deuda si lo consideraran necesario.


La otra opinión consistiría para Europa (y el resto del mundo) en ponerle término a la tranfusión a favor de los Estados Unidos. Los excedentes podrían ser entonces utilizados en los lugares de origen y relanzar las economías. Porque la tranfusión exige la sumisión de los Europeos a las políticas "desinflacionarias", (término impropio del lenguaje de la economía convencional y que yo sustituiría por "sentenciarias") para poder sacar un excedente de ahorro exportable. Ello hace retardar los avances de Europa - siempre mediocres - de los - sostenidos artificialmente - de Estados Unidos. En sentido inverso, la movilización de este excedente para empleos locales en Europa permitiría relanzar simultáneamente el consumo (a través de la reconstrucción de la dimensión social de la gestión económica desvastada por el virus liberal), la inversión - en particular en las nuevas tecnologías (y financiar sus investigaciones), e incluso los gastos militares (poniéndole término a las "ventajas" de los Estados Unidos en este dominio). La opción a favor de esta respuesta ante el desafío implica un re equilibrio de las relaciones sociales a favor de las clases trabajadoras. Conflictos entre Naciones y luchas sociales se articulan de esta manera. En otras palabras, el contraste Estados Unidos / Europa no opone fundamentalmente los intereses de los segmentos dominantes del capital de los diferentes socios. El es resultado, ante todo, de las diferencias en las culturas políticas.
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Los europeos se dividen en tres conjuntos diferentes:

- Los que defienden la opción liberal y aceptan el liderazgo de los Estados Unidos, casi
sin condiciones.

- Los que defienden la opción liberal, pero desearían una Europa política independiente, fuera de la alineación americana

- Los que desearían (y luchan por) una "Europa social", es decir, un capitalismo temperado por un nuevo compromiso social capital / trabajo que opere a escala europea, y simultáneamente, una Europa política practicante de "otras relaciones" (amistosas, democráticas y pacíficas) con el Sur, Rusia y China. La opinión pública general en toda Europa ha expresado, durante el Forum Social Europeo (Florencia 2002) y en la ocasión de la guerra contra Irak, su simpatía por esta posición de principios.
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España y Portugal ocupan un lugar importante en la geoestrategia de hegemonía mundial de los Estados Unidos. El Pentágono considera, en efecto, que el eje Azores - Canarias - Gibraltar - Baleares es esencial para la vigilancia del Atlántico Norte y Sur y el cuidado de la entrada al Mediterráneo. Los Estados Unidos forjaron su alianza con estos dos países inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, sin tener la más mínima preocupación por su carácter fascista. Por el contrario, incluso el anticomunismo de las dictaduras de Salazar y de Franco sirvió bien a la causa hegemónica de los Estados Unidos, permitiendo admitir a Portugal dentro de la OTAN y de establecer en suelo español bases americanas de primera importancia. En contrapartida, los Estados Unidos y sus aliados europeos apoyaron sin reservas a Portugal hasta el final de su fracasada guerra colonial


La evolución democrática de España después de la muerte de Franco no fue la ocasión de un cuestionamiento de la integración del país al sistema militar americano. Por el contrario, incluso la adhesión formal de España a la OTAN (en mayo de 1982) fue objeto de un verdadero chantaje electoral que dejó entrever que la participación de la CEE exigía esta adhesión, a la cual se oponía la mayoría de la opinión española.

Después, el alineamiento de Madrid bajo las posiciones de Washington ha sido sin reserva. En contrapartida, los Estados Unidos habrían, al parecer, intervenido para "moderar" las reivindicaciones marroquíes e incluso para intentar convencer a Gran Bretaña acerca de Gibraltar. En este sentido, podemos dudar de la propia realidad de estas intervenciones. El alineamiento atlantista reforzado de Madrid se tradujo en cambios radicales en la organización de las fuerzas armadas españolas, calificados por los analistas como un "movimiento hacia el sur". En la tradición española, en efecto, el ejército estaba diseminado sobre todo el territorio del país. Concebido además - después de Franco de una manera evidente - como una fuerza de policía interior más que como una fuerza dirigida contra el exterior, el ejército español permaneció siendo rústico y, a pesar de la marcada atención que le brindaba el poder supremo de Madrid a los cuerpos de generales y oficiales, no había sido objeto de una verdadera modernización, tal y como fueron los casos de Francia, Gran Bretaña y Alemania.


Los gobiernos socialistas y después de derecha, procedieron a una reorganización de las fuerzas españolas para combatir un "frente sur" eventual y se comprometieron en un programa de modernización del ejército de tierra, de la aviación y de la marina. Este cambio, exigido por Washington y la OTAN, es una de las numerosas manifestaciones de la nueva estrategia hegemónica americana, sustituyendo el Sur por el Este para la defensa del Occidente. Este está acompañado en España por un nuevo discurso que pone en evidencia a un "enemigo hipotético que viene del Sur", cuya identificación no deja lugar a ninguna duda. Curiosamente, este discurso de los medios democráticos (y socialistas) españoles recuerda la vieja tradición de la Reconquista, muy popular dentro de los círculos católicos del ejército. El cambio en las fuerzas armadas españolas es entonces el signo de una determinación de España de tener un rol activo en el seno de la OTAN, en el marco de la reorientación de las estrategias occidentales en previsión de intervenciones en el Tercer Mundo. Desde hace tiempo la Península Ibérica constituye la primera escala del eje Washington - Tel Aviv, la cabeza del puente europeo principal de la Rapid Deployment Force americana (la cual tuvo un papel decisivo en la Guerra del Golfo), completada con las bases de Sicilia (que, igualmente, nunca habían servido hasta las operaciones dirigidas contra el Mundo Arabe: Libia, bombardeo israelí a Túnez, etc.) y, curiosamente, las facilidades acordadas por Marruecos. Evidentemente, esta opción occidental vacía el discurso "euro - árabe" de todo contenido serio. La nueva España democrática, que pretende activar una política de amistad en dirección de América Latina y el Mundo Arabe, ha más bien dirigido sus movimientos en un sentido inverso, de hecho, a las exigencias de sus proclamaciones de principios.


El Gobierno de derecha dirigido por Aznar ha confirmado este alineamiento atlantista de Madrid. Más aún que Italia, España rechaza capitalizar su posición mediterránea en beneficio de una nueva política europea en dirección al mundo árabe, Africa y el Tercer Mundo, y tomar distancia ante las exigencias de la hegemonía americana. La idea francesa de un grupo mediterráneo en el seno de la Unión Europea queda, por estas razones, suspendida en el aire y sin puntos de apoyo serios. Por otra parte, en el plano económico, el capital español, heredero de la tradición franquista, ha colocado sus esperanzas principales de expansión en el desarrollo de acuerdos con Alemania y Japón, invitados a participar en la modernización de Cataluña.


Mientras existió, la línea de confrontación Este Oeste pasaba a través de los Balcanes. La afiliación obligada de los Estados de la región ante Moscú o Washington - con la única excepción de Yugoslavia desde 1948 y de Albania a partir de 1960 - le había colocado una sordina a las querellas nacionalistas locales que hicieron de los Balcanes el traspatio europeo.


Turquía se colocó en el campo occidental desde 1945, después de haber puesto término a su neutralidad frente a la Alemania hitleriana. Las reivindicaciones soviéticas sobre el Cáucaso formuladas por Stalin a partir de la victoria fueron rechazadas por Ankara gracias al apoyo decidido de Washington. En contrapartida, Turquía, miembro de la OTAN, a pesar de su sistema político poco democrático, acogió a las bases americanas más próximas de la URSS. No hay lugar a dudas que la sociedad turca permanece siendo del Tercer Mundo, aunque después de Ataturk las clases dirigentes de este país proclamen la parte europea de la Nueva Turquía, tocando a la puerta de una Unión Europea que no la desea. Aliada fiel de los Estados Unidos y de sus socios europeos, ¿deseará Turquía reintegrar su pasado y tener un rol activo en el Medio Oriente, haciéndole pagar al Occidente los servicios que podría brindarle en esta región? Parece ser que el problema de los kurdos, de la cual ella rechaza reconocer hasta su propia existencia, ha conllevado a hacer vacilar la toma de esta opción hasta el presente. Lo mismo resulta para una eventual opción pan - turaniana, sugerida al día siguiente de la Primera Guerra Mundial por ciertos medios kemalistas, y relegada después al museo de la historia. Pero en la actualidad, la descomposición de la URSS podría constituir una invitación para que el poder de Ankara tome la dirección de un bloque turco que, desde Azerbaidján hasta Sinkiang, domine el Asia Central. Irán siempre expresó sus reales temores hacia una evolución de este tipo, la cual no solamente cuestionaría el estatus del Azerbaidján meridional iraní sino también la seguridad de su amplia frontera asiática septentrional con Turkmenistán y Ouzbekistán…………………………


De los análisis propuestos anteriormente y que conciernen las opciones político estratégicas de los países de la Rivera Norte del Mediterráneo yo saco una importante conclusión: la mayor parte de estos países, en el ayer fieles partidarios de los Estados Unidos en el conflicto Este Oeste, continúan alineados bajo la estrategia de hegemonía americana frente al Tercer Mundo, y singularmente frente a los países árabes y de la región del Mar Rojo - Golfo. Los otros países (balcánicos y del Danubio) ayer implicados de una u otra manera en el conflicto Este Oeste, han cesado de ser agentes activos en el permanente conflicto Norte Sur, y se han convertido en objetos pasivos ante el expansionismo occidental.


Conclusiones: El Imperio del caos y la guerra permanente


El proyecto de dominación de los Estados Unidos - la extensión de la doctrina Monroe a todo el planeta - es desmesurado. Este proyecto, el cual he calificado por esta razón como Imperio del Caos desde el derrumbe de la Unión Soviética en 1991, estará fatalmente confrontado al crecimiento de las resistencias crecientes de las naciones del Viejo Mundo, las cuales no aceptarán someterse. Los Estados Unidos estarán entonces llamados sustituir el derecho internacional por el recurso a las guerras permanentes (proceso que ha comenzado en el Medio Oriente, pero que apunta ya hacia Rusia y Asia), deslizándose por la pendiente fascista (la "ley patriótica" ya le ha dado poderes a su policía frente a los extranjeros - "aliens"- que resultan ser similares de los que fue dotada la Gestapo)


Los Estados europeos, socios en el sistema del imperialismo colectivo de la tríada, ¿aceptarán esta deriva que los colocará en posiciones subalternas? La tesis que yo he desarrollado coloca el acento no tanto en los conflictos de intereses del capital dominante como en la diferencia que separa las culturas políticas de Europa y la que caracteriza a la formación histórica de los Estados Unidos, y encuentra en esta nueva contradicción una de las principales razones del fracaso probable del proyecto de los Estados Unidos (16).


http://www.eleconomista.cubaweb.cu/2003/nro213/213_518.html

Notas

(1) Ver : Samir Amin, Clase y nación en la historia y la crisis contemporánea , capítulos VI y VIII , Minuit 1979. Samir Amin , El eurocentrismo , capítulo IV , Anthropos economica , 1988. Samir Amin , Más allá del capitalismo senil , por un siglo XXI no americano , PUF 2001

(2) Para la crítica del post modernismo y la tesis de Negri ver : Samir Amin, Crítica de la moda, capítulo VI , Harmattan 1997, Samir Amin , El virus liberal , página 20 y siguientes y El tiempo de las cerezas , 2003

(3) Samir Amin, La hegemonía de los Estados Unidos y el fin del proyecto europeo, Harmattan , 2000

(4) Samir Amin y otros, Las finalidades estratégicas en el Mediterráneo, primera parte, Harmattan 1992

(5) Como por ejemplo: Gérard Chaliand y Arnaud Blin, America is back , Bayard 2003

(6) Samir Amin , La derrota del desarrollo , capítulo II , Harmattan 1989

(7) Samir Amin , Los desafíos de la mundialización , capítulo VII, Harmattan 1996

(dirol.gif Samir Amin , La etnia al asalto de las naciones , Harmattan 1994

(9) Emmanuel Todd , Después del Imperio, Gallimard 2002

(10) La estrategia de seguridad nacional de los Estados Unidos, 2002

(11) Cf nota 2

(12) Samir Amin, Los desafíos de la mundialización, op cit , capítulo III

(13) Samir Amin, El imperio del caos, Harmattan, 1991

(14) Samir Amin, Los desafíos de la mundialización, op cit , capítulos I y II

(15) Samir Amin y Ali El Kenz, El mundo árabe, finalidades sociales y perspectivas mediterráneas, Harmattan, 2003

(16) Samir Amin , El virus liberal , op cit , página 20 y siguientes. Samir Amin, La ideología americana, publicado en inglés en Ahram Weekly, mayo 2003, El Cairo.


Julian Navascues
¿ Qué desarrollo frente a la pobreza ?

por Nicolás ANGULO SÁNCHEZ

11 de noviembre de 2006

El modelo de crecimiento económico inherente a la actual globalización-mundialización comercial y financiera no sólo no contribuye a erradicar o reducir la pobreza y la desigualdad económica y social a escala planetaria, sino que las agudiza y agrava aún más. De hecho, el modelo de desarrollo propiciado por esta globalización-mundialización no es otra cosa que una nueva fase o etapa expansiva del capitalismo por todos los rincones del planeta, con la obsesión de convertir todo lo existente en mercancías, a fin de aumentar e intensificar el proceso de acumulación de capital. Para ello necesita ineludiblemente un poderoso aparato militar de carácter imperial que tensione las relaciones internacionales en su favor e intervenga in situ, si es preciso, en aquellos lugares y frente a aquéllos que no se avengan a ello.

Por otro lado, cuando hablamos de desarrollo humano y de reducción de la pobreza, no debemos referirnos al consumo desenfrenado de mercancías (desde automóviles, computadoras o teléfonos móviles cada vez más potentes hasta una variedad prácticamente ilimitada de cualquier producto), sino a la posibilidad de que todos los seres humanos satisfagan sus necesidades básicas de alimentación, salud, vivienda, educación, por ejemplo, así como de disponer de tiempo suficiente para gozar de la cultura y de las artes, tener relaciones sociales enriquecedoras, hacer realidad nuestras vocaciones legítimas en cualquier ámbito que elijamos y, asimismo, tener tiempo libre para el descanso. Se trata de una concepción de la riqueza humana, y por consiguiente de la pobreza, que va mucho más allá de la esfera económica y de su evaluación monetaria o mercantil.

En cambio, el modelo de desarrollo que está imponiendo la actual mundialización del mercado no sólo no disminuye la pobreza, sino que acentúa el productivismo y el consumismo destructores del medio ambiente y de la cohesión y solidaridad sociales, así como de la persona humana, reduciéndola a la unidimensionalidad que ya denunciaba Marcuse en los años sesenta del pasado siglo [1]. El modelo capitalista de desarrollo que predomina en la actualidad, en realidad, se trata del “desarrollo del subdesarrollo” [2], o del “subdesarrollo del desarrollo” [3], en la medida en que el desarrollo de los más ricos implica el subdesarrollo de los más pobres y que la actual mundialización del mercado no hace sino ahondar la brecha entre ambos, aumentando más y más las desigualdades económicas y sociales entre unos y otros, así como las relaciones de dependencia y dominación. En cualquier caso, bien podríamos hablar del fracaso del desarrollo, sobre todo en el tercer mundo y, principalmente, en África [4]. Los hay que van más lejos, al menos en lo semántico, al desechar el término “desarrollo” por considerar que está irremediablemente asociado al capitalismo, es decir, a la “occidentalización del mundo” [5] o a su crecimiento [6], el cual es el “desarrollo realmente existente”. En este sentido, los “antidesarrollistas” proponen una “sociedad de decrecimiento” para así frenar el productivismo devastador que asola el planeta y poder reconstruir el mundo, recuperando sus raíces.

Asimismo, hay autores que comparten en gran medida las críticas de los antidesarrollistas, pero que señalan que las alternativas al desarrollo propuestas por estos últimos se asemejan mucho al modelo de desarrollo alternativo promovido por los partidarios del desarrollo endógeno o autocentrado culturalmente [7]. Estos últimos proponen un desarrollo alternativo al “occidentalizado” desde la tradición, pues consideran que las metas mismas del desarrollo, y no sólo sus medios, son los que no deben ser importados desde los países “desarrollados”. Por esta razón, habría que buscar la meta del desarrollo adaptada a una sociedad deteminada dentro del dinamismo latente del sistema de valores de dicha sociedad: sus creencias tradicionales, sistemas significativos, instituciones locales y prácticas populares. En este sentido, las metas de este desarrollo alternativo deben centrarse en mejorar en todo lo posible la calidad de vida y la sociedad, en la forma que la propia comunidad lo entiende, y restablecer de algún modo la armonía con una naturaleza seriamente dañada a causa de la depredación producida por esta naturaleza artificial que es la tecnología moderna.

En cualquier caso, resulta arbitrario concebir el desarrollo, así como la pobreza, en un sentido meramente economicista, tal y como lo están haciendo los promotores de la actual mundialización comercial y financiera, es decir, sin tener en cuenta sus dimensiones medioambientales, culturales y políticas y, en el marco de lo meramente económico, ignorando su dimensión redistributiva, con vistas a una mayor igualdad o equidad social y, por lo tanto, a erradicar la pobreza. Por el contrario, debe entenderse el desarrollo de las personas y de los pueblos como un proceso que crea y favorece las condiciones que permitan el pleno despliegue de sus facultades físicas, culturales, políticas, económicas y ecológicas [8].

El crecimiento económico no garantiza el desarrollo ni la disminución de la pobreza

En la Consulta Global sobre el derecho al desarrollo, celebrada en Ginebra en 1990, se puso de relieve que las estrategias de desarrollo orientadas exclusivamente hacia el crecimiento económico y guiadas por consideraciones puramente financieras habían fracasado en lo que se refiere al logro de avances en la realización del derecho al desarrollo y de reducción de la pobreza, así como en el logro de un mayor grado de justicia social. El hecho de concebir el desarrollo no sólo como crecimiento económico se confirma en las distintas resoluciones adoptadas por los diferentes órganos de las Naciones Unidas, donde se insiste en que el desarrollo y su antítesis, la pobreza, no se puede medir únicamente en términos de productividad o rentabilidad, sino en función del respeto de la dignidad de la persona. En efecto, en demasiadas ocasiones se nos presenta un programa de “desarrollo” o de “lucha contra la pobreza” como un “ajuste estructural” bajo un esquema en el cual el ser humano se ve prácticamente reducido a una simple variable económica y en el cual el criterio de eficacia está dado más en términos de rentabilidad contable que de bienestar humano

El Programa de Desarrollo, adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1997, afirma claramente que “para seguir un enfoque integrado en materia de desarrollo centrado en el ser humano y alcanzar un desarrollo sostenible, el crecimiento económico no basta de por sí” (párrafo 44). En cuanto al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en sus sucesivos informes anuales sobre desarrollo humano, como por ejemplo el del año 1996, también deja claro que el fin es el desarrollo humano y que el crecimiento económico es un medio. El informe de 1997, dedicado especialmente a la pobreza, pone de relieve que "el efecto del crecimiento económico sobre la erradicación de la pobreza depende no solamente del ritmo, sino además de la modalidad de crecimiento". También el informe del año 2000 hace hincapié en que "el crecimiento económico es un medio para el bienestar humano y para la ampliación de las libertades fundamentales. No es un fin en sí mismo, con valor intrínseco. Los fines son la realización de los derechos humanos y el fomento del desarrollo". En efecto, es obvio que "el crecimiento no basta por sí solo: necesita ir acompañado de reformas de política que destinen fondos a la erradicación de la pobreza y al desarrollo humano, así como a la formación de instituciones, la formulación de normas y la reforma legislativa para promover los derechos humanos".

Así pues, no existe un vínculo automático entre crecimiento de los recursos económicos y progreso en materia de desarrollo y derechos humanos y, por consiguiente, de reducción de la pobreza. Un modelo de desarrollo que no tenga en cuenta el respeto, la protección y la promoción de los derechos humanos y de las libertades públicas fundamentales es un desarrollo netamente incompleto e insatisfactorio. Un ingreso elevado no garantiza que los países ricos estén libres de violaciones graves de derechos humanos, entre ellas la existencia de grandes “bolsas” de pobreza, incluso extrema, así como un ingreso bajo no impide que los países pobres hagan progresos importantes. En efecto, actualmente, en los estados más prósperos económicamente no sólo se siguen violando los derechos humanos, tanto los derechos civiles y políticos como los derechos económicos, sociales y culturales, sino que la pobreza aumenta. Por ejemplo, la expansión económica de Estados Unidos (EE.UU.) durante el decenio de los noventa no se ha traducido en una mejora de la situación de quienes carecen de vivienda, ni ha erradicado la malnutrición, ni ha mejorado los servicios de atención a la salud de los más pobres. Así pues, se da el caso de que estados con menor Producto Nacional Bruto (PNB) logran una mejor calidad de vida e igualdad para sus ciudadanos que otros con mayor PNB, particularmente en lo que respecta a erradicar privaciones básicas, como por ejemplo el analfabetismo y la mortalidad de lactantes [9]. Por consiguiente, "ni el nivel ni el crecimiento del ingreso per cápita determinan el nivel de los logros en materia de derechos humanos: con el mismo ingreso no sólo son posibles resultados diferentes respecto de los diversos derechos económicos, sociales y culturales, sino también de los civiles y políticos".

Este es uno de los aspectos que pretende captar, por ejemplo, el Índice de Desarrollo Humano (IDH) presentado por el PNUD en sus informes anuales, es decir, no existe una correlación directa y automática entre el nivel de ingresos económicos y la calidad de vida. En efecto, un mero aumento de dichos ingresos no reporta automáticamente una mejora de la calidad de vida, sino que hay que tener en cuenta más variables, como por ejemplo una adecuada política redistributiva de los beneficios económicos. Otro aspecto que suele no ser tenido debidamente en cuenta a la hora de hablar de desarrollo y de derechos humanos se refiere al grado de desigualdad económica y social. Incluso se da el caso de que en muchos países el crecimiento económico no sólo no mejora la situación de los sectores más vulnerables y desfavorecidos, sino que la empeora, utilizando importantes recursos en la represión de aquellos que osan protestar. Este es el caso de varios Estados africanos con importantes recursos minerales o petrolíferos (Nigeria, Congo, Guinea Ecuatorial, etc.) o diamantes (Liberia, Sierra Leona, etc.), los cuales suelen estar inmersos en graves conflictos internos que desembocan en sangrantes guerras civiles, alimentadas precisamente por el dinero obtenido en la exportación de esos recursos de su subsuelo, el cual se dedica en gran parte a la compra de armamento y entrenamiento de fuerzas militares y paramilitares para la represión y aniquilación de opositores (caso de Colombia, en América Latina, por ejemplo).

Resulta necesario, por lo tanto, revisar las prioridades a la hora de asignar recursos presupuestarios y elaborar políticas económicas más beneficiosas para los sectores más desfavorecidos y desprotegidos. El desarrollo humano debe caracterizarse por la transparencia, la equidad y la no discriminación, frente a otro tipo de procesos en los que se pretende un mero crecimiento a toda costa, sin parar mientes en su coste humano y ecológico y en si los beneficios van a ser equitativamente repartidos o no. En su tercer informe, el experto sobre el derecho al desarrollo de las Naciones Unidas afirma que "puede producirse un aumento espectacular de las industrias de exportación con mayor acceso a los mercados mundiales, pero sin integrar en el proceso de crecimiento a los sectores económicos más atrasados y sin superar una estructura económica doble" y, además, venir acompañado de "crecientes desigualdades o disparidades y una concentración cada vez mayor de riqueza e influencia económica, sin mejora alguna en los índices de desarrollo social, educación, salud, igualdad de género y protección ambiental" [10].

Así pues, es necesario equilibrar el crecimiento económico con el desarrollo social y con el respeto y preservación del medio ambiente. Un auténtico desarrollo humano y sostenible no es posible si no se reconocen y respetan todos los derechos económicos, sociales y políticos, pues sólo así se consigue el equilibrio social necesario para lograr una convivencia pacífica duradera. Por esta razón, hay que combatir la creencia intencionadamente promovida por los poderes hegemónicos de que ante todo hay que potenciar el crecimiento económico, presuponiendo que todo lo demás vendrá después automáticamente: nada mas incierto, pues como se ha señalado, no existe un nexo automático entre el crecimiento económico y el progreso en materia de desarrollo y derechos humanos, así como en la disminución de la pobreza.

De hecho, la industrialización puede ser un proceso que, desprovisto de su dimensión humana, provoca el debilitamiento de la cohesión social y de la solidaridad humana, favoreciendo la marginación y el empobrecimiento, tal y como lo muestra la existencia de niveles importantes de pobreza en países de industrialización muy avanzada. El desarrollo es un proceso cuyo objetivo es alcanzar el bienestar de todos, lo cual exige el disfrute de los derechos humanos por parte de todos. Esta es la diferencia fundamental respecto de los procesos de desarrollo que sólo contemplan las variables económicas, como es el caso de los "programas de ajuste estructural" patrocinados por las instituciones financieras internacionales (FMI y BM, principalmente), posteriormente rebautizados bajo el señuelo de “estrategias para la lucha contra la pobreza”.

En definitiva, un alto crecimiento puede traducirse en un escaso desarrollo, mientras que un pequeño crecimiento puede bastar, si va acompañado de una política redistributiva equitativa, para lograr grandes avances en materia de desarrollo humano y de reducción de la pobreza. Además, el crecimiento económico no es tanto una precondición del desarrollo y de disminución de la pobreza como lo puede ser un reparto más equitativo de la riqueza. Es decir, la redistribución de la riqueza mediante políticas redistributivas equitativas por parte de los poderes públicos en favor de los grupos e individuos más pobres, vulnerables y desfavorecidos sí es condición necesaria del desarrollo en su sentido humano, social y sostenible y, por consiguiente, de la reducción de la pobreza.

El crecimiento económico puede ser necesario en la medida en que la construcción de escuelas, de centros de salud o de otros servicios sociales, adecuadamente dotados, se traduce en crecimiento económico. Lo mismo sucede si se incluyen en la contabilidad pública y privada los trabajos denominados “invisibles” por no estar remunerados, como los trabajos domésticos del hogar y de asistencia familiar y social, mayoritariamente efectuados por mujeres. En cualquier caso, hay que desmitificar el crecimiento económico como panacea indispensable, en particular en lo que se refiere a la erradicación de la pobreza, pues como se ha dicho, la actual mundialización financiera y comercial puede que estimule el crecimiento económico, pero no sólo no está erradicando la pobreza, sino que está provocando un enorme aumento de las desigualdades económicas y sociales. Asimismo, este modelo de mundialización continúa destruyendo a pasos agigantados los ecosistemas naturales y degradando el medio ambiente de manera acelerada, sin tener en cuenta que los recursos naturales son limitados y que el aumento de la explotación humana va en contra de la dignidad y del disfrute de todos los derechos humanos por parte de todos, principalmente de los más vulnerables y desfavorecidos.

Además, el modelo productivista y consumista de los paises más industrializados en la actualidad es devastador e inexportable debido a que se han desbordado con creces los límites razonables, pues si los países más pobres consumieran y produjeran con la misma intensidad que los más ricos necesitaríamos un planeta de dimensiones muy superiores para que pudiera soportarlo. En efecto, partiendo del hecho de que los ecosistemas naturales tienen una capacidad limitada para reciclar, reabsorber o recuperarse de la presión a que están siendo sometidos por la actividad industrial y el consumo humanos, y de que éstos pudieran medirse en la superficie terrestre necesaria para soportar dicho consumo, un ciudadano de EE.UU., requiere para su consumo cotidiano (el "american way of life") como promedio 9,6 hectáreas, un canadiense 7,2 y un europeo 4,5, mientras que el límite estimado a escala planetaria se sitúa en 1,4 hectáreas. Actualmente, se necesitaría ya un área equivalente al 120% de la actual superficie terrestre. Si todo el planeta consumiera y produjera como EE.UU. necesitaríamos un planeta cuatro o cinco veces más grande. Por lo tanto, el actual modelo de crecimiento económico sólo puede favorecer a unos pocos privilegiados, en detrimento de la mayoría de la población, incluidas las denominadas clases medias y, sobre todo, las más pobres, fomentando así una sociedad cada vez más desigual e injusta.

La universalidad de los derechos humanos y la globalización “neoliberal”

La universalidad, interdependencia e indivisibilidad del conjunto de los derechos humanos han sido proclamadas reiteradamente en el contexto de las Naciones Unidas. En lo que se refiere a la universalidad, debe señalarse que las normas relativas a los derechos humanos adoptadas en el marco del sistema de las Naciones Unidas suponen el más amplio consenso conseguido hasta hoy por la comunidad internacional a este respecto sin pretender, en principio, imponer ningún tipo de hegemonía jurídica, política o cultural, en particular la "occidental". Cada estado y cada gobierno, en el ejercicio de la soberanía que formalmente sus ciudadanos les confían, tienen la potestad de "adaptar" dichas normas a las peculiaridades políticas, religiosas y culturales de dichos ciudadanos, pero en ningún caso contradecir abiertamente lo dispuesto en los diferentes tratados internacionales sobre derechos humanos.

El derecho de actuar conforme a las propias convicciones culturales o religiosas se encuentra limitado desde el momento en que suponga infringir otro derecho humano fundamental, razón por la cual no deben invocarse e interpretarse los derechos culturales de manera tal que traten de justificar la violación o denegación de otro u otros derechos humanos y libertades fundamentales propios o de otras personas. En realidad, si bien los derechos humanos pretenden ser universales, hoy por hoy, todavía no están aceptados universalmente. No obstante, debe reconocerse el gran avance conseguido en favor de esta universalidad, más en la teoría que en la práctica, desde la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) en la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Bastante más discutible es la supuesta universalidad del actual modelo dominante de economía de mercado en su versión "neoliberal". Tal y como está evolucionando este modelo económico, poco tiene que ver con la universalidad inherente a los valores en que se inspiran el espíritu y la filosofía de los derechos humanos para declinar en una sociedad cada vez más caótica, imprevisible y desordenada en provecho de una minoría privilegiada [11]. En mi opinión, resulta perfectamente legítimo reivindicar modelos de desarrollo respetuosos con los derechos inherentes a la dignidad de todo ser humano sin tener que someterse a las relaciones de dominación inherentes a la economía de mercado, en particular, al actual modelo de mundialización comercial y financiera dirigido por las grandes empresas y bancos transnacionales, los aparatos de estado (y, especialmente, un elemento que con frecuencia se soslaya: sus aparatos militares [12]) de los países más industrializados, así como por las instituciones financieras y comerciales internacionales (FMI, BM y OMC). Estos últimos lo único que persiguen es la expansión geográfica de la economía de mercado, en su versión más ultraliberal, por todos los confines del planeta y para todo tipo de actividades humanas, como si todo fuera mercantilizable. Bajo mi punto de vista, lo que resulta descabellado, y sobre todo injusto, es tratar de imponer un único modelo de desarrollo para la amplia gama y la multitud de pueblos y culturas que conforman nuestro planeta.

Los pueblos indígenas, así como las poblaciones de muchos países menos industrializados, dan fe de que se puede vivir dignamente sin caer en el consumismo devastador del medio ambiente y de la personalidad humana de los países altamente industrializados. Los derechos humanos, entre otras cosas, se han creado también para hacer posible estos modelos alternativos de convivir y desarrollarse como personas, con plena dignidad y bienestar, sin agredir al medio ambiente, y al margen de un consumismo y de un modelo económico que en la versión dominante actual, de tipo neoliberal, no tolera la libertad de vivir de otra manera, es decir, al margen del mercadeo continuo, del casino bursátil, de la sobreexplotación laboral y del saqueo de la naturaleza.

La actual mundialización o globalización económica conlleva una extensión de las relaciones de mercado no sólo en su dimensión geográfica y demográfica, sino también en las esferas más íntimas e internas del ser humano. Todo es comercializable, hasta el genoma y la vida humana: el dinero es la libertad y con dinero se puede hacer y conocer lo que uno desea. Por el contrario, sin dinero en el mercado no se es nadie. Pero lo peor de todo sea, quizás, que la expansión del mercado por todos los confines de la sociedad y de la persona humana se realice a costa de negar toda posibilidad, es decir, toda libertad de sustraerse a dicho mercado y al dinero. De ahí que los pueblos, las culturas y las personas que aún optan por conservar costumbres y modos de vida tradicionales, ancestrales o particulares estén en la actualidad, donde todavía pueden subsistir, agonizando lenta e irremediablemente ante el inexorable avance del mercado y del dinero.

Sin embargo, en los países "desarrollados" asistimos impasibles, sin apenas enterarnos, al genocidio que implica la expansión mundial del actual modelo económico dominante, tanto en los países “desarrollados” como en "vías de desarrollo", porque los medios de comunicación de alcance general, a su vez, responden también a criterios de mercado y, por lo tanto, se subordinan a su dominio. De ahí que apenas se informe debidamente de estos aspectos de la mundialización. En cualquier caso, desde el punto de vista del derecho al desarrollo y de los derechos humanos, corresponde a cada pueblo, si se lo permite el estado al que pertenece (en realidad, el estado no debería ser más que su emisario), decidir qué modelo de desarrollo le resulta más apropiado según sus características y circunstancias, eso sí, dentro del respeto de los valores universales en que se inspiran los derechos humanos. Es decir, no existe ningún modelo de desarrollo igualmente válido y apropiado para todos los pueblos y culturas, aunque sí existen unos valores y unos derechos con carácter universal en la medida en que están indisolublemente vinculados con la idea de dignidad de la persona humana, sea cual sea la cultura o pueblo al que se pertenezca. Sin embargo, el modelo de mundialización económica que se está imponiendo por todos los rincones del planeta limita enormemente, por no decir que anula casi completamente, la libertad de cada pueblo de elegir el modelo de desarrollo que mejor se adapte a sus características particulares.

Las políticas de desarrollo y de reducción de la pobreza deberían ser elaboradas principalmente por las personas y grupos afectados porque nadie mejor que ellos para comprender cuáles son sus circunstancias y sus necesidades específicas. Todos los pueblos y todas las culturas forman parte de la herencia y del patrimonio común de la humanidad, y merecen igual respeto y consideración a la hora de preservarlos. Igualmente, deberían tenerse en cuenta las consideraciones medioambientales, pues los ecosistemas también son patrimonio común de la humanidad y de los pueblos que los habitan. Los valores fundamentales y universales en que se fundamentan los derechos humanos y la dignidad de la persona humana también pueden considerarse como patrimonio común de la humanidad y deberían ser respetados, protegidos y promovidos.

El actual modelo de mundialización económica, impuesto por los estados más ricos e industrializados, las instituciones financieras y comerciales internacionales (FMI, BM y OMC, a la cabeza), así como por las empresas transnacionales y los grandes bancos privados, implica contradicciones difícilmente asumibles desde el punto de vista de los derechos humanos al propugnar, mejor dicho imponer, la libertad de circulación de capitales (que no son seres vivos), así como la eliminación de límites a dicha circulación, mientras que los gobiernos de los países más industrializados, principalmente, no dudan en obstaculizar todo lo que pueden la libertad de circulación de las personas humanas (que es un derecho humano fundamental) en busca de trabajo y de unas condiciones de vida dignas mediante legislaciones restrictivas y contrarias a normas internacionales al respecto inclusive.

Notas:

[1] Véase MARCUSE, Herbert: El hombre unidimensional, ed. Seix Barral, Barcelona 1972.

[2] Véase HARRIBEY, Jean Marie: Quel développement pour une société solidaire et économe ?, en la revista “Les autres voix de la planète”, périodique du CADTM (Comité pour l’Annulation de la Dette du Tiers Monde), núm. 23, junio de 2004, Lieja (Bélgica).

[3] Véase GUNDER FRANK, André: El subdesarrollo del desarrollo. Un ensayo autobiográfico, colección “Cooperación y Desarrollo” n° 12, ed. IEPALA, Madrid 1992.

[4] Véase AMIN, Samir: El fracaso del desarrollo en África y en el Tercer Mundo. Un análisis político, colección “Cooperación y Desarrollo” n° 9, ed. IEPALA, Madrid 1994.

[5] Véase LATOUCHE, Serge: En finir, une fois pour toutes, avec le développement, en “Le Monde diplomatique”, mayo de 2001.

[6] Véase FERNÁNDEZ DURÁN, Ramón: El desorden se dispara, en el libro “FMI, Banco Mundial y GATT, 50 años bastan. El libro del Foro Alternativo. Las otras voces del planeta”, ed. Talasa, Madrid 1995.

[7] Véase GOULET, Denis: Ética del desarrollo, ed. IEPALA, Madrid 1999.

[8] Véase MARTÍNEZ NAVARRO, Emilio: Ética para el desarrollo de los pueblos, ed. Trotta, Madrid 2000.

[9] Por ejemplo: "hay marcado contraste entre Sudáfrica, con un ingreso per cápita de 3.310 dólares, y Vietnam, con un ingreso per cápita de 350 dólares. La mortalidad de lactantes es de 60 por mil nacidos vivos en Sudáfrica y de 31 en Vietnam. El índice de analfabetismo entre los adultos es del 84,6% en Sudáfrica y del 92% en Vietnam" (Véase informe sobre desarrollo humano del PNUD para el año 2000).

[10] Véase el documento de Naciones Unidas E/CN.4/2001/WG.18/2.

[11] Véase TAIBO, Carlos: Cien preguntas sobre el nuevo desorden, ed. Punto de lectura, Madrid 2003.

[12] Véase PASTOR, Jaime: Geopolítica, guerras y ‘balcanes globales’en el libro “Guerra global permanente. La nueva cultura de la inseguridad”, ed. Catarata, Madrid 2005.

En caso de reproducción de este articulo, mencione la fuente, por favor.

URL: http://www.cadtm.org

Maripili
Intercambio Desigual, Deuda y Moneda Subvaluada: Empobrecer a la Periferia es Cuestión de Método

Emilio José Chaves

El mundo responde hoy a la denuncia de sus artistas para que los ocho países más privilegiados del planeta pongan su parte para acabar el hambre en el mundo. Hay muchas maneras de hacerlo, pero falta voluntad tanto de parte de las élites del Centro mundial como de las élites de su Periferia. Sin embargo, no sólo falta acción, sino comprensión del problema y de su historia y sobretodo, compromiso.

Convenientemente, esas élites diagnostican el problema como falta de subsidios y de caridad con los pobres, cuando ni siquiera han cumplido en la mitad su antiguo compromiso de dar el 0.7% del presupuesto de la OECD para ayudas urgentes al sector más pobre del Tercer Mundo. Lo paradógico es que ese 0.7% resulta casi insignificante cuando se compara con las pérdidas que sufre la Periferia por causa del intercambio desigual, en el cual evidencias recientes señalan que la subvaluación de las monedas periféricas juega un papel determinante.

Más que caridad y perdón de una deuda infame y varias veces ya pagada, lo que la Periferia reclama es que se pague lo justo por sus productos y que los centros imperiales dejen de sobornar funcionarios del Tercer Mundo para que devalúen sus monedas, y que los dirigentes de la Periferia dejen de obedecer como borregos los dictados imperiales. La brecha es producto del saqueo, y éste es posible porque en la Periferia hay altos funcionarios y académicos que se venden barato a los deseos del imperio, ávidos de dinero y cargos internacionales.

Hace cerca de medio siglo un grupo de economistas latinoamericanos reunido como la Comisión Económica para América Latina, CEPAL, y liderado por el economista argentino Raúl Prebisch, alertaron a los países de las periferias mundiales y a aquellos desarrollados del Centro (más o menos lo que hoy es la OECD), sobre la necesidad de superar el intercambio desigual para que la periferia entrara por la senda del desarrollo, ese cielo lejano que nos promete la civilización occidental desde hace dos siglos, si los imitamos con docilidad. A pesar de que la CEPAL manejaba una visión liberal nacionalista ajena a los cambios sociales profundos, vio en su época con claridad el grave problema del empeoramiento de los términos de intercambio que obliga a los países pobres a sacrificar una parte mayor de su producción para la exportación, a cambio de recibir cada día menos bienes importados de las naciones ricas, un fenómeno que bajo cualquier lógica conduce a ampliar la brecha entre los pueblos ricos y pobres.

Más tarde el tema fue tratado por Arghiri Emmanuel, y particularmente por Samir Amin quien realizó un estimativo de las pérdidas de la Periferia por causa del intercambio desigual, de alrededor de 22000 millones de dólares en el año 1966, algo así como el 15% del PIB periférico de entonces. Sin embargo, otro grupo de economistas latinoamericanos, el de la Teoría de la Dependencia, le replicó a la CEPAL: implorar justicia al imperio no sirve, es preciso liberarse en la mente y en la práctica. Entonces nos llegó la noche de las dictaduras y de los regímenes parlamentarios represivos, y más tarde la oleada neoliberal con altas dosis de corrupción acalló sospechosamente el tema de las pérdidas del intercambio desigual. Hoy están cambiando muchas cosas en muchos lugares del mundo y los péndulos regresan renovados y distintos.

Entretanto, varios investigadores de diversas latitudes continuaron avanzando en el tema sin hacer mucho ruido. En lo que sigue me baso en un solo autor, quien realiza una buena síntesis de ese proceso. Combinando varios aportes recientes sobre devaluación y precios con poder de paridad de compra (ppp en inglés), Gernot Köhler, (1) un investigador social alemán-canadiense, comparó los datos de los reportes de desarrollo del Banco Mundial, en los cuales se calcula el valor de la misma canasta de bienes y servicios para cada país valorada en moneda local para un conjunto de 119 naciones. El estudio señala que al dividir lo que vale esa misma canasta en moneda local de un país periférico en cierta fecha, por lo que vale en los Estados Unidos en dólares, no se encuentra que se corresponda con la tasa de cambio oficial vigente a la fecha. Es más, se encuentra que la moneda periférica suele estar subvaluada. Por ejemplo: en el año de 1994 Venezuela tenía su moneda subvaluada más de dos y media veces (2.62). Esto tiene consecuencias para el nivel de vida del país, porque a partir de éste y otros datos de su comercio y producción interna, se puede calcular que perdió entonces cerca de un 35% de su PIB en ese año por causa del intercambio desigual en su comercio con las naciones de la OECD.

Si se analiza el mundo de 1994 dividido en dos bloques: el Centro, conformado por las 22 naciones que componían la OECD de ese entonces, y la Periferia, conformada por 97 naciones con datos disponibles, los resultados de Köhler se resumen así: 1) Las monedas de la OECD casi no presentan desfase respecto al tipo esperado de cambio. 2) Las monedas de la Periferia en el año 1995 están subvaluadas en promedio (ponderado según exportaciones a la OECD) en 2.4 veces. 3) Dado el volúmen exportado, se calcula que la Periferia perdió ese año una suma cercana a 1182 millones de dólares, o algo así como el 24% de su PIB combinado. Para la OECD representa una ganancia no registrada del 8% de su PIB combinado.

En lo fundamental, el autor de ese estudio concluye entre otros puntos: 1. Es falso que las monedas nacionales de la periferia estén sobrevaluadas como afirman varios analistas. 2. El sistema de tasas de cambio es uno de los mecanismos usados por los países de alto ingreso para extraer riqueza de los países de bajo ingreso. 3. Esa situación agrava significativamente el intercambio desigual. 4. Dentro de las condiciones impuestas por el FMI a los países deudores suelen aparecer algunas como: 1) Tienen x meses para reducir el déficit fiscal del gobierno en tal porcentaje, y 2) Tienen x meses para devaluar su moneda en tal porcentaje. A eso lo llaman SAPs (Structural Adjustment Programms), y son unas especies de sapos que nos hacen tragar enteros con la complicidad de presidentes, ministros corruptos, y directores de la banca central supuestamente muy eruditos en el tema. O sea, las condiciones suelen ligar deuda y devaluación para merecer que nos refinancien la deuda y el déficit fiscal. Se trata de un problema institucional a nivel mundial: el Banco Mundial y el FMI nos recetan un camino que lleva al abismo, a la brecha entre norte y sur. ¿Lo hacen por ignorancia, por perversión o por obediencia al imperio?

Goticas de Corrupción para Activar el Mecanismo


La pregunta central es ¿Por qué razón los países periféricos devalúan sus monedas frente al dólar –moneda de reserva y de referencia mundial de precios del comercio internacional- si ello los empobrece en su ingreso real per-cápita, en la remuneración a sus trabajadores y en la ganancia real de aquellos empresarios que necesitan importar equipos, tecnologías y materias primas? El investigador Köhler se pregunta: “¿ACASO LOS PAISES DE BAJO Y MEDIANO INGRESO AMAN EL SER EXPLOTADOS?”

Pero no hace mucho apareció una entrevista en las páginas de Rebelión.org que arroja mucha luz sobre el problema de la corrupción en este campo específico. Se trata de las revelaciones de un agente secreto de un organismo de seguridad de los Estados Unidos que operaba bajo la fachada de ser un alto ejecutivo de una importante compañía transnacional. El hombre se define a sí mismo como un Economic Hit Man (golpeador de economías). El artículo trae apartes como estos (2):

En su libro "Confesiones de un Economic Hit Man", John Perkins describe cómo él mismo, como un profesional muy bien pagado, ayudó a EE.UU. a timar a países pobres alrededor del mundo en trillones de dólares prestándoles más dinero del que ellos podrían alguna vez pagar y para luego hacerse dueño de sus economías. .....Una de las condiciones de los préstamos —digamos de 1 billón de dólares a un país como Indonesia o Ecuador— era que este país tendría entonces que devolver el noventa por ciento de ese préstamo a una compañía o a compañías norteamericanas para construir la infraestructura. [...]Los pobres en aquellos países serían finalmente atrapados con una asombrosa deuda que ellos posiblemente no podrían rembolsar. Un país hoy en día como Ecuador simplemente debería destinar sobre el cincuenta por ciento de su presupuesto nacional para pagar su deuda. Y realmente no puede hacerlo. [...]Así, cuando nosotros queremos más petróleo, vamos a Ecuador y decimos, 'Pareciera que uste d no puede rembolsar sus deudas, por consiguiente entregue su bosque lluvioso Amazónico que está lleno con petróleo a nuestras compañías petroleras. [...]Así que nosotros hacemos este gran préstamo, la mayoría de él regresa a los Estados Unidos, el país queda con la deuda más un montón en intereses y ellos se transforman básicamente en nuestros sirvientes, en nuestros esclavos. Es un imperio. Es un imperio enorme.

De igual manera, nos enteramos recientemente del debate suscitado en Venezuela entre los burócratas que persisten en devaluar el Bolívar venezolano apelando a todo tipo de excusas, y por el otro lado, a grupos ciudadanos organizados que cuestionan todo el andamiaje teórico de esos funcionarios y se oponen a la sabiduría convencional de los economistas formados en academias y textos anglosajones. Se trata de una situación inusual ampliamente documentada por los mismos venezolanos. (3) Lo que nunca sabremos es si esos funcionarios recibieron previamente visitas o dineros de algún Economic Hit Man.

Un colosal sistema de saqueo mundial

Desde esta visión, el intercambio desigual es un colosal sistema de saqueo de los recursos de los países pobres por parte de los países más ricos, liderado por la nación imperial más fuerte, donde hay socios de la OECD que se quedan callados ante el saqueo, simplemente porque les conviene –caso España, Italia, Suecia, Dinamarca, Francia, Alemania, Noruega, etc.-. El problema mayor estriba en que cierta parte de las clases trabajadoras de la OECD y hasta los mismos partidos social-demócratas y sus sindicatos parecen haberse vuelto cómplices de esa relación aberrante. Como ya viven bien, poco les importa el Tercer Mundo, y para qué incomodar a sus patrones. Mejor es olvidar su propio pasado y los motivos de lucha de sus abuelos.

En resumen, hay un mecanismo dinámico, estructurado y articulado por varios elementos que conforman un círculo perverso, incesante y antiguo que produce serios daños acumulativos: Deuda externa – Corrupción de funcionarios claves en el centro y la periferia- Condiciones del FMI y el Banco Mundial en sus visitas oficiales - Empeoramiento en los términos de intercambio por subvaluación de la moneda. Empobrecimiento general del país periférico – Menores tasas de crecimiento – Menor capacidad de compra de sus pobladores- Menores salarios comparativos de sus trabajadores- Supuesta productividad menor- Dependencia. El resultado: la OECD sale beneficiada, la Periferia sale empobrecida. Se eleva la desigualdad entre naciones –la cual no debe confundirse con la desigualdad dentro de cada nación- y ambas influyen en la actual pobreza mundial.

Algunas conclusiones y sugerencias

1. Varios líderes latinoamericanos genuflexos andan haciendo el ridículo creyendo que negociando cuotas y boronas arancelarias en los tratados de libre comercio con los Estados Unidos -o con la OECD- vendrán el crecimiento, el pleno empleo y la prosperidad para nuestras naciones. Falla su razonamiento, primero, porque desconocen la magnitud de las pérdidas por el intercambio desigual, y segundo, porque son subalternos mentales del pensamiento neoliberal dominante, incapaces de negociar en igualdad de condiciones, es decir, desde otra perspectiva y con actitud de dignidad. Los temas que han negociado deberían aplazarse indefinidamente hasta cuando el mecanismo del saqueo mayor haya sido corregido. ¿Qué tal si se reúnen en bloque y plantean el tema central del intercambio desigual y exigen la creación de un sistema internacional de moneda basado en cambios reales, a la manera como la propone el Dr. Gernot Köhler, es decir medidos en base a precios de paridad de compra (ppp) qu e evite la subvaluación contínua? Aumentaría nuestro PIB en cerca de un 20% -a costa de la OECD que renunciaría al 6% de su PIB, producto de tal saqueo, por supuesto-. Un tema que hay que ligar con la crisis climática y ambiental del planeta.

2. Los académicos y universidades de la Periferia necesitan replantear una gran porción de la teoría económica que enseñan sobre este tema y otros de su disciplina. Ante el ocaso de las fallidas teorías neoliberales e imperiales de moda, el campo está abierto a los innovadores y a los maestros del pasado –adaptándolos a la época, claro está-. Esto implica renovar la nómina de autoridades en la materia. Entre otros puntos, las manipulaciones del término productividad despiertan cada vez más sospechas; es necesario abordar ese término mítico muy usado por la tecnocracia cantinflesca.

3. Está visto que la peor corrupción es la de las élites del Centro y sus colegas en nuestras Periferias por ser la que más muerte temprana y desnutrición produce en el Tercer Mundo. Por lo tanto, depende de los sectores populares con mayor autoridad ética, claridad y capacidad de movilización corregir políticamente esa situación que han empobrecido al 85% más pobre de la humanidad para benefició del 15% más rico.

4. Además del saqueo convencional de plusvalor que se da entre dueños y trabajadores a sueldo del sector productivo, existe el saqueo internacional a través de las manipulaciones financieras y monetarias; éste puede ser más significativo que el anterior por cuanto genera una discriminación de tipo geográfico mundial: una especie de Apartheid Mundial, como la llama el profesor Köhler.

¿Y a todo esto, será que Benedicto tiene algún anuncio que hacer desde su balcón dominical?

1) Köhler, Gernot (1998). "The Structure of Global Money and World Tables of Unequal Exchange." Journal of World-Systems Research 4: 145-168. © 1998 Gernot Köhler Journal of World-Systems Research http://jwsr.ucr.edu/archive/vol4/v4n2a4.php

2) Carlos A. Pereyra Mele, ‘John Perkins: "Confesiones de un Asesino Económico a Sueldo" ‘, IAR Rebelión.org 18-05-2005

3) Pueden conocerse varios artículos sobre el debate en http://www.defensoresbolivar.weboficial.com/

Pepin
España dio el espectáculo


MANUEL ESCUDERO

EL PAÍS - Opinión -

29-12-2006

España dio el espectáculo. Y lo hizo por partida doble.

Por un lado, ningún Estado miembro hasta la fecha había realizado una contribución voluntaria mayor, en una sola vez, al sistema de Naciones Unidas. El gesto español -700 millones de dólares para dar un impulso substancial a los Objetivos de Desarrollo del Milenio- ha causado gran sorpresa en los círculos diplomáticos ante la ONU. Muchos, acostumbrados al toma y daca de la política internacional, se han preguntado por el motivo detrás de este gesto inusual. La explicación es muy sencilla, y también poco habitual.

Pero además, quienes asistimos el 18 de diciembre en la gran sala de la Asamblea General de Naciones Unidas al concierto de despedida de Kofi Annan organizado por España, tuvimos la sensación de que un trocito importante de historia contemporánea se escribía ante nosotros.

Allí, cerca del futuro secretario general de Naciones Unidas Ban Ki-moon, se sentaba el todavía secretario general Kofi A. Annan junto al presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, y el primer ministro de Turquía, Tayyip Erdogan. Las palabras más elocuentes de ambos estadistas estuvieron dirigidas a Annan, y todos allí, cuando este último habló, aplaudimos emocionados ante la imagen de un gran hombre que se va y el legado que deja.

Sin embargo, no fue un político, sino un apasionado artista y humanista, el que acentuó el simbolismo del momento. Daniel Barenboim nos hizo ver, refiriéndose a la Orquesta Divan a la que dirigió, que sus jóvenes músicos saben que no pueden trabajar aislados unos de otros; que esos virtuosos israelíes, egipcios, sirios, o libaneses sólo alcanzan la armonía cuando la persiguen en común. Lo que ellos, interpretando a Mozart y a Brahms, consiguieron ese día aún no lo han logrado los políticos representantes de sus respectivos países en esa misma gran sala.

Escuchando a Kofi Annan reflexionaba yo sobre los tiempos en los que le ha tocado liderar la organización de las Naciones Unidas. En diversas entrevistas recientes asoma un hombre contenido que rememora momentos tensos, dolorosos. Sin embargo, yo creo que la talla de Kofi Annan seguirá creciendo a los ojos de la Historia.

Su mandato ha coincidido con la época en la que el mundo ha entrado en una gran encrucijada. El nuevo desarrollo de la globalización ha traído fenómenos insospechados. Entre ellos, una conciencia global crítica abrazada -debido al salto de reflexividad que han supuesto las nuevas tecnologías de la información- por millones de ciudadanos en todo el mundo. El ciudadano global se sitúa críticamente frente al desarrollo de la propia globalización en tres áreas bien definidas: quiere ver respetados los derechos humanos, quiere que no se siga amenazando el equilibrio ecológico del planeta, y desea una convergencia económica y social de todos los países.

Por supuesto, la globalización ha traído nuevas tensiones en el terreno de la seguridad, con la aparición del terrorismo de corte fundamentalista y las diferencias en cuanto a su tratamiento, y ha llevado al Consejo de Seguridad de la ONU a momentos dramáticos sin parangón en toda la historia de la organización.

Pero ésa no es toda la realidad de Naciones Unidas.

Programa a programa, miles de funcionarios de Naciones Unidas trabajan con horizontes que tampoco nadie hubiera podido prever hace tan sólo diez años. En Bulgaria, ONG y empresas trabajan con la ONU y en conversaciones con el Gobierno para acabar con la corrupción pública. En Camboya, multinacionales del textil y las Naciones Unidas se unen a las empresas locales del sector y al Gobierno para que las maquiladoras no sean sinónimo de condiciones infrahumanas de trabajo. En Colombia, empresas mineras, organizaciones de la sociedad civil y sindicatos crean junto a Naciones Unidas áreas de paz y estabilidad en apoyo del Estado democrático. En Panamá o en Sri Lanka esas mismas fuerzas se aplican a la erradicación del trabajo infantil. En aldeas perdidas en el interior de Marruecos o en el Caribe colombiano, una coalición similar extiende la electrificación. El mundo en vías de desarrollo hierve con nuevos modelos de negocios, ligando empresas globales y nuevas cadenas de proveedores, protagonizadas por microempresas surgidas a través de crecientes circuitos de microcréditos, como en Bangladesh o en Bolivia. Y en todos esos proyectos, junto a gobiernos, empresas responsables y organizaciones de la sociedad civil, aparecen las diversas agencias de Naciones Unidas, como facilitadores, convocantes e impulsores.

Estas nuevas coaliciones, surgidas en torno a iniciativas como los Objetivos de Desarrollo del Milenio o el Global Compact, son tendencias que configuran el aspecto más profundo de la reforma de Naciones Unidas. Y han surgido de la mano de Kofi Annan. Por eso, no es de extrañar que bajo su mandato millones de ciudadanos de todo el mundo, por vez primera en la historia, hayan pasado a apoyar a Naciones Unidas como un acto individual de compromiso con el progreso humano.

Fue un buen espectáculo el que dio el Gobierno de España en Nueva York. Porque el homenaje de despedida a Kofi Annan fue del todo merecido. Y porque opino que la razón de la donación extraordinaria realizada a la ONU es sencilla, aunque poco frecuente: cumplir al pie de la letra su compromiso electoral en el terreno internacional del desarrollo, conectando así con la conciencia global de la mayoría de los españoles y la de millones de "ciudadanos globales" en todo el mundo.

Katharina Von Strauger
Crítica del capitalismo mundial y construcción de alternativas

Entrevista a Samir Amin


Del 22 al 26 de marzo del año en curso, el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México (CEIICH - UNAM) dirigido por el Dr. Pablo González Casanova, organizó el Seminario Internacional “Las alternativas democráticas y el mundo actual”, dentro de los pensadores y cientistas sociales asistentes destacó la participación del Dr. Samir Amin. Aprovechando su presencia en la Ciudad de México el autor concedió la siguiente entrevista al economista mexicano José Guadalupe Gandarilla Salgado (JG), a la politóloga argentina Karina Moreno (KM) y al politólogo italiano Massimo Modonesi (MM).

Desde la publicación de una de sus obras pioneras y fundamentales “La acumulación a escala mundial” sostiene la contradicción centro / periferia como inmanente al desarrollo del sistema capitalista mundial; en sus obras más recientes, contribuye al análisis de la mundialización y de la crisis del capitalismo actual desde una visión histórica de amplio alcance, en una perspectiva que involucra el análisis crítico de la economía, la política y la cultura. En los años setenta junto con otros pensadores entre los cuales podemos mencionar a Immanuel Wallerstein, André Gunder Frank y Giovanni Arrighi, avanzaron en la categorización del capitalismo como sistema histórico de dimensiones mundiales. Actualmente Samir Amin es el principal impulsor del Foro Mundial de las Alternativas.


JG. Hemos pensado en una presentación que avance desde sus apreciaciones teóricas, históricas y metodológicas acerca del capitalismo, para después abordar su caracterización del momento actual del mismo en términos económicos y políticos, y concluir, recuperando el espíritu del seminario en curso, con su evaluación acerca de la o las alternativas. Con base en este esquema tenemos algunas preguntas.

En su interpretación ¿Cómo estudiar hoy el capitalismo, qué se mantiene vigente de la Crítica de la Economía Política y del materialismo histórico, y qué habría necesidad de repensar?

Se trata de una cuestión compleja, que cubre muchas dimensiones del problema.

En primer lugar, y no soy el único en pensarlo, el capitalismo es un sistema mundial. El análisis del capitalismo como sistema mundial no se puede reducir al análisis del modo de producción capitalista como modo de producción abstracto, del cual se puede suponer simplemente la extensión geográfica a todo el mundo. El concepto de modo de producción sigue siendo fundamental pero el concepto de capitalismo como sistema mundial es distinto.
Este es un punto de partida metodológico muy importante porque en el análisis o en las pretensiones analíticas de la economía dominante, y también desgraciadamente en muchos análisis del capitalismo que se reivindican del marxismo, está presente una confusión entre estos dos niveles o por lo menos la separación de ambos conceptos no está hecha en términos suficientemente claros.

En segundo lugar, si analizamos el capitalismo como sistema mundial, creo que podemos estar de acuerdo en la existencia de un modo de producción capitalista y que, a este nivel de abstracción, el análisis de Marx en El Capital es, no solamente primordial, sino que el mismo no ha sido superado. Cabe enfatizar que este análisis sigue siendo fundamental y válido para el capitalismo en todas las etapas de su desarrollo, prescindiendo de las novedades surgidas entre una etapa y la otra.
Sin embargo, al observar al capitalismo como sistema mundial constataremos que es un sistema mundial polarizado, en el sentido que ha generado una desigualdad sin precedentes en la historia de la humanidad.
En tiempos de la Revolución Industrial la relación de la productividad media anual por familias (las cuales eran en un mega_shok.gif a un 90% rurales), mostraba una diferencia muy reducida, según varias estadísticas era una relación de 1 a 1.3, una distancia sin importancia, con un 30% de diferencia máxima. Esta distancia creció con el transcurrir de los siglos hasta llegar actualmente a una relación de 1 a 60.
Un fenómeno gigantesco, probablemente el hecho social e histórico más impresionante de la historia de la humanidad. A pesar de esto, la economía dominante no se interesa por este hecho y desgraciadamente la economía marxista no le ha reconocido la centralidad que merece. Un hecho de tal amplitud es inmanente a la expansión mundial del capitalismo, no es un producto de la coyuntura, de especificidades concretas locales, que de por sí existen. Por su lógica interna, la acumulación capitalista a escala mundial es polarizante.

Creo que la razón por la cual es polarizante es muy sencilla de entender. Si observamos el capitalismo como modo de producción, el concepto implica en una zona geográfica cualquiera, que podemos llamar Estado, una integración del mercado en sus tres dimensiones: Mercado de las producciones, del trabajo y del capital.

Por otro lado, un análisis del capitalismo como sistema mundial, nos mostrará, que la tendencia a la integración es creciente. Como mercado de los productos, comenzó con las materias primas y después se extendió a los productos terminados, mientras que hoy es evidente una tendencia a la integración de los mercados de capitales. Pero esto no vale para el trabajo, las fronteras continúan existiendo, y los mexicanos lo saben bien, el Río Grande existe. Pienso que un mercado integrado del capital, sin un mercado integrado del trabajo produce la polarización. Podríamos demostrarlo en forma muy sencilla.

Dicho esto, es necesario analizar el capitalismo como sistema mundial más en detalle. Examinar las distintas fases sucesivas de esta polarización centro – periferia (que se puede nombrar norte – sur, desarrollo – subdesarrollo, primer mundo – tercer mundo, es simplemente una cuestión de vocabulario). Hay que observar el capitalismo fase por fase, cada una con sus características, las cuales dependen principalmente de las relaciones sociales, en los países del centro como en los países de la periferia, con las variantes existentes en cada uno de ellos. Debemos partir de estas relaciones sociales y ver como se articulan con la ley de la expansión mundial del capital y cómo ésta entra en contradicción con las especificidades de las formaciones sociales de los centros y de las periferias en cada una de esas fases, finalmente definir cada una de esas fases en función de las características dominantes de esas relaciones sociales.

No estoy hablando del desarrollo tecnológico, aunque no niego su relevancia, pero la mayor parte de los análisis de la historia del capitalismo arrancan del desarrollo de la tecnología, como si se desarrollara en forma autónoma, como producto de la ciencia, y determinase un tipo de desarrollo de las relaciones sociales. Por el contrario, parto de las relaciones sociales y después observo cómo el desarrollo tecnológico se inserta en ellas, las modela y se ajusta al desarrollo de las mismas.

De esta historia del capitalismo, sobre la cual podríamos discutir mucho, tomaré solamente la anteúltima etapa, la que comienza en la segunda posguerra, la etapa abierta por la doble derrota del fascismo y del colonialismo; del viejo colonialismo que negaba la independencia a los pueblos de África y de Asia, sin negar la importancia de las rupturas revolucionarias en Rusia, en China, y en otros países. Desde ese momento se abre una fase que durará alrededor de medio siglo, de 1945 a 1990, si queremos poner fechas precisas. Esta fase se caracterizó en los países del centro capitalista desarrollado, por una relación capital – trabajo relativamente menos desfavorable al trabajo como nunca en la historia del capitalismo, si queremos utilizar una terminología italiana, por un “compromiso histórico” entre capital y trabajo que fue la base objetiva del Welfare State en occidente. Tenemos después una segunda familia de compromisos históricos en los países del socialismo realmente existente, y un tercer grupo resultado de los movimientos de liberación nacional en África y en Asia, mientras en América Latina, que era formalmente independiente, el desarrollismo y el populismo. Se trataba de formas sociales seguramente contradictorias y conflictivas, pero también fundadas sobre ciertos equilibrios.

Esta página ya ha sido dada vuelta, aunque no por la caída del Muro de Berlín o por el fin de la Guerra Fría, sino por la erosión gradual de los tres modelos: el modelo soviético, el Welfare State, y los modelos nacional – populistas de las periferias africanas, asiáticas y latinoamericanas. Esta erosión ha conducido a un desequilibrio en la correlación de fuerzas sociales, a favor del capital en todas las regiones del mundo y ha permitido crear las condiciones de la ola neoliberal en la cual nos encontramos.

JG. Volviendo a la última parte de la primera pregunta, que de suyo abre todo un panorama. Pensando en la necesidad (en términos metodológicos y epistemológicos) de reafirmar un pensamiento crítico (incluso de pensar a la economía muy ligada a la ética), en su opinión ¿Cuáles serían las exigencias que debiera cubrir este tipo de pensamiento?

Esta pregunta es todavía más compleja que la primera y plantea varias cuestiones simultáneamente. No voy a poder responder a todos los puntos, voy a escoger solamente algunos.

Es necesario distinguir desde el punto de vista epistemológico las ciencias de la naturaleza de las ciencias sociales, del pensamiento social para decirlo en forma más correcta. Para simplificar, en las ciencias naturales la naturaleza es el objeto de observación, en las ciencias sociales el objeto, la sociedad humana, es al mismo tiempo el sujeto de su propia historia, es un nivel social totalmente distinto. De cualquier manera, sostengo que es necesaria una actitud científica en relación a ese objeto que es también sujeto, no un discurso ético o ideológico sin relación con la realidad, sino un análisis lo más científico posible.

En este análisis, creo que estamos frente a una realidad, y creo que podemos llamarla capitalista sin equivocarnos, con un determinado número de características fundamentales, donde el modo de producción es el eje central, así como fue analizado históricamente por Marx, o sea el capitalismo como sistema mundial, como he intentado describirlo rápidamente antes. ¿Cómo analizar esta realidad? ¿Cuáles son los instrumentos y por qué escogerlos entre otros?

Observemos cómo el pensamiento burgués analiza esta realidad, no sólo la economía, sino el conjunto constituido por la visión filosófica, social, ideológica, política y económica. Para hacerlo hay que remitirse a Adam Smith, que es el fundador del pensamiento burgués moderno, o mejor dicho, el que reunió en forma coherente los fragmentos que circulaban en la época. Adam Smith avanza en la hipótesis, que no es formulada en términos de hipótesis sino de convicción, que existe una convergencia natural, y la palabra ‘natural’ es suya, no mía, entre el mercado y la democracia. El mercado no es visto como autorregulado, como pretende el liberalismo vulgar, sino mediante una regulación estatal que cree las condiciones para una respuesta socialmente aceptada a la expresión de las necesidades. La democracia sería un conjunto de derechos, procedimientos e instituciones a disposición del ciudadano y en la época de Adam Smith, sólo los propietarios eran ciudadanos. La expresión libre de esos ciudadanos tenía que refrendar los resultados del mercado, no había contradicción entre los dos, sino una convergencia paralela.

Esta concepción lleva a vaciar de todo contenido el concepto de democracia, porque no hay más capacidad de innovar, que es mi definición de democracia, sino una democracia de baja intensidad, que no sirve para nada. Esta visión tiene la pretensión de explicar la nueva realidad del capitalismo y al mismo tiempo la presenta como el fin de la historia, las luces y la revolución francesa establecieron el reino de la razón y si se ha llegado al reino de la razón, la historia no es más que un desarrollo lineal en un cuadro definido. El producto de esto es una teoría económica que es una teoría de la no realidad, del capitalismo imaginario, o sea, del mercado funcionando según esta lógica, esta racionalidad. Por otra parte, los gerentes del sistema, sean los capitalistas, los empresarios o el Estado que toma las decisiones en interés colectivo de esa clase, están sumergidos en la realidad, no en un mundo imaginario. Existe entonces una práctica y la teoría está destinada a legitimarla.

Creo que lo que llamamos economía pura es el ejemplo extremo de esa situación. La economía pura es la teoría de una realidad no existente, muy útil porque siendo una teoría de la no realidad permite legitimar cualquier elección pragmática de la gestión del capitalismo realmente existente. En ese sentido y en el “aire del tiempo” ,digo que el economista puro es al sistema y al poder capitalista, lo que es el brujo para el rey. ¿Cuál era su papel? El brujo tenía que adivinar lo que el rey quería hacer, después tenía que hacer cosas raras para decirle al rey lo que tenía que hacer, en realidad, lo que quería hacer, para dar así a la acción del rey legitimidad a los ojos del pueblo. En realidad, no es el brujo quien dicta al rey, sino el rey quien dicta al brujo, y el brujo legitima. El economista hace la misma cosa: es eficaz para el sistema si adivina qué es lo que el sistema necesita y lo legitima. Usa por otra parte, métodos similares por ejemplo el lenguaje incomprensible, etc.

Creo que es importante hacer una crítica del pensamiento burgués, en muchos casos también la izquierda se deja impresionar por la economía liberal, que proporciona por cierto algunos elementos de la realidad, pero no hace otra cosa que legitimar los intereses dominantes y sus políticas. Este fenómeno estaba presente también en el socialismo realmente existente, en donde teníamos un discurso sobre la realidad imaginaria, el socialismo, y una práctica de la gestión de la sociedad. El discurso ideológico era usado como discurso de legitimación de la práctica. Espero que se tome conciencia de esto y se intente superarlo, se procure hacer un análisis del mundo realmente existente. En esta tarea sigo considerándome marxista, pienso que los instrumentos del materialismo histórico siguen siendo muy útiles, pero no necesariamente los del marxismo “histórico”, o sea, el marxismo como fue entendido o puesto en práctica por todas las fuerzas que se han inspirado en él.

JG. En su momento, Usted avanzó en la crítica del eurocentrismo, del desarrollismo, ahora pareciera necesario avanzar desde una recuperación de la dimensión histórica, en la crítica de los conceptos ordenadores del discurso occidental, su concepto de modernidad, de progreso, de desarrollo, ¿Cómo observa esta dimensión del pensamiento crítico, necesaria más que nunca en esta época y pensando desde el tercer mundo?

A mi parecer, la modernidad es el momento en donde se proclama que la humanidad hace su propia historia, entonces se atribuye el derecho de innovar, de inventar, se da el derecho a una imaginación creadora en todos los ámbitos. Esta es una idea nueva, una idea moderna. Todas las sociedades, entre el 1500 y el 1800 –y en la sociedad medieval europea, la islámica, la de la china confusiana, los aztecas, etc.-, tenían diferencias pero una cosa en común: la creencia, la proclamación de que el orden social formaba parte del orden natural, de un orden cósmico, generalmente asociado a una forma religiosa o a una creencia metafísica, y que el ser humano o la sociedad no tenía que inventar sino obedecer a las leyes dictadas por ese orden cósmico. Bien entendido, en realidad la tradición en cuestión tenía que ser constantemente reinterpretada porque la sociedad, a pesar de todo, cambiaba. La modernidad es el momento de ruptura con todo esto, ruptura que, por razones históricas, se desarrolló en una región del mundo en un momento de la historia: en la Europa Occidental. Se expresó claramente en las luces europeas, con las raíces mediterráneas precedentes, en tres países, Inglaterra, Países Bajos y Francia, entre 1600 y 1800.

No es un caso que sea concomitante con el nacimiento del capitalismo. Cuando el capitalismo se vuelve un sistema mundial, esta nueva cultura que llamamos modernidad, se vuelve mundial. Sostengo entonces, que esta cultura mundial, este nuevo universalismo no es occidental, sino capitalista. Sus características fundamentales no se entienden con relación a las especificidades europeas, sino con relación a las especificidades del capitalismo, no tiene nada que ver con los europeos. Habría que usar la expresión dominación de la cultura capitalista, en lugar de la cultura occidental.

A causa de la polarización que produce la expansión mundial del capitalismo, la expansión de esta cultura está en crisis permanente, promete a todos pero distribuye siempre en forma cada vez más desigual, creando fenómenos de rechazo, de insatisfacción. Este rechazo se expresa contra el occidente cuando debería hacerlo contra el capitalismo. Por otra parte, los mismos europeos reconstruyen su propia historia, como una historia imaginaria, que borra la especificidad capitalista de esta modernidad, inventando una historia lineal a partir del antepasado mítico griego y de la especificidad del cristianismo, asegurando que esta modernidad podía solamente ser creada en Europa. La afirmación eurocentrista provoca un rechazo hacia el occidente, cayendo en el culturalismo: también los otros construyen sus líneas imaginarias, empezando en la prehistoria China, en la prehistoria de los pueblos semitas, los árabes y los indios de América podrían hacer lo mismo. Nos encontraríamos en el culturalismo, o sea, la afirmación de culturas con elementos transhistóricos y específicos que suprimirían completamente el universalismo. Una forma vulgar son las comunidades en los Estados Unidos: vivan la comunidades..., pero respetando las jerarquías; vivan las especificidades..., pero cada quien a su lugar.

Tendríamos que cambiar, y desplazar el debate hacia el capitalismo mundial y el socialismo mundial, el pasaje a una sociedad mundial sin clases, en el nombre de la modernidad, del derecho de inventar, de imaginar, en el nombre de la utopía creadora, de una nueva fase de desarrollo de la modernidad, de superación de la modernidad trunca del capitalismo, de la cultura universal del capitalismo a la cultura universal del comunismo, para llamarlo por su nombre.

KM. En su libro “Los desafíos de la mundialización”, Usted afirma que hace veinte años proponía una alianza del Sur con la Socialdemocracia europea, pero esto no funcionó, en el debate del seminario se vuelve a plantear esta hipótesis ¿Piensa que este tipo de alianza sea viable en la actualidad?

En primer lugar creo que la erosión de los tres sistemas (el modelo soviético, el Welfare State y los modelos nacional – populistas) se manifiesta en la crisis real de las ideologías, de las formas de organización de los partidos, de las tradiciones, de la izquierda o de las izquierdas en las tres partes del mundo. Asistimos a la crisis de la socialdemocracia occidental, del comunismo de la tercera internacional y del nacional – populismo radical, nacionalista con contenido social, no socialista aunque algunos se hayan calificado como tales. La socialdemocracia está entonces en crisis y no veo alianzas posibles en la hora actual, porque no hay ni de un lado ni del otro nuevas fuerzas de izquierda alternativas cristalizadas. No lo digo desde un punto de vista nacionalista del tercer mundo – soy un internacionalista – pero hasta que alternativas sociales de izquierda no se cristalicen en el sur como en el norte, ¿alianzas de quién con quién? Se pueden tener intercambios de opinión, posiblemente acciones comunes sobre puntos comunes. Nada más, en este momento. Esto quiere decir, en términos prioritarios, construir nuevos sujetos históricos antisistémicos en cada región del mundo.

MM. ¿Cuál es su caracterización de la crisis en curso del sistema?

La fase neoliberal, que haríamos mejor en llamar paleoliberal, es la consecuencia de un desequilibrio de las relaciones sociales a favor del capital. En todas partes, a escala mundial, con la caída del socialismo realmente existente, no importa si no era socialista, con la erosión de los proyectos nacional populistas de desarrollo, con la erosión del welfare state en occidente se genera un desequilibrio brutal en un período histórico muy breve, una decena de años, si queremos poner fechas de 1980 a 1991, para los países del Sur desde 1975 cuando es rechazado el reclamo de un Nuevo Orden Económico Internacional. Este desequilibrio produce la crisis porque produce un desfase entre la capacidad de producción y la capacidad de consumo de la sociedad y una nueva repartición de la riqueza, tanto a escala mundial como a escala nacional, tan desigual que se crea un excedente de capital que no puede encontrar colocación en la extensión del sistema productivo. Entonces el sistema esta amenazado por una crisis profunda que tiene sus manifestaciones permanentes de estagnación relativa, de desempleo creciente, depauperización, etc.
El sistema esta entonces obligado a recurrir a la “gestión capitalista de la crisis”, que es el titulo de uno de mis libros. El capital dominante –el de las trasnacionales–, el Grupo de los Siete (G–7) como su expresión política y sus empleados –Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial, que no son instituciones importantes sino empleados del G–7 y del capital dominante– buscan y fabrican salidas alternativas a la ausencia y achicamiento de las colocaciones productivas, en la extensión de los mercados especulativos, en los mercados financieros. Pero sí, para retomar fórmulas de Marx, D - D’ sin pasar por la esfera de la producción, lo que quiere decir sobre la base de una estagnación relativa y entonces mediante una desigualdad creciente. Creo que los hechos están ahí, asistimos a una stagnación relativa, a tasas de crecimiente más débiles que durante el período anterior y una creciente desigualdad en la repartición de la riqueza. Se trata de una espiral que se agrava y que profundiza la crisis en el sentido que crece el plusvalor para el cual debe ser encontrada una salida en el mercado financiero.

Entonces el sistema que es presentado como la victoria definitiva del capitalismo y de la paz, como el fin de la historia, es una gestión de la crisis que profundiza la crisis misma, retardando la solución natural que sería una desvalorización del capital. Pienso que este paréntesis neoliberal se está cerrando, nos acercamos al final de una fase corta, de 20 a 25 años como máximo, el final se anuncia por el costado financiero de la mundialización. La crisis del sureste asiático es más que una crisis regional, la reacción de los gobiernos, de las clases dirigentes, de los estados, pone en discusión, en distintos grados, la mundialización financiera, no la mundialización en general, ni el modelo de producción, ni el modelo de consumo. Pero poniendo en discusión la mundialización financiera, empuja al sistema a enfrentarse con aquella desvalorización masiva del capital que vendrá, aunque no podamos saber en qué forma.

MM: Y en este contexto, ¿cómo pensar e iniciar la construcción de una alternativa?

Este período se está cerrando y si queremos pensar en términos de altarnativas, hay que comenzar por lo que está pasando, no por los desafíos de ayer, ni de anteayer, ni de hoy, sino de las contradicciones que ya se desarrollan y que se agudizarán mañana. Una estrategia de la formulación de las alternativas tiene que partir de estas contradicciones.
Mi tesis, o hipótesis, o intuición, es que con el fin de este periodo llamado neoliberal, entramos en una fase doble, caracterizada por el crecimiento de los conflictos y de las luchas. Por conflictos me refiero a conflictos entre las clases dirigentes, en su interior y potencialmente conflictos entre estados; veo crecer los conflictos entre Estados Unidos y Asia Oriental y del Sur –China, India y Corea, etc-, y otros conflictos. Crecerán también las luchas porque este desastre social generado por la gestión capitalista de la crisis no puede dejar de provocar movimientos, luchas sociales, políticas e ideológicas de todo tipo, con mucha ambigüedad, luchas de rechazo, algunas positivas, porque siempre es positivo que los trabajadores defiendan su salario y no acepten el argumento por el cual en nombre de la rentabilidad del capital, habría que aceptar sacrificios.

Estos rechazos podrían derivar en ilusiones culturalistas, fundamentalismos religiosos, repliegues etnicistas, o de otra naturaleaza. Sin embargo, tomando las luchas con potencial progresista, universales o potencialmente universales, aunque no lo sean de hecho –tomo algunos ejemplos que estuvieron presentes en el antidavos: grandes movimientos reales, pero también simbólicos y distintos de los cinco continentes: el Movimiento de los Sin Tierra brasileño, los sindicatos coreanos, las asociaciones campesinas de Burkina Faso, los desempleados franceses y las mujeres canadienses-, ¿ cómo se articularán con el crecimiento de los conflictos?, ¿cuáles predominarán?, ¿serán los conflictos de las clases dominantes los que domesticarán las luchas, las instrumentalizarán para sus estrategias?, ¿o el crecimiento de las luchas sociales logrará sobreponerse a esos conflictos?

No tengo recetas, sino algunos principios para pensar algunas alternativas, por ejemplo debemos aclarar lo que queremos, cuál es nuestro objetivo estratégico. Un mundo policéntrico, con grados de autonomía para los países, las naciones, las regiones, etc., que permitan a los pueblos inventar no solamente sus propias utopías creadoras, sino también sus estrategias y sus etapas, sus contratos sociales, sus compromisos históricos locales, así como las negociaciones para la articulación y la organización de la mundialización coherentemente con estas estrategias. De este proceso nacerá la alternativa, o mejor dicho, las alternativas en plural, así como hemos creado el Foro Mundial de las Alternativas, considerando que las demandas y las situaciones específicas no pueden ser tratadas con una única receta, así como el Banco Mundial ofrece la misma medicina a todos los pacientes por cualquier enfermedad. Este proyecto implica acciones a todos los niveles: local, nacional e internacional; el nivel nacional sigue siendo fundamental porque, se quiera o no, seguirán existiendo estados por un buen rato, pero no hay que descuidar el nivel mundial, donde se tiene que reconstruir el internacionalismo de los pueblos.

Maripili
Una soga, no un brazalete

por Naomi Klein

10 de junio de 2005

Gordon Brown tiene una nueva idea de cómo hacer que "la pobreza pase a la historia" a tiempo para la cumbre del G-8 en Escocia. Como Washington se ha negado hasta ahora a duplicar su ayuda a Africa para 2015, el canciller británico llama a "los ricos estados productores de petróleo" de Medio Oriente a llenar el hueco. "Instan a los acaudalados petroleros a salvar a Africa", reza el titular del Observer de Londres.

He aquí una idea mejor: en vez de usar la riqueza petrolera de Arabia Saudita para "salvar a Africa", ¿por qué no usar la riqueza petrolera africana para salvar a Africa...junto con su riqueza en gas, en diamantes, oro, platino, acero y carbón?

Ahora que la nobleza obliga se enfoca en salvar a Africa de su miseria, parece buen momento para recordar a alguien que también trató de hacer que la pobreza pasara a la historia: Ken Saro-Wima, quien un noviembre de hace 10 años murió en la horca por orden del gobierno nigeriano junto con otros ocho activistas de la tribu ogoni. Su crimen fue atreverse a insistir en que Nigeria no era pobre, sino rica, y que las decisiones políticas tomadas en interés de las corporaciones trasnacionales occidentales eron las que mantenían a su pueblo en desesperada pobreza. Sato-Wima dio la vida por la idea de que la vasta riqueza petrolera del delta del Níger debería dejar algo más que ríos contaminados, tierra labrantía arruinada, aire putrefacto y escuelas derrumbadas. No pidió caridad, piedad ni "socorro", sino justicia.

El Movimiento para la Supervivencia del Pueblo Ogoni exigió que la Shell compensara a la gente de cuyas tierras había estado extrayendo petróleo por 30 mil millones de dólares desde el decenio de 1950. La compañía invocó la protección del gobierno, y el ejército nigeriano lanzó sus armas contra los manifestantes. Antes de ser colgado, Saro-Wima dijo al tribunal: "Mis compañeros y yo no somos los únicos sujetos a juicio. La Shell está también bajo proceso... De hecho, la compañía se ha escapado de este juicio en particular, pero su día llegará sin duda".

Diez años después, 70 por ciento de los nigerianos viven aún con menos de un dólar al día y la Shell todavía obtiene enormes ganancias. Guinea Ecuatorial, que tiene un importante acuerdo petrolero con ExxonMobil, "conservará menos de 12 por ciento de los ingresos en el primer año del contrato", según un reporte de 60 Minutos: una porción tan baja que habría resultado escandalosa aún en los tiempos en que el pillaje colonial estaba en su apogeo.

Esto es lo que mantiene a Africa en la pobreza: no la falta de voluntad política, sino la tremenda rentabilidad del acuerdo vigente. Africa subsahariana, la región más pobre de la Tierra, es también el destino de las inversiones más rentables: según el Informe Anual de Desarrollo Global 2003 del Banco Mundial, ofrece "los mayores rendimientos a la inversión extranjera directa de cualquier región del planeta". Africa es pobre porque los inversionistas y sus acreedores son tan indeciblemente ricos.

La idea por la que Saro-Wima murió combatiendo -que los recursos de la tierra deben utilizarse en beneficio de la gente que la habita- yace en el centro de toda lucha anticolonial en la historia, desde la Merienda del Té en Boston, Estados Unidos, hasta la ocupación de la Compañía Anglo-Iraní del Petróleo en Abadán. Esta idea ha sido declarada muerta por la Constitución de la Unión Europea, por la Estrategia Nacional de Seguridad de Estados Unidos (que describe el "libre comercio" no sólo como política económica, sino como "principio moral") y por incontables acuerdos de libre comercio. Y sin embargo se niega a morir.

Se le puede ver con la mayor claridad en las incontables protestas que llevaron al presidente de Bolivia, Carlos Mesa, a ofrecer su renuncia. Hace una década Bolivia fue obligada por el FMI a privatizar sus industrias del petróleo y el gas a cambio de la promesa de que con eso incrementaría el crecimiento y extendería la prosperidad. Cuando no funcionó, los acreedores demandaron que el país redujera su déficit presupuestario elevando impuestos a los pobres. Los bolivianos tuvieron una idea mejor: recuperar el gas y utilizarlo en beneficio del país. El debate relativo a cuánto gas había que recuperar ha terminado. El Movimiento al Socialismo de Evo Morales propone imponer un gravamen de 50 por ciento a las ganancias petroleras. Grupos indígenas más radicales, que han visto sus tierras despojadas de su riqueza mineral, exigen nacionalización total y mucha mayor participación, lo que llaman "nacionalizar el gobierno".

También lo podemos ver en Irak. El 2 de junio Laith Kubba, vocero del primer ministro iraquí, dijo a los periodistas que el FMI había obligado a su país a incrementar el precio de la electricidad y del combustible a cambio de cancelar deudas del pasado: "Irak tiene deudas por 10 mil millones de dólares, y me parece que no podemos evitarlo". Pero días antes, en Basora, una histórica reunión de sindicatos independientes, en su mayoría afiliados a la Unión General de Empleados Petroleros, insistió en que el gobierno podía evitarlo. En la primera conferencia antiprivatización en suelo iraquí, los delegados demandaron que el gobierno se niegue a pagar las "odiosas" deudas de Saddam Hussein y se opusieron a todo intento de privatizar los bienes del Estado, entre ellos el petróleo.

El neoliberalismo, ideología tan poderosa que intenta hacerse pasar por "modernidad" mientras sus maniacos adeptos se disfrazan de tecnócratas desapasionados, no puede ya sostener que tenga consenso. Fue rechazado en definitiva por los votantes franceses cuando dijeron no a la Constitución de la UE, y podemos ver cuán odiado se ha vuelto en Rusia, donde grandes mayorías odian a quienes se beneficiaron de las desastrosas privatizaciones de los noventa y pocos lloraron al recientemente sentenciado oligarca petrolero Mijail Khodorkovsky.

Todo esto ocurre en momentos muy oportunos para la cumbre del G-8. Bob Geldof y los militantes de Que la Pobreza Pase a la Historia han convocado a que decenas de miles de personas a vayan a Edimburgo y formen un enorme cerco blanco en torno al centro de la ciudad el 2 de julio, en referencia a los brazaletes de su movimiento, que ahora se ven por todas partes.

Sin embargo, parece una vergüenza que un millón de personas hagan un viaje tan largo para ser una baratija gigante, un acceso colectivo del poder. Qué tal si cuando todas personas se tomen de las manos, declaren ser no un brazalete, sino una soga, una soga alrededor de las letales políticas económicas que ya han segado tantas vidas, por falta de medicamentos o de agua limpia, por falta de justicia.

Una soga como la que mató a Ken.

En caso de reproducción de este articulo, mencione la fuente, por favor.

URL: http://www.cadtm.org

Julian Navascues
Javier Esteinou Madrid

Investigador Titular del Departamento de Educación y Comunicación de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, México, D.F.


Los gigantescos torrentes de información cotidiana que produce la carrera de la modernidad a través de los medios de difusión colectivos y las nuevas tecnologías de información, han ocasionado una grave dificultad para diferenciar lo sustancial de lo accesorio y trazar jerarquías para conservar lo fundamental. Esto ha generado en la academia la presencia de un mundo de información parasitaria que ha contribuido a revolver y sepultar los conocimientos sustanciales para substituirlos por concepciones pragmáticas superficiales o de moda, de muy corto plazo.

Ello significa, que a finales de la década de los noventas, la enseñanza de la comunicación mantiene un fuerte sesgo del conocimiento que privilegia el desarrollo de las modas informativas o el tecnologisismo espectacular y no el rescate de la herencia del pensamiento crítico profundo. Este es el caso de las contribuciones muy relevantes de Mattelart que han quedado ahogadas por un mar de información light o tercearia que sólo sobreviven con apuntalamientos de estrategias de marketin coyuntural y que han obstaculizado el reconocimiento del pensamiento profundo al producir inmensas cantidades de basura intelectual.

Sobre ello, hay que tener en cuenta que "el mundo light siempre ha existido pero nunca alcanzó las magnitudes presentes en un desarrollo que permite ver su imparable crecimiento a niveles todavía mayores. Ahora todo tiende a ser leve y liviano, pero ya no visto como criticable o superficial, sino como valioso, digno, y necesario, como un avance de lo moderno que permite estar y vivir mejor o con menos problemas. Lo light aparece en todo, y muchas veces con títulos y anuncios que lo destacan: en alimentos y bebidas, en literatura (los llamados best sellers, pero no en los títulos que alcanzan gran difusión y tienen calidad, sino en la hecha intencionalmente con tal fin, dominante en publicaciones periódicas), en la programación radial, televisiva y cinematográfica que es absolutamente dominante, etcétera" .

Así, la cultura de finales del siglo XX e inicios del XXI se ha caracterizado por tener rasgos fuertemente lights que llevan a la "búsqueda de la liviandad, el hedonismo epidérmico, la vida del aquí y ahora, las seducciones inmediatas sin mucha importancia por el futuro, el sumergirse en experiencias sensoriales de todo tipo, la velocidad y rapidez para encarar todo, la obtención de efectos concretos, rápidos y con el menor esfuerzo posible, etc"

Toda esta atmósfera cultural posmoderna que también ha permeado a los centros de formación y pensamiento comunicacional, ha contribuido sustancialmente al olvido de las aportaciones conceptuales de Armand Mattelart.

3.- El Abandono de las Raíces del Conocimiento Crítico. La caída del Muro de Berlín y el desmembramiento de los países socialistas de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), propició a nivel internacional un clima intelectual acrítico de descalificación a priori del marxismo como corriente de pensamiento y de práctica política en el mundo contemporáneo. Esto contribuyó en México y América Latina a que, sin haberse discutido el pensamiento de Armand Mattelart, silenciosamente se le haya substituido, y en algunos casos, sin haberlo conocido, banalmente se haya descalificado, argumentando que está atravesado por una epistemología marxista anacrónica de interpretación de las realidades comunicativas que no es útil para los fines de la modernidad.

En este sentido, es importante subrayar que "múltiples artículos, investigaciones y publicaciones indican que esta postura crítica es cada vez menor, mientras se extiende un conjunto de estudios e investigaciones con tendencias tecnocráticas, pragmáticas, de descontextualización de la parte respecto al todo, acríticas respecto a los marcos políticos e ideológicos predominantes, que vuelan por diferentes galaxias teóricas sin nunca aterrizar en la realidades que dicen analizar o investigar, o despolitizadas de manera explícita o con una idea de política que conduce a la abstracción estéril o queda en un discurso lleno de palabras pero vacío de contenido" .

Es por ello, que hay que considerar que, en términos generales, con la implantación del neoliberalismo "no se ha dado el auge de proyectos de cambio, sino todo lo contrario: se han producido múltiples variantes de posturas genéricamente conocidas como posmodernas en el campo intelectual-cultural; crisis y decadencia de proyectos rebeldes, revolucionarios o alternativos; crecimiento de posturas conservadoras clásicas o aggiornadas de la nueva derecha; crisis de paradigmas y de utopías en todos los terrenos, etc. En tal contexto, ha cambiado rotundamente el rol o papel del intelectual, que de fiscal o crítico, hoy predominantemente, con notorias e importantes excepciones, ha perdido tal condición para adecuarse, e incluso defender, a las leyes (implícitas o explícitas) de la competencia, rendimiento, adecuación, etc. de una economía de mercado que no respeta ni le interesan las críticas y cuestionamientos de fondo por parte de quienes viven bajo su cobijo y subsidios (estatales o privados). Nunca como ahora ha predominado tanto el pensamiento unidimensional tal como lucidamente lo describió Marcuse, sea por tal disminución de la crítica cuestionante, como porque una mayoría de la que hay (y se difunde), se ubica en terrenos esterilizantes, deshistorizados e inocuos del peor de los discursos posmodernos de moda .

Dentro de este marco histórico se constata una tendencia "donde pareciera que el intelectual crítico ha perdido el papel clásico que ha tenido siempre en la historia, para convertirse, salvo excepciones, en integrados o con una postura sólo supuestamente crítica" .

Así, debido a estas dinámicas ideológicas, sin haberse examinado la obra intelectual de Armand Mattelart irresponsablemente se le ha sepultado en el silencio del pasado, sin que se haya precisado si podía seguir soportando epistemológicamente la prueba de la realidad o del transcurso del tiempo.

4.- El Imperio del Conocimiento Pragmático. Debido al cultivo de la "tendencia altamente mercantilista y pragmática que ha caracterizado el desarrollo de la estructura cultural del modelo neoliberal en México y América Latina desde la década de los mega_shok.gifs., se ha acentuado la dinámica de desproteger e incluso hacer desaparecer la investigación de la comunicación de carácter humanista y social; y se ha impulsado desmedidamente desde las políticas oficiales científicas y educativas de los Estados nacionales latinoamericanos los estudios marcadamente tecnológicos, pragmáticos y eficientistas de la información" .

En este sentido, por ejemplo, "han surgido intensamente en la región las investigaciones sobre las características físicas de las nuevas tecnologías de información la ampliación de la televisión directa, la introducción de internet, la expansión de los satélites, el empleo de las nuevas computadoras, el estudio de las intertextualidades, el examen del ciberespacio, la interacción de las máquinas de información de la última generación, el examen de la adaptación de los medios virtuales, la comunicación organizacional, la reflexión sobre la interconectividad, etc; y se ha descuidado u olvidado drásticamente el análisis elemental de los procesos de democratización de los medios de comunicación, el empleo de las nuevas tecnologías para impulsar el desarrollo social, el uso de las infraestructuras informativas para defender la ecología, el empleo de los medios para producir alimentos, el aprovechamiento de dichas tecnologías para reducir la violencia, el uso de la comunicación para la rehumanización de las ciudades, la utilización de los recursos comunicativos para la conservación de las cadenas biológicas de manutención de la vida, su uso para la defensa de los derechos humanos, la reutilización de las estructuras de comunicación para crear culturas básicas para la sobrevivencia social, su aprovechamiento para el rescate de las culturas indígenas, la reutilización de estos avances tecnológicos para el incremento de la participación social, etc." .

De esta forma, se nota que "el campo de estudio e investigación de la comunicación en muy importante medida ha caído en tal seducción, y si bien difícilmente alguien niegue algo de lo anterior- salvo los defensores de la hoy hegemónica economía de mercado-, es evidente que la primacía de las preocupaciones se ubican en los terrenos de lo nuevo, al punto que en múltiples reuniones y encuentros estas problemáticas simplemente están ausentes como si no existieran, fueran cosas del pasado o temas viejos. De esta forma, podemos decir que en las instituciones de enseñanza de la información "las problemáticas humanistas, éticas o filosóficas de la investigación de la comunicación crecientemente se han deslegitimizado para dar lugar a las temáticas que parten de los intereses de la razón instrumental o pragmática. Hoy vivimos un reencantamiento intelectual por los temas de investigación que fija las necesidades de la Mano Invisible del Mercado" .

Por este motivo, "poco a poco, ha ido tomando fuerza una mirada, que aparentando ser independiente de la del Norte de EUA, es en el fondo un remedo de lo que en el Norte se considera investigación avanzada. Ahí donde América Latina puso lo mejor y más original de su esfuerzo en los años setenta y ochenta - lo que implicó la búsqueda de un nuevo Orden Informativo Internacional-, hoy está siendo minado. En este contexto, la investigación opta por salvarse haciendo que tome un rumbo, cada vez, más pragmático, menos inquietante, menos abierto, inspirándose en la demanda y no en la sociedad {....}. Están ganando aquellos que para Adorno sólo hacían investigación administrativa, que es la que se despliega hoy a través de la comunicación organizacional, empresarial e incluso de buena parte del llamado periodismo de investigación .

Así, con el "lugar estratégico que el nuevo modelo de desarrollo modernizador le ha concedido al mercado para ser el eje fundamental que dirija y modele a los procesos sociales y educativos en México y América Latina, éste se ha convertido en el condicionante y el disparador central del cual se ha derivado el origen, el sentido y el destino de la producción cultural y comunicativa en nuestros países, especialmente de la investigación de la comunicación. Es decir, dentro del reciente patrón de crecimiento neoliberal que ha asumido América Latina la verdadera reactivación del proyecto de investigación social de la comunicación de las culturas nacionales, no ha resurgido de la antiquísima demanda de los grupos sociales básicos por resolver las necesidades sociales más apremiantes de la población para sobrevivir y reforzar sus identidades locales; sino que se ha derivado de la incorporación acelerada de nuestras sociedades al mercado mundial, que no es otra realidad que la reactivación y la ampliación intensiva del proyecto económico super transnacional en la periferia" .

Esta marcada tendencia cultural ha contribuido sustancialmente a que el pensamiento crítico de Armand Mattelart no sea valorado como un conocimiento útil para la consolidación de las necesidades del modelo de comunicación de mercado, y en consecuencia, sea retirado de las principales discusiones contemporáneas en el campo de la comunicación, para ser substituido por el boom de las concepciones y acciones pragmáticas.

5.- El Taylorismo Epistemológico. Para fortalecer la tendencia fuertemente pragmática que ha invadido el campo de la producción de conocimientos en comunicación, se ha generado un taylorismo epistemológico, que formula que para ser más eficientes y competitivos en dicho terreno se debe crear una gran separación especializada en la operación y la producción del conocimiento. Así, en el campo de las ciencias sociales ha surgido "una práctica que apunta a una superespecialización en la división del trabajo, ya no sólo entre, sino al interior de cada una de las ciencias sociales" .

Dicha superespecialización de las tareas informativas ha hecho que los grandes planteamientos conceptuales para explicar la realidad, como es el pensamiento de Armand Mattelart, no sean vistos como relevantes para resolver los problemas de la comunicación contemporánea, sino que sea la vertiente del conocimiento muy dividido el que, cada vez más, se demande como conocimiento avanzado. Ante ello, debemos tener presente que de continuarse esta tendencia, los trabajadores de la comunicación tendremos ojos para ver lo más sofisticado, pero no lo más elemental.

6.- El Conocimiento como Mercancía. La presión de la dinámica del mercado sobre la cultura ha propiciado que en las escuelas de comunicación, el conocimiento especializado se adquiera como una mercancía más que se usa provisionalmente y se desecha como moda cuando aparece otro más novedoso y atractivo; y no como el conjunto de conocimientos que permiten conocer y resolver los problemas presentes. Es decir, hoy día existe una gran inclinación intelectual donde el estudio de la comunicación vale más por su fachada que por su contenido. La forma substituye a la esencia.

En este sentido, parece que el conocimiento que se acepta y reproduce en los centros de enseñanza proviene de la dinámica que marcan los intereses del mercado y no por la reflexión científica de la disciplina de la comunicación. Esta tendencia ha desechado no sólo el pensamiento de A. Mattelart de las escuelas de información mexicanas y latinoamericanas, sino también la de otros pensadores muy relevantes para el conocimiento de la comunicación como son el de Herbert Marcuse , Paulo Freire , Nicos Poulantzas, Antonio Gramsci y de continuar esta orientación, es muy probable que en pocos años se deseche a importantes pensadores contemporáneos como Jesús Martín Barbero y Jürgen Habermas.

7.- La Política Científica del Corto Plazo. Otro factor, que desprendido de las lógicas anteriores, también ha influido en esta marginación teórica, aunque en menor grado, es el hecho de que las investigaciones que por encargo han contratado las empresas de información o el Estado con las escuelas de comunicación, prioritariamente ha demandado la producción de conocimientos rápidos y muy pragmáticos que contribuyan a fortalecer el status quo del actual sistema social y no a cuestionarlo para transformarlo. Así, prolifera en la universidades "la investigación experta al servicio de la demanda empresarial que privilegia el desarrollo de estos estudios y no los del conocimiento crítico, cuya misión debería ser construir una mirada distanciada frente al pragmatismo managerial; lo que de ninguna manera implica aislarse de estas nuevas realidades, sino al contrario, se trata de plantearlas como problemáticas".

Por lo tanto, esta tendencia de investigación ha desplazado el empleo de la reflexión crítica del pensamiento de Mattelart, al no considerarlo fundamental para las necesidades de la modernidad.

8.- La Anarquía Cultural. La aplicación de la dinámica de la Mano Invisible del mercado sobre los procesos de comunicación y cultura, ha generado en América Latina un fuerte desorden informativo que ha producido silenciosamente una anarquía cultural al permitir que estemos altamente informados sobre lo secundario y no sobre lo fundamental. Esta anarquía cultural acelerada por la dinámica del mercado, ha creado un caos en la conciencia colectiva que ha ocasionado que la energía social se concentre en los procesos de la super acumulación material y ha impedido que resolvamos como sociedad los grandes problemas nacionales que nos impiden crecer en nuestras naciones.

Derivada de ésta lógica desde la década de los mega_shok.gifs. ha surgido gradualmente en la atmósfera mental de México y América Latina una cultura idiota que se caracteriza por construir una visión de la vida altamente fragmentada, descontextualizada y superficial que se produce con los enormes y rápidos torrentes de información secundaria o terciaria que transmiten los medios de información sobre nuestros sentidos. Dicha cultura amparada en la tesis de la libertad de Comunicación nos ha e;n secundaria, la violencia temática, el consumo exacerbado, la invasión de la privacía, la banalización de la realidad, la comunicación alarmante, morbosa y sensacionalista, la imposición mental del principio de la ganancia a toda costa, la frivolidad informativa, el entretenimiento vulgar y estrafalario, la cosmovisión hollywodense de la vida, etc., con tal obtener raitings y vender; en detrimento de la calidad de los contenidos y de la necesidades orgánicas de comunicar los mensajes estratégicos que requerimos asimilar colectivamente como pueblos y civilización latinoamericana para transformar nuestras conciencias y poder sobrevivir en el continente.

De esta forma, la modernidad mexicana y latinoamericana de mercado ha planteado que en la fase de apertura de libre comercio "la basura informativa tiene libertad para circular en los medios de difusión" , y la consecuencia de abdicar de la construcción de una cultura para la sobrevivencia humana al iniciar el siglo XXI, vía los canales de información, es el triunfo de la cultura idiota en México y América Latina. En este sentido, podemos pensar que debido a que la nueva forma de financiamiento que plantea el modelo neoliberal lleva a que los medios gubernamentales se comercialicen más, y por lo tanto, sean los patrocinadores quienes determinen el contenido de transmisión de los canales, progresivamente, ha sido más difícil promover una cultura de desarrollo social desde estos, pues el esquema de sostenimiento de dichas empresas ha buscado crecientemente la obtención de la máxima ganancia monetaria, a corto plazo.

Dicha cultura idiota no sólo ha penetrado las estructuras de los medios de comunicación, sino también de las escuelas de información, desplazando los conocimientos teóricos más amplios que permitan analizar y transformar la realidad de forma totalizadora. Uno de los teóricos mas importantes que ha sido enterrado por la expansión de la lógica de la cultura idiota en México ha sido el pensamiento de Armand Mattelart..................................

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Francisco Alegre
David Llistar

Coordinador del Observatorio de la Deuda en la Globalización. Càtedra Unesco de Sostenibilidad. Universitat Politècnica de Catalunya

El País

Madrid, 5 de junio de 2006

A propósito de la crítica a las multinacionales. Yo sí he estado en el territorio donde los pozos de petróleo de Repsol coinciden en el Ecuador con las comunidades indígenas huaorani y con la famosa Reserva de la Biosfera Yasuní, uno de los lugares con mayor biodiversidad de árboles por metro cuadrado del mundo. En referencia a la carta publicada por EL PAÍS (30-5-2006) y escrita por José González, en la que se preguntaba cuántos críticos con las multinacionales (fueran éstos activistas, expertos de corbata, políticos o periodistas,..) conocían el lugar donde opera la multinacional, no puedo resistirme a responderle: ¡sí existimos!

Fuimos justamente al lugar sospechando que lo que hallaríamos no se correspondería con la reprocesada información que recibimos los accionistas y la sociedad española. Una imagen diseñada cuidadosamente en los departamentos de márketing, vestida bajo la moda de la responsabilidad social corporativa, y orientada a atraer a más accionistas y más consumidores. Algo sistemáticamente común en las transnacionales, una especie de cortina de humo: mostrar lo bueno, esconder cualquier impacto, cualquier violación.

La petrolera no dejó entrar a la misión internacional de expertos que tratábamos de auditar ambiental y socialmente el lugar, aún contando con la invitación de las comunidades indígenas y el permiso del Ministerio del Ambiente del Ecuador. No obstante, el grupo de expertos (sin corbata, se lo aseguro) nos introdujimos en el Yasuní con ayuda de las comunidades. Después de comprobar algunos impactos ambientales (derrames, contaminación de aguas) y sociales (testimonios de víctimas por intoxicación de hidrocarburos, violencia, desestructuración cultural), fuimos detectados por el responsable de seguridad de la transnacional española que ordenó al Ejército ecuatoriano destacado en el bloque concesionado, expulsarnos apelando "que ésa era casa de Repsol". Nuestra coordinadora ecuatoriana le respondió que ninguna empresa extranjera podía echarla de su país, menos estando entonces alojados en la comunidad indígena de El Guillero. No funcionó. Fuimos expulsados. Sin embargo, los miembros de la misión internacional (con 7 miembros españoles) pudieron recoger pruebas de las violaciones e impactos sobre los habitantes de aquellos territorios ricos en petróleo y biodiversidad, de la deuda ecológica generada y de la sociedad ecuatoriana en general. En efecto, la misma que hoy se ve obligada a emigrar a nuestras ciudades. Un detallado informe sobre los resultados de la misión pueden encontrarse en:


http://www.debtwatch.org/cast/docs/observa.../maria-mv16.pdf

Pero ¿qué nos ocultaba la empresa?

[fuente]

http://www.elpais.es/articulo/elpporopi/20...lpepiopi_9/Tes/

Andy Maykuth
Nur um der hoffnungslosen willen ist uns die hoffnunggegeben

Por: Mónica Vargas Aguirre

Mujer, adicta a la primavera, a sus colores de sol, uva verde y frambuesa fresca

"Solo aquellos que no tienen esperanzas nos dan esperanza".

He querido iniciar este artículo con esta frase de Walter Benjamín citada por Herbert Marcuse para concluir su libro "El Hombre Unidimensional" ya que representa mi convicción de lo que hoy en día debiera regir la creación intelectual de aquellos pensadores que miran más allá de sus propios escritorios y de los patios de pastos bien cortados de las universidades, de aquellos que aun luchan por mantener la independencia creativa y son capaces de hablar de conciencia crítica sin venderse al sistema, desafiando incluso la posibilidad de carecer de presupuesto para financiar sus proyectos de investigación. Mantener la esperanza pensando en los que no la tienen, disminuiría en mucho las dudas de quienes se enredan en razonamientos desesperados ante la falta de alternativas y confiesan la derrota sin pensar siquiera que al mundo aun le queda mucha historia, y en nosotros está ser parte de su construcción.

Fue después de la Erste Marxistische Arbeitswoche (Primera Semana de Trabajo Marxista ) que Weil junto a otros intelectuales entre ellos Frederick Pollock y Max Horkheimer tuvieron la idea de crear un espacio permanente de diálogo en torno a la teoría marxista y que luego se convirtió en un espacio para la creación teórica más allá del marxismo, el requisito era que los planteamientos tuviesen una visión crítica de la sociedad . Aquellos intelectuales que conformaron la Escuela de Frankfurt vivieron en un entorno nada favorable al desarrollo de esta crítica, la mayoría judíos en Alemania (aunque según los propios protagonistas el hecho de ser judíos no influyó en su formación) en el periodo del surgimiento del Nazismo fueron perseguidos, exiliados e incluso asesinados, sin embargo, tuvieron la capacidad de construir y mantener, a pesar de la adversidad, y algunos en otro continente, un espacio para revisar lo ya escrito y para proponer algo nuevo y alternativo al espantoso periodo que les tocó vivir. La historia de la Escuela de Frankfurt es un ejemplo de que, a pesar de todo, se puede, siempre se puede. Adorno, Pollock, Horkheimer, Weil, Grünberg, Sorge, Borkenau, Wittfogel, Grossman, Lowenthal, Marcuse, Benjamin y otros son un ejemplo de que, frente a la adversidad, se puede construir una postura alternativa, estos hombres y mujeres no solo ponían en juego el financiamiento o no de una investigación, no solo la pérdida de sus puestos en las Universidades, ellos, se jugaron la vida por lo que pensaban.

Hoy en día este discurso aparece anacrónico, casi sin sentido, se nos ha hecho creer que ya nada puede cambiar y que el mantener nuestros puestos de trabajo es lo central, pocos consideran hoy que las utopías sirven para avanzar. Los hombres y mujeres somos solo unos insumos de la producción tan desechables y manejables como las máquinas y la materia prima.

Cuando el proletariado internacional pasó a convertirse simplemente en una masa de asalariados que carecen de vínculos de clase y que perdió la solidaridad, no se acabaron las luchas sociales, sino que se perdió el sentido de la lucha de clases. Esto asegura el alejamiento de la posibilidad de que el proletariado se constituya en una clase para sí, el sistema potencia la clase en sí, argumenta y se protege en función de hacerla difusa en su configuración. Hoy la clase trabajadora ya no sólo la constituyen los obreros industriales sino que también los profesionales y técnicos que son explotados en el actual sistema, sin embargo, estos no tienen conciencia de ello ya que son destinatarios de ciertos beneficios que los mantiene alienados, la inteligencia es peligrosa si se le suma la conciencia. Marcuse ya en 1965 decía, "Una sociedad cada día más capas de satisfacer las necesidades de los individuos por medio de la forma en que está organizada priva a la independencia de pensamiento, a la autonomía y al derecho de oposición política de su función crítica básica. Tal sociedad puede exigir justamente la aceptación de sus principios e instituciones, y reducir la oposición a la mera promoción y debate de políticas alternativas dentro del statu quo. En ese respecto parece de poca importancia que la creciente satisfacción de necesidades se efectúe autoritario o no autoritario". Visionario razonamiento, que solo requiere ser rescatado y actualizado, ponerlo de moda otra vez, muchos de aquellos que alguna vez se dieron cuenta de esto hoy en día asumen la cómoda postura de obviar lo que es evidente y prefieren argumentar en torno a lo que es más conveniente.

Hoy en día la lucha de clases se cubre con un manto de conflictos identitarios, de tipo religioso, étnico, nacional u otros que mantiene a los profesionales de las ciencias sociales absortos en discusiones en torno a la identidad descuidando el conflicto anterior en torno a la clase.

Sería absurdo desconocer el resurgimiento del sentimiento identitario como respuesta al proceso globalizador neoliberal que existe hoy en el mundo, nadie puede negar la necesidad de respetar y tolerar las diferentes culturas y la lucha que éstas están dando porque así sea, el tema es que esta falta de respeto tiene una raíz de clase innegable. En Chile por ejemplo, los Mapuches uno de los pueblos originarios de esta parte del mundo, son marginados y luchan por rescatar su identidad, pero su marginación no sólo está definida por su condición de pueblo indígena con su propia cultura, sino que por su pobreza y la falta de educación tradicional de sus miembros, la cultura Mapuche tiene características evidentemente antisistémicas, es un pueblo en que la propiedad de la tierra es colectiva y cuya esencia es rural, esto es parte de la "mala imagen" en un mundo cuya tendencia es la privatización de la tierra y la urbanización de las sociedades. Por otra parte colonias europeas que llegaron a Chile después de la segunda guerra mundial mantienen sus costumbres, e incluso su idioma, así por ejemplo la gran colonia alemana en Santiago se agrupa en torno a un sector de la comuna de Las Condes en donde tienen su propio colegio, clínica y en torno a los cuales están las casas o departamentos de la colonia (en los cuales solo se escucha su propio idioma, un Chileno es un extranjero en esos espacios), su cultura les ha permitido adaptarse y ser parte de la clase dominante por lo tanto son respetados y no se cuestiona mayormente el tipo de educación de sus colegios o las tradiciones que siguen.

Con el largo párrafo anterior solo quise demostrar que si bien existen los conflictos identitarios, sus manifestaciones dependen fuertemente de la vinculación a la clase a la que el grupo pertenece, y un ejemplo más, los homosexuales de los barrios más adinerados de la capital no sufren la misma discriminación que sufren los que habitan al otro lado de la ciudad donde la pobreza es la tónica generalizada.

Pero no se trata aquí de plantear que todo tiempo pasado fue mejor y más consciente y que debemos volver a ello, no se trata de releer a los que formaron la Escuela de Frankfurt y conformarse con sus análisis, se trata de considerar la historia en su proceso actual Marx decía que "La revolución social del siglo XIX no puede sacar su poesía del pasado, sino solamente del porvenir. No puede comenzar su propia tarea antes de despojarse de toda veneración supersticiosa por el pasado. Las anteriores revoluciones necesitaban remontarse a los recuerdos de la historia universal para aturdirse acerca de su propio contenido. La revolución del siglo XIX debe dejar que los muertos entierren a sus muertos, para cobrar conciencia de su propio contenido. Allí, la frase desbordaba el contenido; aquí, el contenido desborda la frase”, en la revolución del siglo XXI la frase construye contenido y el contenido construye freses, no hay una unidereccionalidad entre el contenido y el lenguaje pasado el posmodernismo cualquier cosa puede ser, es la era de las incertidumbres y por lo tanto la era de la creatividad intelectual revolucionaria.

La dialéctica entrega elementos epistemológicos para el análisis estas nuevas contradicciones y como dice Adorno "La contradicción tiene más peso del que le dio Hegel que fue el primero en tematizarla... los adversarios del conocimiento dialéctico le reprochan que construye contradicciones desde arriba para avanzar solucionándolas, pero esto no es verdad a pesar de que la lógica de Hegel procede a veces así" , a la dialéctica le corresponde descubrir la disparidad entre el pensamiento y la cosa y actuar sobre la cosa.

Las condiciones históricas actuales tienen la singularidad expresada por Jürgen Habermas quien hace una comparación acertada entre la sociedades tradicionales y las del capitalismo tardío, y plantea "mientras que en las sociedades tradicionales la forma política de las relaciones de producción permitían identificar fácilmente los grupos dominantes, esa dominación manifiesta es reemplazada en el capitalismo liberal por la coacción anónima, en lo político, de ciudadanos particulares". Ya no está el patrón en frente y los medios de comunicación hacen pensar que ya no hay patrón, se potencian las PYMES en Chile y cada uno es dueño de su propia empresa, ese trabajador-empresario no se alcanza a dar cuenta de que es un trabajador más y que la ilusión de esa empresa se convierte en solo un engranaje más de la cadena productiva de una gran transnacional a la que seguramente tendrá que unirse a modo de maquila para poder sobrevivir.

Aquellos que son dueños de los medios de producción son dueños también de las instituciones en las cuales se genera conocimiento y hoy más que nunca de las mentes de quienes laboran en esos espacios, esto ha significado que se ha desarrollado un muy buen análisis histórico y se han diseñado estrategias para contrarrestar las crisis. El mismo Habermas argumenta que: "Con el propósito de defenderse de la crisis sistémica, las sociedades del capitalismo tardío concentran todas las fuerzas de integración social en los sitios donde es más probable que estallen conflictos estructurales, como medio más eficaz para mantenerlos en estado latente, y al mismo tiempo satisfacen así las demandas de los partidos obreros reformistas".

Hay una forma de pensar hoy en día, que sólo atiende a la razón instrumental, y que hay que modificar porque "la reducción de la razón a mero instrumento perjudica en último caso incluso su mismo carácter instrumental" Horkheimer piensa que la traducción de todo pensamiento a acción es una de las manifestaciones de la crisis cultural. Se debe desarrollar el pensamiento libre de los compromisos de la acción inmediata, se debe volver a la idea de la Universidad como espacio de construcción y crítica del saber. Insisto en lo peligroso del desarrollo del conocimiento hoy en día, solo se avanza en lo que es económicamente rentable, no se financian espacios para la reflexión, solo hay dineros la acción.

Huxley citado por Adorno en su caracterización de la cultura norte americana plantea "Lo único que queda claramente sentado es que se trata de un sistema es que se trata de un sistema clasista racionalizado y a escala planetaria, esto es que se trata de un capitalismo de estado planeado y sin lagunas, que a la total colectivización corresponde el dominio total, y que sigue funcionando la economía dineraria y el motivo del beneficio privado"., ya en 1962 Adorno era capas de hacer estos análisis advirtiendo el riesgo que el desarrollo de ese modelo de sociedad implicaba, los años eran años en los cuales la bonanza progresista hacía pensar en que el proyecto alternativo era viable en su expansión por el mundo, aun no habían detonado las dictaduras latinoamericanas, sin embargo, aquellos seguidores de la tradición de la teoría critica veían más allá de la acción, se daban un tiempo para la reflexión lo que los llevó a ser tan visionarios par su época. Insisto en que la idea no es el ensalzar el contenido mismo de las reflexiones desarrolladas sino más bien el "método" utilizado para el desarrollo de la teoría.

Ante el estado actual de la reflexión, la pregunta es ¿Estamos en presencia de un nuevo hombre unidimensional al estilo de Marcuse?

En el Hombre Unidimensional, Marcuse pronosticaba el triunfo del pensamiento único, la influencia de los medios de comunicación ha generado un refuerzo de las características de este tipo de hombre que se caracteriza por recoger la mayoría de sus experiencia de la televisión y "la experiencia televisiva tiende a incrementar el sentido de la impaciencia. La letra impresa obliga a ejercitarse en la postergación del placer... sólo después de realizar las complejas operaciones de análisis lógico y gramatical se comprende el sentido, y sólo entonces puede producirse el placer. El goce del texto escrito proviene del significado, no del significante. Las imágenes en cambio, ofrecen una gratificación inmediata derivada del propio significante.

Satisfacción instantánea, no retardada. A esto hay que añadir la hiperestimulación sensorial que incrementa aún más la gratificación instantánea. Y cuando la experiencia no es gratificante, cabe siempre la posibilidad de cambiar de canal"

Por otra parte la televisión es un agente colaborador a la violencia que hay en el entorno, más no como su causa, la violencia proviene de las interacciones de los seres humanos y de sus incapacidades de resolver sus conflictos de modo pacífico.

Violencia, individualismo y gratificación instantánea van moldeando al personaje del siglo XXI. Como planteaba anteriormente las condiciones históricas particulares ameritan la reflexión en torno a este nuevo escenario que tiene como telón de fondo contradicciones antiguas.

Hay que seguir persiguiendo las utopías aunque su progreso "se ve hoy frenado en primer lugar pro la enorme desproporción entre el peso de la avasalladora maquinaria del poder social y las masas atomizadas", sin las utopías no podremos avanzar y si no avanzamos el estado actual de la situación planetaria tiene pocas posibilidades de permitir que se continúe desarrollando la función básica de vivir.

Sé que no es fácil volver a creer después de la desilusión, pero no hay que confundir desilusión con reacción. "Al alma revolucionaria —advierte Ortega—, no ha sucedido nunca en la historia un alma reaccionaria, sino, más sencillamente, un alma desilusionada. Es la inevitable consecuencia psicológica que dejan los espléndidos siglos idealistas, racionalistas; centurias de dilapidación orgánica, borrachas de confianza, de seguridad en sí mismas, grandes bebedoras de utopía e ilusión "

Hay que mantener la esperanza de algo mejor, hay que mantenerla, por aquellos que no tienen esperanza.


Bibliografía

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Adorno Theodor; "Dialéctica Negativa", ediciones Taurus, Madrid, España, 1975.

Acevedo, Jorge; "El tema de nuestro tiempo", Revista de Occidente en Alianza Editorial, Madrid, 1981. (Obras Completas), Vol. III, ed. cit, p. 220 , Citado en "Acerca del paradigma de sentido del hombre actual (Mayo del 68 y hoy)", Académico, Facultad de Filosofía, Universidad de Chile.

Adorno, T y Horkheimer, M: Dialéctica de la Ilustración, Trotta, Madrid, 1998. (Publicada originalmente en 1947).

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Marx Carlos; "18 Brumario de Napoleón Bonaparte"

Touraine Alain; "¿Podremos vivir juntos?, la discusión pendiente, el destino del hombre en la aldea global", Fondo de Cultura Económica , Sección de Obras de Sociología, primera edición en español 1997,cuarta reimpresión en español
Bruce Beelher
El comercio internacional y los flujos internacionales de capitales

Samir Amin

La teoría de las relaciones económicas plantea un falso problema, los protagonistas son las economías capitalistas "puras". Así, no es diferente para el intercambio internacional del concebido para el análisis de la acumulación interna: es necesario ubicarse en las relaciones de intercambio entre formaciones socioeconómicas distintas: centro y periferia. Las formaciones de la periferia está fundada en el mercado externo. Los modos de producción precapitalistas son transformados y sometidos al modo de producción dominante al modo de producción dominante local y mundial. Este sistema dominante ha pasado por diversas de formación con diferentes duraciones: el precapitalismo que abarca hasta la revolución industrial,. el periodo de expansión en el centro originado por el capital industrial, el imperialismo.

Las relaciones entre el centro de formación y la periferia son esenciales en el génesis del capitalismo.

En la época del colonialismo se establecerá un modo de producción esclavista, también existió cierta acumulación dineraria en los puertos europeos. Con la revolución industrial, el comercio entre el centro y la periferia cambia de funciones. El desarrollo exporta productos manufacturados e importa productos agrícolas; se decide así la especialización internacional. Hasta aquí no hay exportaciones de capitales en el sentido actual de la palabra, pero su exportación no desplazó jamás a la de las mercancías, al contrario, la intensificará.

La periferia se ha convertido en exportadora de productos suministrados por empresas capitalistas modernas de muy alta productividad: petróleo y minerales, tres cuartas partes de las exportaciones de la periferia provienen de sectores modernos de productividad.

La teoría clásica del comercio internacional de las mercancías señala que los participantes tiene interés en especializarse por el intercambio, y como consecuencia, la elevación dela rente global. Su influencia se deja sentir en las hipótesis efectuadas sobre los salarios.

La desigualdad del intercambio traduce la más débil productividad y la desigualdad ocasionada por los factores deterministas históricos. El interés estriba en desarrollar las ramas de la producción en las que el progreso posible es mayor y en someter sus opciones en materia de comercio exterior a las exigencias prioritarias de ese desarrollo. La verdadera dificultad que enfrenta la teoría de las ventajas comparativas es debida a que las empresas que se abren al comercio exterior estiman directamente los precios de las mercancías no los costos relativos. El nivel general de los precios es proporcional al salario monetario. Al ser este el mismo en ambos países son idénticos en los dos países si los costos son los mismos. Por el canal del intercambio, un precio único se impone finalmente sobre todos los mercados del mundo para una mercancía en específico. Las diferencias entre los costos reales y los precios suponen que los asalariados son los únicos consumidores del país.

La ventaja de la especialización reside en disminuir la fuerza de trabajo en ambos países y así elevar la tasa de plusvalía, y de ganancia.

La concepción de Ricardo imprime un carácter objetivo a la teoría del valor; Lerner y Leontieff lo hacen de manera objetiva: lo que se deja de consumir. La relación de intercambio internacional se halla entonces situada entre las dos relaciones de intercambio aisladas. La concepción neoclásica del valor, conduce, también, a encerrarse en un círculo vicioso puesto que las mercancías que llevan ventajas son aquellas para las cuales se ha hecho uso del factor más abundante y cuya remuneración de los factores depende de los intercambios exteriores.

Un modo de producción capitalista implica la movilidad de la mano de obra y de capital. El comercio internacional no es entonces diferente del comercio interregional. El desarrollo del capitalismo del centro ha avanzado desigualmente de un país a otro. Si el capital es móvil el intercambio no tiene lugar si las productividades son diferentes por las posibilidades naturales desiguales y la composición orgánica distinta. Si trabajo y capital fuesen perfectamente móviles el comercio desaparecería. Dos formas de intercambio internacional en las cuales los productos no se intercambian a su valor. En el primer caso los salarios son iguales, pero los precios de producción son tales que la hora de trabajo obtiene en el mercado internacional más productos que la hora de trabajo total del país menos desarrollado. El intercambio no es desigual porque intercambios "desiguales" de ese tipo caracterizan las relaciones internas en la nación.

Las críticas dirigidas por Bettleheim ha Emmanuel son justificados, en el intercambio desigual las productividades también lo son, las composiciones orgánicas diferentes determinan la tasa de ganancia de los precios de producción diferentes de los valores aislados. Los precios del mercado mundial único no serán proporcionales a los precios de producción teóricos. En el segundo caso se plantea la hipótesis de técnicas de producción del mismo grado de desarrollo diferente, el intercambio es rigurosamente equivalente; lo que Emmanuel no dice es que ese segundo caso que examina corresponde a la situación real esencial.

Las diferencias de remuneraciones de trabajo acompañan una productividad más débil en la periferia las remuneraciones son proporcionalmente mucho más débiles que las productividades. La periferia exporta productos de una agricultura tradicional de escasa productividad y cuyo excedente carece de importancia.

La circulación de la fuerza de trabajo, considerada como uno de los polos del régimen de producción capitalista tiene su contraparte en la circulación del capital, que representa al otro polo. El intercambio internacional fundado sobre los costos comparativos, acusa las desigualdades de desarrollo si el país avanzado se especializa en las actividades susceptibles de los mayores crecimientos de productividad, tanto en el país más atrasado está constreñido a una especialización en los sectores en que los crecimientos de productividad son muy limitados. El desarrollo mas rápido del comercio entre países desarrollados de estructuras semejantes, las formas sucesivas y diferentes de la especialización de la periferia suministra las materias primas producidas; la comprobación de la desigualdad del intercambio y la productividad igual del trabajo, es remunerada a una tasa más baja en la periferia, no puede ser explicado sin tener en cuanta l política de organización del exceso de mano de obra por el capital dominante en la periferia. Las especializaciones que él impone engendran un excedente permanente que permite una remuneración baja del trabajo en el sector moderno, para el cual la oferta de mano de obra está considerada ilimitada. El sistema capitalista ha unificado sobre las bases de naciones desarrolladas distintamente.

El intercambio "internacional" no es por cierto contemporáneo del capitalismo, lo que caracteriza a las sociedades precapitalistas es justamente la débil intensidad de los cambios internos.

Pepin
Los ilustrados y el poder


CARLOS MARTÍNEZ SHAW

BABELIA - 30-12-2006

RAZON, SENTIMIENTO Y UTOPIA
Carmen Iglesias
Galaxia Gutenberg/Circulo de lectores
Madrid 2006-12-30 538 Paginas.

Como es innecesario presentar a Carmen Iglesias, académica de la Historia y de la Lengua y reconocida especialista en la historia del pensamiento político de los tiempos modernos, podemos dedicar todo nuestro espacio a dialogar con esta última recopilación de varios de sus trabajos, escalonados entre 1976 y 1992 y teniendo como nexo común el análisis de la obstinada indagación llevada a cabo por los pensadores del Siglo de las Luces sobre cuestiones tales como el origen del conocimiento, los modos de organización de las sociedades humanas, la difícil conciliación entre el poder político y la libertad individual o el debatido antagonismo entre naturaleza y civilización.

Para desplegar el riquísimo mundo de la producción ilustrada sobre estas temáticas, la autora parte de sus escritores más queridos, que también se cuentan entre los más significativos de la época y entre los más influyentes en la configuración del mundo de hoy, el barón de Montesquieu y Jean-Jacques Rousseau. Y a través de sus obras, reflexiona sobre la función de los cuerpos intermedios (tan caros al magistrado bordelés) o sobre la necesidad de articular sistemas institucionales para limitar la tendencia innata de los gobernantes (de los hombres) al abuso del poder o sobre los caminos para recuperar la primitiva edad de oro, ya sea a partir de una acción reformista constante (caso de Monstesquieu) o de una restauración radical de aquel paraíso perdido, de una recreación del reino de la virtud que siempre palpita en el corazón del hombre a través de la voluntad general y el contrato social (caso del pensador ginebrino).

Algunas de las piezas que componen la obra toman en consideración objetos aún más sutiles. Uno de ellos es el de las máscaras, es decir, el de la aceptación o condena de las apariencias sociales. En este dilema, Rousseau es el apóstol de la autenticidad frente al engaño, frente a la artificialidad con la que se disfraza el hombre en sociedad, que no es sino mentira y además fuente de infelicidad. Frente a esta insobornable creencia de Rousseau en la verdad que anida en el hombre interior, la posición opuesta viene aquí ejemplificada en Denis Diderot, que justifica el uso de la máscara, el juego de las apariencias en el mundo social, la adopción de diferentes papeles en el theatrum mundi que es la vida. Utilizando las palabras conclusivas de la autora: "El teatro es vida y la vida es artificio, sería quizás el leitmotiv de Diderot, y esa vida y ese artificio llevan un desdoblamiento, un dualismo implícito que, en definitiva, enriquece y complica y convierte en aventura, con sus posibilidades de libertad, toda interacción social".

Aunque todos lo son, resulta especialmente atractivo el capítulo que cierra el volumen, dedicado a desvelar el reducto melancólico perceptible en el alma del Siglo de las Luces y que dibuja una línea de sombra en el optimismo de la Ilustración. Así el repaso a los escritores dieciochescos pone de relieve esta presencia insidiosa del tedio, del mal de vivre, del imperio del taciturno Saturno en el momento histórico en que nace la idea de progreso, de la posibilidad de indefinida perfección del género humano.

La excursión por las páginas de los distintos pensadores (de Maupertuis a Diderot, de Buffon a Rousseau) se convierte así en un paseo literario apasionante, que podría iniciarse antes (sin salir de Francia) con la poesía de Ronsard o de Du Bellay (los Regrets) en el corazón del luminoso Renacimiento, o proseguirse en el siglo XIX con los poetas románticos o los simbolistas, que experimentan el mismo sentimiento, el mismo acoso de ese feroz enemigo que es el ennui, y lo expresan con las mismas palabras, desde los Poèmes saturniens de Verlaine a Le Spleen de París de Baudelaire.

En suma, un libro como éste activa la imaginación, incita a buscar nuevas conexiones, a aportar nuevos ejemplos, a renovar los debates. Desde sus páginas, Carmen Iglesias nos asombra por su familiaridad con las fuentes, por su exhaustivo conocimiento de la bibliografía y por su inmenso bagaje cultural, que no se limita al siglo XVIII, sino que nos enriquece con muchas otras referencias filosóficas o literarias, desde los griegos a Jorge Luis Borges. De esta forma, glosando al gran escritor argentino, todo se resume declarando el placer que produce la lectura de un texto (más bien, la convivencia con un texto) que rezuma ciencia, inteligencia y sensibilidad.
Maripili
Es preciso Alain Touraine en la introducción de ¿Podremos vivir Juntos? cuando responde indudablemente: «ya vivimos juntos». Es decir, no se trata de una opción sino de un fenómeno irreversible, concreto y tangible: habitamos un mundo donde las distancias (físicas y simbólicas) parecen acortarse por múltiples factores.

Es cotidiano vestir una prenda de una marca norteamericana confeccionada en Taiwán y adquirida en unas vacaciones por Alemania; o ver (sobre todo esto: ver) la asunción de un presidente latinoamericano a pocas horas del acto desde el sillón de casa; o recibir en directo imágenes de cómo hurgan entre los restos de un avión estrellado hace pocas horas en un país asiático, en tanto se espera que arribe al chat algún pariente que reside a miles de kilómetros.

Igual de factibles son imágenes como éstas: el levantamiento de una fábrica de capital internacional dejando a miles de trabajadores en la calle porque las políticas del país tercermundista que la alojaban no han recibido el beneplácito de los mercados, ante la impotencia de un Estado preso de un exceso de libertades económicas; o la invasión simbólica a través de los medios de comunicación de los países ricos (especialmente Estados Unidos) hacia el resto; o, finalmente, el desplazamiento desesperado de miles de personas que viajan de un lado a otro del planeta para buscar una mejor vida (lo que muchas veces se traduce en cubrir las necesidades básicas).

Aunque la información estadística existente con relación a los movimientos migratorios no resultaría suficiente, es posible apuntar que de los 150 millones de seres humanos (el 2% de la población mundial) que en el año 2000 emigraron de sus países, el 90% lo hizo por razones económicas.

Algunos datos a tener en cuenta en este fenómeno: Afecta a casi todo el mundo; los desplazamientos son incitados por las diferencias en el nivel de vida de las personas que los emprenden; las restricciones que los Estados del norte vienen implementando desde la década de los 70 se traduce en el incremento de la cantidad de indocumentados (llamados erróneamente ilegales).

Ateniéndose al factor económico que promueve en gran medida estas migraciones, sería necesario mencionar la desigual distribución de la riqueza que azota al mundo y que se ve reflejada en la gran brecha que separa a los ricos de los pobres: el 1% de la población (unos 50 millones de personas) concentra la misma cantidad de ingresos que los 2.700 millones de seres humanos más pobres. A esto hay que agregar que la riqueza se encuentra acumulada geográficamente; es decir, la capitalizan sólo un grupo de países que maneja las Bolsas, las redes de comunicación, de transportes y que exhibe los índices más altos de esperanza de vida y los más bajos de mortalidad infantil.

Frente a esta realidad de desplazamientos masivos en busca de medios de subsistencia, las naciones industrializadas se erizan –como bien lo definió Jacques Decarroy- levantando barreras jurídicas que impiden el ingreso y establecimiento de los que acuden pletóricamente a sus puertas. Paradoja de la globalización: «Los países ricos buscan acabar con los flujos migratorios que tienen a las poblaciones por actores, pero dejan operar a su antojo a los que toman las decisiones de la economía transnacional».

MIGRACIONES E INTERCULTURALIDAD

Pero este fenómeno no despierta pasiones sólo en el plano económico. Lo hace también en el cultural, donde al debate acuden puntos de vista encontrados y no exentos de diferencias conceptuales

Un hecho es ineludible: las sociedades actuales se perfilan cada vez más plurales, y esto, hay que reiterar, no es una cuestión que se preste a elección, pero cuyo análisis, eso sí, puede enfocarse desde distintas ópticas.

Por ello es inevitable tomar postura tratando de evitar los mitos, las generalizaciones y las estigmatizaciones en un terreno demasiado fértil para tales prácticas. ¿Se podrán articular las diferencias en pro de un bienestar general? Ambiciosa pregunta muy propensa a ser tachada de utópica, y sensible de ser respondida en términos simplistas (tanto por conservadores como por liberales) desde esferas ideológicas que no tienen en cuenta los complejos procesos sociales que intervienen en la convivencia humana.

Y aunque disparador de debate y reflexión, el interrogante sucumbe, en realidad, ante otro más básico pero no por ello menos trascendente y que atañe al fondo mismo de la cuestión: ¿Cuál es el valor que se le asigna a la vida de una persona más allá de su ubicación en el mundo y sus diferencias culturales?

El problema no se plantea en estos términos, quizá porque las necesidades cotidianas (muchas veces artificiales, muchas otras tan reales como básicas) le ganan casi siempre la partida a la razón, agobiada por un sistema en cuya naturaleza radica la lógica de la acumulación sin sentido y las desigualdades sociales. Un sistema que cuenta con un eficaz mecanismo mediático que hace las veces de opio del mundo.

¿Cuál es la causa del rechazo o reticencia que gobiernos, intelectuales y gente de a pie ostentan con respecto a la inmigración? ¿Existe un fundamento cultural, o éste es sólo una pantalla para encubrir un problema que más bien está ligado a la inhumana administración de las riquezas que apuntala el estilo de vida neoliberal?

Giovanni Sartori, importante y no menos polémico intelectual italiano, sostiene que el problema de la inmigración no sólo es «eminentemente no económico sino que es fundamentalmente social y ético-político». Advierte que el extranjero, en relación con el extraño de adentro, manifiesta un plus de diversidades que se pueden clasificar en lingüísticas, de costumbres, religiosas y étnicas.

Las dos primeras, superables, en tanto que las últimas, radicales. En este sentido, afirma que una política migratoria debe distinguir «entre el trigo y la paja» so pena de resultar inútil, lo que, a su entender, sucede en la asediada Europa de la inmigración indiscriminada.

«La crecida de inmigrados –sugiere- no se puede remediar dejándolos entrar». El cómo de la integración dependerá del quién del integrado que a su vez estará supeditado al cuánto.

Una integración del extranjero a lo que él propone como una comunidad pluralista requiere de aquel una aceptación de las reglas de convivencia del anfitrión y que, al mismo tiempo, se dé una tolerancia mutua (recíproca) entre ambos. Sin embargo, cataloga como radicales ciertas diferencias culturales que considera que dificultan la integración.

Es mentira, dice, que Europa acoja inmigrantes porque los necesite: lo hace porque no sabe cómo frenarlos. Y el problema de la inmigración ilegal es que «genera y exacerba las tensiones sociales», por lo cual una inmigración incontrolada es una mala inmigración.

En su opinión la integración es imprescindible para mantener el espíritu de concordia/discordia que caracteriza a las sociedades libres y democráticas que, en caso contrario, se ven amenazadas de caer en la discordia sin concordia. Y entregar ciudadanía, como lo reclaman quienes piden «papeles para todos», no es –señala– sinónimo de integración.

La lectura de Sartori, no puede desconocerse, lleva a abordar el tema de la inmigración con la responsabilidad que se merece y obliga a reflexionar acerca de posibles consecuencias sociales que, quiérase o no, son inevitables (por ejemplo, las posibilidades de capacidad y actuación del sistema sanitario en una población que, ya lejos de las distinciones, va en permanente crecida).

No obstante, el análisis del autor, más allá de la cuestión puramente organizativa de la sociedad, recae en el terreno cultural y en los riesgos que la mezcla indiscriminada tiene para el sistema democrático. Al clasificar a los inmigrantes en grados de integrabilidad, termina englobando bajo cuatro rasgos objetivos, caracterizadores y, por tanto, categorizantes, a la gran masa de personas que antes de pertenecer a comunidades específicas se trata de individuos.


NI ASIMILACIÓN NI COMUNIDADES

Según el etnólogo Denys Cuché, el término «cultura de los inmigrantes» no permite reconocer la diferencia, la particularidad, existente entre el emigrado y sus compatriotas que se quedaron en su país de origen. Es una forma, en realidad, de referirse a la cultura de origen del inmigrante como un todo estático, permanente, que configura identidades igualmente inmutables.

Bajo esta óptica, que erradica cualquier posibilidad de cambiar aspectos de la personalidad, el individuo es considerado inasimilable. Obsérvese, por otra parte, que siguiendo esta lógica se quitaría uno mismo posibilidades de cambiar.
Cuché advierte dos errores: «se confunde cultura de origen con cultura nacional [...] las naciones en la actualidad no son culturas homogéneas». Segundo: «los países de donde provienen los inmigrantes por lo general experimentan profundos cambios», al igual que éstos una vez afuera. Por lo tanto –continúa–, la llamada cultura de la identidad es una construcción efectuada por otras culturas a partir de rasgos externos en función de sus intereses y siempre es una definición «parcial y arbitraria».

Por más fiel que permanezca a sus tradiciones, el sistema cultural del emigrante siempre evoluciona, porque es imposible que se mantenga aislado completamente de la influencia del entorno cultural en el que se introdujo. La cultura es el producto de muchas interacciones, hasta tal punto que el término «bricolaje» sirve para señalar la mixtura que tiene lugar cuando se encuentran tipos culturales diferentes y donde sobresale la creatividad de los individuos para hacer coexistir elementos simbólicos supuestamente alejados, de una manera coherente.

«Confeccionar un cuadro único de las culturas de los inmigrantes es irreal ya que sólo existen en plural, en la diversidad de las situaciones y de los modos de relaciones interétnicas», advierte el etnólogo.

¿Pero cómo escapar a las fórmulas opuestas (pero igualmente rígidas, esencialistas e irreales temporalmente), de la asimilación total de la cultura anfitriona por parte del recién llegado o, su contraria, la de la sectorización comunitaria propuesta por el multiculturalismo? (ver Multiculturalismo y diversidad en este dossier)
Para Alain Touraine esto es posible cuando se da una combinación entre «la unidad de la estructura social con la pluralidad de las pertenencias y las referencias culturales», lo cual quiere decir vivir y trabajar juntos al tiempo de reconocer las diferencias culturales.

La descomunitarización es en este orden imprescindible, involucrando también a la colectividad anfitriona, y la comunicación intercultural debe ser el pilar de las democracias actuales: «En un mundo en movimiento, la obsesión por las esencias, las tradiciones y los absolutos no pueden generar más que decadencia cultural. A estas alturas no hay dudas en cuanto a que no existen razas en el sentido biológico, como muchos arguyeron a lo largo de la historia, y que el homo sapiens es una especie migradora y mestiza por naturaleza, consistiendo sus diferencias físicas en adaptaciones fisiológicas al medio ambiente: el origen del hombre estaría en Africa.

Fernando Fernández Buey se refiere a la conciencia de especie como la «configuración culturalmente elaborada de la pertenencia de todos y cada uno de los seres humanos a la especie Sapiens Sapiens...».

Frente a las crisis que enfrenta la humanidad (no sin responsabilidades de su parte), y que tiene al desastre ecológico y la hambruna como corolarios, es necesario generar en las relaciones sociales, incluso en las más inmediatas, esa conciencia y sobreponerla a las posturas ideológicas (ya seanconservadoras o liberales) de la cultura.

Porque su formulación obliga, de partida, a reflexionar sobre el mundo que se quiere. Un mundo donde esa gran porción de seres humanos que deambula como parias en busca de una vida digna, lejos de ser una plaga (como la pretenden presentar los discursos dicotómicos) son un síntoma de la injusticia generada por un sistema perverso.
El derecho a vivir con dignidad es innato a la vida, y la subsistencia la única necesidad que, por lo menos desde un punto de vista humano, no puede cuestionarse. Guste o no, los parias seguirán deambulando.


Katharina Von Strauger
ADORNO

Filosofía y superstición.

“Opinión, demencia y sociedad”



El concepto de opinión pública, a pesar de sus muchas significaciones, es aceptado amplia y positivamente. El de opinión en general, transmitido desde Platón por la filosofía, está libre de toda valoración en cuanto que en su consecuencia pueden las opiniones ser falsas o correctas. A ambos se enfrenta la representación, frecuentemente vinculada con el concepto de prejuicio, de las opiniones patógenas, degeneradas, demenciales. Según esta sencilla bisección habrá de un lado algo así como opiniones sanas, normales, y por otro lado las de naturaleza extremada, excéntrica, extravagante. En América, por ejemplo, los pareceres de ciertos dispersos grupos fascistas son tenidos por pareceres en un lunatic fringe, de un borde enloquecido de la sociedad. Sus panfletos, entre cuyo bagaje intelectual cuentan, a pesar de cualquier refutación, los asesinatos rituales y los protocolos de los Sabios de Sión, pasan por “histriónicos”. De hecho, apenas puede ser pasado por alto en tales producciones un momento de extravío, que es precisamente el fermento de su eficacia. Y, sin embargo, es esto lo que debería provocar desconfianza contra una consecuencia, bien pulimentada, de tan extendida representación: que por necesidad vence en la mayoría la opinión normal a la demente.

El ingenuo lector liberal de los diarios berlineses de entre las dos guerras pensaba también que el mundo no era sino un mundo del common sense, que mantendría si bien estorbado a derecha y a izquierda por gentes rabiosas, la situación de derecho. Tan grande era la confianza en la opinión normal frente a la idea fija, que no pocos señores de edad seguían fiándose de su periódico de siempre, manejado hacía ya tiempo por los nacionalsocialistas que habían conservado sólo, con suficiente astucia, los antiguos tipos de imprenta. La experiencia que aquellos lectores abonados tuvieron que llevar a cabo de un día para otro tan pronto como dejaron de funcionar las reglas aprobadas para el juego, convirtiéndose su sensatez en desamparada locura, debería forzar a una actitud crítica ante esa candorosa imagen de la opinión, que pinta una normal y otra anormal en yuxtaposición pacífica y desvinculada. No sólo es por demás dudosa la suposición de que lo normal es de antemano verdadero y falso lo divergente, suposición que glorifica la mera opinión, a saber, la dominante, la que no es capaz de pensar lo verdadero de una manera distinta a como todos lo piensan. Sino que la opinión infectada, las deformaciones del prejuicio, de la superchería, del rumor, de la demencia colectiva, tal y como crecen a través de la historia, a través sobre todo de los movimientos de masas, no pueden ser en absoluto separadas del concepto de opinión. Resultaría difícil decidir a priori lo que ha de contarse entre aquéllas y lo que a éste pertenece; la historia contiene también potencial para, por medio de su decurso, verificar como razonables pareceres desmayados, aislados desesperadamente, o para permitir que lleguen, aunque absurdos, a convertirse en dominantes. Pero además, por encima de todo, la opinión infectada, lo deformado y maniático de las ideas colectivas resulta de la dinámica del concepto mismo de opinión, en el que afinca a su vez la dinámica real de la sociedad, la cual produce necesariamente tales opiniones, tal falsa consciencia. Y si no queremos desde su comienzo condenar la resistencia en contra a una inocuidad sin amparo, tendremos que descifrar en las normales la tendencia a opiniones infectadas.

Opinión es la posición, siempre acotada en cuanto válida, de una consciencia subjetiva, restringida en su contenido de verdad. La figura de tal opinión puede parecer realmente anodina. Si alguien dice que opina que un nuevo edificio tiene siete pisos de altura, puede significar con ello que lo ha oído de un tercero, pero que no lo sabe exactamente. El sentido es otro por completo si alguien dice que opina, en todo caso, que los judíos son una raza mezquina de parásitos, igual que el instructivo ejemplo sartriano del oncle Armand, que se cree que es algo porque aborrece a los ingleses. El “yo opino” no restringe aquí el juicio hipotético, sino que lo subraya.

En cuanto alguien proclama como suya una opinión nada certera, no corroborada por experiencia alguna, sin reflexión sucinta, le otorga, por mucho que quiera restringirla, la autoridad de la confesión por medio de la relación consigo mismo como sujeto. La alumbra de través al estar ella con cuerpo y alma; ya que tiene la valentía ciudadana de decir lo que no gusta, aunque claro, en verdad dice sólo lo que gusta demasiado. Y al revés, está también muy extendida, cuando se tropieza con un juicio fundado y certero que es incómodo, la inclinación a descalificarlo, sin que se le haya podido refutar, presentándolo como mera opinión. En una conferencia, en el centésimo aniversario de la muerte de Schopenhauer, se expuso con evidencia que la diferencia entre Schopenhauer y Hegel no es tan absoluta como aparece a través de las invectivas del primero, y que ambos se tocan, sin saberlo ellos mismos, en un concepto enfático de la negatividad de la existencia. Un escritor de periódico, que puede que de Hegel no supiese otra cosa sino las pestes que de él echaba Schopenhauer, pertrechó en su crónica la tesis del conferenciante con un “a su modo de ver”, con lo cual se daba aires de superioridad sobre pensamientos que difícilmente hubiese podido acompañar él mismo o comprobar de alguna manera. La opinión lo era del periodista, no del conferenciante: éste había llegado a conocer algo; pero aquél, mientras hacía al otro sospechoso de mera opinión, había ya obedecido en propia ventaja a un mecanismo que interpola como criterio de verdad a la opinión, que la deroga virtualmente, a saber, la propia opinión incompetente.

Raras veces se queda todo en opiniones inocuas como la de aquel que no sabe exactamente de cuántos pisos consta el edificio nuevo. Cierto que el individuo puede ejercer reflexión en sus opiniones y guardarse de hipostasiarlas. Pero la misma categoría de opinión, en cuanto un grado objetivo del espíritu, está blindada contra dicha reflexión. Lo cual nos remite a simples componentes fácticos de la psicología individual. Quien tiene una opinión sobre un asunto que está abierto en cierto modo, no decidido previamente, cuya respuesta no se deja comprobar con tanta facilidad como el número de pisos de un edificio, tiende a fijarse en esa opinión, a ocuparla, según el lenguaje del psicoanálisis, afectivamente. Sería alocado declararse siempre libre de tal inclinación. La cual se apoya en el narcisismo, en que los hombres hasta hoy, por tanto, no están atenidos a dedicar a otros, a quienes amen, una medida de su capacidad de amar, sino que se aman a sí mismos de una manera reprimida, inconfesada y por ello venenosa. Lo que uno tiene por opinión se convierte, como posesión suya, en un fragmento componente de su persona, y lo que debilita esa opinión queda registrado por el inconsistente y por la preconsciencia como algo que le daña a él mismo. El ergotismo, la proclividad de los hombres a defender tercamente opiniones alocadas, incluso cuando su falsedad se ha puesto racionalmente de manifiesto, testimonian la expansión de este estado de cosas. El ergotista desarrolla, nada más que para mantener lejos de sí el prejuicio narcisista que el abandono de su opinión le depara, una agudeza de sentido que frecuentemente sobrepasa con mucho sus proporciones intelectuales. La habilidad que para defender narcisistamente el sin sentido se gasta en el mundo, bastaría para modificar probablemente lo defendido. La razón al servicio de la sinrazón —según el lenguaje de Freud: la racionalización— se pone de parte de la opinión y la endurece de tal modo, que ni se la puede ya alterar en nada, ni se manifiesta tampoco su índole absurda. Sobre las más maniáticas opiniones se han erigido elevados edificios doctrinales. En la génesis de tales opiniones endurecidas —que forma unidad con sus patogénesis— podemos ir más allá de la psicología. La posición de una opinión, la mera declaración de que algo es de un modo determinado, contiene ya potencialmente una fijación, una cosificación, antes aún que entren en juego los mecanismos psicológicos que malefician tal opinión fetichistamente. La forma lógica del juicio, igual si es correcta que si es falsa, tiene en sí algo dominante, dispositivo, que se refleja luego en la insistencia de opiniones como posesión propia. En general, tener una opinión, juzgar, es expresarse en cierta medida contra la experiencia, tender a la demencia, mientras que por otro lado, sólo el capaz de juzgar está dotado de razón: quizá sea ésta la contradicción más honda y menos amortizable en el opinar.

Sin opinión mantenida con firmeza, sin hipóstasis de algo no conocido por completo, sin acepción en cuanto verdad de algo, de lo cual no se sabe en absoluto si es verdad o si no lo es, será apenas posible la experiencia, el mantenimiento incluso de la vida. El peatón atemorizado, que atraviesa una calle, y cuando la luz es amarilla juzga que será atropellado, si sigue ahora hasta la otra acera, no está del todo seguro de que esto suceda realmente. El próximo auto podría, por una vez, tener un conductor humano, que no pise en seguida el acelerador. Pero en el mismo instante en que el peatón se confiase y atravesara, a pesar de la luz, la calle, sólo porque no es ningún profeta, sería con gran probabilidad atropellado mortalmente. Para comportarse como exige su sano entendimiento de autoconservación, el hombre tiene, por así decirlo, que exagerar. Todo pensamiento es una exageración, en cuanto que cada pensamiento, que lo es en realidad, apunta más allá de su rescate por medio de hechos dados. En esta diferencia entre pensamiento y rescate anida el potencial de la verdad tanto como el de la demencia. La demencia puede además reclamarse, y con derecho, de que a ningún pensamiento le ha sido jamás dada la garantía de que la espera que contiene no sea un desengaño. No hay criterios aisladamente sucintos, absolutamente fidedignos; la decisión se falla sólo a través de una ensambladura de complejas mediaciones. Husserl ha indicado que cada cual ha de suponer, en cuanto válidas, proposiciones sin número que ni puede retrotraer a sus condiciones ni verificar completamente. El diario alternar con la técnica, que hace ya tiempo no es un privilegio de una instrucción especializada, madura sin fatiga tales situaciones. La diferencia entre opinión y conocimiento, tal y como la enseña la epistemología usual, a saber, que el conocimiento es la opinión verificada, ha sido la mayoría de las veces una vacía promesa que los actos mismos de conocimiento se arrogan de hecho con poca frecuencia; los hombres están obligados, individual y colectivamente, a operar también con opiniones que se sustraen por principio a su comprobación. Pero dicha diferencia, puesto que se escurre a la experiencia viva y queda lejos en el horizonte como afirmación abstracta, paga por ello prendas de su sustancia, al menos subjetivamente, en la consciencia de los hombres. Éstos no disponen de medio alguno para protegerse prontamente de tomar sus opiniones por conocimientos y sus conocimientos por meras opiniones.

Desde Heráclito han cortado leña los filósofos sobre los muchos que permanecieron apresados en la mera opinión en lugar de reconocer la verdadera naturaleza de las cosas, con lo cual su pensamiento de élite ha cargado a la underlying population con una culpa, cuyo asiento se encuentra en el aderezamiento de la sociedad. Ya que es la sociedad la instancia que revela al hombre de la decisión, aplazada ad kalendas graecas, sobre opinión y verdad. La communis opinio sustituye a la verdad de hecho, e indirectamente a la postre también en no pocas teorías positivistas del conocimiento. Sobre lo que es verdad y lo que es mera opinión, a saber, arbitrariedad y azar, no decide, como la ideología quiere, la evidencia, sino el poder social que denuncia como mera arbitrariedad lo que no está de acuerdo con la suya. La frontera entre la opinión sana y la infectada no la traza in praxi el conocimiento objetivo, sino la autoridad vigente.

Cuanto más resbaladiza es esta frontera, con menos estorbo prolifera la opinión. Su correctivo, por medio del cual puede convertirse en conocimiento, es la relación del pensamiento para con su objeto. En tanto que aquél se satura de éste, se modifica y además se enajena de un momento de volubilidad; pensar no es una actividad meramente subjetiva, sino, en su esencia, según lo que la filosofía ha sabido a su mejor altura, el proceso dialéctico entre sujeto y objeto, en el cual ambos polos se determinan recíprocamente. Tampoco el órgano del pensamiento, la prudencia, consiste sólo en la potencia formal de la facultad subjetiva de formar correctamente conceptos, juicios, conclusiones, sino a la par en la capacidad de aplicar esa facultad a lo que no es igual a ella misma. El momento que la psicología llama kathexis, la ocupación al pensar del objeto, no es algo exterior a éste, y no sólo psicológicamente, sino que es la condición de su verdad. Donde se atrofia, se embrutece la inteligencia. Y un primer índice es la ceguera para la diferencia entre lo esencial y lo que no lo es. Algo triunfa de esta estupidez, siempre que los mecanismos del pensamiento se desarrollan de por sí, desembocan en el vacío, colocan sus formalismos en lugar de las cosas mismas. De lo cual lleva huellas la opinión que se fija en sí misma y sigue adelante sin resistencia alguna. La opinión es, por de pronto, consciencia de que no se tiene aún el propio objeto. Pero si tal consciencia marcha nada más que por facultad del propio motor, sin contacto con lo que opina y con lo que ante todo ha de captar, marchará demasiado fácilmente.

La opinión, en cuanto ratio separada todavía de su objeto, obedece a una especie de economía de fuerzas, sigue la línea de mínima resistencia, si se abandona sin ninguna interrupción a la mera consecuencia. Ésta se le aparece como un mérito, mientras que muchas veces no es sino la deficiencia de lo que Hegel llamaba la “libertad hacia el objeto”, a saber, la libertad del pensamiento para modificarse y olvidarse en la cosa misma. Brech ha contrastado muy drásticamente el principio según el cual quien dice A, no tiene por qué decir B. La mera opinión tiende a ese no-poder-cesar, al que es lícito llamar proyección infectada.

Pero al mismo tiempo, la proliferación permanente del opinar está motivada por el mismo objeto. La opacidad del mundo aumenta manifiestamente para la consciencia ingenua, mientras de suyo se va haciendo más transparente en tantas cosas. Su predominio, que impide traspasar la delgada fachada, refuerza dicha ingenuidad en lugar de hacerla decrecer, como quisiera la candorosa fe en la cultura. Pero de aquello que no alcanza el conocimiento se enseñorea la opinión como su sucedáneo. Engañosamente aparta a un lado la extrañeza entre el sujeto cognoscente y la realidad que se le escapa. Con lo cual traiciona un extrañamiento en la inadecuación misma de la mera opinión. Pero como nuestro mundo no es así, como no es heterónomo, no puede expresarse sino contorsionadamente en la opinión enconada y testaruda, y semejante demencia tiende a su vez en la opinión a aumentar finalmente en sistemas totalitarios el predominio de lo alienado. Por eso no basta, ni para el conocimiento ni para una praxis modificativa, aludir al nonsense de pareceres indeciblemente populares, según los cuales están los hombres sometidos a caracteriologías y prognosis que una astrología standard, resucitada por motivos comerciales, vincula a los signos del zodíaco. Si los hombres llegan ante sí mismos a convertirse en Taurus y en Virgo, no es sólo porque sean lo suficientemente tontos como para obedecer a la sugestión de las columnas de periódico que suponen evidente que hay algo en todo ello, sino porque tales clichés y sus estúpidas indicaciones, para la vida meras duplicaciones de lo que también sin ellas ha de llevarse a cabo, les facilitan, si bien sólo en apariencia, una orientación que apacigua momentáneamente el sentimiento de su extrañeza frente a la vida y desde luego también frente a la vida propia. La fuerza de resistencia de la mera opinión se aclara por su rendimiento psíquico. Por medio de las aclaraciones que ofrece puede ordenarse sin contradicciones la realidad más contradictoria, y sin fatigarse por ello demasiado. A lo cual se añade la complacencia narcisista, que la opinión patentizada otorga al corroborar a sus partidarios en que, habiendo sabido de ella desde siempre, pertenecen al círculo sapiente. La confianza en sí mismos de los que opinan sin vacilaciones se siente embrujada contra cualquier juicio divergente y contrario. Las opiniones infectadas cumplen mucho mejor su rendimiento psíquico que las supuestamente sanas. Karl Manheim nos ha hecho caer en la cuenta de la genialidad con que la demencia racial complace una indigencia psicológica de las masas, al permitir a la mayoría sentirse élite y vengar en una minoría potencialmente inerme la sospecha de su propia impotencia e inferioridad. La actual debilidad del yo, que ni mucho menos es sólo psicológica, sino que registra la impotencia real de cada uno frente al aparato socializado, estaría expuesta a una medida insoportable de molestias narcisistas, si no se buscase un sustitutivo por medio de la identificación con el poder y el señorío de lo colectivo. Y para eso sirven las opiniones infectadas, que proceden irreteniblemente del prejuicio infantil y narcisista, según el cual lo propio es bueno y lo que es de otra manera, malo y de escaso valor.

El desarrollo infectado de la opinión recuerda a aquellos dinosaurios, cuya historia de especialización creciente de los órganos, que les dotaban cada vez mejor para la lucha por la existencia, produjo en su base final excrecencias y conformaciones defectuosas. Querer derivar tal desarrollo solamente de los hombres, de su psicología, acaso de una tendencia del pensamiento, equivale a tomarlo muy poco en serio. El desmenuzamiento de la verdad por medio de la opinión, junto con toda la ignominia que en sí envuelve, remite a lo que ocurre forzosamente, y en modo alguno como aberración revocable, con la misma idea de la verdad. Esta idea, como la de un ente en sí objetivo, unitario, que permanece sin modificación igual a sí mismo, era el módulo en que descifró Platón el concepto opuesto de mera opinión que criticaba como cuestionablemente subjetivo. Pero la historia del espíritu no ha dejado estar sobre sí aproblemáticamente esta rígida contraposición de las ideas como lo verdadero y del mero ente en cuyo hechizo quedan prendidas las opiniones perecederas. Ya Aristóteles objetaba que idea y existencia no están separadas por ningún abismo, sino referidas una a otra recíprocamente. En medida creciente ha atacado la crítica, como a mera opinión, la idea de la verdad que es en sí y que en Platón se opone a la opinión, a la doxa, y ha remitido la cuestión por la verdad objetiva al sujeto que ha de conocer esa verdad y hasta quizá incluso engendrarla desde él mismo. La metafísica occidental posterior ha intentado en su cumbre, en Kant y en Hegel, salvar la objetividad de la verdad por medio de su subjetivación, llegando a equipararla a la cifra de la subjetividad, al espíritu. Pero esta concepción no se ha impuesto ni en los hombres ni tampoco en la ciencia. Las ciencias de la Naturaleza tienen que agradecer sus logros más seductores al abandono de la doctrina de la autonomía de la verdad, de las formas puras, y a la reducción sin reservas de lo verdadero a hechos observados primaria y subjetivamente y elaborados luego. Con lo cual se ha pagado a la doctrina de la verdad que es en sí los intereses de su propia falsedad, de esa altanería del sujeto, que se erige finalmente a sí misma como objetividad y como verdad y que afirma una igualdad o conciliación de sujeto y objeto que el carácter del mundo lleno de contradicciones sanciona como engañosas.

Recientemente se trincha de una manera oscurantista la aporía del concepto objetivo de razón. Puesto que no puede establecerse absolutamente como un acto de administración inmediata, lo que es verdad y lo que es opinión, se niega sin más su diferencia a favor de una gloria más alta de esta última. La fusión de escepticismo y dogma, de la que ya Kant se había percatado y cuya tradición podría perseguirse retrospectivamente hasta los comienzos del pensamiento burgués (hasta la defensa que Sebond hace de Montaigne), celebra alborozada su antiguo asiento en una sociedad, que ha de temblar ante su propia razón, ya que no es razón ella misma todavía. Por eso se ha consagrado la fórmula de la fe en la razón.

Puesto que cada juicio exige que el sujeto acepte lo enjuiciado, que crea en ello por tanto, la diferencia entre mera opinión o fe y juicio fundamentado será inválida por completo. Quien se comporte racionalmente creerá en la ratio, igual que el irracional cree en su dogma. Por eso, la confesión dogmática respecto de algo supuestamente revelado poseerá el mismo contenido de verdad que el conocimiento que se ha emancipado del dogma. La mentira de la tesis se esconde en su índole abstracta. Fe es en uno y otro caso algo enteramente diverso: en el dogma, un fijarse en proposiciones que van contra la razón o son incompatibles con ella; en la razón, no otra cosa que la obligación a un modo de comportamiento del espíritu, que no se interrumpe o anula violentamente, sino que prosigue con determinación su movimiento en la negación de la opinión falsa. No se puede subsumir a la razón bajo ningún concepto general de opinión o de fe. La razón tiene su contenido específico en la crítica de lo que cae bajo esas categorías y en la crítica de lo que a ellas vincula. El momento individual del tener-por-verdadero, que por lo demás aparta de sí también como insuficiente la teología avezada, es accidental para la razón. Su interés es el conocimiento y no aquello por lo que se tenga éste. Su dirección conduce al sujeto fuera de sí mismo, en lugar de reforzarle en sus efímeras convicciones. Sólo en una exterioridad malamente soberana se dejan nivelar la opinión y el conocimiento sobre lo común de la dedicación subjetiva de un contenido de consciencia; antes bien, lo respectivamente común, la apropiación subjetiva, es ya transición hacia lo falso. En los modos de motivación de cada proposición particular, por muy falible que ésta sea, sobresale la diferencia concretamente. Con hermosa despreocupación, que ni siquiera enturbia su tono demasiado psicológico, ha apuntado Arthur Schitzler:

“La mayoría de las veces, es por insinceridad consciente por lo que se colocan en un mismo grado los dogmas de la Iglesia y los de la ciencia, incluso si éstos debieran ser dudosos. Lo que tiene validez —y también sin derecho— de dogma científico, debe su rango en cada caso al esfuerzo de pensadores e investigadores y a la comprobación de cientos de miles de observaciones”.

Ciertamente habría que añadir que la razón, si no quiere de hecho empeñarse en un segundo dogmatismo, ha de reflexionar críticamente sobre el concepto de ciencia que Schnitzler suponía con bastante ingenuidad aún. En dicha reflexión tiene la filosofía su morada; y todavía confiaba en sí misma, cuando no era otra cosa su ciencia que lo que tal autorreflexión lleva a cabo, siendo síntoma de regresión a un mero opinar que se renuncie a ella.

Katarina Von Strauger
ADORNO

Filosofía y superstición.

“Opinión, demencia y sociedad”
(y 2)

La consciencia debilitada, más esclava cada vez de la realidad, pierde poco a poco la capacidad de rendir esa tensión de la reflexión exigida por un concepto de verdad que no está cósica y abstractamente frente a la mera subjetividad, sino que se despliega por medio de la crítica, por fuerza de la mediación recíproca de sujeto y objeto. La distinción entre verdad y opinión se hace más y más precaria en nombre de una verdad que liquida el concepto de verdad mismo como quimera, como fragmento de mitología restante. Cierto que la consciencia social, que se ha apartado hace ya tiempo de la filosófica como de una rama especial, no plantea tales ponderaciones. Pero éstas se reflejan en los modos de comportamiento de la investigación, que se ha convertido en modelo del conocimiento en general en contraposición con la mera opinión. De ahí viene su poderío. Procesos que acontecen, si es lícito hablar así, en el interior del concepto filosófico, tienen sus consecuencias en la consciencia cotidiana, en la social sobre todo. Ésta renuncia tácitamente a una distinción de opinión y verdad, a la cual no dejaría intacta el movimiento del espíritu. A la consciencia avisada se le convierte múltiples veces la verdad en opinión, igual que al periodista de marras. Pero la opinión se sustituye a sí misma como verdad. En lugar de la idea, problemática a la par que obligativa, de verdad en sí, hace su entrada la idea, más cómoda, de verdad para nosotros, ya sea para todos, ya sea al menos para muchos.

“Thirteen million Americans can’t be wrong”,

reza un popular slogan de propaganda, eco fiel del espíritu de la época que conviene al orgullo enquistado de aquellos que se sienten como élite de cultura. El promedio de la opinión —con el poder social que en él se conglomera— se hace fetiche al que se transfieren los atributos de la verdad. Y es incomparablemente más fácil rastrear su inanidad, indignarse o sonreírse a su respecto, que salir a su encuentro concluyentemente. También saltan a la vista las extravagantes exigencias de la más reciente figura de la disolución del concepto de verdad en no pocas —no en todas— direcciones del positivismo lógico, mientras que al mismo tiempo en su propio terreno se dejan refutar sólo muy difícilmente. Puesto que ello precisamente presupondría esa experiencia, esas relaciones del pensamiento para con la cosa, desechadas como trasto viejo en nombre de la transformación de aquél en un método independiente en lo posible de ésta. A medida del tiempo aquel antiguo common sense, mientras que tanto bueno se promete de su propia racionalidad, abjura con disimulo de la razón, sabiendo que lo que en el mundo cuenta no es el pensamiento, sino la posesión y el poder, y no queriendo en absoluto que las cosas sean de otro modo. La parte de escepticismo insobornable de quienes no quieren dejarse envolver por humos engañosos, no es sino un encogimiento de hombros del burgués, según nos muestra un pasaje en “Fin de partida” de Beckett, la satisfecha proclamación de la relatividad subjetiva de todo conocimiento. Desemboca en un propio interés terco y ofuscado, que debe ser permanentemente la medida de todas las cosas.


Todo lo cual puede estudiarse, como en un tubo de ensayo, en la historia de uno de los más importantes conceptos en teoría de la sociedad: el de ideología. El concepto de ideología ha estado ligado, en su plena elaboración teorética, a una doctrina de la sociedad que se entendía como objetiva, que se informaba sobre las leyes objetivas del movimiento social, que pensaba una sociedad en regla en la que se realizaría la razón objetiva y quedaría marginado el elemento ilógico de la historia junto con sus ciegas contradicciones. Para aquella teoría, ideología era socialmente consciencia necesariamente falsa, contraposición, por tanto, a la verdadera y determinable sólo en tal contraposición; pero a la par susceptible de ser deducida de legalidades sociales objetivas, sobre todo de la estructura de la forma de mercancía. En su falsedad, en cuanto expresión de tal necesidad, la ideología era todavía un fragmento de verdad. La posterior sociología del saber, especialmente la de Pareto y Mannheim, se ha regodeado en su ámbito de conceptos científicamente acrisolados y en ilustración libre de dogmas al sustituir este concepto de ideología por otro, que no por casualidad llamaron total y que rimaba demasiado bien con ciegas y totales dominaciones. Cualquier consciencia ha de estar, según esto, de antemano condicionada por intereses, ha de ser mera opinión; la idea de la verdad se adelgaza en una perspectiva a componer desde esas opiniones, sin defensa contra la objeción de que ella también no es más que opinión, la de la inteligencia libremente flotante. Con tal ampliación universal pierde su sentido el concepto crítico de ideología. Puesto que todas las verdades, para gloria de la verdad amada, son meras opiniones, cede la idea de verdad a la de opinión. La sociedad no seguirá siendo analizada críticamente por la teoría, sino confirmada en lo que se ha convertido con incremento en un caos de ideas y de fuerzas casuales y sin guía, cuya ceguera empuja el conjunto al hundimiento. Por difícil que sea aceptar la autodestrucción de la verdad, espléndidamente anticipada por Nietzsche, por medio de un proceso de ilustración irreflejo y desatado, no habrá más remedio que observarla en excentricidades tales como la posición de la opinión infectada par excellence, de la superchería. Kant, ilustrador subjetivo en nombre de la verdad objetiva, puso la superchería al desnudo en su escrito, dirigido contra Swedenborg, “Sueños de un visionario de espíritus”. No pocos empiristas que, en contraposición con Kant, nada quieren saber de la subjetividad constitutiva, pero que, sin embargo, rinden homenaje, en su reducción del concepto de verdad, a un subjetivismo inconsistente y por lo mismo con muchas menos trabas, están contra la superchería con decisión ya no tan firme. Se inclinarían a retirarse frente a ella a la neutralidad de un ejercicio de la ciencia observador y sin conceptos.

Pero también observadoramente, sin prejuicios y a la expectativa, puede uno acercarse a hechos ocultos. Absteniéndose entonces del derecho a arrojar lejos del umbral la patraña, que consiste en que deba poder hacerse objeto de la experiencia sensible lo que, según el propio sentido, traspasa las fronteras de la posibilidad de dicha experiencia. Se está aún en actitud de apertura frente a la demencia. Hay también una falsa creencia de prejuicios, amputación del pensamiento que se confía sin reflexión a los materiales aislados del conocimiento; lo que es prejuicio y lo que es carencia de prejuicios no puede indicarse abstractamente, sino que sólo se decide en el concepto del conocimiento y de la realidad, en el cual se plantea esta cuestión. Y no faltan quienes, en una ciencia acordada en apologética, catalogan tranquilamente incluso los prejuicios infectados, aboliendo también como prejuicio su penetración teorética, su reducción a defectos sociales y psicológicos, mientras que en consecuencia de su opinión sería capaz una ciencia sin prejuicios de configurar un sistema de coordenadas, en el cual, así en el fallecido psicólogo de Malburg Jaensch, la authoritarian personality llega a ser algo positivo, considerándose a los hombres potencialmente libres, que se resisten a ella, como débiles decadentes. Desde aquí no hay mucha distancia hasta una actitud científica que se desinteresa del concepto de verdad y se contenta con el establecimiento de sistemas clasificatorios más o menos unánimes en los que lo observado se deja apresar elegantemente.

Que la opinión infectada es inmanente a la llamada normal, se muestra drásticamente en que, en contradicción crasa con la suposición oficial de una racional sociedad de razonables, las representaciones sin fondo y sin sentido de cualquier cuño no son excepciones en modo alguno, en modo alguno están en mengua. Más de la mitad de la población de la República Federal alemana es del parecer de que algo hay en la misma astrología, que ya en los tiempos primeros de la época burguesa, cuando los métodos de la crítica científica no estaban aún tan desarrollados como lo están hoy, Leibniz designaba como la única ciencia por la que no albergaba sino desprecio. Cuántos hombres son partidarios todavía de concepciones, refutadas innumerables veces, de la teoría racial (del convencimiento, por ejemplo, de que ciertos distintivos del cráneo van juntos con peculiaridades del carácter), es cosa imposible de comprobar, sólo porque en nuestro país domina tal miedo ante los resultados de las encuestas que preguntan por ello, que ni siquiera es caso de plantearlas. La convicción de que la racionalidad es lo normal es falsa. Bajo el hechizo de la tenaz irracionalidad del todo es también normal la irracionalidad de los hombres. Aquélla y la racionalidad utilitaria del operar práctico de éstos distan mucho una de otra, pero la irracionalidad está siempre a punto, en el comportamiento político, de inundar también esa racionalidad útil. De ahí viene una de las más serias dificultades de todas las que salen al encuentro del concepto de opinión pública en su relación para con lo privado. Si la opinión pública ha de ejercer legítimamente la función de control, ésa que desde Locke le adjudica la teoría de una sociedad democrática, tendrá que ser en su verdad ella misma controlable.

Actualmente vale como controlable en cuanto promedio meramente estadístico de las opiniones de todos y cada uno. Y en el valor de ese promedio han de retornar necesariamente las irracionalidades de la opinión, su momento de capricho y su falta de objetividad vinculativa; no será, por tanto, esa instancia objetiva que según su propio concepto aspira a ser en cuanto correctivo de cada acción política falible. Pero si se quisiera en su lugar equiparar la opinión pública a los que se llaman sus órganos, que sabrían más y entenderían mejor, se convertiría entonces en su criterio la misma disposición sobre los medios de comunicación de masas, cuya crítica no supone precisamente la tarea menos esencial de la opinión pública misma. Equiparar la opinión pública a un estrato que se entiende a sí mismo como élite, sería ya irresponsable, porque la comprensión real de las cosas, y la posibilidad con ella de un juicio que sirva para algo más que la mera opinión, se enreda en tales grupos en intereses particulares que la élite percibe como si fuesen los generales. En el mismo instante en que una élite se sabe y se declara como tal, se constituye ya en lo contrario de aquello que aspira a ser, y deduce de circunstancias, que tal vez otorgan no poco de conocimiento racional, un señorío irracional. Se podrá ser élite en nombre de Dios, pero jamás es lícito sentirse como tal. No obstante, si se quisiera, en vista de aporías semejantes, suprimir sin más el concepto de opinión pública, renunciar a él por completo, desaparecería a su vez un momento que en una sociedad antagonista podría todavía, mientras no haya pasado a ser totalitaria, impedir lo peor. La revisión del proceso Dreyfus, la caída de un ministro de Educación por la resistencia de unos estudiantes, no hubiesen sido posibles sin opinión pública. Sobre todo porque en los países occidentales se conserva hasta en estos tiempos del mundo administrado algo de la función que le fue propia antaño en la lucha con el absolutismo. Claro que en Alemania, donde nunca se formó del todo opinión pública en cuanto voz, si bien siempre problemática, de una burguesía autónoma, se le asocia hoy incluso, cuando parece agitarse por primera vez más poderosamente, algo de la antigua impotencia.

La figura característica de la actual opinión absurda es el nacionalismo. Contagia al mundo entero con una nueva virulencia, y en una fase, en la que a causa del estadio de las fuerzas técnicas de productividad y de la determinación potencial de la tierra como un planeta, ha perdido su base real, al menos en los países no infradesarrollados.
A la vez se ha convertido por completo en la ideología que, desde luego, era ya desde siempre. En la vida privada, el autobombo y lo que se le asemeja son de mala nota, ya que toda exteriorización en tal sentido divulga demasiado del predominio del narcisismo. Cuanto más presos están en sí los individuos y cuanto más fatalmente persiguen sus intereses particulares, los cuales se reflejan en esa actitud y cuyo terco poderío queda reforzado por ella, con tanto más cuidado debe silenciarse el principio; debe suponerse, tal y como rezaba el slogan nacionalsocialista, que antes que la utilidad particular va la general. Es precisamente la fuerza del tabú sobre el narcisismo individual, la represión de éste, lo que otorga al nacionalismo su pernicioso poder.

En la vida colectiva se procede de otra manera que según las reglas de juego en las relaciones entre individuos. En cada match de fútbol, la respectiva población indígena jalea el propio team desvergonzadamente, con desatención del derecho de hospitalidad; Anatole France, a quien hoy gusta, y no en vano, tratar en canaille, constataba en La isla de los Pingüinos que cada patria “por encima de todas” está en el mundo. Se deberían sólo tomar en serio las normas de la vida privada burguesa y elevarlas a normas sociales. Pero recomendación tan bien intencionada desconoce la imposibilidad de hacer tal cosa en condiciones que cargan a los particulares con semejantes fracasos, que desengañan tan constantemente su narcisismo individual y que les condenan tan realmente a la impotencia que quedan de hecho sentenciados al narcisismo colectivo. A modo de sustitutivo reembolsa éste, por así decirlo, a los individuos algo de la propia estimación que les sustrae lo colectivo, del cual esperan el reintegro en cuanto se identifican con él demencialmente. La fe en la nación es, más que cualquier otro prejuicio infectado, opinión en cuanto fatalidad; la hipóstasis de eso a lo que se pertenece, en donde se está como lo bueno y superior por antonomasia. Infla, hasta hacer de ella una máxima moral, la repelente sabiduría de recurso, según la cual todos estamos en la misma barca. Discernir el sano sentimiento nacional del nacionalismo infectado, es algo tan ideológico como la fe en la opinión normal frente a la infectada; la dinámica del sentimiento nacional supuestamente sano tiende a supravalorarse irreteniblemente, ya que la falsedad radica en la identificación de la persona con el complejo irracional de naturaleza y sociedad en el que la persona se encuentra casualmente.

En vista de lo cual sigue en pie el dictum de Hegel, que se percató ya de la contradicción en el interior del concepto de opinión pública antes de que pudiese desarrollarse real y plenamente: a la opinión pública hay a la vez que atenderla y que despreciarla. Lo paradójico no procede de la indecisión vacilante de aquellos que tienen que cavilar sobre la opinión, sino que está inmediatamente unido a la contradicción de la realidad, para la cual la opinión vige y por la cual es producida. No hay libertad alguna sin la opinión que diverge de la realidad; pero tal divergencia pone en peligro la libertad misma. La idea de la libre exteriorización de la opinión, de la que no puede ser separada la idea de una sociedad libre, se convierte necesariamente en el derecho a exponer la propia opinión, a propugnarla y si es posible a conseguir que prevalezca, aun cuando sea falsa, errónea, fatal. Pero si se quisiera por ello recortar el derecho de la libre exteriorización de la opinión, se conduciría inmediatamente a esa tiranía, que desde luego late ya mediatamente en la consecuencia de la opinión misma. El antagonismo en el concepto de la libre exteriorización de la opinión desemboca en un establecimiento de la sociedad como la de los libres, iguales y adultos, mientras que su aderezamiento real deja atrás todo esto y produce y reproduce un estado de permanente regresión de los sujetos. El derecho a exteriorizar la opinión libremente supone una identidad del ser particular y su consciencia con el interés racional del conjunto, identidad a la que estorba precisamente el mundo en que se considera dada según su forma.
Hoy es totalmente problemático oponerse a la mera opinión en nombre de la verdad, porque entre aquélla y la realidad se elabora una fatal afinidad electiva, que a su vez le viene muy bien a la obstinación de la opinión. Seguro que es infectada la opinión de la chiflada que hace disponer su cama en el dormitorio de otra manera para preservarse del peligro de emanaciones perversas. Pero en el mundo contaminado por el átomo ha crecido tanto el peligro de las radiaciones que la razón honra a posteriori su cuidado, la misma razón a la que su psicosis de carácter se sustrae. El mundo objetivo se acerca a la imagen que de él proyecta la manía persecutoria. De lo cual ni el concepto de manía persecutoria, ni en general la opinión infectada, quedan preservados. Quien hoy espere comprender, con las categorías tradicionales del entendimiento humano, lo infectado de la realidad, cae en la misma irracionalidad de la que se figura guardarse por medio de su fidelidad a ese sano entendimiento del hombre.

Se puede arriesgar la determinación general de que la opinión infectada es la endurecida, es la consciencia cosificada, una capacidad deteriorada para la experiencia. La identificación de la doxa con la razón subjetiva, con la que desde la crítica platónica se ha denigrado en sofística, no nombra sino sólo un momento. Opinión, y la infectada ciertamente, es siempre al mismo tiempo deficiencia de subjetividad y se asocia a la debilidad de ésta. Lo cual ha quedado manifiestamente inscrito en las caricaturas platónicas de los gesteros oponentes de Sócrates. La opinión anida allí donde el sujeto no tiene ya fuerza para una síntesis racional o donde la niega incluso por desesperación ante una preponderancia.

La mayoría de las veces no llega muy lejos dicho subjetivismo; más bien es una consciencia la que se expresa sobre él automáticamente, que no es precisamente esa consciencia de sí, de la cual necesita el conocimiento para resultar objetivo. Lo que en nombre de la opinión se adjudica el sujeto como prerrogativa privada es sólo, por regla general, el trasunto de las circunstancias objetivas en que está inserto. Su supuesta opinión repite la corriente de todos. Para el sujeto que no tiene ninguna genuina relación con la cosa y que rebota por su extrañeza y frialdad, se convierte todo lo que sobre ella se dice, en sí y a su respecto, en mera opinión, en algo reproducido y registrado que igual podría ser de otra manera. La reducción subjetivista a la casualidad de la consciencia individual se ensambla exactamente en el respeto servil por una objetividad que no impugna en absoluto tal consciencia y de la cual la reverencia hace ostentación en la seguridad de que, sea esto o lo otro lo que piense, no será nunca en contra de su poderío vinculativo; según su medida, la razón no es absolutamente nada. En la casualidad del opinar se refleja la fisura entre objeto y razón.

El sujeto honra a los poderes establecidos en cuanto que se rebaja hasta su propia casualidad. Por eso el estado de la opinión infectada es apenas modificable por medio de la mera consciencia. La cosificación de la consciencia que se desborda hasta el mundo de las cosas, que capitula ante él, que se hace su igual: la acomodación desesperada de quien no es capaz de resistir la prepotencia y la frialdad del mundo, sino sobrepasándolas en lo posible, tienen por fondo un mundo cosificado, enajenado a la inmediatez de las relaciones humanas, dominado por el principio abstracto del intercambio. Y si en lo falso no se da realmente una vida auténtica, tampoco podrá darse una consciencia que lo sea. Salir fuera de la opinión falsa sí que se podría; pero sólo de una manera real y no únicamente por medio de su corrección intelectual.

Una consciencia que se abstuviese hoy por completo del endurecimiento de la opinión, que es el principio infectado, sería igual de problemática que el endurecimiento mismo. Incurriría en esa mudanza, fugaz y sin estructura, de parecer a parecer en el estado anormal, como de molusco, que puede observarse en no pocos de los hombres a los que se tiene por de fino sentido y que no alcanzan la síntesis del conocimiento que se congela en la consciencia cosificada. Tal consciencia, en cierto modo paradisíaca, estaría a priori desacompasada respecto de la realidad que tiene que conocer y que es precisamente lo endurecido.

Cualquier indicación hacia la consciencia correcta sería vana. Porque propiamente consiste sólo en el esfuerzo de reflexionar incansablemente sobre sí misma y sus aporías.

La figura anglosajona del problema de la opinión es el reblandecimiento de la verdad por medio del escepticismo. El conocimiento objetivo de la realidad, y con él la cuestión de su configuración, es reducido a los sujetos cognoscentes, de igual modo que sus intereses, no conciliados en un concepto superior objetivo, han de reproducir, según la doctrina del liberalismo, ciegamente ese todo que al mismo tiempo amenazan con un desgarramiento progresivo. El subjetivismo latente, que se oculta a sí mismo, de la actitud objetivo-cientifista del círculo cultural anglosajón, va parejo con la desconfianza ante una subjetividad a rienda suelta, parejo con la inclinación constante, automatizada ya, a relativizar los conocimientos por medio de la referencia a su condicionamiento en los que conocen. La consciencia del propio subjetivismo queda rechazada apasionadamente, y asimismo el recuerdo de que la posición que se adopta no tiene otra fuente de derecho que lo que en última instancia está ya dado inmediatamente a los meros individuos; esto es, al fin y a la postre, la opinión.

La tentación alemana (si es que no es también la de todos los pueblos que viven al este del círculo cultural mediterráneo y que jamás fueron latinizados por completo), es en cambio el endurecimiento inabordable de la idea de verdad objetiva que hace de ésta algo no menos subjetivo que la opinión misma. A la capitulación en Occidente ante hechos no penetrados y a la acomodación del pensamiento a cada realidad existente, corresponde en Alemania la falta de autorreflexión, una inexorable manía de grandeza. Ambas figuras de la consciencia, la que se inclina ante los hechos y la que se reconoce erróneamente como soberana o creadora de los mismos, son como las mitades, que han saltado cada una por su lado de la verdad que no se realizaba en el mundo y cuyo fracaso golpea también al pensamiento. La verdad no se deja remendar desde sus pedazos. A los efectos no se entienden tan mal: quien deja ser al mundo, en el que se busca un puestecito, tal y como es, le confirma en cuanto el ser verdadero, en cuanto esa ley, que es y que el espíritu dominador se figura también ser él mismo. La metafísica tradicional alemana y el espíritu que la ha producido y en el que viven sus secuelas, rompen sus dientes en la verdad y la falsean tendencialmente en lo que se opina por capricho, en una eterna pars pro toto. El positivismo sabotea la verdad con la referencia a una supuesta mera opinión, y toma el partido de ésta al no quedarle ninguna otra cosa. Contra todo lo cual no sirve de ayuda sino el esfuerzo imperturbable de la crítica. La verdad no tiene más lugar que la voluntad de resistir a la mentira de la opinión.

El pensamiento, y probablemente el de hoy no es el primero, se prueba en la liquidación de la opinión: literalmente de la dominante. Ésta no es mera insuficiencia de los que conocen, sino que les está endosada por la constitución social entera y con ella por las circunstancias dominantes. Su expansión otorga un primer índice de lo falso: hasta dónde alcanza el control del pensamiento por parte de los que dominan. Su signatura es la trivialidad. Que lo trivial, en cuanto sobreentendido, es aproblemático; que sobre ello se alza por estratos lo más diferenciado, he aquí un fragmento de esa opinión, que habría que liquidar. Lo que en una situación falsa es aceptado por todos, tiene ya, en tanto confirma esa situación como la suya, su desorden ideológico ante cada contenido especial. Lo existente y su ley protegen la costra de las opiniones cosificadas. Defenderse en contra no es sin más la verdad, y puede degenerar con suficiente facilidad en negación abstracta. Pero sí es agente de ese proceso, sin el cual no hay verdad. La fuerza del pensamiento se mide, sin embargo, en que, fatigándose por liquidar la opinión, no se contente demasiado fácilmente con agudizarse sólo hacia fuera. También en sí mismo debe resistir a la opinión. Es decir, a la posición o dirección a que, en un estado de socialización total, todavía pertenece el que se obstina en contra. Es en él mismo donde se forma el momento de opinión sobre el cual ha de reflexionar y cuya limitación ha de hacer saltar. En el pensamiento es malo todo lo que repite sin fisura tal posición; lo que habla como aquellos que de antemano son de igual opinión que el autor. En dicho habitus, el pensamiento se detiene, se rebaja a mera exposición de algo aceptado, se convierte en falso. Puesto que expresa lo que no ha penetrado, como si fuese su resultado. Ningún pensamiento al que sean inherentes restos de tales opiniones. Que le sean necesarios a la par que externos. Elemento del pensar es permanecerse fiel a sí mismo en cuanto que en estos momentos uno se niega. Esta es la figura crítica del pensamiento. Sólo ella, no su acuerdo satisfecho consigo mismo, puede ayudar a la modificación.

Julian Navascues
La Isla de los Pingüinos

Anatole France

1908
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Nunca les parecía bastante la evolución de las casas, las hicieron de treinta y cuarenta pisos, donde se apilaban oficinas, almacenes, despachos de banqueros, domicilios de sociedades; y excavaban el suelo para construir bodegas y túneles.

Quince millones de hombres trabajaban en la capital inmensa, a la luz de los faros encendidos noche y día. La claridad del cielo no atravesaba la humareda de las fábricas que rodeaban la ciudad; pero algunas veces se veía el disco rojo de un sol sin irradiaciones, cruzando el firmamento ennegrecido y surcado por puentes de hierro de los cuales caía una lluvia eterna de carbonilla y engrases. Era la más industrial de todas las ciudades del mundo y la más metalizada. Su organización parecía perfecta; no le quedaba nada ya de las antiguas formas aristocráticas o democráticas de las sociedades; todo estaba subordinado a los intereses de los truts. Se formo en aquel medio lo que los antropólogos llaman el prototipo archimillonario. Eran hombres a la vez enérgicos y débiles, capaces de poderosas combinaciones mentales y de un penoso trabajo de oficina, pero cuya sensibilidad sufría desequilibrios que aumentaban con los años.

Como todos los verdaderos aristócratas, como los patricios de la Roma republicana, como los Lores de la vieja Inglaterra; aquellos hombres poderosos afectaban mucha seriedad en las costumbres. Aparecieron los ascetas de la riqueza; en las asambleas de los clubs veianse rostros completamente afeitados, mejillas chupadas, ojos hundidos, frentes arrugadas. Con el cuerpo más enjuto, el color amarillento, los labios más áridos y la mirada mas inflamada que los viejos frailes españoles; los archimillonarios se entregaban con inextinguible ardor a las austeridades de la Banca y de la Industria. Muchos de ellos se abstenían de todo goce, de toda alegría, de todo descanso, y consumían su vida miserable en un aposento sin aire y sin luz, amueblado solamente con aparatos eléctricos. Cenaban huevos y leche; dormían sobre una lona tirante. Sin otra ocupación que oprimir con el dedo un botón de níquel, aquellos místicos amasaban riquezas que ni siquiera veían, y adquirían la vana posibilidad de satisfacer deseos que no ambicionaban.

El culto de la riqueza tuvo más mártires. Entre aquellos archimillonarios, el famoso Samuel Box prefirió morir a ceder la mas insignificante parcela de su fortuna. Uno de sus obreros, victima de un accidente de trabajo, al ver que le negaban toda indemnización, recurrió a los Tribunales de justicia; pero rendido por las insuperables dificultades del procedimiento cayo en una cruel indignación, y desesperado al fin, a fuerza de audacia y disimulo consiguió tener al patrón a tiro de su revolver y le amenazo con saltarle la tapa de los sesos si no le socorría. Samuel Box prefirió dejarse matar a contradecir sus principios.

Los altos ejemplos encuentran prosélitos. Los que poseían pequeños capitales (y eran, naturalmente, los mas) se apropiaron de las ideas y las costumbres de los archimillonarios para que los confundieran con ellos. Todas las pasiones que impiden el crecimiento y la conservación de los bienes eran juzgadas como deshonestas. No merecían perdón la inquietud, ni la pereza, ni el gusto por las investigaciones desinteresadas, ni el amor a las artes, ni, sobre todo, la prodigalidad; la compasión era considerada como una debilidad peligrosa. Mientras la inclinación a la voluptuosidad era públicamente reprobada, hallaba excusa la violencia de un apetito brutalmente satisfecho. En efecto la violencia parecía menos dañosa para las costumbres, por ser manifestación de una de las formas de la energía social Descansaba el Estado sobre dos prejuicios públicos, muy arraigados: el respeto a la riqueza y el desprecio al pobre. Las almas débiles, turbadas aun por el sufrimiento humano, veianse obligadas a refugiarse en una hipocresía, que no era censurable por contribuir al sostenimiento del orden y a la solidez de las Instituciones.

Los ricos mostrabanse consagrados a la sociedad, o lo aparentaban. Todos daban ejemplos, pero no todos los seguían. Algunos padecían cruelmente los rigores de su estado y lo sostenían por orgullo o por deber. Otros trataban de evitarlo siquiera una hora en secreto y con subterfugios. Uno de ellos, Eduardo Martín, presidente del trust de los hierros, disfrazado de pobre mendigaba su pan y se dejaba maltratar por los transeúntes. Una vez que pedía limosna en un puente, querellose con un verdadero pobre y, arrebatado por un furor envidioso, lo estrangulo.

Como empleaban toda su inteligencia en los negocios no sentían afán por las diversiones intelectuales. El teatro, floreciente en otro tiempo, reduciase a pantomimas y bailes cómicos. Hasta las obritas hechas con la intención de lucir mujeres, habían sido abandonadas; ya no se cultivaba el gusto de las formas esplendidas y de las elegancias brillantes: eran preferidas las volteretas de los payasos y solo entusiasmaba en los escenarios el desfile de collares de diamantes lucidos por las figurantas, y enormes barras de oro llevadas en triunfo. Las mujeres de familias opulentas hallabanse sometidas, como los hombres, a costumbres respetables. Conforme a una tendencia común a todas las civilizaciones, el sentimiento público las erigía en símbolos; ellas debían representar con su fausto austero la grandeza de su fortuna y su intangibilidad. Habianse reformado las antiguas costumbres de galantería; a los amantes mundanos de otros tiempos reemplazaban secretamente robustos masajistas o algún ayuda de ca- mara. Los escándalos eran poco frecuentes; con un viaje al extranjero se acallaban; y las princesas del trust, al volver satisfechas, gozaban como antes de la estimación general.

Estaban los ricos en escasa minoría; pero sus colaboradores, todos los ciudadanos, les eran absolutamente adictos. Formaban dos clases: la de los empleados de comercio y de la banca, y la de los obreros de las fábricas y de los talleres. Los primeros trabajaban mucho y recibían sueldos cuantiosos; algunos llegaban a fundar establecimientos; el aumento constante de la riqueza pública y la movilidad de las fortunas privadas autorizaban todas las esperanzas entre los más inteligentes y los más audaces. Sin duda hubiera sido fácil descubrir entre la inmensa muchedumbre de empleados administrativos y de ingenieros un cierto numero de irritados y descontentadizos, pero aquella sociedad poderosa había impreso hasta en el alma de sus adversarios la implacable disciplina. Los mismos anarquistas mostrabanse laboriosos y ordenados.

Los obreros que trabajaban en las fábricas de los alrededores de la ciudad, padecían un aplastante decaimiento físico y moral, que realizaba en ellos el tipo de obrero fijado por la Antropología. Aun cuando el desarrollo de ciertos músculos, debido a la especial naturaleza de su actividad, aparentase fuerza en ellos, todos ofrecían señales inequívocas de un agotamiento morboso. De corta estatura, con el cráneo pequeño y escaso desarrollo de la cavidad torácica, distinguianse también de las clases acomodadas por una multitud de anomalías fisiológicas, y sobre todo por la asimetría frecuente de la cabeza o del cuerpo. Estaban destinados a una degradación gradual y continua, por- que a los mas robustos el Estado los elegía para el ejercito, y no hay salud que resista mucho tiempo a las mozas y a los taberneros que invaden los alrededores de los cuarteles. Los proletarios eran cada vez mas pobres de espíritu; la extenuación de sus facultades intelectuales, en cierto modo consecuencia de su miserable vida, resultaba también de una selección metódica operada por los patrones, los cuales, temerosos de los obreros de alguna lucidez intelectual, siempre más aptos para formular reivindicaciones legítimas, procuraban eliminarlos por todos los medios posibles, y contrataban con preferencia a los trabajadores ignorantes y torpes, incapaces de comprender sus derechos pero bastante inteligentes aun para desempeñar los oficios que las máquinas perfeccionadas habían simplificado mucho.

Así, los proletarios hallábanse faltos de medios para mejorar de fortuna. Difícilmente lograban, con huelgas, mantener el precio del salario, y hasta este recurso perdía efi- cacia. Dada la intermitencia de la producción, inherente al régimen fundado en las condiciones más arraigadas de nuestra naturaleza, el orgullo y la codicia. Sin embargo, los observadores prudentes descubrieron varios motivos de inquietud. Los más temibles, aunque menos alarmantes, eran de orden económico y consistían en la excesiva producción, siempre creciente, que determinaba largos y crueles paros, provechosos hasta cierto punto, para los industriales, porque debilitaban la cohesión de los obreros, al oponer la masa de los que no tenían trabajo a la de los trabajadores. Otro peligro más notorio resultaba del estado fisiológico de casi toda la población.

"La salud de los pobres no puede ser mejor en las circunstancias en que viven decían los higienistas, pero la de los ricos dejaba bastante que desear".No era difícil investigar las causas. En el ambiente de la ciudad faltaba el oxigeno indispensable para la vida; se respiraba un aire artificial; los trusts de substancias alimenticias realizaban síntesis químicas de lo mas atrevidas; se producían artificialmente vino, carne, leche, frutas y legumbres. Este régimen causo perturbaciones en los estómagos y en los cerebros. Los archimillonarios perdían el pelo en su primera juventud; espíritus debilitados, enfermizos, inquietos, daban sumas enormes a hechiceros ignorantes, y se vio florecer de pronto en la ciudad la fortuna médica o teológica de algún innoble bañero convertido en terapéutico y en profeta. El número de los alienados aumentaba sin cesar; los suicidios, que se multiplicaban entre los opulentos, a veces ofrecían caracteres chocantes, reveladores de una perversión inaudita en la inteligencia y la sensibilidad.

Otro síntoma funesto abrumaba implacablemente a la mayoría de los ciudadanos. La catástrofe ocupaba en las estadísticas un lugar cada vez mayor. Estallaban calderas, incendiábanse fábricas, descarrilaban trenes aéreos que aplastaban a centenares de transeúntes, y al hundir el suelo con la violencia de la caída destruían talleres subterráneos donde trabajaban cuadrillas numerosas… …...

Francisco Alegre
Los mil y un mundos


ROSA MONTERO

EL PAIS SEMANAL

31-12-2006

El poeta surrealista Paul Éluard tenía toda la razón cuando dijo su celebérrima frase:

“Hay otros mundos, pero están en éste”.

No deja de maravillarme lo raros que somos los humanos (e incluso lo rara que yo misma me parezco a veces). Por ejemplo, hace poco vi en televisión un reportaje sobre esa afición que nació en torno a 1980 en Estados Unidos, pero que ahora se está extendiendo por todas partes, y que consiste en vestirse de animales de peluche. Los furries (se llaman así por el inglés fur, piel) celebran convenciones internacionales, ferias y guateques, a los que acuden disfrazados y peludos. Como toda actividad humana termina teniendo que ver con el sexo, una parte de la cultura furry, los llamados furvert (mezcla de fur y de pervert, pervertido), se dedican a practicar un peculiar erotismo de muñecos, algo así como una bacanal en Disneylandia. Con lo difícil que es el sexo normal (si es que esa antinomia, “sexo normal”, existe), imagínense cómo debe de ser hacerlo vestidos de Rey León de pies a cabeza.

Pero hay una colectividad aún más extraordinaria. Se llama SecondLife (Segunda Vida, aunque todos la denominan SL, en contraposición a RL, RealLife o Vida Real), y es un mundo virtual al que se entra descargando el programa en www.secondlife.com. No es un juego, y tampoco es un chat. Es un verdadero universo paralelo, en el que actualmente hay casi dos millones de residentes procedentes de todos los rincones de la Tierra. Existe dinero (los linden dólares, de cambio variable porque cotiza en la Bolsa de SL, pero que vienen a ser como un dólar americano por cada 200 linden) y de hecho SL genera al parecer un enorme volumen de negocio en dinero real: hay profesionales que sacan su sueldo en RL del trabajo que ejercen en SL. Porque puedes comprar casas, o alquilarlas; puedes adquirir trajes, peinados, coches, muebles, cualquier cosa. O puedes dejarte las pestañas en los muchos casinos que hay en ese mundo. Sin embargo, también es posible vivir eternamente en SL sin gastarte un céntimo. Al entrar, construyes gratis tu avatar (tu apariencia) de entre una casi infinita variedad de posibilidades. Puedes ser hombre o mujer, o animal, o dinosaurio metálico. Y puedes cambiar de avatar cuantas veces quieras.

SL es un mundo tridimensional. Tu avatar camina, corre y vuela, y se teletransporta a las diversas regiones. Lugares extraños, algunos muy bellos, como salidos de un ensueño de ciencia ficción. Con atardeceres de cielos rojos, cataratas estruendosas, bosques enigmáticos en los que se escucha el silbido del viento. En SL hay periódicos, cines, bibliotecas. Hay cursos académicos que sirven para la vida real. Hay discotecas y puticlubs estridentes y siniestros. Y hay una marabunta de residentes con quienes puedes hablar y hacerte amigo. O enemigo. La chifladura y la excentricidad abundan, aunque no creo que el porcentaje de rareza sea mayor que en el mundo auténtico: lo que sucede es que en SL la cosa se nota mucho más. Y, cumpliendo una vez más esa norma de oro de lo humano, a saber, la inevitable pulsión amorosa y erótica, en SecondLife hay mucho slove and slex, que es como los residentes denominan ingeniosamente al amor y al sexo en SL. Por ejemplo, hay bastantes furries, porque les es muy fácil vestir fabulosos avatares animales.

Pero el ‘slove’ y el ‘slex’ no es más que una parte de la historia. Además hay regiones pobladas por magníficos y amables dragones. Y hay exposiciones de pintura de pintores reales. Hay clases de yoga, clubs de debates, galerías comerciales, estudios de diseño industrial. Lo más alucinante y asombroso es que este mundo cibernético va creciendo cada día a velocidad vertiginosa y, sin apenas control, se va ordenando y diversificando por sí solo, creando un cuerpo social complejo que, con sus luces y sus sombras, permite la coexistencia. Uno de los puntos más oscuros de SecondLife es que puede resultar muy adictivo; y sin duda muchos despreciarán esa realidad virtual, considerándola un empobrecimiento de la vida. Pero, por otra parte, también las novelas o las películas nos proponen realidades virtuales. En el siglo XIX las novelas eran vistas como algo nefasto, puras fantasías empobrecedoras del pensamiento: de ahí la tragedia de madame Bovary, por ejemplo, que perdió la cabeza por leer narrativa. Y supongo que las primeras películas debieron de encontrar una oposición semejante. Yo creo que no hay que mitificar SL, pero tampoco condenarla. Es sólo un mundo más dentro de los infinitos mundos que somos capaces de crear los humanos.

Pepin
OPINIÓN

ABC

domingo 07 de noviembre de 1999

Abofeteadores de cadáveres

Por Fernando Arrabal, escritor

A la muerte del famosísimo académico y premio Nobel Anatole France su entierro movilizó a la muchedumbre más numerosa (¡y fervorosa!) de este siglo. Pero hoy, como si fuera el más anónimo de los desconocidos, no se encuentra ninguno de los libros del ex-inmortal en ninguna de las estanterías del país. (¡Chis!)

Precisamente el 12 de octubre de 1924 en la escena de la Ópera de París agonizaba «Thaís» (¡achís!), mientras que a las 11 y 26 de aquella misma noche moría el celebérrimo creador de la lírica heroína: Anatole France, el escritor más conocido de Francia y del mundo de entonces. Un cirujano extrajo su cerebro. Se comprobó que era más pequeño que el del promedio de los mortales (¡o de los hospitales!)

Semanas antes Iván Goll, como director (con sus amigos, Marcel Arland, René Crevel, Joseph Delteil, Robert Delaunay, Pierre Reverdy entre otros) acababa de crear, confidencialmente, la revista «Surréalisme». Vocablo que había inventado Apollinaire. El primer número se abrió con el primer «Manifiesto "del surrealismo» de André Bretón. Y con esta definición: «el surrealismo está constituido por la transposición de la realidad a un plano superior».

Los funerales del insigne premio Nobel fueron organizados con todo lujo por el Estado francés. Ya nunca más se ha visto algo parecido en el país. De su novela «La isla de los pingüinos», su «fabuloso triunfo», se habían hecho cientos de ediciones y traducciones (¡y revelaciones!). Pero Anatole France había constatado, como una premonición, la derrota de toda lógica en la victoria. «El triunfo del ser humano», pensaba aquel «indiscutible genio», «sólo es un fenómeno transitorio rápidamente ahogado por las miserias o perversidades inevitables».

Sin embargo, a la muerte de Anatole France los surrealistas redactaron un panfleto, «Un cadáver», y para mayor abundamiento lo envolvieron con una cinta y una cita de la propia "Thaís»: «Se volvió tan horroroso que pasando la mano por su cara notó su fealdad».

Un gigantesco catafalco (¡sin catalufa!... pero tricolor) con los restos de Anatole France fue alzado en la plaza más prestigiosa de París. En la del Instituto, frente a la Academia Francesa (¡como la bullabesa!). Le fueron rendidos los honores militares. Todas las autoridades, todas las «fuerzas vivas», todos los periódicos y alcaldías se pusieron de riguroso luto (¡y sin futuro!). Los autores más consagrados escribieron los panegíricos más sentidos.

Sin embargo, el poeta surrealista Philippe Soupault escribió en «Un cadáver» bajo el título «El error»: «Nada se puede esperar de Anatole France, de este recuerdo fofo... Como, por fin, todo se ha terminado, que nadie añada una palabra... Señores de la familia ¡un poco de dignidad! Puesto que hay que poner una corona sobre este ataúd que sea lo más pesada posible para que ahogue el recuerdo... de este personaje cómico».

El presidente de la República y el presidente del Consejo, todos los ministros, todos los diputados y senadores, todos los consejeros de Estado, todos los embajadores en Francia, todos los organismos y cuerpos del Estado etc., solemnemente formados (¡y firmados!), asistieron a la ceremonia en honor del renombrado escritor.

Sin embargo, el poeta surrealista Paul Eluard escribió en «Un cadáver» bajo el título «Un viejo como los demás»: «A un cadáver así no se le puede amar... Anatole France es el escepticismo, la ironía, la cobardía... Un gran impulso de olvido me aleja de todo esto... de todo aquello que deshonra a la Vida».

Acompañado por la Quinta de Beethoven el cortejo con los restos de Anatole France llegó a los Campos Elíseos. Una imponente carroza llevada por seis caballos encapados (¡por partida doble!) transportó el cuerpo del difunto. Los niños de las escuelas y los estudiantes de las universidades lanzaron una lluvia de flores y especialmente crisantemos al paso de la comitiva. Todos los partidos políticos fueron representados desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha de Maurras.

Sin embargo, el poeta Louis Aragon escribió en «Un cadáver» "¿Ya abofeteó usted a un muerto?: «Para mí todo admirador de Anatole France es un ser degradado... Este hombre escribió el más abyecto y deshonroso prefacio a Sade... Era el asno oficial... Este usurero aterrado por miedo al ridículo escribía pésimamente, lo juro,... A. France era un... execrable histrión del espíritu... un literato a quien saludan, hoy muerto, el tapir Maurras y Moscú la chocha».

Centenares de miles de personas siguieron el cortejo del cadáver del académico insigne (¡cubierto de insignias!). El tráfico de tranvías y coches fue prohibido. La ceremonia fúnebre se convirtió en la más grandiosa (¡y cuantiosa!) de la Francia de este siglo. La prensa recordó que «La Isla de los Pingüinos» era una novela y una profecía: «mientras que los humanos se creen libres en sus cavernas platónicas, Anatole France se pregunta: ¿La verdadera libertad es la que no reconoce la libertad contra ella?».

Sin embargo, tan unánime manifestación fúnebre inspiró al creador del surrealismo, el poeta André Breton, en «Un cadáver», su «Prohibición de inhumar»: «Si, estando él en vida era ya demasiado tarde para hablar de Anatole France, limitémonos a echar un vistazo de agradecimiento al periódico que se lo lleva, al papelucho cotidiano que lo trajo. Loti, Barrès, France, tiremos los tejos de alegría para festejar el año que ha dado la puntilla a estos tres siniestros tiparracos: el idiota, el traidor y el policía. Tengamos, no me opongo, para el tercero una frase de desprecio particular. Con France desaparece un poco del servilismo humano. Festejemos el día que entierra a la astucia, al tradicionalismo, al patriotismo, al oportunismo, al escepticismo, al realismo y a la ausencia de corazón. Pensemos que los más morcilleros actores de hoy han tenido en Anatole France al compinche y no le perdonemos el haber mancillado los colores de la Revolución con su inercia sonriente. Para encerrar su cadáver que se vacíe una de las cajas de los muelles donde están esos libros antiguos "que tanto le gustaban y que todo se tire al Sena. Un hombre como él no tiene que criar polvo.»

Mi pasión por la pintura (y quizás también por los meandros de la ceremonia de la fama) me ha llevado a colaborar constantemente con los pintores del siglo y no todos surrealistas (Saura, Dalí, Mustafá Arruf, Mateos, Félez, Magritte, Arnaiz, Botero Crespo, Julio Arrabal, Picasso, Bartolozzi, Camacho, Amat...) A algunos incluso les he «dictado» retratos al óleo (¡pero sin píleo!) Unos artistas hoy son famosísimos e indiscutibles «genios» (¡del milenio!) y otros no. Así que pasen otros setenta y cinco años ¿a cuáles el destino habrá puesto (o conservado) en el cuadro de honor del prestigio? Para llegar a la celebridad ¿hay que abofetear cadáveres?

Y como ya vivimos en «La isla de los pingüinos», el destino ha dispuesto que estos cuadros (realizados al a-limón) se puedan visitar ya, sin salir de casa.

En el: http://www.arrabal.org





Bruce Beelher
La realidad contraataca

Las potencias occidentales vuelven a tener los pies en el suelo; es un cambio positivo

Timothy Garton Ash


DOMINGO

31-12-2006

En la política mundial, puede que 2007 sea el año del realismo. Si eso significa dejar de lado las ilusiones peligrosas, será positivo. Si significa abandonar el idealismo, será negativo. En la práctica, seguramente será un poco de ambas cosas.

En 2002, un asesor cercano al presidente George W. Bush aseguró al periodista Ron Suskind que la gente en la "comunidad dedicada a la realidad" -los periodistas, por ejemplo- estaba muy equivocada. "El mundo ya no funciona así", explicó el asesor. "Ahora somos un imperio y, cuando actuamos, creamos nuestra propia realidad". Como consecuencia, el equipo de Bush, al mismo tiempo que ignoraba las pruebas reales del calentamiento global, se fió de lo que los ingeniosos llamaron "información basada en la fe" sobre las armas de destrucción masiva en Irak y se propuso transformar el mundo mediante una revolución democrática impulsada por la fuerza. El imperio atacó.

Cinco años después, contraataca la realidad. Ahora que comenzamos 2007, sólo se habla de unas realidades que dan que pensar, ya sea en Irak, en Afganistán, en el cambio climático o en la economía mundial. Es un cambio positivo. Por lo menos, volvemos a tener los pies en el suelo, aunque el suelo esté más caliente de lo que estaba o de lo que debería. Sobre el cambio climático, en concreto, veo que empieza a darse un giro fundamental. Es interesante que el líder conservador británico, David Cameron, en un artículo para el especial de The Economist titulado The World in 2007, coloque el cambio climático en cabeza de su lista de desafíos mundiales. "El calentamiento global es una realidad y nos anuncia un grave futuro para todos, si no se toman las medidas adecuadas", coincide John McCain, el principal candidato republicano a suceder a Bush como presidente. Podemos estar seguros de que en 2007 no se van a tomar las medidas adecuadas, pero, por lo menos, ya no se niega la realidad.

Un realismo semejante es el que se observa en relación con Oriente Próximo. Ni siquiera Bush pretende ya que "estamos ganando" en Irak. El Grupo de Estudios sobre Irak ha reafirmado la importancia crucial de que haya un acuerdo entre israelíes y palestinos para el futuro de las relaciones de occidente con el mundo árabe y musulmán. Aunque el gobierno de Bush no esté dispuesto a negociar directamente con Irán y Siria, la idea de la cruzada contra un "eje del mal" aislado está muy desacreditada. De los tres presuntos miembros del eje, Irak es ahora más caldo de cultivo de terroristas que hace cinco años, Corea del Norte tiene armas nucleares e Irán tiene más fuerza que nunca. Vaya éxito el de la política exterior basada en la fe.

Por desgracia, este nuevo realismo viene en el mismo paquete que otro tipo de realismo más antiguo, de realpolitik; una actitud -vista por última vez en el gobierno de George Bush padre- que insiste en que hay que obtener aliados donde se pueda y no preocuparse demasiado por cómo tratan a sus propios ciudadanos. Los intereses nacionales y, más en general, los intereses económicos y de seguridad de occidente, justifican las buenas relaciones con autocracias amigas como Arabia Saudí, de acuerdo con el viejo lema "puede que sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta". James Baker, copresidente del Grupo de Estudios sobre Irak, y Brent Scowcroft, antiguo consejero de seguridad nacional del presidente George H. W. Bush, son los principales exponentes de esta postura. Aunque, por motivos obvios (e incluso edípicos), el presidente actual se resiste al regreso de su padre, en Washington se observa una tendencia general a volver del segundo al primer Bush.

Vigilar a Irán

Un país que hay que vigilar para comprobar esta tendencia es Irán. Antes de la invasión de Irak, a la República Islámica de Irán le pedíamos dos cosas: que retrasara y, preferiblemente, detuviera su programa nuclear, y que acelerara el proceso de cambio político interno para que hubiera más respeto a los derechos humanos, pluralismo y democracia. Ahora le pedimos tres cosas: esas dos más su ayuda para estabilizar Irak, mediante su influencia directísima sobre la mayoría chií de dicho país. Irán es más fuerte y más hostil y, sin embargo, le exigimos más. No es posible que vayamos a obtener las tres cosas a la vez. Así que, ¿en qué aspecto se ablandará Occidente en 2007? Estoy seguro de que será en lo relativo a los derechos humanos y la democratización.

También se ven indicios del viejo realismo en la política del mejor representante del internacionalismo liberal idealista de Occidente, Tony Blair. Hace poco, Londres extendió la alfombra roja para el dictador amigo de Kazajistán. En el sur de Irak, las tropas británicas preparan su retirada y lo que van a dejar atrás no es precisamente una democracia. Poco antes de Navidad, Blair habló en Dubai y dijo que, en la lucha contra el terrorismo internacional, y ante la amenaza estratégica que supone Irán, debemosr forzar nuestros lazos con los Estados árabes "moderados", aunque sean autoritarios. Cuando The Financial Times le interpeló a propósito del carácter autoritario de los Emiratos Árabes Unidos -donde, en unas recientes elecciones para formar un consejo asesor, sólo pudo votar el 1 % de los ciudadanos-, el primer ministro británico respondió: "Tiene que avanzar a su propio ritmo, pero la dirección está clara".

Genghis Khan, en Londres

Prepárense, pues, para la visita oficial de Genghis Khan a Londres y Washington. En varios encuentros off-the-record, sir Justin Smoothe [sir Justin el suave], del Ministerio británico de Exteriores, explicará que, aunque el presidente Khan "no hace las cosas exactamente como nos gustaría que se hicieran aquí", está claramente "avanzando en la buena dirección". La introducción de medidas para restringir las violaciones y los saqueos en la horda mongola es -explicará sir Justin- un signo de esperanza de que están progresando hacia el imperio de la ley. Mientras tanto, en Washington, el Chuck Hardball, del Pentágono, informará sobre los depósitos de uranio y gas del imperio mongol y su posible papel como anfitrión de la extraordinaria rendición de los sospechosos de Al Qaeda.

Es más, estoy esperando a que alguien redacte una nueva versión del famoso artículo escrito por la difunta Jeane Kirkpatrick en 1979, Dictaduras y dobles raseros, en el que afirmaba que era preciso tratar de forma distinta a las autocracias de derechas, amigas y antisoviéticas que a los regímenes de izquierdas totalitarios y prosoviéticos. ¿Dobles raseros? Sí, por favor. Hoy, una autocracia amiga se definirá en parte por su posición en la lucha contra el terrorismo yihadista y en parte por su voluntad de vender sus recursos naturales y energéticos a Occidente. Como China compite por esos mismos recursos desde el otro extremo del mundo y le importa un pito el historial de derechos humanos de quienes le abastecen de energía y materias primas, nuestra capacidad de imponer condiciones políticas a nuestros proveedores se ve muy reducida.

¿Cómo podría llamarse esta política? La mayoría de la gente se ha olvidado de que el actual presidente Bush llegó al poder en 2001 predicando un "nuevo realismo", opuesto a lo que llamaba, en tono de burla, el intervencionismo idealista, liberal y difuso de la era de Clinton. Sin embargo, tras los atentados del 11-S, y especialmente en su segundo mandato, empezó a defender una política increíblemente idealista de democratización mundial. El autor político estadounidense Robert Kagan calificó la nueva actitud de Bush como un "realismo superior". O sea, que ése era el nuevo-nuevo realismo. rolleyes.gif Ahora tenemos el nuevo-nuevo-nuevo realismo, o nuevo realismo al cubo. rolleyes.gif Si el nuevo realismo al cuadrado incluía un volumen absurdamente enorme de idealismo, puesto que creía que la democracia iba a extenderse por Oriente Próximo a tanta velocidad como lo hizo en Europa del Este tras 1989, el nuevo realismo al cubo corre el riesgo de dar el bandazo hasta el extremo opuesto y cometer el viejo error de creer que es posible construir un orden duradero apoyándose en autocracias amigas.

Lo mejor es que, en lugar de todo eso, en 2007 tengamos una comunidad internacional apoyada en la realidad pero sin demasiado realismo. wacko.gif A la larga, no hay nada que sea menos realista. wacko.gif
Maripili
LA PARADOJA DE LA GLOBALIZACIÓN

Ulrich Beck

Diario El País

Madrid

5 de diciembre de 2002

El mundo se ha convertido en un lugar peligrosamente desigual, también para los ricos de las metrópolis occidentales. El último informe del Banco Mundial sobre la situación financiera de los países en desarrollo parece un manifiesto de protesta de la organización de ayuda a la infancia Terre des Hommes: la caída de los precios en los mercados mundiales de materias primas, el proteccionismo comercial y el estancamiento coyuntural en los países industriales, pero, sobre todo, el descenso del turismo mundial tras el 11 de septiembre de 2001, han agudizado dramáticamente la miseria en las zonas pobres del mundo. Sólo para pagar los intereses de la deuda, el Sur transfiere al Norte 200.000 millones de dólares anuales. Las desigualdades globales aumentan: entre 1960 y 2000, el 20 por ciento más rico de la población mundial pasó de disponer del 70 por ciento de la renta global a disfrutar del 90 por ciento, mientras que la cuota del 20 por ciento más pobre cayó del 2,3 al 1 por ciento. En tanto que 1.200 millones de personas tienen que sobrevivir con menos de un dólar diario, la ayuda al desarrollo descendió otro 20 por ciento desde 1990.

La globalización, se afirma en un manifiesto del movimiento antiglobalización, "es el último nombre en la historia del crimen para referirse a la acumulación de privilegios y riquezas y la democratización de la miseria y la desesperanza". En contra de esto debemos movilizar la "internacional de la esperanza". En este sentido, la propia globalización engendra, ciertamente, su propia oposición, variopinta e increíblemente contradictoria: anarquistas, sindicalistas, neonacionalistas, ecologistas, parados, incendiarios de centros de refugiados, pequeños empresarios, profesores, sacerdotes, obispos católicos, el Papa, comunistas, fascistas, feministas, ultraortodoxos y fundamentalistas islámicos. En cualquier caso, todos ellos actúan según este lema: a la globalización hay que combatirla con... ¡globalización! O, en palabras de Richard Falk: resistencia contra la globalización desde arriba a través de la globalización desde abajo.

Esta paradoja de la antiglobalización -el hecho de que sólo se pueda practicar y justificar la resistencia contra la globalización estableciendo como objetivo otra globalización, una globalización buena y genuina- se manifiesta de muchas maneras. Quienes se manifiestan en la calle contra la globalización no son "enemigos de la globalización": ¡qué mareo de palabras! Son adversarios de los defensores de la globalización que pretenden imponer otras normas globales en el espacio de poder global, frente a otros adversarios de los defensores de la globalización. De este modo, ambos grupos de adversarios se superan recíprocamente con sus objetivos globales y, con la fusta de la resistencia, jalean incesantemente el avance del proceso de globalización. Todos los "adversarios de la globalización" no sólo comparten con sus "adversarios" los medios globales de comunicación, ampliando de ese modo las posibilidades de aplicar esos medios a los fines de los movimientos transnacionales de protesta y las posibilidades organizativas de tales movimientos. También operan sobre la base de los mercados globales, la división global del trabajo y los derechos globales. Sólo esto hace factible su omnipresencia actual y potencial, que trasciende cualquier frontera. También piensan y actúan con arreglo a categorías globales, sobre las que, gracias a sus acciones, llaman la atención de la opinión pública global. Su lucha tiene como finalidad la domesticación de los mercados financieros. También defienden tratados y organizaciones de alcance mundial que vigilen a estos mercados. Las corrientes migratorias no se pueden ni entender ni regular nacionalmente. Ambas cosas presuponen una visión cosmopolita. Y, por último, la pobreza globalizada sólo puede combatirse globalmente.

Consideremos el caso de los derechos sindicales: el derecho de organizar sindicalmente los derechos laborales, que muchas veces no es más que papel mojado, no está todavía globalizado, ni mucho menos. A diferencia de lo que ocurre con las normas de comercio de la Organización Mundial del Comercio (OMC), no se sancionan las violaciones de las convenciones en vigor sobre derechos sindicales de la ONU, ni las de la prohibición del trabajo infantil. Por eso, en EE UU muchos activistas participan en campañas contra la explotación desmedida de las fábricas textiles de México, Nicaragua e Indonesia, donde las costureras producen vaqueros de marcas caras por un par de céntimos a la hora, si bien cualquier intento de autoorganización es reprimido mediante la violencia policial. Esta relación directa de la cultura de protesta de las metrópolis con los sindicatos de los países en desarrollo da su pujanza global al movimiento de quienes se oponen a los defensores de la globalización. Habría que hacer lo posible por entender esta extraña ley: la resistencia a la aceleración de la globalización acelera más esa globalización.

Si bien es cierto que la globalización se acaba imponiendo con el poder de sus enemigos, eso no quiere decir que todo dé lo mismo. Lo que impulsa la globalización no es la libertad global del capital, sino la falta de libertad global de las víctimas de la globalización. La resistencia frente a la agenda neoliberal de la globalización impone una agenda cosmopolita de globalización. Todas las crisis, los conflictos, los descalabros de la globalización tienen uno y el mismo efecto: refuerzan la apelación a un régimen cosmopolita, abren (pretendiéndolo o no) el espacio a una ordenación del poder y del derecho.

Este círculo, en el que los conflictos y crisis de la globalización globalicen a ésta, puede documentarse de múltiples formas. Como los adversarios de los defensores de la globalización organizan sus cumbres transnacionalmente, las contramedidas policiales tienen que transnacionalizarse a su vez. Las policías nacionales tienen que saltar sobre su sombra nacional y desnacionalizarse, transnacionalizarse ellas mismas. Es decir, la protesta supranacional exige una policía supranacional, un sistema acorde de información supranacional, regulaciones jurídicas supranacionales, etcétera.

Este hermanamiento paradójico de contrarios es lo que hace avanzar el régimen cosmopolita. Los grupos de protesta ecologistas Urgewald y Greenpeace, así como ATTAC y las ONG que combaten el hambre en el mundo, exigen la condonación de la deuda de las naciones más pobres y un cambio de rumbo drástico en la política sobre el clima. Pero eso mismo es lo que demanda, por ejemplo, el canciller federal alemán, en coincidencia con otros jefes de Gobierno. La brecha entre la política verbal y la política real es extrema. Se lleva a efecto poco o nada en absoluto de lo que se promete y publica a bombo y platillo en los comunicados de las cumbres. Pero lo único que quiere decir eso es que las organizaciones no gubernamentales son la mejor conciencia del Gobierno... quizá incluso fueran el mejor Gobierno.

O pensemos en la evasión fiscal: paraísos fiscales como las Islas Caimán británicas, las Antillas Holandesas o Liechtenstein se convierten a ojos vista en un agujero negro de la economía mundial en el que, según cálculos del Fondo Monetario Internacional, fortunas privadas acumulan depósitos por valor de más de cinco billones de dólares fiscalmente opacos. Sólo la Hacienda alemana pierde de ese modo un mínimo de 10.000 millones de euros anuales. Sin embargo, todas las iniciativas para acabar con estos paraísos fiscales han fracasado porque los Gobiernos no reúnen las fuerzas para tocar este privilegio de los ricos. Los antiglobalización aguijonean en la calle a los Gobiernos para que se liberen del sueño que les autoconfina al ámbito nacional y neoliberal y, hombro con hombro con las organizaciones no gubernamentales, realicen los intereses que les son más propios.

Sin duda, hay y seguirá habiendo contramovimientos reaccionarios reforzados y poderosos que traten de llevar a su molino el agua de las protestas contra la globalización, con el fin de alcanzar así influencia en los ámbitos políticos. De hecho, ya hoy se perfilan combinaciones perversas de una política de mercados mundiales abiertos y de xenofobia propagada por los Estados. Hacia fuera, hacia los mercados mundiales, el comportamiento es adaptativo; hacia dentro, autoritario. Para los que ganan con la globalización lo que procede es el neoliberalismo; para los que pierden con ella, se atiza el miedo al extranjero y se dispensa, dosificado, el veneno de la reetnificación. Pero incluso en esto se evidencia que un fascismo modernizado, en caso de que fuera posible, tampoco podría sustraerse al imperativo de la inmanencia oposicional.

Este "tanto lo uno como lo otro" se personifica en la figura del especulador profesional George Soros, que encarna en una misma persona tanto el capital asilvestrado como el movimiento radical de oposición. Es a la vez especulador de primera fila y su crítico más radical. Por un lado, con sus apuestas especulativas pone a países enteros a la defensiva; por otro, proclama alto y claro que los mercados financieros albergan el peligro de un desarrollo autodestructivo. Como principio dominante, este "tanto lo uno como lo otro" tiene algo de totalitario: sustrae el suelo al "anti" del movimiento antiglobalización en la medida en que supera y anula el principio de oposición.

¿Quiere esto decir que queda excluida una red europea de movimientos de antiglobalización, quizá incluso un partido europeo antiglobalización? No, pero éstos tendrían que aportar el valor y la energía para romper la ilusión del falso "anti" proteccionista del movimiento antiglobalización y luchar por una Europa cosmopolita abierta al mundo, que afirme la alteridad de los otros.

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