Escrito por Marisa Peral
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Los baldes de zinc dormitaban -a pleno sol-
llenos de agua jabonosa y azulete para blanquear la ropa.
La pequeña niña blanca, agachada y protegida por el enorme salacot, transgredÃa las normas y burlando la vigilancia se entretenÃa agitando las manos dentro de los barreños.
Eran mágicos momentos en soledad disfrutando la infantil maldad, “dÃas de espuma y pompas de jabón†todas de colores irisados y diferentes.
--- © Marisa Peral
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